Santidad, Gloria y Prodigios de Santa Teresa de Jesus Tomo I

CARLOS r. (41) PAULO nr.
sar de sus dolencias, sequedades y tentaciones, dio
aquí una prueba autentica de su valor contra la inconstancia
de su sexo. Bien presintió Teresa con U
extensión de sus conocimientos, ya mejor empleados,
las amarguras que habia de tragar cada vez que se
presentase al Señor. Puesta á sus divinos pies junto
á la fuente de la luz eterna discernia menudamente
hasta los átomos de sus imperfecciones. Sus aficiones,
satisfacción y vanidad por sus talentos que nunca pasaron
de descuidos , y preocupaciones ligeras , se le
abultaban como gigantes monstruosos, que le amenazaban
quanto ella mas se apocaba. Sus corteses condescendencias,
sus correspondencias amistosas, autorizadas
con el exemplo de las religiosas ancianas, é iguales,
toleradas por sus directores , y apoyadas en un exterior
y porte virtuoso , miradas ahora á mejor luz,
se le presentaban como locuras criminales. Se le acordaba
la ternura del amor con que en su fervor primero
habia agradado tanto á Dios: las misericordias divinas
que había disfrutado tan á manos llenas, y que
ni favorecida con tantos beneficios, ni castigada con
tantas enfermedades , era qual debia. Estos sentimientos
de compunción con que desandaba lo andado en
el camino que la podia perder , y la conducian ahora
al de su felicidad, ya eran pasos dichosos que daba
en él, y que no deshizo jamas. Ya dixo San Gregorio
, que damos tantos (a) pasos ante Jos ojos de
t>ios hácia él quantos afectos movemos. Entregada ya
del todo ai Señor , su Magestad la así d á sí mas fueruniente
, pero la paso á prueba en el contraste de
'os Santos. Hízola sentir vivamente los impulsos de
^ gracia , y estimulos de la conciencia; y por otra
parte los asaltos del demonio , los atractivos de Ja
virtud y el combate de las pasiones, el amor á Dios
y la inclinación á las criaturas: lo feo de su ingra-
00 S. Greg, Moral, as. 3. Ante Dei oculos tof gressus ponimus quot affeo
t*» movemus.
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