Santidad, Gloria y Prodigios de Santa Teresa de Jesus Tomo I

FELIPE II. (262) GREGORIO XIII.
lleza de su propia alma desde que él la había elegido
por ¡esposa. «Parecíame ser mi alma un espejo,
«clara toda , sin haber espaldas ni lados , ni alio ni
»baxo que no estuviese toda clara. Y en el centro
«de ella se me representaba Cristo nuestro Señor co~
jimo lo sucio ver. Parecíame en rodas las partes de
«mi alma le veía claro como en un espejo. Y tam-
«bien este espejo yo no se decir como se esculpía to-
«do en el mismo Señor por una comunicación que
«yo no sabré decir , muy amorosa. Didseme á enten-
«der que estar una alma en pecado mortal es , cuwbrirse
este espejo de una gran niebla , y quedar muy
«negro. Y así no se puede representar , ni ver este Se-
«ñor , aunque esté siempre presente dándonos el ser."
Ni Santa Teresa escribid todos los favores que Dios
le hizo, y muchos muy grandes, ni aun los comunico
á persona alguna , y aun de los que dexd escritos
, no nos es posible detenernos á referirlos todos
, sí solo algunos pocos de los que tienen mas conexión
con las materias que se tratan. Nuestro Señor
Jesucristo para manifestaríe , pues , de una vez á Teresa
el grande aprecio que hacia de su persona, y
del desposorio que habia contraído con ella, le hizo
la merced siguiente (a) ; »Un día estando en oración
»tuve un grande arrobamiento : parecíame que nues-
«tro Señor me habia llevado el espíritu á su padre,
«y díxole : esta que me diste, te doy , y parecíame
«que me llegaba á sí. Esto no es cosa imaginaria, si-
«no con una certeza grande , y una delicadeza tan es-
«piritual que no se sabe decir. Díxome algunas pala-
«bras que no se me acuerdan, de hacerme merced eran
«algunas. Duro algún espacio tenerme cabe sí," ¡ Que
honor! ¡Que placer! ¡Que gloria esta para una criatura
que aun vive en carne mortal ! Si á S. Agustín
con solo mirar simplemente al cielo se le hacia despreciable
quanto hay en la tierra. jCon que horror
(a)
Adicciones i su vida, n. ií.