Santidad, Gloria y Prodigios de Santa Teresa de Jesus Tomo I
FELIPE II. PI0 V. nen á la razón , y los deliquios á que hs precipitan , llena de agrado y de dulzura se allega á las caídas como para consolarlas , les pone con disimulo las manos sobre la cabeza y vueltas luego en sí, no dexan de reconocer esre beneficio y la santidad de su llueva Prelada; pero ella dando á Dios la gloria, atribuye estas maravillas á la virtud de un Liginun crucis , que trabe consigo. Las mas se tranquilizan , y empiezan á amarla no podiendo resistir á los continuos favores por los que las obliga al cariño con que las trata, y á su consumada virtud, que por ser patente no pueden dexar de venerar. Sin embargo aun duran algunas en su proterbia, y esperan lance oportuno para desmandarse contra la Santa. Esta convoca la Comunidad á capítulo , y creen las descontentas ser esta la ocasión mas apropdsito para executar sus dañados intentos de violencia convenidas y armadas en gavilla. La Santa, de antemano y en secreto, había mandado colocar una Imagen hermosísima de María Santísima en la silla priora! con las llaves del convento en las manos, y ella sentada en tierra á sus pies, hizo dar la señal para que concurriesen allí todas las religiosas. Así como iban entrando en el coro y veían aquel espectáculo tan impensado misterioso y tierno, se pasman: un temor grande, cuyo principio ignoran , las encoge y hace temblar las carnes: no se atreven á mirarse unas á otras , y cada una se reconcentra en sí misma sin acción, sin valor y sin fuerza , abandonadas á su propia debilidad. Quando colocadas ya todas en sus asientos en un silencio profundo palpitándoles el corazón, esperan que al abrir la Santa sus lábios arroje rayos y centellas contra los desordenes de aquella casa, que truene espantosamente contra los abusos introducidos, contra constituciones y honor, que trastorne su proceder de arriba á abaxo hasta sus fundamentos, oyen con nueva admiración que les habla amorosa y tiernamente de esta suerte. «Señoras, madres y hermanas mías: nuestro Señor
FELIPE IT. (2P) 1,10 v* fpor medio de ía obediencia me ha embíndo á e^-ra «casa para hacer este oficio , de que es?aba yo tan «descuidada , quan lejos de merecerlo. Hame dado J»mucha pena esta elección , así por haberme puesto «en cosa que yo no sabré hacer, como porque á Vue- «sas mercedes Ies hayan quitado la mano que tenían «para hacer sus elecciones , y les hayan dado Priora «contra su voluntad y gusto, y Priora tal que haría «harto sí acertase á aprender de la menor, que aquí «está , lo mucho bueno que tiene. Solo vengo para «servirlas , y regalarlas en todo lo que yo pudiere; «y á esto espero me ha de ayudar mucho el Señor: «que en lo demás qualquiera puede enseñarme y re- »formarme. Por eso vean , Señoras mias , lo que yo «puedo hacer por qualquiera, aunque sea dar la san- "gre y la vida, lo haré de muy buena voluntad. Hi- «ja soy de esta casa, y hermana de todas Vuesas mer- «cedes: de todas d de la mayor parte conozco la con- «dicion y las necesidades : no hay para que se ex- «trañar de quien es tan propia snya. No teman mi «gobierno , que aunque hasta aquí he vivido y go- «bernado entre Descalzas, sé bien por la bondad del «Señor , como se han de gobernar las que no lo son. «Mi deseo es que sirvamos todas á Dios con suavi- «dad , y eso poco que nos manda nuestra regla y «Constituciones lo hagamos por amor de aquel Señor «á quien tanto debemos. Bien conozco nuestra flaque- «za que es grande. Pero ya que aquí no llegamos «con las obras , lleguemos con los deseos que piado- »so es el Señor, y hará que poco á poco las obras «igualen con la intención y deseo." Aquí dexa de hablar la Santa , y una causa mas agradable que antes las hace callar á todas. La -propia confusión de cada una , el convencimiento , el razonamiento de Teresa, la vista de María Santísima les ha variado los afectos y las ideas; proriiinpen en suspiros y en un llanto suavísimo , que á ellas las cubre de honor, y de satisfacción á la Prelada. Todas se arrojan á sus pies.
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nen á la razón , y los <strong>de</strong>liquios á que hs precipitan<br />
, llena <strong>de</strong> agrado y <strong>de</strong> dulzura se allega á las<br />
caídas como para consolarlas , les pone con disimulo<br />
las manos sobre la cabeza y vueltas luego en sí, no<br />
<strong>de</strong>xan <strong>de</strong> reconocer esre beneficio y la santidad <strong>de</strong> su<br />
llueva Prelada; pero ella dando á Dios la gloria, atribuye<br />
estas maravillas á la virtud <strong>de</strong> un Liginun crucis<br />
, que trabe consigo. Las mas se tranquilizan , y<br />
empiezan á amarla no podiendo resistir á los continuos<br />
favores por los que las obliga al cariño con que<br />
las trata, y á su consumada virtud, que por ser patente<br />
no pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>xar <strong>de</strong> venerar. Sin embargo aun<br />
duran algunas en su proterbia, y esperan lance oportuno<br />
para <strong>de</strong>smandarse contra la <strong>Santa</strong>. Esta convoca<br />
la Comunidad á capítulo , y creen las <strong>de</strong>scontentas<br />
ser esta la ocasión mas apropdsito para executar<br />
sus dañados intentos <strong>de</strong> violencia convenidas y armadas<br />
en gavilla. La <strong>Santa</strong>, <strong>de</strong> antemano y en secreto,<br />
había mandado colocar una Imagen hermosísima <strong>de</strong><br />
María Santísima en la silla priora! con las llaves <strong>de</strong>l<br />
convento en las manos, y ella sentada en tierra á sus<br />
pies, hizo dar la señal para que concurriesen allí todas<br />
las religiosas. Así como iban entrando en el coro<br />
y veían aquel espectáculo tan impensado misterioso<br />
y tierno, se pasman: un temor gran<strong>de</strong>, cuyo principio<br />
ignoran , las encoge y hace temblar las carnes:<br />
no se atreven á mirarse unas á otras , y cada una se<br />
reconcentra en sí misma sin acción, sin valor y sin<br />
fuerza , abandonadas á su propia <strong>de</strong>bilidad. Quando<br />
colocadas ya todas en sus asientos en un silencio profundo<br />
palpitándoles el corazón, esperan que al abrir<br />
la <strong>Santa</strong> sus lábios arroje rayos y centellas contra los<br />
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y honor, que trastorne su proce<strong>de</strong>r <strong>de</strong> arriba á abaxo<br />
hasta sus fundamentos, oyen con nueva admiración<br />
que les habla amorosa y tiernamente <strong>de</strong> esta suerte.<br />
«Señoras, madres y hermanas mías: nuestro Señor