Santidad, Gloria y Prodigios de Santa Teresa de Jesus Tomo I

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«que agua pura: si alguna vez Ies daban vino de li-
«mosna, y se servia á la mesa , nadie lo tocaba ere*
«yendo que no era necesario ni conveniente para Linos
«alimentos tan pobres como los que usaban. Algunos
«pasaban las quaresmas á pan y agua : otros ponían ajen-
«zos para hacer la comida mas ingrata : otros no co-
«mían sino paja y habena , y se negaban algunas go-
»tas de agua en los ardores de una sed excesiva." Se
hubiera mirado como un delito escandaloso la menor
queja contra este rigor : y quando pareció' oportuno
poner algún temple duradero, se apodero' de los verdaderos
reformados una amargura inconsolable, que aun
dura en sus semejantes , sin embargo de conservarse
entre los demás muchas de aquellas austeridades, que
exercitan el valor de los hijos e hijas de Teres« , y
las fuerzas de la gracia. Los vestidos interiores de
cerdas , de esparto anudado , de silicios de rallos de
hoja de lata han sido muy comunes , y las alhajas
mas permitidas por muchas que hayan sido, á pesar
de pobreza tan estrecha ; y muchos ha habido á
quienes se las han quitado en sus enfermedades ó después
de muertos , rasgándoles las carnes por habérseles
internado en ellas en los largos años que las llevaban
rodeadas á sus cuerpos. Santa Teresa entendia
bien quanto convenia para caminar hacia la perfección
de la vida cristiana y religiosa , para adelantar
en oración, y llegar á la unión con Dios, no solo
la renuncia de las delicias y comodidades , sino la austeridad
, la mortificación, Ja penitencia; y por este
motivo dio por sí misma los exemplos mas asombrosos
; y apenas han usado sus hijos é hijas exercicio
alguno aflictivo que no lo haya exercitado ella primero.
El total silencio hizo olvidar á muchos el uso
de hablar ; y el mandado en la regla de once horas
al día , es y ha sido siempre inviolable , y en todo
ese tiempo , y aun ahora como al principio, admira
en comunidades de sesenta , setenta d mas personas
no oirse un estrépito, ni el sonido de una so-