Santidad, Gloria y Prodigios de Santa Teresa de Jesus Tomo I
FELIPE 11. 0 95) Vl0 1V* des saludables , h.i dado el suplemento de la revelación , y á ia Iglesia el encargo de intimánios'a. Aquí de un golpe la razón debe ñxarse, y no perder de yista jaims esta antorcha, la que sola puede dirigirle con acierto en la creencia y costumbres. Lo mismo proporcionalmente sucede á los religiosos acerca de sus observancias regulares , quando se entromete la rnzon particular de cada uno á juzgar sobre ella. Si no se sofocan en su principio los clamores dé las pasiones, bien presto el amor propio alega sus pretensiones: el deseo de la independencia y la ambición de dominar á otros arman á la razón interesada aquí contra todo derecho , y esta se hace juez en su misma causa. De aquí han resultado los lastimosos desmedros que han experimentado varias ordenes, y aquellos tristes sucesos que alguna vez Ies han dado bien que llorar. Conozcan si los religiosos que no entran en la observancia para juzgarla , sino para practicarla. Que su entendimiento y razón tienen justas trabas. Que su destino con la profesión no es averiguar el porque de las obligaciones que se cargan , sino observarlas ; y que Dios atento al bien de los cuerpos religiosos, que forman un partido tan brillante en su Iglesia ^ les ha dado tomo á esta unas reglas bastante publicas, cómodas, y ciertas para asegurarles en su estado siendo fieles á él, y para calmar las dudas é incertidumbres de su entendimiento y razón. Estas son entre otras: la santidad de los fundadores: la superior ilustración de que estuvieron dotados para establecer tal o'rden de vida : la aprovacion de la Iglesia que la ha autorizado: las maravillas con que Dios ha dado testimonio de darse así por servido: la satisfacción que muchos allí se han proporcionado ; y la edificación y bienes espirituales que reciben los próximos con su exemplo. Teresa igualmente sabia que Santa, propone repetidas veces á su familia estas reglas, que sirvieron de satisfacción á su gran capacidad , y deben tranquilizar á qualquier buen entendimiento. So-
FELIPE ir. 090 rr0 IVbresaltada con los horrores dei infierno, allíagada con Jas delicias de la gloria , y prendada de la grandeza y bondad de Dios, conoce que su esfuerzo y recurso para evitar lo uno, y conseguir lo otro, ha de ser cumplir perfectamente las leyes , constituciones y obligaciones de su estado ¿Pretende la santidad de los antiguos padres? No halla otro camino que el exacto cumplimiento de su regla y leyes, y lo consigue por él. Manda se conserve la memoria de Jas maravillas con que Dios ha honrado sus fundaciones , para que sus hijos é hijas sean mas exactos en el cumplimiento de lo que en el tanto se ha agradado el Señor. ¿Quiere fixar en un solo punto todas Jas miras é ideas de los Carmelitas Descalzos para hacerlos felices? »No les propone otras cosas , sino «que (a) hagamos (dice) lo que nuestros padres or- «denaron y guardaron , que por este camino mere- »c¡eron este nombre: yerro seria buscar otro, ni desprenderlo de nadie." ¿Determina mas de cerca el empleo de su entendimiento y razón , y el uso de su lengua? Desvanece para esto toda escusa que pueda pretextarse contra esta sujeción tan justa y edificante , y dirige su instrucción á nombre de sus hijas á todos los Carmelitas Descalzos (b) »Por amor de Dios »>os pido , que vuestro trato sea siempre ordenado á «algún bien de aquel á quien hablaredes : pues vues- »tra oración ha de ser para provecho de las almas, »y esto habéis de pedir siempre al Señor. Ya saben «que sois religiosas , y que vuestro trato es de ora- »cion , no se os ponga delante, no quiero que me "tengan por buena , porque es provecho d daño co- »mun el que en vos vieren, y es gran mal, que las »»que tanta obligación tienen de no hablar , sino en »)Dios, como las monjas, les parezca bien la disimu- »!acion en este caso , sino fuese alguna vez para mas «bien. Este es vuestro trato y lenguage ; quien os (a) (b) Camino de Perf. c. 4. n,-3. Idem.
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<strong>de</strong>recho , y esta se hace juez en su misma causa.<br />
De aquí han resultado los lastimosos <strong>de</strong>smedros<br />
que han experimentado varias or<strong>de</strong>nes, y aquellos tristes<br />
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Conozcan si los religiosos que no entran en la observancia<br />
para juzgarla , sino para practicarla. Que su<br />
entendimiento y razón tienen justas trabas. Que su<br />
<strong>de</strong>stino con la profesión no es averiguar el porque <strong>de</strong><br />
las obligaciones que se cargan , sino observarlas ; y<br />
que Dios atento al bien <strong>de</strong> los cuerpos religiosos, que<br />
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ha dado tomo á esta unas reglas bastante publicas,<br />
cómodas, y ciertas para asegurarles en su estado siendo<br />
fieles á él, y para calmar las dudas é incertidumbres<br />
<strong>de</strong> su entendimiento y razón. Estas son entre<br />
otras: la santidad <strong>de</strong> los fundadores: la superior ilustración<br />
<strong>de</strong> que estuvieron dotados para establecer tal<br />
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autorizado: las maravillas con que Dios ha dado testimonio<br />
<strong>de</strong> darse así por servido: la satisfacción que<br />
muchos allí se han proporcionado ; y la edificación<br />
y bienes espirituales que reciben los próximos con<br />
su exemplo. <strong>Teresa</strong> igualmente sabia que <strong>Santa</strong>, propone<br />
repetidas veces á su familia estas reglas, que<br />
sirvieron <strong>de</strong> satisfacción á su gran capacidad , y <strong>de</strong>ben<br />
tranquilizar á qualquier buen entendimiento. So-