Santidad, Gloria y Prodigios de Santa Teresa de Jesus Tomo I
FELIPE II. (I75) Pr0 I^rnada, por el alto concepto que tenia de la honestidad y silencio, no permitid dormitorio ni sala cemun de labor en sus monasterios: el retiro en sus celdas, que les impuso según el texto de la regla no podía ser mayor Í y el silencio que no se rompía sino después de comer poco rato en su presencia , se enderezaba á esperar de ellas algo mas de lo común de religiosas. En efecto les dixo (a): «Créanme esto , y "SÍ no , el tiempo les doy por testigo ; que el estilo «que pretendemos llevar, es no solo de ser monjas »sino hermitañas, como nuestros padres santos pasados." En fuerza de este retiro y silencio, que es de tanto honor y recomendación para las Carmelitas Descalzas , parecía aquel convento habitación de anacoretas, y como de los antiguos testifican Rufino y San Gerónimo, no interrumpía el silencio profunda de estas vírgenes sino algún gemido amoroso de su corazón herido de amor divino , y algún suspiro ansioso por la eternidad dichosa. Criándolas para empresas grandes no les permitía decirse unas á otras ternuras mugeriles , entretenerse en niñerías y bagatelas , y pagarse de expresiones cariñosas. »De este «les decia : Es muy de mugeres , y no querría yo, «hijas mías, lo fuésedes en nada, ni lo pareciésedes, »sino varones fuertes : que si ellas hacen lo que es «en sí , el Señor las hará tan varoniles , que espan- «tcn á los hombres; y que fácil es á su Magestad, «pues nos hizo de nada.'* Su convento casa de penitencia y desengaño, sin curiosidad , sin lucimiento y sin abrigo, dio lugar á que una religiosa, después de tres horas de oración de rodillas, delante de una santa Cruz no pudiera levantarse por habérsele pegado el hábito á la tierra con el yelo. La áspera gerga sobre las carnes, porque al!í ya no conocieron el lienzo , las fatigaba aumentándoles el calor del estío, y por su calidad ruin, ináiíiciente para abrigarlas en (a) Camin. de perf. c. 13. n. 4, *• Aa
FELIPE n. (r7^) rro iv. las crudezas del invierno , y en una habitación incomoda para todos tiempos. La celda angosta de cada una no tenia mas adorno que una cruz de papel, que les representase lo mas doloroso de la pasión del Señor, y no ofrecía otra compañía que la de una calavera , monitor incansable de la muerte. Por asiento les servia el suelo duro y desnudo, y para el corto alivio del sueño una triste tarima, cubierta con una manta pobre sobre paja. Su despensa, su cocina y refetorio abandonado á la providencia y á las limosas voluntarias que Ies llevasen los fieles sin demanda, las coloco en la situación del descuido total de su alimento, depositando sus cuidados en la heróyea confianza en Dios, que muchos santos de primer orden la desearon , pero que con perfección la executaron pocos. Nunca las desamparó del todo la providencia, pero muchas veces experimentaron los rigores de la verdadera pobreza , y siempre estaban reducidas á bien poco. Si las alcanzaba im huevo, una escudilla de legumbres , d unas migas con queso , ya era un dia solemne para ellas : ojas de parra fue no pocas veces su alimento: yerbas cogidas á la aventura, que por milagro no las mato á todas por testimonio del médico , quien admirado de que tragasen sin conocimiento y sin daño el tósigo de muerte lo remedió para en adelante; y sin asombro y sin lágrimas de ternura no se puede recordar á Santa Teresa tan familiar á los Angeles y á Dios , y á sus hijas esposas amadas del Señor , reducidas por su pobreza á sustentarse de bellotas , y observar rígidamente sus largos ayunos con solo este vil, silvestre, é insípido alimento. Y lo mas admirable es , verlas olvidadas de su penuria, y tan satisfechas y alegres que se creen y publican muy regaladas: placer puro inocente y embidiable, que ciertamente no resulta de las mesas espléndidas de los grandes. Faltó del todo el alimento el dia del Corpus, y no tuvieron sino un poco de pan, que con mucha economía se repartió entre todas»
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para todos tiempos. La celda angosta <strong>de</strong> cada<br />
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que les representase lo mas doloroso <strong>de</strong> la pasión <strong>de</strong>l<br />
Señor, y no ofrecía otra compañía que la <strong>de</strong> una calavera<br />
, monitor incansable <strong>de</strong> la muerte. Por asiento<br />
les servia el suelo duro y <strong>de</strong>snudo, y para el corto<br />
alivio <strong>de</strong>l sueño una triste tarima, cubierta con una<br />
manta pobre sobre paja. Su <strong>de</strong>spensa, su cocina y refetorio<br />
abandonado á la provi<strong>de</strong>ncia y á las limosas<br />
voluntarias que Ies llevasen los fieles sin <strong>de</strong>manda,<br />
las coloco en la situación <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scuido total <strong>de</strong> su<br />
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en Dios, que muchos santos <strong>de</strong> primer or<strong>de</strong>n<br />
la <strong>de</strong>searon , pero que con perfección la executaron<br />
pocos. Nunca las <strong>de</strong>samparó <strong>de</strong>l todo la provi<strong>de</strong>ncia,<br />
pero muchas veces experimentaron los rigores <strong>de</strong> la<br />
verda<strong>de</strong>ra pobreza , y siempre estaban reducidas á<br />
bien poco. Si las alcanzaba im huevo, una escudilla<br />
<strong>de</strong> legumbres , d unas migas con queso , ya era un<br />
dia solemne para ellas : ojas <strong>de</strong> parra fue no pocas<br />
veces su alimento: yerbas cogidas á la aventura, que<br />
por milagro no las mato á todas por testimonio <strong>de</strong>l<br />
médico , quien admirado <strong>de</strong> que tragasen sin conocimiento<br />
y sin daño el tósigo <strong>de</strong> muerte lo remedió<br />
para en a<strong>de</strong>lante; y sin asombro y sin lágrimas <strong>de</strong><br />
ternura no se pue<strong>de</strong> recordar á <strong>Santa</strong> <strong>Teresa</strong> tan familiar<br />
á los Angeles y á Dios , y á sus hijas esposas<br />
amadas <strong>de</strong>l Señor , reducidas por su pobreza á sustentarse<br />
<strong>de</strong> bellotas , y observar rígidamente sus largos<br />
ayunos con solo este vil, silvestre, é insípido<br />
alimento. Y lo mas admirable es , verlas olvidadas<br />
<strong>de</strong> su penuria, y tan satisfechas y alegres que se creen<br />
y publican muy regaladas: placer puro inocente y embidiable,<br />
que ciertamente no resulta <strong>de</strong> las mesas espléndidas<br />
<strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s. Faltó <strong>de</strong>l todo el alimento<br />
el dia <strong>de</strong>l Corpus, y no tuvieron sino un poco <strong>de</strong><br />
pan, que con mucha economía se repartió entre todas»