Santidad, Gloria y Prodigios de Santa Teresa de Jesus Tomo I

FELIPE ir. (1Ó3) PIO IV.
sona y proyectos de Teresa; y diKO entre otras cosas
coa ánimo y voz mas enardecida : »¡0! Qiianra
«jiLibciza merecería Ávila y mu-stros reynos, y toda
»li (gljssla si fu¿sem )S en pos de esta valerosa vírj>gen!:::
Esrán las ciudades llenas de gente perdida. Yerjjven
esas calles de hombres vag.ibundos, insolentes y
»araganes: de mozuelos y mugercillas entregadas al
«vicio , y naja de esto se tiene por sobrado, ni dny
«quien cuide de remediarlo. ¿Y solo quatro monjitas
«metidas en un rincón , en un agugero encomendán-
«donos á Dios, se tiene por grave daño y carga
»intolerab!e á la república? ¿Por esto está tnqiuéta y
"alborotada una ciudad, y hace juntas para su repaj>ro?
¿Que es esto, Señores, á que nos juntamos aquí?
"¿Qie exérciros de enemigos baten esos muros?::: dejjseme
licencia para decir que parece menos autoridad
»de ciudad tan grave hacer por tan ligara causa jnnwta
y convocación tan solemne." Deshecha por entonces
la junta por la eficacia de este razonamiento, y el
Corregidor ñus ertibrabecido, quanto veia menos apoyo
en su empeño, quiso sondear y persuadir al Obispo.
Pero este ni aun entrada le permitió'. Mas acalorado
con este desayre, forma otra junta mas solemne,
añidiendo á la concurrencia de la antecele ate la de
todos los comunes. A una voz tumultuaria se decreta
, debe deshacerse el Monasierio. E-l Maestro Daza
representante del Obispo contradice y provesta, pnr
atropellarse en este decreto los fueros y juriseiieion episcopal.
No es atendido. De proposito se determina, a
pesar de tantas nulidades , que esta causa eclesiástica
se actué ante el Corregidor seglar, y que la sentencie
el que es parte comraria tan declarada. Va á executarse
este auto ilegíii no; y prontos el Maestro Daza,
Juan de Avila, y Francisco de Salcedo en defensa
del Monasterio , apelan de este juicio al consejo
Real. E Maestro Gonzalo de Aranda pasa á Madrid
á proseguir la apelación.
Informado el Consejo, detesta el procedimiento