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FELIPE TI. O 5?) rí0 TV"<br />
cjiiseguir victorias, cedió la España á Felipe II su<br />
li jo , la que hacia ya siete añ.is que gobernaba en el<br />
presente <strong>de</strong> esta historia. Los perjiiicios que sufrid por<br />
los hereges en los p uses Bixos , fueron la pérdida <strong>de</strong><br />
estos por la usurpación ÚJ Guillelmo <strong>de</strong> Nassau , Príncipe<br />
<strong>de</strong> Orange , Protector <strong>de</strong>l Calvinismo. Quando<br />
Francisco I vio' que sno bastaban sus esfuerzos sanguinarios<br />
para impedir brotasen los pimpollos <strong>de</strong> heregías<br />
en su reyno , se arrepiiuid, aunque tar<strong>de</strong>, <strong>de</strong><br />
haber él mismo dado ocasión llamando extrangeros que<br />
,sin discusión <strong>de</strong> su fe y creencia , fomentasen el explendor<br />
<strong>de</strong> las. bellas artes y letras en París. Sus sucesores<br />
á quienes el trono los vio <strong>de</strong>saparecer rápidamente<br />
Henriqne II , Francisco II eran ya incapaces<br />
<strong>de</strong> remediar las convulsiones en que por los hereges<br />
se agitaba la Francia , y estaba reservado a Carlos<br />
IX lamentar los <strong>de</strong>strozos en que se <strong>de</strong>struía á<br />
sí misma. Isabel, reyna <strong>de</strong> Inglaterra daba al mundo<br />
ün cxemplo espantoso <strong>de</strong> los <strong>de</strong>lirios <strong>de</strong> que es capaz<br />
una muger con po<strong>de</strong>r , abandonada <strong>de</strong> la religión,<br />
y dominada <strong>de</strong> la heregía. Las potencias <strong>de</strong>l Norte<br />
siguieron el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> los Príacipes <strong>de</strong> Alemania, que<br />
autorizaron á los hereges entrando en su partido; y<br />
el Emperador Fernando I no pudo hacer mas que consolar<br />
á los ministros católicos combatidos en su po<strong>de</strong>r<br />
y autoridad. El Papa León X tiene el dolor <strong>de</strong><br />
saber los fatales y ruinosos principios <strong>de</strong> Lim-ro en<br />
su tiempo. Adriano VI , Clemente VII , Paulo III,<br />
Julio III y Marcelo II, corren apresuradamente ai<br />
sepulcro mientras ven prosperar y multiplicarse las heregKis<br />
; y Pió IV que la-: admira en un estado inaccesible<br />
á su zelo, dá á <strong>Teresa</strong> (a) las mas amplias<br />
(a) Un autor mo<strong>de</strong>rno no se <strong>de</strong>tiene en <strong>de</strong>cir : que mitigada una regla por el Pa-<br />
P^, no se pueda reclamar la primera austeridad en menosprecio <strong>de</strong> la dispensación ob-<br />
^ida. Si con esto se quiere asentar una regla general contra toda reforma , es una<br />
"'usion preten !er, cohartar los espíritus y poner barreras contra los esfuerzos <strong>de</strong> la<br />
eracia. <strong>Santa</strong> <strong>Teresa</strong> reproduxo la primera austeridad <strong>de</strong> la regla mitigada por £u-<br />
^uio IV, y lo hizo asi esta gloriosa <strong>Santa</strong>, mandada <strong>de</strong> Dios, autorizada por