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Santidad, Gloria y Prodigios de Santa Teresa de Jesus Tomo I

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TEtiPE ir. (r27) Pl0 IVtos<br />

sus sacerdotes sncnlegns, ungidos Reyes y Profetas,<br />

el crédito <strong>de</strong> hombre <strong>de</strong> Dios, que todo esto le concilio,<br />

le atraxo al Carmelo discípulos imitadores y here<strong>de</strong>ros<br />

<strong>de</strong> su espíritu, que continuaron en obsequio<br />

<strong>de</strong> la religión hasta fa venida <strong>de</strong> Jesucristo. kEste principio<br />

<strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Carmen en su primitivo so-<br />

Jar <strong>de</strong>l Carmelo, es digno , sí , <strong>de</strong> aquel Dios y Señor<br />

que. para tanta gloria'suya se sirvió <strong>de</strong> Elias , favoreciéndole<br />

con gracias singulares ; y <strong>de</strong> tantos varones<br />

eminentes , generosos <strong>de</strong>spreciadores <strong>de</strong>l mundo<br />

y <strong>de</strong> sus pompas, riquezas y <strong>de</strong>licias , retirados á<br />

aquella soledad , y <strong>de</strong>dicados allí á Dios, á su culto<br />

y á su amor. La muerte <strong>de</strong> Jesucristo y publicación<br />

<strong>de</strong>l Evangelio , les dio nueva forma , aumento y regla<br />

, y su gracia mas copiosa hizo mas ilustre y fecunda<br />

la santidad <strong>de</strong> esta sociedad religiosa. Sucediéndose<br />

así unos á otros los siglos , fué adquiriendo<br />

nueva hermosura este cuerpo por favor <strong>de</strong> las<br />

Provi<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> la Iglesia ; y en los tiempos mas floridos<br />

<strong>de</strong> ella se ha gloriado, y aun se honra <strong>de</strong> unos<br />

principios tan antiguos , santos y brillantes este establecimiento<br />

religioso.<br />

Reducido por el Patriarca Alberto a vida mas cercana,,<br />

y líril á la sociedad según las necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

ella , prosiguió en florecer en santidad como lo habia<br />

hecho en el retiro <strong>de</strong> los <strong>de</strong>siertos. Estendido por el<br />

occi<strong>de</strong>nte , á pesar <strong>de</strong> repetidas experiencias <strong>de</strong> muchos<br />

santos sus paysanos que excedían los rigores <strong>de</strong><br />

la regla, alego el común <strong>de</strong> los Europeo^ que d por<br />

la inmediación á los pueblos, d por <strong>de</strong>bilidad caprichosa<br />

no podian cumplir con exactitud lo que en el<br />

Carmelo por espacio <strong>de</strong> muchos siglos observaron con<br />

tanto tesón los orientales. Eugenio IV oyó benignamente<br />

los clamores <strong>de</strong> los flacos con perjuicio <strong>de</strong><br />

la regla, y esta perdíd mas su entereza en tiempo <strong>de</strong><br />

Sixto IV por los autorizados á las primeras mitigaciones<br />

, que solicitaron mayores , y las lograron. Asi<br />

se marchito la cima <strong>de</strong>l Carmelo. Los ayunos , las

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