Obras de La Gloriosa Santa Teresa de Jesus Tomo II

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loi LIBRO DE LAS FUNDACIONES que pudiese llevar ádelánte su proposito: y ansi un ¿la, yendo á Misa con sarmadre , estando en la Iglesia, entróse su madre a confesar er| un Confesonario , y ella rogo á su Aya , que fuese & uno de IQS Padre* á pedir que la dixesen una Misa , y en viendok ida, metió sus chapines en la manga, y alzó la saya, y vase con la mayor priesa que pudo á este Monasterio, que era harto lejos. Su Aya, como no la halló, fue tras ella Í y ya que llegaba cerca, rogó á un hombre que se la tuviese , él dixo después , que no había podido menearse > y anisi la dexó. Ella como entró á la puerta del Monasterio pritncta, y cerró la puerta, y comenzó á llamar , quando llegó la Aya , ya estaba dentro en el Monasterio, y dieronle luego el Hábito, y ansi dió fin á tan buenos principios como el Señor habia puesto en ella. Su Magestad la comenzó luego bien en breve á pagar coa mercedes espirituales , y ella a servirle con grandísimo contengo , y grandísima humildad , y desasimiento de todo. Sea bendito por siempre , que ansi dá gusto eon los vestidos pobres de sayal, á la que tan aficionada estaba á los muy curiosos y ricos, aunque no eran parte para encubrir su hermosura, que estas gradas naturales repartió el Señor con ella, como las espirituales de condición , y entendimiento tan agradable , que á todas es despertador para alabar á su Magestad. Pkgue á él haya muchas que aná respondan á su llamamiento. ; i . . mXyy ' -i ' :. •; if-j. •'••f.'r^'iO i.V.Lfr 0*?tíXÍ '•' f.»f4t.JUI < i n ):..••' r:- r qnÁM'-^fl* t {'\ ftv6n fidfelMj : f-p o! i*';; • ; • f -.f, r • V i,-y í'\Í.

DE LAS HERMANAS DESCALZAS. 303 CAPITULO XII. -EN QUE TRATA DE LA VIDA > V MUERTE de una Religiosa, que traxo nuestro Señor á esta mesma Casax llamada Beatriz de la Encarnación, que fue su vida de tanta perfecion, y su muerte tal, que es justo se haga ^ della memoria. ;4l,rf^P r^tfin^fn Mtró en este Monasterio por Monja una ioncella llamada Doña Beatriz Oñez, algo deuda de Dona Casilda : entró algunos años antes^, ttiya alma tenia á todas espantadas, por ver lo que el Señor obraba en ella de grandes virtudes, y afirman las Monjas, y Priora, que en todo quanto vivió, jamás entendieron en ella co* sa que se pudiese tener por imperfecionp, ni jaitiás por cosa la vieron de diferente semblante, sino con una alegría modesta, que daba bien á entender el gozo interior que traía so ánima. Un callar sin pesadumbre , que con tener gran silencio, era de manera, que no se le podia notar por cosa particular: no se halla jamás haber hablado palabra, que hubiese en ella que reprehender, ni en ella se vió porfia , ni una disculpa, aunque la Priora por probarla la quisiese culpar de lo que no habia hecho, como en estas Casas se acostumbra para mortificar. Nunca jafnás se quejó de cosa , ni de ninguna Hermana, ni por semblante > ni palabra dio disgusto á ninguna con oficio que tuviese, ni ocasión para que della se pensase ninguna imperfecion , ni se hallaba por qué acusarla ninguna falta en Capítulo, con ser cosas bien menudas las que allí lás Zeláídórás dicen que haiV'hb^

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que pudiese llevar á<strong>de</strong>lánte su proposito: y ansi un ¿la, yendo<br />

á Misa con sarmadre , estando en la Iglesia, entróse su<br />

madre a confesar er| un Confesonario , y ella rogo á su<br />

Aya , que fuese & uno <strong>de</strong> IQS Padre* á pedir que la dixesen<br />

una Misa , y en viendok ida, metió sus chapines en la<br />

manga, y alzó la saya, y vase con la mayor priesa que pudo<br />

á este Monasterio, que era harto lejos. Su Aya, como no<br />

la halló, fue tras ella Í y ya que llegaba cerca, rogó á un<br />

hombre que se la tuviese , él dixo <strong>de</strong>spués , que no había<br />

podido menearse > y anisi la <strong>de</strong>xó. Ella como entró á la<br />

puerta <strong>de</strong>l Monasterio pritncta, y cerró la puerta, y comenzó<br />

á llamar , quando llegó la Aya , ya estaba <strong>de</strong>ntro en el<br />

Monasterio, y dieronle luego el Hábito, y ansi dió fin á<br />

tan buenos principios como el Señor habia puesto en ella.<br />

Su Magestad la comenzó luego bien en breve á pagar coa<br />

merce<strong>de</strong>s espirituales , y ella a servirle con grandísimo contengo<br />

, y grandísima humildad , y <strong>de</strong>sasimiento <strong>de</strong> todo.<br />

Sea bendito por siempre , que ansi dá gusto eon los vestidos<br />

pobres <strong>de</strong> sayal, á la que tan aficionada estaba á los<br />

muy curiosos y ricos, aunque no eran parte para encubrir<br />

su hermosura, que estas gradas naturales repartió el Señor<br />

con ella, como las espirituales <strong>de</strong> condición , y entendimiento<br />

tan agradable , que á todas es <strong>de</strong>spertador para alabar<br />

á su Magestad. Pkgue á él haya muchas que aná respondan<br />

á su llamamiento. ; i . .<br />

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