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9G LA LEYENDA DE ORO. DIA 2 i<br />
años <strong>de</strong> su edad, cuando por haber muerto su padre, se<br />
vio obligado á volverse á su casa, para acompañar y consolar<br />
á su madre en su viu<strong>de</strong>z: don<strong>de</strong> sus méritos y noble<br />
sangre le negociaron una canongía en la catedral <strong>de</strong><br />
San Marcos, con cuya aceptación el cabildo y república se<br />
prometieron dichosas felicida<strong>de</strong>s. Pero como Gerardo estaba<br />
prevenido <strong>de</strong> la divina gracia, para renunciar el siglo,<br />
se hallaba <strong>de</strong>scontento entre sus faustos honores : por lo<br />
cual resolvió abrazar una religión, cuyos empleos lodo<br />
fuese retiro, soledad y aspereza : y auncpic se habia criado<br />
entre los hijos <strong>de</strong>l gran Benito; con todo <strong>de</strong>seaba su<br />
ánimo encendido saber si hallaría mas aspereza.<br />
Hablan fundado por aquellos tiempos en Yenecia, los<br />
ermitaños ó monges <strong>de</strong>l Carmelo. (Kstos títulos tenian entonces<br />
los carmelitas: por lo cual han querido algunos hacer<br />
á Gerardo át la sacratísima familia <strong>de</strong>l gran padre<br />
san Benito, por ver fué inongt», sin advertir que en aquellos<br />
tiempo» habia muchos con este título: también los padres<br />
servitas le han querido hacer <strong>de</strong> su religión; y no me<br />
admira, que tan gran santo es muy para que lodos le<br />
quieran por suyo; pero ya el reverendísimo Ferrarlo,<br />
general <strong>de</strong> los dichos padres servitas, rendido á la razón,<br />
por conocer vivió san Gerardo doscientos afios antes que<br />
su religión tuviese principio, confiesa ser carmelita: pero<br />
á unos y otros ha <strong>de</strong>sengañado la autoridad <strong>de</strong> la Iglesia,<br />
que se le conce<strong>de</strong> con rezo propio á los padres carmelitas,<br />
y varios autores <strong>de</strong> la misma religión, y estraños, que confiesan<br />
lo mismo). En el monasterio, pues, que los carmelitas<br />
fundaron en Yenecia, dicen algunos que lomó Gerardo<br />
el hábito: otros, que con <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> visitarla Tierra<br />
Sania, don<strong>de</strong> habia muerto su padre, pasó á ella, y allí le<br />
vistió. Gastó en la Tierra Sania algunos años, y vi.silando á<br />
Jerusalen, y los <strong>de</strong>más santos lugares, llegó al sagrado<br />
monte Carmelo, don<strong>de</strong> fué recibido con mucho amor <strong>de</strong> todos<br />
sus ermitaños: quedóse en íii compañía, divinizándose<br />
cada dia mas en el estado, y pagándoles con ejemplos <strong>de</strong><br />
toda perfección los muchos que recibía <strong>de</strong> sus santos profesores.<br />
De lan sanio retiro le obligaron á salir las necesi<strong>de</strong>s<br />
públicas.<br />
Yivian los católicos en Palestina oprimidos, ya do<br />
los griegos cismáticos, ya <strong>de</strong> los bárbaros sarracenos:<br />
y como san Gerardo era por su sangro y santidad lan<br />
famoso y estimado <strong>de</strong> lodos, <strong>de</strong>terminaron el patriarca<br />
<strong>de</strong> Jerusalcn y otros prelados, que fuese al sumo<br />
ponlíficc, que á la sazón era Benedicto VIH, á pedir remedio<br />
, y su intercesión con los príncipes cristianos,<br />
para que los fuesen á librar <strong>de</strong> tanta tirana opresión.<br />
Abrazó el santo la legacía, así por no conlraslarlos,<br />
como porque su caridad habia hecho propias las ajenas<br />
calamida<strong>de</strong>s. Por los años <strong>de</strong> 1021 llegó á Roma, y habló al<br />
pontífice, el cual le remitió (<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberle recibido<br />
benignamente) al emperador Uenrico, I <strong>de</strong> este nombre:<br />
y para que fuese con mas autoridad, le hizo patriarca <strong>de</strong><br />
Antioquía, nó <strong>de</strong> posesión, sino solo <strong>de</strong> título; porque los<br />
griegos no corrían bien con los latinos entonces. Propuso<br />
ron mucha instancia al emperador, así las lágrimas <strong>de</strong> la<br />
Tierra Santa, como la súplica <strong>de</strong>l pontífice: á que el santo<br />
emperador respondió con buenos <strong>de</strong>seos, pero se dilataban<br />
, por estar ocupado en otras no menos arduas<br />
empresas. Yiendo la dilación Gerardo, trató <strong>de</strong> dar la<br />
vuelta áPalestina; y reducido á su celda, negociar con<br />
Dios lo que dificultaban los hombres. Despedido <strong>de</strong> lienrico,<br />
partió con sus compañeros para Hungría, así por ser<br />
paso á Palestina, como por gozar <strong>de</strong> las maravillas <strong>de</strong><br />
Dios, que por medio <strong>de</strong> san Eslevan, su primer rey, obraba<br />
en aquella tierra ; pues con celo apostólico <strong>de</strong>sterró la<br />
idolatría, y plantó el estandarte <strong>de</strong> la fé en el corazón <strong>de</strong><br />
sus vasallos. Como el santo rey buscaba obreros apostólicos,<br />
que le ayudasen á trabajar en su nueva y católica<br />
viña, luego que vióá san Gerardo, y conoció sus muchas<br />
letras y santidad, juzgó que el Señor se lo enviaba, y sin<br />
admitir excusas ni razones, <strong>de</strong>spachando á los compañeros<br />
á Jerusalen, á dar razón <strong>de</strong> su embajada, hizo lanío para<br />
que se quedase san Gerardo en Hungría, que le puso<br />
guardas para que no se le huyera.<br />
Obe<strong>de</strong>ció Gerardo á la volunlad <strong>de</strong> Dios, y con su vida<br />
y predicación apostólica ayudó lanío á los intentos <strong>de</strong>l<br />
santo rey, que domó <strong>de</strong>l todo los ánimos<strong>de</strong>los húngaros, y<br />
<strong>de</strong> feroces, indómitos, crueles y carniceros lobos, hechos<br />
solo á <strong>de</strong>rramar sangre, los bizo mansos cor<strong>de</strong>ros y sencillas<br />
palomas. Para dar firmeza á estas mudanzas (entre<br />
otras <strong>de</strong>vociones) ayudó al santo rey á plantar y esten<strong>de</strong>r<br />
en aquel reino la <strong>de</strong> la Madre <strong>de</strong> Dios María santísimaSeñora<br />
nuestra, sin pecado concebida: la cual (como Hijo verda<strong>de</strong>ro,<br />
y criado en la fuente y manantial <strong>de</strong> su <strong>de</strong>voción,<br />
que es la religión carmelita) tanto la imprimió en sus corazones,<br />
que por público edicto mandó el rey que el dia<br />
<strong>de</strong> la Asunción gloriosa <strong>de</strong> nuestra Señora fuese en toda<br />
Hungría solemnísimo, y lodo el reino la tomase por su<br />
especialísima patrona, intilulándose «familia <strong>de</strong> la Yírgen.»<br />
Era tanta la reverencia con que la nombraban, que<br />
como los hebreos no se atrevían á pronunciar el nombre<br />
<strong>de</strong> Dios; así ni los húngaros el dulcísimo nombre <strong>de</strong> María,<br />
sino que comunmente le daban el <strong>de</strong> nuestra Señora:»<br />
y si alguna vez pronunciaban el <strong>de</strong> « María,» al punto<br />
hincados <strong>de</strong> rodillas besaban la tierra, en señal <strong>de</strong> su veneración<br />
y respeto; y con el mismo, el santo rey le edificó<br />
un templo suntuosísimo, en que <strong>de</strong>sahogó en parte la<br />
<strong>de</strong>voción que tenia á su celestial protectora.<br />
Yiendo Gerardo el buen estado en que se hallaba aquel<br />
reino, ansioso <strong>de</strong> volver á su amada soledad, pidió licencia<br />
al santo rey : el cual, consi<strong>de</strong>rando el gran placer que se<br />
le hacia, se la dió, y con ella se retiró al yermo <strong>de</strong> Beel,<br />
no lejos <strong>de</strong> Buda, y en una estrecha celda pasó siete años<br />
en continuos ayunos, penitencias y oraciones, sin dar la<br />
puerta ú otro que á un ermitaño ó monge, llamado Mauro,<br />
que á tiempos le visitaba y asistía; y cuando éste faltaba,<br />
le socorría Dios por ministerio <strong>de</strong> siervos, como á sti<br />
padre Elias por el <strong>de</strong> los cuervos. Pasados los siete años,<br />
juzgó el santo rey Esté van era razón que volviese san Gerardo<br />
á cultivar y regar con su doctrina, lo que ya estaba<br />
plantado. Consiguiólo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> muchas instancias, y<br />
para dar mas autoridad á su apostólica predicación y doctrina,<br />
le obligó, aunque forzado, á admitir la dignidad <strong>de</strong><br />
obispo <strong>de</strong> Canadio, hoy llamada Cañad, ciudad gran<strong>de</strong> y<br />
situada á las riberas <strong>de</strong>l rio Morisio. Derramó el Señor tal<br />
gracia en los labios <strong>de</strong>l santo obispo Gerardo, y puso tal<br />
eficacia en su lengua, que se llevaba tras sí los pueblos, le<br />
veneraban los fieles, y temían los idólatras. Creciendo con<br />
esto el número <strong>de</strong> los católicos, le fué preciso edificar muchas<br />
iglesias, don<strong>de</strong> concurriesen á oír la palabra <strong>de</strong> Dios<br />
y los divinos oficios. Tuvo el primer lugar entre las <strong>de</strong>más,<br />
una muy suntuosa, que edificó en honra <strong>de</strong> san Jorge<br />
mártir, en la ciudad <strong>de</strong> Canadio, por ser cabeza <strong>de</strong> su