Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

IA n.
realzaiitlo los favores de la Ueiua de los ángeles María sanlisima
cotí relevatile, pia y sania [londeracion manifesló
para mayor gloria de Dios y Ú& su Pantisima Madre, la
celeslial revelación de aquellos tres lan fidelísimos tesligos
aprobada, que oida del pueblo, fué lanío el gozo y alegría
que infundió en los pios corazones, no pudiendo conlenerse,
oyendo con sus oidos lo que aquellos dichosos
varones vieron con sus ojos, aclamando lodos tan prodigioso
milagro, con pias voces alababan las piadosísimas
enlraflas de María santísima.
Concluido el sermón, bajó el rey de su solio, vestido
con sus reales vestidos, y con la corona de oro en su cabeza,
y llevando al un lado á su confesor san Raimundo
de l'eiiafort, y al otro á san Pedro Nolasco, acompañándole
los conselleres de Barcelona y muchos grandes, se fué
al aliar donde celebraba el obispo la misa, y estando en
su presencia, le dijo estas palabras: Es nuestra voluntad
cumplir el precepto divino, y la voluntad de la purísima
Ueina de los ángeles, María santísima, según nos ha revelado
y manifestado, en instituir y fundar una sagrada
y militar religión para que los religiosos de ella se empleen
en redimir cautivos, aunque sea con dispendio de su
propia vida y libertad ; y el primer religioso y redentor
será nuestro amigo y compañero Pedro de Nolasco, á
quien la Reina du los ángeles eligió como piedra fundamental
de esla grande obra de caridad. A vos, pues, reverendo
padre, pido que pongáis en ejecución este divino
preceploy voluntad de María santísima. Oida la petición
*le] ínclito rey, el obispo y el mismo rey, viendo juntamente
yaá sus pies arrodillado á san Pedro Nolasco, y Henos
de puro gozo sus ojos de lágrimas, asistiéndoles san
Raimundo, le vistieron los Iresel candido hábito, que ya
prevenido le tenia en el modo y forma que aquellos Ires
ínclitos y dichosos varones hablan visto á la Reina de los
ángeles resplandeciente. Vestido el hábito, le puso el rey
con sus propias manos en el escapulario el escudo de sus
armas reales, y en medio del escudo fué puesta una cruz
blanca, timbre de la ilustre iglesia catedral de Barcelona,
en reconocimiento del favor que en ella se recibía, teniendo
en ella principio esla sagrada y militar religión; decretando
el rey con su privilegio real, que así san Pedro
Nolasco, como todos sus hijos sucesores, llevasen el dicho
escudo de armas en el pecho, yencomendandosu majestad
íi dichos señores conselleres de Barcelona la dicha su real
y militar religión para que perpetuamente la defendiesen,
consliluyéndoles protectores de ella.
Viéndose ya san Pedro Nolasco redentor, dió principio
á esla sagrada milicia con aquel solemne voto de quedar