Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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LA LEYEND A DE ORO. DÍA 23.
pre su diócesiá con celo y sabidim'a, y el 5C8 fué á reciliir
en el cielo la recompensa debida á sus virtudes y Irabajos.
y fué ordenado sacerdote per san Dionisio, al cual acompañó
á Francia. Vivió en Chartres mucho tiempo predicando
el Evangelio y obrando gran número de conversiones,
SA\ FLORENCIO, OBISPO Y CONFESOR.—Nació en las Galias,
hasta que por órden del prefecto de la misma ciudad
y jóvcn aun abandonó su ciudad patria, para vivir fué azotado y degollado.
bajo la dirección do san Martin de Toursquc le confirió el
presbiterado. Después de predicar algún licmpo en el Poitou,
se retiró á la cima de una montaña en los confines de
las diócesis de Nanles y de Angors para hacer vida eremítica.Su
santidad le atrajo gran número do admiradores que
quisieron vivir en su compañía, y de este modo tuvo orí-
"gen el famoso monasterio de G!on, conocido después con
el nombre de Sím Florencio. Floreció este santo durante el
siglo V y principios del YI.
SAN SILVANO, CONFESOR.—Ignóranse todas las particularidades
DIA 23.
SAN LINO, PAPA Y MÁRTIU.—Fué san Lino italiano de nación,
y natural de la ciudad de Yoltcrra, que es en la provincia
deToscana: su padre se llamó Herculano, hombre
nebley principal. Estando en Roma, y oyendo predicar
al apóstol san Podro, le siguió y fué uno de los primeros
discípulos que allí tuvo. Yió el sagrado apóstol grandes
prendas de virtud, letras y prudencia en Lino, y sirvióse
de la vida y muerte de este sanio. Es patrón del de él en la predicación y administración de los santos sa­
pueblo de Leuroux en el ducado de Berri, en cuyo pais
hay una antigua tradición popular que asegura que este
santo es el publicano Zaqueo del Evangelio. El cardenal
líaronio y el Martirologio romano suponen que murió en
Uourges.
cramentos: y después le hizo como su coadjutor y ministro
para todas las cosas á que él no podia acudir; y lodo
lo proveia Lino con la dirección y autoridad de san Pedro,
con mucha prudencia y solicitud. Después del martirio
del glorioso apóstol san Pedro, le sucedió Lino en la
SANTA SALAUERGA, ABAWESA.—Nació de una ilustre familia
cátedra pontifical, y la tuvo once años, dos meses y veinte
establecida en en el tcrrilorio de Toul. Habiendo
quedado ciega en su infancia, recobró mílagrcssmcnlc la
vista por las oraciones y la bendición de san Eustasio, abad
de Luxeuil. Contrajo matrimonio con un caballero jóven,
que la dejó viuda al poco tiempo, y aunque ella solo pensaba
en consagrarse enteramente á Dios, sus parientes la
obligaron á casarse segunda vez con un tal Ulandino, que
después fué colocado por la Iglesia en el número de los
santos. Tuvo Salaberga cinto hijos, que educó en la mas
esmerada virtud, y cuando ya fueron lodos mayores de
edad, disgustada del mundo y sus engaños, tomó el velo
de religiosa con beneplácito de su esposo, y fundó un monasterio
en la diócesis do Langres. Algunos años después,
en CííO, fundó otro monasterio en Laon, al cual se retiró,
y después de haber dirigido á sus hijas espirituales por
los senderos de la perfección religiosa, murió Salaberga
en la misma casa, santa y gloHosamenlc, el dia 22 deseíiembre
del año 665.
y tres dias, y así fué el primer papa y vicario de Cristo
nuestro Señor en la tierra, que inmediatamente sucedió á
san Pedro. Tuvo órdenes dos veces , y ordenó quince
obispos y diez y ocho presbjleros. Mandó que las mujeres
no entrasen en la iglesia con las cabezas descubiertas,
como lo tenia mandado san Pedro, y lo dejó escrito san
Pablo. Escribió san Lino la Historia de la contienda que
tuvo san Pedro con Simón, mago; pero no se halla. Escribió
también dos libros del martirio de san Pedro y san
Pablo, que están en el séptimo lomo de la liibliolheca sancíorum;
aunque al cardenal Baronio le parece que están
depravados y sembrados de algunos errores, y no con la
pureza y verdad que los escribió san Lino La santidad de
este glorioso sumo ponlííice fué admirable, é ilustrada con
muchos y grandes milagros, que por él obró el Señor.
Sanaba muchos enfermos: resucitaba muertos: lanzaba
los demonios de los cuerpos: y habiendo una vez librado
del demonio á una hija de Saturnino, cónsul; el desagradecido
y malvado padre le mandó malar por la fé de Cristo
nuestro Señor, dando mal por bien, y maleficio por be­
^ANTAIEATDA Y sus COMPASF.ROS, MÁRTIRES.—Iraida era
una virgen cristiana de Alejandría, que saliendo un dia de
neficio. Su sagrado cuerpo fué enterrado en ei Yaticano,
su casa para ir por agua á una fuente cercana, vió junto á
junto á su padre, maestro y predecesor san Pedro: y fué
la orilla al prefecto de la ciudad, que esperaba una embarcación
que se acercaba llena de gentes. La sania vir­
su marlirio á 23 de setiembre, en que la santa Iglesia celebra
su fiesta, el año del Señor de 80, imperando Ycspasiano.
Uacc mención de san Lino el apóstol san Pablo.
gen esperó un poco, y habiendo preguntado á los de la
embarcación por qué los tratian presos, contestaron que
Escriben de él los Martirologios, romano, el de Usuardo y
porque eran cristianos y habían confesado á Jesucristo.
Adon, y el libro de los Romanos Pontífices, que anda en
Al momento se juntó á ellos, y habiéndola preso, los condujeron
todos reunidos á la ciudad de Antinópolis.. Entre
nombre de Dámaso, y los demás que escriben las vidas
de los santos pontífices.
aquellos cristianos habia muchos pi-esbíteros, diáconos,
vírgenes y personas de todas clases. En Antinópolis les
pusieron á todos en el tormento, y permaneciendo constantes
en su fé, fueron todos degollados, siendo la primera
la virgen Iraida.
LAS SANTAS DIGNA Y EMÉRITA, VÍRGENES Y MÁRTIRES.—Padecieron
martirio en Roma, en tiempo de los emperadores
Valeriano y Galicno, alcanzando la doble corona de la
virginidad y del martirio. Sus cuerpos fueron enterrados
en la via Ostiensc, y después colocados en la iglesia de
San Marcelo de la misma ciudad.
,SAN JO.VU, PIIE?BÍTERO y MÁRTIR.—Era griego de nación,
SANTA TECLA, VÍBGEN Y MÁRTIR.—Entre los otros libros
que Gelasio, papa, diópor apócrifos cu el concilio romano,
fué uno de los actos de santa Tecla y de san Pablo i y
ántes de Gelask), el gran doctor de la Iglesia, san Gerónimo,
habia dado á aquel Hbro la misma censura : y sin
duda que aquellos actos habían sido fingidos, como dice
Tertuliano, y escritos por un presbítero anciano, y por
vcnlura añadidos y depravados por los herejes, para dar
licencia á las mujeres de predicar en público, y bautizar,
y hacer otras cosas que á su estado no convienen. Dejando,
pues, aparte las cosas apócrifas y falsas, escribí-