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DIA SKTIEMIÍRE. 89<br />
minarse con aquel juramonfo sacrilego y saciificio abominable,<br />
se apartasen <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong>l ejército; y así se apartaron<br />
ocho millas léjos, á un lugar que se. llamaba Agauno,<br />
y ahora se llama san Mauricio. Luego que supo Maximiano<br />
la retirada <strong>de</strong> la legión lebea y la causa, le envió un<br />
recado, mandándole que viniese y se juntase con el ejército,<br />
ó hiciese lo que los <strong>de</strong>más soldados hacian. Todos<br />
los sanios soldados, con un misino ánimo y extraño valor,<br />
respondieron por boca <strong>de</strong> su capitán Mauricio, que olios estaban<br />
aparejados para obe<strong>de</strong>cer á Maximiano, en todo lo<br />
que no fuese contra Dios, y á pelear con él, como lo habían<br />
hecho otras muchas veces; pero que siendo cristianos<br />
no querían sacrificar ni conocer por dioses á los que<br />
no lo eran. Enojóse sobre manera Maximiano con esta<br />
respuesta, y mandó diezmar aquella legión tebea, que era<br />
un castigo militar, con el cual por no malar á todos los<br />
culpados, mataban <strong>de</strong> cada diez uno, á quien cabia la<br />
suerte. Supieron los santos solda<strong>de</strong>s el cruel <strong>de</strong>creto <strong>de</strong>l<br />
emperador: y como si fuera para darles la vida y una<br />
ilustrisima corona, así se regocijaron; y con una exhortación,<br />
que san Mauricio les hizo, se encendieron en el amor<br />
<strong>de</strong>l Sefíor, y <strong>de</strong>seo <strong>de</strong>l martirio. Ejecutóse aquel riguroso<br />
suplicio en los valerosos guerreros <strong>de</strong> Jesucristo : y creyendo<br />
Maximiano que escarmentados con él, los quequedaban<br />
estarian mas blandos y rendidos á su vohmlad,<br />
toi nó otra vez á mandarles que viniesen al ejército y que<br />
sacrificasen; mas ellos estuvieron fuertes y no quisieron<br />
obe<strong>de</strong>cer, aparejándose todos á per<strong>de</strong>r la vida por no<br />
per<strong>de</strong>r á Jesucristo, y obe<strong>de</strong>cer antes al Emperador <strong>de</strong>l<br />
cielo que al <strong>de</strong> la tierra: para lo que les ayudó mucho<br />
una plática que Ies hizo san Exuperio, su alférez, diciéndoles:<br />
Bien vet*, hermanos mios, que yo llevo la ban<strong>de</strong>ra<br />
<strong>de</strong>l emperador ; pero ahora no os convido á esta guerra<br />
temporal, sino á otra mas sublime. Gran<strong>de</strong> ánimo y esfuerzo<br />
es menester para que paguemos á Dios lo que le<br />
prometimos, y <strong>de</strong>jando las armas muramos y alcancemos<br />
la corona que nos espera. Cuando el emperador vió el ánimo<br />
<strong>de</strong>terminado <strong>de</strong> aquellos valerosísimos caballeros <strong>de</strong>l<br />
Señor, teniéndolo por obstinación y pertinacia, se embraveció,<br />
y con increible saña y furor mandó que todo el ejército<br />
diese en ellos y no <strong>de</strong>jase hombre á vida. Uicn pudienú<br />
los santos soldados resistir y pelear y vencer sus<br />
vidas; mas armados <strong>de</strong> fé y espíritu <strong>de</strong>l cielo, no quisieron<br />
tomar las armas, sino vencer con una nueva manera<br />
<strong>de</strong> victoria, sin pelear, y alcanzar la corona gloriosa <strong>de</strong>l<br />
martirio, nó meneando las manos, sino ofreciendo sus vidas<br />
al cuchillo: y así, animados siempre <strong>de</strong> su capitán<br />
Mauricio, sin alzar la espada para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse, pue.slos <strong>de</strong><br />
rodillas y levantadas las manos y los corazones al cielo,<br />
recibieron todos la muerte y se ofrec ieron en sacrificio á<br />
Jesucristo. Quedaron muchos <strong>de</strong> los soldados <strong>de</strong>l ejército<br />
<strong>de</strong>snudando á los sanios mártires, para aprovecharse <strong>de</strong><br />
sus vestidos y armas, y <strong>de</strong>spués se pusieron á comer muy<br />
contentos por aquella hazaña que habian hecho. Llegó allí<br />
un soldado cristiano, llamado Víctor, nó <strong>de</strong> los tebeos,<br />
sino <strong>de</strong> otra nación : el cual, viendo tantos cuerpos muertos<br />
por aquel campo, y no sabiendo la causa, y porqué<br />
los que allí estaban tenian tanto contento y alegría; la<br />
preguntó. Cuando supo Víctor lo que habia pasado, dijo<br />
con una voz lastimera y triste: ¡O miserable <strong>de</strong> mí! iy<br />
por qué no me hallé yo en compañía <strong>de</strong> estos santos soldados,<br />
para morir con ellos! De estas palabras los otros<br />
soldados entendieron qne Víclor era cristiano : levántausc<br />
conlra el: échanle mano y háccnle pedazos, y así mereció<br />
el pi emio que los santos soldados tebeos merecieron: cuyo<br />
martirio fué á los 22 <strong>de</strong> setiembre, por los años <strong>de</strong>l Señor<br />
<strong>de</strong> 2S7. <strong>Los</strong> cuerpos <strong>de</strong> estos gloriosos mártires fueron<br />
echados por los naturales do aquella provincia en diversas<br />
hoyas y cavas, que para esto liicieron: allí estuvieron,<br />
hasta que andando el tiempo el Señor los <strong>de</strong>scubrió á un<br />
santo obispo, llamado Teodoro, el cual les edificó una iglesia,<br />
y <strong>de</strong>spués sus santas reliquias so repartieron en varias<br />
provincias y tierras para remedio y consuelo <strong>de</strong> los fieles,<br />
obrando nuestro Señor por ellas muchos y muy gran<strong>de</strong>s<br />
milagros. San Martin, obispo <strong>de</strong> Tours, fué á visitar aquella<br />
iglesia, y <strong>de</strong> ella llevó una redoma <strong>de</strong> la sangre <strong>de</strong> los<br />
mártires, la cual tuvo como un preciosísimo tesoro, y la<br />
trajo siempre consigo. Solia la Iglesia romana en las batallas<br />
conlra los enemigos <strong>de</strong> la fé invocar siempre el favor<br />
<strong>de</strong> Dios por intercesión <strong>de</strong> san Mauricio, <strong>de</strong> san Sebastian<br />
y san Jorge, como se saca <strong>de</strong>l Or<strong>de</strong>n romano. De san<br />
Mauricio y <strong>de</strong> sus sanios compañeros, á mas <strong>de</strong> san Euquerio,<br />
escriben los Martirologios, romano, el <strong>de</strong> Beda,<br />
Usuardo y Adon: el cual dice que la causa porque Maximiano<br />
los hizo matar, fué porque no quisieron ser verdugos<br />
suyos, y perseguir y matar á los otros crisiianos.<br />
* SAN EMMEIUNO, OBISPO Y MÚITIU, — Nacido <strong>de</strong> una<br />
ilustre familia <strong>de</strong>l Poitou, trató <strong>de</strong>s<strong>de</strong> muy jóven <strong>de</strong> <strong>de</strong>dicarse<br />
al servicio <strong>de</strong> Dios, renunciando á este fin los halagos<br />
<strong>de</strong>l mundo. Sus virtu<strong>de</strong>s eran tan exlrordinarias como<br />
su ciencia, por cuyo motivo fué elevado á la silla episcopal<br />
durante el siglo séptimo. Constituido en esta dignidad,<br />
no omitió medio alguno para el bien <strong>de</strong> sus ov«jas, predicándolas,<br />
instruyéndolas y socorriendo á los menesterosos<br />
con prodigalidad. Zeloso <strong>de</strong> la gloria <strong>de</strong> Dios y bien<br />
<strong>de</strong> su prójimo, fué á predicar el evangelio á los infieles <strong>de</strong><br />
Baviera, pues si bien la luz <strong>de</strong>l evangelio habia iluminado<br />
aquel pais, con todo, muchos yacían todavía en la idolatría.<br />
Detúvose algún tiempo en Ratisbona, á instancias <strong>de</strong>l<br />
duque Teodon, lo que ha hecho creer á muchos que habia<br />
sido obispo <strong>de</strong> aquella ciudad. Mucho fruto recogió <strong>de</strong> sus<br />
tareas apostólicas, pasando al cabo <strong>de</strong> tres años á Roma á<br />
visitar los sepulcros <strong>de</strong> los apóstoles y consultar al pontífice<br />
acerca algunas dificulta<strong>de</strong>s. Una mujer que habia jurado<br />
acabar con el santo, compró á algunos malhechores,<br />
los cuales apostándose en el camino, se apo<strong>de</strong>raron <strong>de</strong> él<br />
cerca <strong>de</strong> Munich, y le cortaron los brazos y las piernas,<br />
asesinándole el día 22 <strong>de</strong> setiembre <strong>de</strong>l año 632. Conducido<br />
su cuerpo á Ratisbona fué enterrado en la iglesia <strong>de</strong><br />
San Jorge.<br />
SAN SANTINO, OBISPO Y CONFESOR.—Fué discípulo <strong>de</strong> san<br />
Dionisio Areopagita , y consagrado primer obispo <strong>de</strong><br />
Meaux á fines <strong>de</strong>l siglo I. Fué el primero que predicó el<br />
Evangelio en aquella parle <strong>de</strong> las ¿alias, plantando el estandarte<br />
<strong>de</strong> la religión cristiana en muy estonsos países.<br />
Según el car<strong>de</strong>nal Baronio, murió este sanio pacílicnmente<br />
por los años <strong>de</strong> 115 al 120.<br />
SAN LAUTON, OBISPO Y CONFESOR.—Nació en Normandía,<br />
recibiendo una educación muy esmerada, cual convenia á<br />
la nobleza <strong>de</strong> su cuna. El año 528 fué consagrado obispo<br />
<strong>de</strong> Rouen y metropolitano <strong>de</strong> la Neustria, en cuya calidad<br />
asislió á los concilios 11,1H, IV y V <strong>de</strong> Orleans. Habiendo<br />
<strong>de</strong>spués heredado el consi<strong>de</strong>rable patrimonio <strong>de</strong> su familia,<br />
lo adjudicó á su Iglesia y á los pobres. Gobernó siem-<br />
TOMO III.<br />
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