Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

DIA 20.
al Señor, que los iiübia giumhulode liuitos peligros, y librado
á ella de la deslionesiidad y violencia del patrón de
la nave, y á sus hijos de las lleras, y á él de lanía miseria
y calamidad, y que por un camino tan maravilloso se hubiesen
tornado á juntar para gloria de su santo nombre.
De aquí partió Eustaquio victorioso con su ejército : entró
en Roma, donde ya era muerto el emperador Trajatio, é
imperaha Adriano, su sucesor: el cual, aunque honró nuich%á
Kuslaquio, y le agradeció el trabajo que habia lomado
en aquella guerra, y le hizo muchas mercedes; pero
queriendo agradecer á sus falsos dioses la victoria, y viendo
que Eustaquio no queria entraren los templos para hacerles
sacrificio, y que en efecto era cristiano; privándole
de la dignidad que tenia, lo mandó prenderá él y á su mujer
c hijos, y echar los á los leones: los cuales se postraron
á sus piés, lamiéndolos mansamente, y haciéndoles reverencia.
Mas el emperador Adriano no se amansó, antes se
embraveció mas, y mandó hacer un buey grande de metal,
y encenderle, y echar á los santos mártires en él, para
que asi fuesen asados, quemados y hechos ceniza. Los
hieuavenluiados mártires, armados de la señal déla cruz,
de fé y de constancia, haciendo gracias al Señor por las
mercedes que hasta aquel punió tai liaijia hecho, humildemente
le suplicaron que los recibiese en sacrificio, como
hahia recibido la sangre del primer mártir san Esteban y
de los otros mátires, y que concediese todo lo que para
bien de sus almas pidiesen los que se encomendasen en
sus oraciones: y oyeron una voz del cielo que les di jo, que
Dios habia oido su pelicion, y que tuviesen por cierta la
corona. Entraron con grande alegría en el buey de metal,
hecho un fuego, y estuvieron allí tres dias encerrados : y
abriéndole después, hallaron los cuerpos muertos, poro
fesplandecieules, y lan enteros y sin lesión, como si esluvieran
vivos, porque no les fallaba un pelo de su cabeza;
y con este milagro muchos de los gentiles se convirtieron,
y otros quedaron atónitos y confusos. Fué el martirio de
san Eustaquio á los veinte de setiembre, el primer ano
del imperio de Adriano, y el 120 del Señor. Escribió
la vida de san Euslaquio Mclafrasle•{como dijimos), y
hacen mención de él los Martirologios romano, de líeda,
Usuardo y Adon. Nicéforo le llama otro Job, por su gran
paciencia, y san Juan Damasceno, cita los actos de su vida.
V en Roma hay una ilustre y antigna iglesia de san Euslaquio,
donde se suelen hacer limosnas á los pobres; y en
un ritual antiguo, se halla una oración, en la cual se pide
para el que hace la limosna, (pie sea paplicioncro de la
gloria del hienavenlurado mártir Euslaquio ; pues es imitador
de sus ejemplos.
SETIEMBRE. 85
cias de los herejes, protegidos por Justiniano. Esle príncipe
queria decidir en materias eclesiásticas, y si bien recibió
al pontífice con singulares demostraciones de cariño,
con lodo, al ver que este queria hacer valer los derechos
de la Iglesia, el emperador le amenazó con desten arle.
Lejos de intimidarse el pontífice por esla amenaza, permaneció
mas firme en la resolución tomada, cuya resolución
arredró al emperador y á los euliquianos, y obligó
á Antimo, elegido patriarca de Constantinopla, por las
intrigas de la emperatriz Teodora, á volverse á su obispado
de Trebisonda. El papa lo declaró escomulgado á ménos
que probase su catolicismo, suscribiendo al concilio de
Calcedonia. Agapito fue el objeto del odio y furor de los
eutiquianos, y de la emporatriz que los favorecía, pero de
todo triunfó la constancia del pontífice; y Mennas sugelo
muy recomendable, por su piedad y saber fué elegido y
consagrado por el mismo papa patr iarca de Constantinopía.
Cuando tenia arreglados todos los negocios, y se preparaba
para marchar, cayó en una grave enfermedad,
muriendo en Constantinopla el dia 11 de abril del año í>3(;,
después de haber gobernado la Iglesia once meses y veinte
y un dias. Trasladado su cuer'po á Roma, fué enterrado
on la iglesia de San Pedro, el dia 20 de setiembre del mismo
año. Urilló este santo en todas las virtudes, pero especialmente
en amor á los pobres, pues refiere la historia,
que para .Hender á los gastos de su viaje á Constantinopla,
fué preciso venderlos vasos sagrados de la iglesia de San
l'edro.
SANTA FAI STA Y SAN EVII.ASUO, MÁimrtKs.—Santa Fausta
era una virgen cristiana en la ciudad de Cizico, en el Uelesponto.
En tiempo del emperador Maximiano, fué Fausta
prosa por órden de Evilasio, sacerdote de los ídolos, y por
disposición del mismo le corlaron todo el cabello, y la rasuraron
para que fuese el escarnio del pueblo. Después la
colgaron y atormentaron, y queriendo aserrarla por c! medió,
por mas esfuerzos que hicieron los verdugos no pudieron
conseguirlo , porque la sierr a se embolaba. Evilasio,
que estaba presente, á vista de tal prodigio, se llonó
de terror, y se convirtió á Jesucristo. En seguida fué también
puesto en el tormento, y asociado á la'qne poco antes
era su víctima. Ambos alcanzaron juntos la corona del
martirio, oyendo en medio de los suplicios una voz del
cielo que los llamaba á gozar de su cierno premio. Evilasio
murió degollado, y á Fausta, después de haberle taladrado
la cabeza, y clavádole clavos en todas las parles del
cuer po, la melieron en el fuego, donde espiró. San Evilasio
tenia ochenta anos, y santa Fausta Irece. Ambos fueron
enterrados en Cizico.
SAN AUAPITO, PAPA Y COXFESOR.—Nacido esle santo en
Roma, manifestó ya desde niño grande alicion á la carrera
eclesiástica, por manera, que instruido en las ciencias
clesiáslicas, y saliendo muy aventajado en ellas, fue insólito
al servicio del clero de aquella ciudad en la iglesia
•I" San Juan-y san l'edro. En el año ÍÍJÍli murió el papa
Juan segundo, y fué Agapilo elegido para succderle en el
pouhlicado, y como estuviese muy penetrado de los debel
es que le imponía su nueva dignidad, se manifestó lleno
é intlexiblc. Apenas enlió al pontificado, condenó el cisma
del anlipapa Dióscoro, y el de los acemetas y neslor ianos.
A fin de complacer á Teodalo, rey délos godos, temeroso
de que el emperador le declarasé la guer ra, hizo uu viaje
a Constaulinopla, y aquí fué donde se opuso á las exigen-
LOS SANTOS TRODORO, FELIPA, DlOMSlO V l'RIVAnO, MÁRTI­
RES.—En el reinado del emperador Antonino, Teodoro era
soldado romano, joven y de robusta figura, dotado de todas
las prendas de alma y cuerpo, que hacen pr eciosa una
existencia. En cierta ocasión le tocó ofrecer públicamente
sacrificio á los dioses; pero se negó absolutameule, confesando
que era cristiano. El prefecto lo mandó prender de
islillas de esto, y después de cruelmcufc azulado, fué
arrojado dentro de un hor no encendido. Pero después de
haber estado en él mucho tiempo, salió ileso, á visla de
cuyo portento; se convirtieron á la fe dos soldados que le
custodiaban, llamados Dionisio y Privado. En seguida fuéron
estos dos nuevos cristianos reunidos á el en los lormcnlos,
juntamenlo con Felipa, madre de Teodoro, que