Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

78 LA LEYENDA DE OUO. bw 18.
re/a y rigor con que el siervo do Dios tratabn su cuerpo,
que se podia justainen'e llamar mártir de la penitencia,
viéndose renovados en su persona ios grandes ejemplos
de penitencia, que en los primoros siglos de la Iglesia
se admiraron en los desiertos de Siria, de Egiplo y de
Palestina.
Pero cuanto c! bienaventurado José afligía su cuerpo
con estas asperísimas penitencias, superiores á las fuerzas
humanas (que nadie debe hacer por su propio arbitrio, y
que el santo ciertamente practicaría, movido de nn impulso
particular del Señor, que le inspiraría la práctica de
unos rigores tan extraordinarios, para confundir la sobrada
delicadez, con que no solo las personas del mundo,
sino también algunas de las religiosas acarician su cuerpo
), otro tanto se regalaba y acrecentaba su espirilu con
el dulce pábulo de la oración y contemplación, con la cual
fué de Dios favorecido con Extasis y rapios, no solo de
espíritu, sino también de cuerpo, tan estupendos, extraordinarios
é inauditos, que no creo cause disgusto al
lector el oír la relación de ellos, en el modo que se describen
en la historia de su vida, compuesta sobre las auténticas
declaraciones de muchos testigos, recilmltteen los
procesos que se formaron en la cansa de bcatiíicacíon y
canonización del siervo de Dios. « Kstos éxtasis y raptos
eran tan frecuentes, que por mas do treinta anos (son palabras
de! mismo antiy de su vida) no fué admitido con
los otros frailes en el coro, en las procesiones, ni en el rcfeclorio,
porque se perturbaban las funciones.» Por lo que
seria nunca acabar, si se quisiesen referir todos los raptos
que tuvo el siervo de Dios, después qne fué sacerdote, en
todo el resto de su vida. Por eso bastará referir solamente
aqMÍ los que tuvo en Coperlino, on el tiempo que habitó
en el convento de la Grotlella, los cuales refiere el sobredicho
autor en el modo siguiente.
Primeramente en Copcrtino, en la noche de la vigilia de
Navidad, oyendo José el son de la zampoña y de los silbos
de algunos pastorcilios que él había convidado para
honrar el nacimiento del divino Nífio, primero empezó á
bailar por sobrada alegría, después dando un suspiro con
un alto grito, voló por el aire como una avecilla, desde
en medio de la iglesia hasta el altar mayor, distante de
allí mas de diez varas, y aquí, habiendo abrazado la custodia
del Señor sacramentado, estuvo dulcemente arrebatado
cerca de un cuarto de hora, sin hacer caer ninguna de
las velas encendidas, de que estaba lleno el altar, y sin
ser ofendido del fuego cu ninguna parle de sus vestidos.
A esle suceso quedaron sobremanera maravillados aquellos
pastores; mas no fué menor la admiración de los religiosos
de aquel convento, y del pueblo de Copertino,
cuando vieron que el bienaventurado José, vestido de capa
pluvial para asistir á una procesión en la fiesta de san Francisco,
se fué á vuelo sobre el pulpito de la iglesia, quince
palmos elevado de la tierra, y quedó en el borde del mismo
por largo espacio extático y maravillosamenle arrodillado.
Igualmente estupendo fué un rapto que tuvo en la
noche de un juéves santo, orando con los demás religiosos
delante del sagrado sepulcro, colocado en la parle superior
del altar mayor, y adornado de nubes iluminadas con gran
número de lámparas; porque repeiilinameiHe fué á vuelo
directamente á abrazar la urna de su divino tesoro, dejando
inlaclos todos los adornos do aquella perspectiva, y
después dn algun espacio de tiempo, llamado del superior,
volvió á vudo del lugar de donde había partido. Semejantes
vuelos dió alguna vez sobra el altar de san Francisco,
y sobre el de la santísima virgen María do la Grotlella,rezando
las letanías.
Pero mas admirable y juntamente plausible fué su rapto
de amor, cuando queriendo representar el monte Calvario
sobre una pequeña colina, situada onlrc Coperlino y
elCDUvento do la Grotlella, donde habia ya hecho levantar
dos cruces, y viendo que diez personas juntas no podían
colocaren el lugar destinado la tercera cruz, que era
la mayor, que tenia cíncuenla y cuatro palmos de alto, y
era en consecuencia de muchisimo peso; movido nuestro
bienaventurado de su interno fuego, desde la puerta del
convenio anduvo á vuelo por la distancia de ochenta pasos
hacia la misma cruz, y cogiéndola con la mano, él solo la
levantó como una paja lijera, y la colocó en el lugar aparejado.
Eran después estas cruces el objeto de sus adoraciones;
por lo que acaeció mochas veces, (pie por el espacio
ya de diez, ya do doce pasos, voló arrebatado do su
amor cniciñcado, yn sobre el clavo de la cruz de emnodio,
ya sobre la cima de la misma. Voló también en otra
ocasión cuatro pasos en el aire, arrebatado del fuego del
Espíritu santo, hablando de su venida sobre los apóstoles,
y viendo pasar á un religioso que llevaba en la mano una
linterna encendida. Del mismo modo voló sobre un olivo,
así que oyó que un sacerdote le decia : Fr. José, ¡ qué
hermoso cielo ha hecho Dios ! quedándose firme arrodillado
sobre él por espacio de media hora : y era cosa estupenda,
ver que el ramo que le sostenía se movia, como
si encima de él se hubiese puesto un pajarillo.
Poro mas qne otras veces, causó José admiración yespanto
á loscircunslnntes, en la iglesia de Santa Clarado
Coperlino , (mando hallándose présenle á la ceremonia de
dar el hábito á algunas sagradas vírgenes, asi qne seenlonó
por los músicos: rcm, sponsn C/imíi, vió lodo el concurso,
que, desde un ángulo donde oraba arrodillado, corría
velozmente á un padre de los menores observantes,
confesor del monaslerio, y que habiéndole lomado por la
mano, le levantó de la tierra con fuerza sobrenatural, y le
hizo dar varias vueltas por el aire, en un baile violento,
movido éste de José, y José do Dios. Soria aquí muy difusa
la relación de todos los raptos y vuelos ruidosos por el
aire del bienaventurado, que so admiraron en Coperlino;
por lo que á fin de no exceder de la brevedad que nos hemos
prefijado, basta saber que, como resulla de los procesos,
solo aquí fueron mas de setenta, no contándolos que
tenia colidianamente cuando celebraba la santa misa, la
cual por eso duraba regularmente dos horas.
Estos maravillosos raptos del bicnavenlurado José, y la
santidad de su vida, lo conciliaron en todos los pueblos y
países vecinos tan gran fama, que las genios corrían á tropel
para verlo y recomendarse á sus oraciones, de los díalos
muchos experimentaron la eficacia, alcanzando por su
medio, de Dios nuestro Señor, gracias prodigiosas. Pero
este mismo concurso dió motivo al vicario general de un
obispo, para denunciará ta Inquisición ai siervo de Dios,
comoá hombre peligroso, que podía insímiar novedades y
causar lumullos en el pueblo. Por loque, en el año 1638,
fué llamado á Nápolesá dar cuonla de sí mismo, y de Ñapóles
fué enviado á R min, donde fué examinada su conducta,
y declarada libredt> cinlquiera tacha, aunque no fue remitido
á su convento de Coperlino, sino al de.Vsis. Habiendo