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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 18. SETlEiMME. 7o<br />

jxis, Icnia Ée&alfidfM cierlos dias on la soiuana, en que lt;s<br />

liaba audiencia en la iglesia, y llegaban ellas, cubierto el<br />

• ostro, á comunicarle sus necesida<strong>de</strong>s ó aflicciones. Sabiendo<br />

que venia su madre á Valencia á verle, le avisó qne<br />

fuese á Villar, que es un pueblo <strong>de</strong> la mesa eiñscopal,<br />

don<strong>de</strong> estuvo el santo con ella algunos Jias regalándola:<br />

y <strong>de</strong>seándola madre ir á Valencia, no consintió, diciendo<br />

que si iba á Valencia, como madre babia <strong>de</strong> posar en su<br />

palacio, y las sefíoras <strong>de</strong> Valencia le vendrían á visitar<br />

como á tal; y que él no queria visitas <strong>de</strong> mujeres en su<br />

casa, aunque fuése con tan justa causa. Él solóse veslia y<br />

<strong>de</strong>snudaba, y ninguno <strong>de</strong> sus criados le vio jamás ni aun<br />

los piés. Murió virgen este santo prelado, como lo afirmó<br />

su confesor con quien se habia confesado generalmenU' on<br />

la hora <strong>de</strong> la muerte; y en testimonio <strong>de</strong>. ello cubrieron<br />

su cuerpo <strong>de</strong> flores, y le pusieron una guirnalda <strong>de</strong> ellas<br />

junto á la mitra. Confirmábanse muchos en esta opinión,<br />

por los resplandores (pie veian salir <strong>de</strong> su rostro cuando<br />

le hablaban. Su celo <strong>de</strong> la salvación <strong>de</strong> las almas era tal,<br />

que <strong>de</strong>seó con gran<strong>de</strong>s ansias, y procuró muchas veces<br />

renunciar su arzobispado, por darse <strong>de</strong>l todo á la predicación,<br />

especialmente para convertir á los moriscos <strong>de</strong>l reino<br />

<strong>de</strong> Valencia, cuya ceguedad y perdición le dolia mucho.<br />

Procuraba con singular cuidado que los predicadoresnimpliesen<br />

con su obligación; y para esto los juntaba todos los<br />

años ánles <strong>de</strong> la cuaresma, y les hacia una plática, acordándoles<br />

cuántas almas estaban á su cargo, cuya salvación<br />

<strong>de</strong>pendía <strong>de</strong> su predicación, y cuánto premio Ies daría<br />

Dios, si hacian<strong>de</strong>bidamente su oficio; y al contrarío,<br />

cuánto casligo les esperaba, si por predicarse á si mismos<br />

y no á Jesucristo, <strong>de</strong>jasen las almas <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> sus vicios<br />

y <strong>de</strong> conseguir el fin para que fueron criadas. Á esta plática<br />

asistían también los confesores, para que en lo que<br />

les locaba, hiciesen loque <strong>de</strong>bían. La Compañía <strong>de</strong> Jesús<br />

<strong>de</strong>bió mucho á este santísimo prelado; porque viendo lo<br />

mucho que trabajaban los hijos <strong>de</strong> ella en procurar la salvacion<br />

<strong>de</strong> las almas, los honraba y favorecía con singular<br />

amor, y se quejaba amorosamente siempre que le sacaban<br />

alguno <strong>de</strong> Valencia, diciendo que le quitaban sus coadjutores<br />

que. le ayudaban á cumplir con la obligación <strong>de</strong> su<br />

olicio, procurando el provecho <strong>de</strong> sus ovejas. V en la<br />

muerte, con facultad que tenia <strong>de</strong>l sumo pontífice para<br />

disponer en aquella hora <strong>de</strong> lo que se le <strong>de</strong>biese, mandó<br />

dar al colegio <strong>de</strong> la Compañía <strong>de</strong> Jesús <strong>de</strong> aquella ciudad<br />

la mayor parle <strong>de</strong> una cantidad (pie le <strong>de</strong>bía el emperador.<br />

Su zelo en mirar por la inmunidad y libertad eclesiáslica<br />

en las ocasiones que se le ofrecieron , fué digna <strong>de</strong><br />

tan gran prelado. Habiendo preso el gobernador <strong>de</strong> Valencia<br />

á un capííular <strong>de</strong> su Iglesia , por haber dado <strong>de</strong><br />

puñaladas á un alguacil <strong>de</strong>l mismo gobernador, fulminó<br />

coníra el gobernador todas las censuras, y úlliniaiiuMile<br />

puso entredicho general, y cesaíw it éhmsi y como llegase<br />

la cuaresma , envióle á <strong>de</strong>cir el virey que alzase el<br />

entredicho, y ccsaíío, ó á lo méuos el cesaiio. No quiso el<br />

santo, diciendo, que no lo haría hasta que le roslíluyese<br />

el gobernador el preso. Llegó la semana sania y volvió á<br />

enviarle recado el virey, pidiendo lo misino por el <strong>de</strong>sconsuelo<br />

<strong>de</strong> la ciudad , y amenazándole que , si no lo hacia<br />

, le ocuparía las temporalida<strong>de</strong>s: á que respondió el<br />

santo con gran<strong>de</strong> constancia que, si te ocupaban las temporalida<strong>de</strong>s,<br />

todo el daño seria <strong>de</strong> los pobres, y Dios volvería<br />

por ellos; (pie á el nuda le quitaban : porque con<br />

volverse á su celda <strong>de</strong> don<strong>de</strong> le habían sacado contra su<br />

voluntad , estaría mas rico y contento que con todas sus<br />

rentas. Y finalmente , no <strong>de</strong>sistió hasta que el gobernador<br />

le entregó el preso; y el santo dió al gobernador publicamente<br />

la penitencia que le pareció necesaria para satisfacer<br />

al escándalo que babia causado. Su magnanimtdad,<br />

con que , sin aten<strong>de</strong>r á respetos humanos, miraba solo á<br />

Dios y á su obligación fué admirable. Pidióle el emperador<br />

Carlos V veinte mil ducados prestados, para ayuda<br />

<strong>de</strong> bacer un presidio en la isla <strong>de</strong> Ibiza ; porque sonaba<br />

que venían sobre ella los turcos y él se hallaba sin dineros.<br />

Respondió el santo , que él no podía prestarlos; porque<br />

aquella hacienda no era suya sino <strong>de</strong> los pobres ; y<br />

nadie pue<strong>de</strong> disponer <strong>de</strong>, hacienda ajena. Hubo muchos<br />

<strong>de</strong>mandas sobre esto: y el emperador le volvió á escribir<br />

que no le pedia dado sino prestado, y que la necesidad<br />

<strong>de</strong> Ibiza era gran<strong>de</strong> , y sería obra <strong>de</strong> caridad socorrerla.<br />

Respondió el santo que bien lo entendía ; mas que Dios no<br />

le habia encomendado á Ibiza , sino á Valencia; y que<br />

para estas empresas era el dinero <strong>de</strong> los reyes, no el do<br />

los obispos que es <strong>de</strong> pobres. Advirtióle el virey que so<br />

ofen<strong>de</strong>ría el emperador, y él respondió : Mucho sentiré<br />

ofen<strong>de</strong>r al emperador; pero mucho mas sentiré ofen<strong>de</strong>r á<br />

Dios : y en caso que el empera<strong>de</strong>r se ofenda , yo me volveré<br />

con gran<strong>de</strong> gusto á mi celda, que aun me traigo la<br />

llave en la cinla. Al fin , <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> muchas instancias,<br />

prestó diez mil ducados, y esto señalándole fincas seguras<br />

<strong>de</strong> don<strong>de</strong> cobrarse ; y en su tiempo cobró siete mil, y<br />

<strong>de</strong>spués se cobraron tres mil, que se distribuyeron conforme<br />

á lo que el santo dispuso en su muerte.. Con esta entereza<br />

on las cosas que locaban al servicio divino, juntaba<br />

una Immildad y llaneza gran<strong>de</strong> eu*el trato <strong>de</strong> su persona.<br />

En su casa no habia fausto M aparato, ni porteros que hiciesen<br />

aguardar los que venían, porque no bacía autoridad<br />

<strong>de</strong> hacerse esperar ; solo habia un portero para que<br />

le avisase luego que alguno le buscaba. Su puerta era<br />

como las puertas <strong>de</strong> los templos , que están abiertas para<br />

pobres y ricos , y si habia alguna diferencia, era en recibir<br />

<strong>de</strong> mejor gana á tos pobres , por venir apadrinados<br />

<strong>de</strong> su necesidad-. Sentábase en una silla baja, y hacía sentar<br />

al pobre en otra, y con gran<strong>de</strong> afabilidad se informaba<br />

muy <strong>de</strong>spacio <strong>de</strong> su aflicción y trabajo, y siempre eran<br />

mejor <strong>de</strong>spedidos que recibidos; porque volvían remediados<br />

los que venían necesitados. Finalmente, la caridad<br />

con Dios , que era la reina entre las virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> este sanio<br />

prelado | y gobernaba todas sus acciones, y le bacía procurar<br />

con lanío zelo la gloria divina , y excusar sus ofensas,<br />

y le obligaba á amar á los pobres, por mirar en ellos<br />

á Cristo; ¿quién la explicará con las palabras? ¿Quién no<br />

la <strong>de</strong>jará toda á la admiración ? ¿Y para qué es ment'sler<br />

explicarla? pues todas las obras y palabras <strong>de</strong> este sanio<br />

prelado dan lestimonio <strong>de</strong> su caridad ron Dios.<br />

l.o que no se pue<strong>de</strong> admirar baslantemcnte en santo<br />

Tomás , es , que siendo tan gran<strong>de</strong> prelado, y Icniendo<br />

en tan eminente grado todas las prendas necesarias para<br />

esta dignidad , clamaba continuamente por <strong>de</strong>jar el arzobispado,<br />

y , como si estuviera en un mar tempestuoso,<br />

anhelaba ansiosamente por volverse á su convenio como<br />

á puerto seguro; porque según el <strong>de</strong>cía á su confeser,<br />

nunca habia temido tanto ser excluido <strong>de</strong>l número <strong>de</strong> los<br />

pre<strong>de</strong>stinados, como <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que babia entrado en el mí-

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