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DIA 18. SKT1RMBRE. 73<br />
A las doncellas huérfanas y pobres socorría con libel<br />
a! mano, y en once aflos que fué arzobispo, no casó ninguna<br />
á quien él no diese, ó todo el dote ó parte <strong>de</strong>l dote.<br />
Criaba á todos los que echaban á sus puertas, con tan<br />
gran<strong>de</strong> caridad y amor, que al nombre <strong>de</strong> «Padre <strong>de</strong> pobres,»<br />
le pudiéramos añadir el renombre <strong>de</strong> «Madre <strong>de</strong><br />
huérfanos;» porque su carino para con los niños que<br />
criaba, era <strong>de</strong> madre amorosa para con los hijuelos pequeños<br />
Como se sabia esta caridad <strong>de</strong>l santo obispo, le echaban<br />
muchos niños <strong>de</strong> noche : y porque los niños no pasasen toda<br />
la noche sin el sustento <strong>de</strong> la leche, hizo que viviesen<br />
dos amas junio á palacio, y les alquiló casas para que en<br />
echándoles algunos niños, á cualquier hora que fuese, los<br />
llevasen y les diesen leche, y tuviesen hasta buscarles<br />
amas. El primero dia <strong>de</strong> cada mes venian todas las amas á<br />
palacio, y puestas en dos ór<strong>de</strong>nes, iba el santo mirando <strong>de</strong><br />
uno en uno sus niños: y á la que veia que le llevaba limpio,<br />
aseado y bien tratado, se lo agra<strong>de</strong>cía y daba algunos<br />
reales <strong>de</strong>más <strong>de</strong> su salario; y á la que nó, reprendía<br />
severamente y no le daba nada para que se enmondaee:<br />
y lo mismo hacia en las pascuas y fiestas solemnes. Hacia<br />
caricias á los niños pasándoles la mano por el rostro, y<br />
<strong>de</strong>cia á las amas i Si os dieran á criar un hijo <strong>de</strong>l rey,<br />
¡por cuan honrada y dichosa os tuviéra<strong>de</strong>s, y con que cuidado<br />
le cviára<strong>de</strong>s y Uevára<strong>de</strong>s muy limpio y bien puesto!<br />
l'ues estos pobrecilos tiene el Rey <strong>de</strong>l cielo por muy hijos<br />
suyos y me los ha encomendado á mí, y yo <strong>de</strong> su parte os<br />
lo encomiendo á vosotras: lenedlos limpios y bien tratados;<br />
pues os proveemos cumplidamente <strong>de</strong> lodo lo que<br />
ellos han menester. De los enfermos tuvo mucha compasión<br />
y cuidado. Tenia mandado á su limosnero, que á los<br />
enfermos <strong>de</strong> enfermeda<strong>de</strong>s curables proveyese cumplidamente<br />
<strong>de</strong> carnero, aves, conservas y pan <strong>de</strong> su mesa;<br />
y á los que tenían enfermeda<strong>de</strong>s incurables, que acompañan<br />
toda la vida, les diese cierta limosna cada semana,<br />
para que pudiesen pasar su enfermedad; y para lodos tenia<br />
un boticario adon<strong>de</strong> acudían por cuanto habían menester,<br />
y dos médicos y un cirujano con muy buenos salaríos,<br />
para que les acudiesen con gran<strong>de</strong> cuidado y pun-<br />
'ualidad en avisándoles su limosnero. No se quedaba su<br />
bridad <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Valencia ni cabia en ella;<br />
extendíase á toda su diócesis: y así, cuando visitaba ó enviaba<br />
á su visitador, mandaba llevar cargas <strong>de</strong> paños y<br />
benzos para vestir pobres, y mucho dinero con que hacer<br />
¡'mosna á todos los necesitados.<br />
El que tenia la mano abierta para los pobres, la tenia<br />
^i'rada para sus parientes. Vino á verle un parienlc suyo<br />
Pobre, con <strong>de</strong>seo y esperanza <strong>de</strong> volver á su casa rico:<br />
hospedóle el santo con mucha alegría y llaneza , llamándole<br />
señor primo y regalándole un mes que esluvo en su<br />
^asa. Después le preguntó, cómo le iba en su tierra, y respondió<br />
que mal; poique <strong>de</strong> dos bueyes que tenia para su<br />
'abor se le había mucrio uno. Dijo el sanio: Señor primo,<br />
Pai'a comprar un buey en lugar <strong>de</strong>l que se le murió, yo le<br />
d-Té, no porque es mi pariente, sino porque es pobre;<br />
PPfo no espere mas <strong>de</strong> mí, porque esta hacienda no es<br />
ni <strong>de</strong> mis parientes, sino <strong>de</strong> los pobres <strong>de</strong> mi arzobispado.<br />
Otros vinieron también llamados déla dignidad por<br />
tozar parte <strong>de</strong> la renta; y á dos ó tres dias los <strong>de</strong>sengañaba<br />
y <strong>de</strong>cía; que nunca había sido mas pobre que en-<br />
•ouces; pues no tenia por suyo mas que el cuidado <strong>de</strong><br />
reparlir á los pobres la hacienda que Dios le babia encomendado;<br />
y que <strong>de</strong>sengañasen á los <strong>de</strong>más parientes,<br />
para que no se cansasen en venir; porque aunque tenga<br />
parientes el obispo, su renta no ha <strong>de</strong> tener mas parientes<br />
ni here<strong>de</strong>ros que los pobres <strong>de</strong> su obispado.<br />
Consigo era lan escaso para ahorrar para ios pobres,<br />
que á los que no le conocían, parecía avariento <strong>de</strong> muy<br />
limosnero. Teniendo los jubones muy gastados, especíalmenle<br />
délas mangas, los envió á casa <strong>de</strong> una buena mujer<br />
para que los a<strong>de</strong>rezase. Vino ella, y díjole que aquellos<br />
jubones no tenían a<strong>de</strong>rezo, ni ella sabia a<strong>de</strong>rezarlos,<br />
ni parecía bien que un prelado como él anduviese con<br />
aquellos jubones pudiéndose hacer otros con treinta reales.<br />
Eso no haré yo (dijo el sanio); que echando unas<br />
mangas á estos jubones podrán servir, y con esos treinta<br />
reales remediaremos algún pobre que no tenga vestido<br />
ni nuevo ni viejo. Mandó llamar á un sastre para que les<br />
echase unas mangas: y aunque el sastre no quería concertar<br />
el precio, diciendo que su señoría le daría <strong>de</strong>spués<br />
lo que fuese servido; no quiso el sanio que llevase los jubones<br />
hasta que se concertó cu lo justo que merecía el<br />
a<strong>de</strong>rezo. Fuese el sastre escandalizado <strong>de</strong> la miseria <strong>de</strong>l<br />
arzobispo; porque pensó que nacía <strong>de</strong> avaricia, pero presto<br />
se <strong>de</strong>sengañó; porque teniendo tres bijas sin tener dolé<br />
para casarlas, le advirtió un clérigo que fuéso á pedir limosna<br />
al arzobispo, pon<strong>de</strong>rándole cuan limosnero era.<br />
Reíase el saste, diciendo, que le conocía muy bien y sabía<br />
cuán miserable era ; y contóle lo que le hnbia pasado. No<br />
obstante, importunado <strong>de</strong>l clérigo, fué al santo prelado y<br />
<strong>de</strong>claróle su necesidad. Oyóle con mucho amor y díjóle:<br />
Venga acá vuestro confesor, y encomcndadlo vos y vuestras<br />
hijas á Dios, que Dios os remediará: que era el ordinario<br />
estilo que tenia en semejantes limosnas. Vino el confesor,<br />
informóse <strong>de</strong> la necesidad <strong>de</strong> aquellas doncellas, y la<br />
comodidad que se les ofrecía para casarse y qué seria menester<br />
para el dote. Dijo el confesor, que si daba treinta<br />
escudos á cada una, sería una gran<strong>de</strong> caridad y remedio<br />
para ellas. Díjole el santo que volviese por la mañana con<br />
el padre délas doncellas y le baria cédula <strong>de</strong> la cantidad;<br />
y en estando efectuado el casamiento se los daría. Fué el<br />
padre al día siguienle: y como la caridad <strong>de</strong> esle prelado<br />
era lan gran<strong>de</strong>, se <strong>de</strong>svelaba en tantear y mirar si la limosna<br />
que daba era bastante para el remedio <strong>de</strong> las necesida<strong>de</strong>s,<br />
y así le dijo: Aunque prometí ayer á vuestro confesor<br />
treinta escudos para cada una <strong>de</strong> vuestras bijas, consi<strong>de</strong>rándolo<br />
aquesta noche me ha parecido poco; porque<br />
casi toda la cantidad se les irá en poner su casa, y les<br />
quedará muy poco para caudal; y así daré cincuenta escudos<br />
á cada una para que con los veinte pongan su casa<br />
y echen los Ircinla en el caudal <strong>de</strong> su oficio para empezar<br />
a trabajar. No sabía qué hacerse aquel hombre <strong>de</strong> admirado<br />
y agra<strong>de</strong>cido i echóse á los piés <strong>de</strong>l santo para besárselos,<br />
y él le levantó y dijo: ¿No sois vos el que me<br />
a<strong>de</strong>rezastes los jubones? Ya sé que os ofendísles <strong>de</strong> ver lo<br />
que regateó por el precio, pero no tuvisteis razón ; porque<br />
yo no lo hacia por cierto para ahorrar dinero, que yo ni<br />
lo estimo sino para haceros esta limosna á vos y á oíros<br />
que tienen necesidad. De estos y semejantes casos, que<br />
cada uno <strong>de</strong> ellos se celebrar:) dignamente en otros prelados<br />
por admirable, callo muchos; porque son laníos en<br />
este santo prelado, que la multitud les quita la admiración.<br />
TOMO<br />
ni.<br />
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