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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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pecadoi", y lomó por sus culpas una rocia disciplina. A la<br />

•nanana, cuando vino el clérigo, le tnoslró las espaldas<br />

Acar<strong>de</strong>naladas y ensangreí\ladas, y le dijo: Esla penitencia<br />

he hecba yo por vueslros pecados: mii'ad la que vos<br />

ha!jei.s <strong>de</strong> hacer; y eníen<strong>de</strong>d, que si no os enmendáis, no<br />

0s es[jerará mas la justicia divina. Arrojóse el sacerdote á<br />

Sus pies, pidiendo perdón á Dios con muchas lágrimas, y<br />

fl>'iso Dios dc.>dc aquel punto, quitarle <strong>de</strong> manera la aíicion<br />

á aquella mujer, que nunca mas la vió ni se acordó<br />

{le olla : y el santo le señaló para todos los dias, la ración<br />

(Iiie al mismo cléi igo le pareció necesaria y suticiente para<br />

su suslenlacion, y se la dió, hasta que el clérigo por tener<br />

0lras cosas <strong>de</strong> que sustentarse, no la quiso recibir. A oíros<br />

'uuchos corrigió, lomando <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> ellos, ó por ellos aspeas<br />

disciplinas; <strong>de</strong> manera, que castigaba las culpas ajelas<br />

con gran<strong>de</strong> rigor, si se miraba la penitencia que él haciu<br />

por ellas; pero con gran<strong>de</strong> blandura, si se consi<strong>de</strong>ran<br />

^s penitencias queá ellos les daba, que ordinariamente se<br />

(iuedaban cu palabras.<br />

Cuando habia <strong>de</strong> repren<strong>de</strong>r á alguno, se recogía ánles<br />

í» orar y pedir á Dios que diese eficacia á sus rascones; y<br />

con aquellas palabras encendidas en el fuego <strong>de</strong> la oración<br />

ó <strong>de</strong> la caridad, movía <strong>de</strong> tal manera los corazones,<br />

que muchísimos pecadores que no tenían mas que el nombre<br />

<strong>de</strong> cristianos, <strong>de</strong>jaban su mala vida, y se mudaban en<br />

otros hombres. Cuando <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber lentado todos los<br />

olios medios, se veia obligado á pren<strong>de</strong>r á alguno por<br />

incorregible, se le hadan mas largos al santo los dias <strong>de</strong><br />

la prisión, que al mismo que la p.ulecia, y en estando<br />

M>¡s ú ocho dias en ella, <strong>de</strong>cia : Mucho ha que está aquel<br />

pobre on la cárcel; ¿no hay quien pida por él? Y si ningmio<br />

pedia, procuraba por medio <strong>de</strong> sus ministros mas<br />

conli<strong>de</strong>nles, que alguna persona <strong>de</strong> autoridad intercediese<br />

por el reo; y el santo le hacia traer <strong>de</strong>lanle <strong>de</strong> si, y mostrándose<br />

al principio severo e inexorable, le mandaba volverá<br />

la cárcel, iiasta (pie prometiendo la enmienda muy<br />

<strong>de</strong>. veras, se iba eJ santo ablandando poco á poco ; y dándole<br />

una buena reprensión, le enviaba libre u su casa.<br />

Tenia este gran prelado, entre las <strong>de</strong>más, una prenda<br />

excelente, que teniendo lanío zelo <strong>de</strong> corregir las culpas,<br />

no le tenia menor en mirar por la honra <strong>de</strong> los que corregia,<br />

especialmente <strong>de</strong> los clérigos, porque quedasen enmendados,<br />

y no <strong>de</strong>sacreditados. Y cuando llamaba á alguno,<br />

para repren<strong>de</strong>rle, mandaba á sus ministros (pie viniesen<br />

lan apartados <strong>de</strong> él, que no pudiese nadie notar<br />

qne venia preso, por ovjtar el escándalo; porque pesa<br />

mucho (<strong>de</strong>cia) y vale mucho la liorna <strong>de</strong> un eclesiástico.<br />

A los que podía corregir por si solo, sin intervención <strong>de</strong><br />

" IM pm-som, lo hacia con gran secreto; y cuando no,<br />

«n causa <strong>de</strong> eclesiástico no quería que interviniese ningún<br />

seglar.<br />

La caridad con los pobres y necesitados, fué tan gran<strong>de</strong><br />

eii este santo prelado, que aun no se explica bastanlemento<br />

con llamarle limosnero por excelencia y padre <strong>de</strong><br />

Pobres; porque nin.ííun padre hace con sus hijos, lo que<br />

A bacia con sus pobres. I.o primero usaba <strong>de</strong> gran<strong>de</strong> cafMfed<br />

con sus ministros y domésticos cuando pa<strong>de</strong>cían<br />

alguna necesidad ; y con todos los ministros pobres era<br />

l'bp.i al, por quitarles la ocasión <strong>de</strong> obrar ménos rectamente<br />

Por cansa <strong>de</strong> algún interés. Sustentaba á los que tenia<br />

Pr(lsos en sus cárceles, pjnfue no anduviese la justicia<br />

Sln 'a misericordia. En pocas palabras se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir, lo<br />

Oíir SETIEMBRE. | AJ<br />

m •<br />

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que no se pue<strong>de</strong> explicar con muchas : no supo necesidad<br />

que no socorriese; y rara ó ninguna seria, la que se<br />

ocultase á su misericordia, que tenia mas ojos que Argos.<br />

iSo se tenia por dueño <strong>de</strong> sus reñías; sino por tesorero <strong>de</strong><br />

Dios, ó por mayordomo <strong>de</strong> los pobres, con quienes las<br />

gastaba todas. No reservaba un real <strong>de</strong> un año para otro,<br />

porque lo luviera, como él <strong>de</strong>cía, por sacrilegio; y aun<br />

llegóá <strong>de</strong>cir en una ocasión predicando: Si ma halláre<strong>de</strong>s,<br />

sefiDres, al tiempo <strong>de</strong> mi muerte un real, tened mi alma<br />

por perdida, y no me enterréis en sagrado. Porque <strong>de</strong>cia<br />

este santo prelado, que era obligación <strong>de</strong> los obispos y<br />

sacerdotes, que gozan rentas eclesiásticas, ser muy limosneros<br />

: y cuando oia <strong>de</strong>cir, que algún eclesiástico que tenia<br />

rentas y frutos <strong>de</strong> la Iglesia, <strong>de</strong>jaba en su muerte dinero<br />

achocado, asi le lastimaba, como si oyera <strong>de</strong>cir, que habia<br />

muerto con la manceba al lado, i Terrible sentencia<br />

<strong>de</strong> un prelado tan santo para los que tuvieran por <strong>de</strong>masiado<br />

austero, al que no quieren imitar! Siendo tan pebre<br />

que un real le parecía mucho para poseerlo, le parecía<br />

pequeña la renta <strong>de</strong> su arzobispado para dar á los pobres:<br />

y asi cuando vino á Valencia, preguntando á una persona,<br />

cuánto valia el arzobispado, y respondiéndole que diez y<br />

ocho mil ducados, mostró alguna pena y dijo: Me han<br />

engañado; porque pensé que valia mas ; pero no lo siento<br />

por mí, sino por los pobres, que para mí con muy poco<br />

basta; porque me dicen que hay muchas necesida<strong>de</strong>s en<br />

esla diócesis, y es poco eso para socorrer á tantas. Mas<br />

annque al principio valia diez y ocho mil, <strong>de</strong>spués valió<br />

veinte y dos mil y lucfío treinta mil; y siempre, fuera <strong>de</strong><br />

dos mil ducados que pagaba <strong>de</strong> pensión á don Jorge do<br />

Austria, su pre<strong>de</strong>cesor, y tres mil que gastaba en el sustento<br />

<strong>de</strong> su familia y en el salario <strong>de</strong> abogados y procuradores<br />

y oíros ministros, todo lo <strong>de</strong>más gastaba en limosnas<br />

, y si <strong>de</strong> esto, que se gastaba con gran<strong>de</strong> cuenta y razón,<br />

sobraba algo, lo daba también <strong>de</strong> limosna.<br />

El ór<strong>de</strong>n que tenia en el repartimiento <strong>de</strong> las limosnas,<br />

era este: á los pobres mendigos que andan por las puertas,<br />

mandaba hacer una olla <strong>de</strong> carne ó pescado todos los<br />

dias, y á cuantos venían á su casa, se daba un pan, una<br />

escndilla <strong>de</strong> caldo, una vez <strong>de</strong> vino y un dinero: á los que<br />

venían con alguna enfermedad ó achaque, se Ies añadía<br />

una ración <strong>de</strong> carnero y otro dinero mas Venian unas<br />

veces cuatrocientos y oirás quinientos, y ninguno se iba<br />

sin limosna; porque si se habia acabado la olla por venir<br />

muy tar<strong>de</strong>, se le recompensaba en otra cosa ¡ porque tenia<br />

mandado que á ningún pobre á ninguna hora enviasen <strong>de</strong><br />

su casa sin limosna. No falló quien le dijo, que con su<br />

caridad hacia holgazanes; porque con el recurso que<br />

tenían ála limosna <strong>de</strong> su casa, no querían trabajar. A esta<br />

y otras razones semejantes, con que quieren cubrir su<br />

codicia, con capa <strong>de</strong> justicia, los que son escasos con los<br />

pobres, respondía el sanio: Gobernador y regidores hay<br />

en la ciudad: miren ellos si hay holgazanes y castíguenlos;<br />

que á mí no me loca sino socorrer las necesida<strong>de</strong>s que<br />

llegan á la puerta <strong>de</strong> mi casa. Hacienda es <strong>de</strong> Dios esln,<br />

nó mía; y el envía estos á cobrarla; no tengo yo que in-<br />

Iroducirme en calificar los cobradores que Dios elige, sino<br />

pagar lo que <strong>de</strong>bo á quien viniere á pedirlo. Decíanle<br />

también que algunos pobres engañaban al limosnero y<br />

lomaban dos y tres raciones ; á que él respondía : ¿Ese<br />

llamáis engaño? Guár<strong>de</strong>nos Dios <strong>de</strong> que nosotros engañemos<br />

á los pobres; que ellos no nos pue<strong>de</strong>n engañar á

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