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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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70 LA LEYENDA DE ORO.<br />

si» y la dilicultad di'l remedio, se afligia y lloraba sin<br />

consuelo. Oyólo una noche su compañero fray Juan Rincón,<br />

que estaba vecino á su aposento, y yendo á saber<br />

qué tenia y por qué lloraba; le respondió el santo : j Qué<br />

tengo <strong>de</strong> tener! Qm temo no mo he <strong>de</strong> salvar en este<br />

obispado: porque estoy obligado á remediar estas ovejas<br />

tan perdidas, y según están, no sé cómo. Respondió el religioso<br />

: Haga V. S. loque pudiere y no se aflija, que Dios<br />

no le pedirá mas ; y si ellas, aplicándoles V. S. los remedios,<br />

no sanaren, suya seria la culpa, nó <strong>de</strong> V. S. Bien<br />

<strong>de</strong>cís (dijo el santo); yo quiero juntar sínodo, y hacer los<br />

estatutos que viere convenir paia la reformación <strong>de</strong> este<br />

pueblo, y lo <strong>de</strong>inás hágalo Dios.<br />

Convocó luego sínodo, dos meses <strong>de</strong>spués que habia venido<br />

<strong>de</strong> la visita, en el cual, por lo que él habia visto y<br />

por loque informaron los rectores y curas <strong>de</strong> los pueblos,<br />

hizo santísimas leyes, que fueron muy estimadas <strong>de</strong> los<br />

arzobispos que le Sucedieron. Estas leyes observaba el santo<br />

arzobispo con gran<strong>de</strong> cuidado, sin mirar respeto humano,<br />

sino solo á la gloria <strong>de</strong> Dios y provecho <strong>de</strong> sus ovejas:<br />

y con ella y su pru<strong>de</strong>ncia, benignidad y afabilidad, reformo<br />

en gran manera su arzobispado, y principalmente con<br />

la continua oración, en que gastaba la mayor parte <strong>de</strong>l dia<br />

y <strong>de</strong> la noche, consultando con Dios, como el legislador<br />

Moisés, los negocios <strong>de</strong> su pueblo, y luchando con el Señor,<br />

como oí pastor Jacob, hasta alcanzar la bendición<br />

para sus ovejas."<br />

Ivspecialmonte, cuando se habia <strong>de</strong> tratar el dia siguit-nte<br />

algún negocio grave, pasaba toda la noche antes en<br />

oración sin acostarse. El lugar mas cierto para encontrarle<br />

á cualquiera hora, era su oratorio, don<strong>de</strong> le hallaban muchas<br />

veces sus criados arrobado, sin uso <strong>de</strong> los sentidoSí<br />

todo transformado en Dios, otras vertiendo lágrimas <strong>de</strong><br />

sus ojo?, otras postrado en el suelo y puesto en cruz. Mas<br />

como sabia que el pastor no es . suyo, sino <strong>de</strong> sus ovi-jas.<br />

y que nunca está mas con Dios, que cuando trata con los<br />

hombres, por amor <strong>de</strong> Dios y para su provecho; tenia<br />

mandado á sus criados, que en buscándole alguno, á cualquier<br />

hora que fuese, y en cualquier ocupación que estuviese,<br />

aunque fuese estudiando, ú orando, ó comiendo,<br />

le llamasen y no hiciesen aguardar á nadie; porque á mas<br />

<strong>de</strong> la pesadumbre que reciben los que esperan, le pidiera<br />

Dios cuenta <strong>de</strong>l tiempo que hacia per<strong>de</strong>r esperando, á los<br />

que le buscaban ; y así, se levantaba luego <strong>de</strong> la oración<br />

y <strong>de</strong> la mesa, sin acabar <strong>de</strong> comer, y con paciencia y<br />

amor daba audiencia á cuantos la <strong>de</strong>seaban; á los que<br />

venian afligidos, consolaba ; álos necesitados, remediaba;<br />

y á los que pedían consejo, se les daba'con tanto acierto,<br />

que los mayores letrados <strong>de</strong>cian, queenresolviendo el arzobispo<br />

algún punto, encontraba <strong>de</strong> tal manera con la<br />

verdad, que no <strong>de</strong>jaba lugar á la coalroversia.<br />

Para remediar los pecados <strong>de</strong> sus súbdiíos, procuraba<br />

saber cómo vivían, y en un libro secreto escribia <strong>de</strong> SH<br />

mano, sin que ninguno lo entendiese, los nombres délos<br />

clérigos que eran acusados <strong>de</strong> algún vicio, y en qué iglesias<br />

residían; y en otro libro ios nombres <strong>de</strong> los seglares<br />

que vivían mal, y en qué lugares estaban, para aplicarle<br />

á cada uno la medicina conforme á su enfermedad y necesidad;<br />

y en estando enmendado alguno, luego le borraba<br />

<strong>de</strong> su libro. Pero no creía do lijero y fácilmente la culpa<br />

<strong>de</strong> ninguno, aunque se lo dijese persona <strong>de</strong> autoridad, temiendo<br />

quo podía haber pasión ó engaño, hasta que lo<br />

DIA 18.<br />

averiguaba con toda certidumbre, y entonces aplicaba el<br />

remedio. Decía que los obispados habiau <strong>de</strong> ser pequeños,<br />

para que pudiesen los obispos conocer ápodas sus<br />

ovejas, y procuró con el emperador Cárlos V, que se hiciese<br />

un obispado nuevo <strong>de</strong> una parte <strong>de</strong> su arzobispado,<br />

porque este santo prelado no miraba á la mayor autoridad<br />

y renta <strong>de</strong>l obispo, sino al mayor bien y provecho <strong>de</strong> las<br />

ovejas. Discurriamedios su celo, para reducir á los pecadores;<br />

y enseñábale muchos su ingeniosa caridad, y él no<br />

rehusaba ninguno por dificultoso que fuese, como pareciese<br />

conducente para el fin que <strong>de</strong>seaba, llaljia amonestado<br />

y corregido muchas veces á un canónigo <strong>de</strong> su Iglesia,<br />

que vivía escandalosamente, y nada aprovechaba, para<br />

que <strong>de</strong>jase el escándalo : tornó otro remedio, que fué hacerle<br />

muy su amigo; y para esto, por espacio <strong>de</strong> dos anos,<br />

le hizo cuantos agasajos y favores podía para ganar su<br />

amistad ; y <strong>de</strong>spués que ya lo tuvo lau ganado, que no<br />

habia nada que el canónigo no hiciera por el santo, ]e,UiOgó<br />

queso recogiese por algún tiempo, y se confesase y <strong>de</strong>jase<br />

su maia vida; y todo lo hizo el canónigo como el santo<br />

se lo pidió, y fué en ad .'lante ejemplo <strong>de</strong> ta ciudad, el quo<br />

antes era escándalo y tropiezo-<strong>de</strong> ella. Había avisado muchas<br />

veces á un sacerdote escandaloso, que <strong>de</strong>jase su mala<br />

vida; y sabiendo que no se enmendaba, 'o llamó un dia á<br />

un oratorio, y estando con él á solas, lo dijo: Yo tengo la<br />

culpa <strong>de</strong> vuestra obstinación, y nó vos, por haber usado<br />

con vos <strong>de</strong> tanta misericordia, y no haberos castigado como<br />

merecéis; y pues yo tengo la culpa, yo pagaré Ja pena.<br />

Dicho esto, so arrodilló <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> un crucifijo, y <strong>de</strong>snudando<br />

sus espaldas, empezó á herirlas con una disciplina<br />

tan reciamente, que luego empezó á correr la sangre.<br />

El clérigo corrido y confuso, sin saber (pié hacer, ni<br />

dón<strong>de</strong> estaba, turbado y con imjcbas iágritnas y sollozos,<br />

se arrodilló á sus piés diciendo: Dadme, señor, las disciplinas,<br />

que yo pagare ia pena, pues es mia toda la culpa. Yo<br />

merezco los azotes, y ¿vos los tomáis? Yo os prometo en<br />

a<strong>de</strong>ianle la enmienda <strong>de</strong> mí vida. Atravesó <strong>de</strong> manera este<br />

espectáculo, el corazón <strong>de</strong> aquel sacerdote, quo saliendo <strong>de</strong><br />

allí, sín po<strong>de</strong>r enjugar las lágrimas, se encerró en su casa<br />

por algunos días, sin comunicar con nadie, llorando y haciendo<br />

penitencia <strong>de</strong> sus pecados ; y fué <strong>de</strong>spuosgi an siervo<br />

<strong>de</strong> Dios, y ocasión con su ejemplo para la eumiomla <strong>de</strong><br />

muchos sacerdotes. Otro sacerdote vivia amancebado con<br />

una mujer, sín haber podido el santo apartarle <strong>de</strong> ella con<br />

medios do blandura ui <strong>de</strong> rigor: encerróse un dia á solas<br />

con él, y preguntóle la causa <strong>de</strong> perseverar tanto tiempo<br />

en aquella mala amistad: el clérigo vino á confesar, (pío<br />

era porque él ora pobre y ac^uella mujer rica, y lo sustentaba.<br />

Oyendo el santo estas palabras, dió un gran<strong>de</strong> suspiro,<br />

como si lo huhieran atravesado el coi azon ; y volviendo<br />

los ojos á un crucifijo que tenia <strong>de</strong>lante, dijo con gratido<br />

sentimiento y lágrimas: i Ay <strong>de</strong> mí. Señor, .que por necesidad<br />

os ofendo un subdito mío ! ¡ Que por falla <strong>de</strong> sustento<br />

está un sacerdote mío en pecado ! ¡No tiene el la culpa sino<br />

yo: apiadaos, Señor, <strong>de</strong> su alma y <strong>de</strong> la mía, que yo haré<br />

la penitencia. ÍNo tenia la culpa el santo, porque no lo sabia;<br />

poro la conciencia pura teme culpa don<strong>de</strong> no la hay.<br />

Exhortó al clérigo á la enmienda <strong>de</strong> la vida, y á <strong>de</strong>jar<br />

aquel pecado, prometiendo do sustentarle, y mandóle quo<br />

volviese al otro dia por la mañana. Tasó el sanio aquella<br />

noche en oración, pidiendo á Dios la conversión <strong>de</strong> aquel

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