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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 18. SKTIKMBUIÍ. C9<br />

rostroalegiv, respondió: Digan á esos señores, que yo<br />

les agra<strong>de</strong>zco el cuidado que tienen <strong>de</strong> mi persona; pero<br />

no <strong>de</strong>sdice la pobreza <strong>de</strong> un arzobispo, ni consiste la autoridad<br />

<strong>de</strong> un prelado en lo precioso <strong>de</strong> las ropas, sino en el<br />

^lo<strong>de</strong> las almas que Dios le ha encomendado. No osaron<br />

replicar á tan discreta respuesta, solo le rogaron que un<br />

boncíillo <strong>de</strong> pafio que solia llevar en el verano, fuese <strong>de</strong><br />

raso; y ¿1 por no negarlo lodo, ya que no lo concedía<br />

lüdo, les dio gusto en esto : y luego <strong>de</strong>cia con mucha grac'a»<br />

señalando al bonetillo : Veis aquí mi arzobispado;<br />

P(>rqne no les parece á los señores canónigos que soy ar-<br />

Zobispo, sino traigo bonetillo <strong>de</strong> seda. Solamente dos ve-<br />

«es se vistió <strong>de</strong> nuevo, y fué <strong>de</strong>l paño mas barato que se<br />

,l;'lló en Valencia. Habiéndole persuadido un amigo se vistiese<br />

<strong>de</strong> raja j viendo que era mas cara que el patio basto<br />

que se vcslia, le dijo I Compradlo vos que soissoftor do<br />

Vl1 '^li a hacienda, y os la dió el Señor ; que yo <strong>de</strong> la hat,ienda<br />

<strong>de</strong> los pobres no puedo gastar mas <strong>de</strong> lo que bastare<br />

á cubrirme con honestidad.<br />

En el comer conservó la misma templanza que cuando<br />

or;* religioso, no queriendo que se pusiese á su mesa mas<br />

^ lo que se daba á los religiosos en su provincia <strong>de</strong> Cas-<br />

^ftwj añadiendo solo algún principio <strong>de</strong> fruta, por los que<br />

comian con él. S intia mucho cualquier gasto extraordina-<br />

'io que se hacia, por pequeño que fuese, y lo reprendía,<br />

'-nconlrando á su mayordomo que habia comprado una<br />

'aiiiprea, le preguntó, ciránto le habia costado; y respondietulo<br />

que cuatro reales, dijo admirado : ¿Por qué habéis<br />

«'oniprailo para mi, pez tan caro? No quiero yo comida tan<br />

Preciosa. Dijo el mayordomo : l'ues hartos compradores<br />

habia que lo tomaran por el mismo precio. Pues andad,<br />

••ijo el sanio, dadles el pez, y traed los cuatro reales, que<br />

con ellos puedo yo sustcnlar cuatro pobres, cuya es la hacienda<br />

que me han entregado, que para mi, un par <strong>de</strong><br />

huevos y un poco <strong>de</strong> pescado ordinario me sobra. Su casa<br />

ito parcela casa <strong>de</strong> arzobispo, sino casa <strong>de</strong> la pobreza ; jamás<br />

sufrió paños <strong>de</strong> seda, ni tapicería, ni sobremesas,<br />

solamente en la mesa <strong>de</strong> que se ser via en su cámara, habla<br />

un guadamacil negro, y una antepuerta <strong>de</strong> friso negro,<br />

los ornatos <strong>de</strong> su casa eran las virtu<strong>de</strong>s y el <strong>de</strong>sprecio <strong>de</strong><br />

lodas las cosas.<br />

Servíase con barro: y diciéndole su veedor, que con<br />

'üs platos y escudillas <strong>de</strong> barro que se quebraban en ma-<br />

"os délos criados, se pudiera haber hecho una vajilla <strong>de</strong><br />

P****! respondió: 15ien echo <strong>de</strong>be ser eso que me advertís;<br />

pero soy fraile, y lo que en otros fuera honra, en mi seria<br />

escándalo. Solamente tenia unas cuch iras <strong>de</strong> plata, para<br />

•os que alguna vez con vida h«. La cama <strong>de</strong>l arzobispo era<br />

«le ma<strong>de</strong>ra, sin dorar ni pintar, con dos colchones y dos<br />

mantas ; pero la cama <strong>de</strong> santo Tomás, en que ordinamendormia,<br />

cí a un haz <strong>de</strong> sarmientos, que tenia <strong>de</strong>trás <strong>de</strong><br />

«qnella cama, poniendo una piedra por cabecera. No usaba<br />

<strong>de</strong> sábanas, sino estando enfermo : ayunaba los dias<br />

tfat en su or<strong>de</strong>n, y muchos <strong>de</strong> su <strong>de</strong>voción; y en el adviento<br />

y cu iresma, los miércoles, y viernes y vigilias<br />

•le cutre año, comia solo pan y agua.<br />

Ski casa mas parecía monasterio que palacio; y así lo<br />

•Wcia él á sus criados, (pie pues él era fraile, ellos <strong>de</strong>bían<br />

v,vir en su casa, como en un convento. Tenia gran elec-<br />

0|ou en admitir los criados, no por ruegos ni intel-cesio-<br />

,u,s> sino por conocimiento do los que admitía, por no lener<br />

'l11^ <strong>de</strong>spedir al que una vez recibía; porque quien<br />

<strong>de</strong>spi<strong>de</strong> criado que recibió, ó recibió criado malo, ó se ha<br />

hecho malo el criado en su casa i y lo primero <strong>de</strong>sacredita<br />

al señor, y lo segundo á su casa. Decíales luego algunas<br />

reglas saludables que <strong>de</strong>bían guardar, y juntábalos muchas<br />

veces para exhortarlos á huir todas las culpas, y servir<br />

<strong>de</strong>veras al Señor. Aun mas que sus palabras, les obligaba<br />

á cumplir sus avisos y consejos, el amor que les<br />

mostraba, y el buen tratamiento que les hacia, como verda<strong>de</strong>ro<br />

padre <strong>de</strong> familias, que no miraba á sus subditos<br />

como criados, sino como hijos. A ninguno <strong>de</strong>cia palabra<br />

áspera, ni inénos injuriosa, ni le mostraba mal semblante.<br />

Sus reprensiones eran con amor, nó con enojo; y como<br />

iba el vino mezclado con %l aceite, sanaba las heridas sin<br />

exasperarlas. Cuidaba mucho que no les fallase nada <strong>de</strong><br />

todo lo necesario, para que no admitiesen presentes ni regalos<br />

<strong>de</strong> nadie; porque importa poco que el prelado sea<br />

<strong>de</strong>sinteresado como Eliseo, si llene en su casa á Giezzi,<br />

que abre las manos para recibir los dones <strong>de</strong> Naaman.<br />

Afligíase con cualquier trabajo ó enfermedad que pa<strong>de</strong>ciese<br />

alguno <strong>de</strong> sus criados, aunque fuese el mas ínfuno, y<br />

no pocas veces <strong>de</strong>rramaba lágrimas <strong>de</strong> sentimiento, cuando<br />

estaban en peligro, como pudiera una madre en la enfermedad<br />

<strong>de</strong>l hijo, á quien ama mucho: visitábalos y<br />

consolábalos ; y cuando venia el médico á visitar al enfermo,<br />

se informaba muy por menudo <strong>de</strong>l estado déla enfermedad,<br />

y le encargaba que le curase con el mismo cuidado,<br />

que á su misma persona : y al enfermo preguntaba,<br />

si le acudían á sus horas con lo que el médico Labia or<strong>de</strong>nado.<br />

Todas las noches, ya tar<strong>de</strong>, en compañía <strong>de</strong> un<br />

paje que llevaba una vela, daba una vuella á su casa, y<br />

visitaba todas las puertas <strong>de</strong> los aposentos, para ver si lodos<br />

estaban recogidos. A los criados que eran virtuosos,<br />

mostraba mayor amor, y fuera <strong>de</strong> sus salarios, les hacia<br />

otras merce<strong>de</strong>s y gracias, con que animaba á todos á<br />

que fuesen buenos , y á los buenos á que fuesen mejores.<br />

Fin límente, sobraban todos los preceptos, para que<br />

su casa y familia estuviese en todo or<strong>de</strong>nada; porque tenían<br />

siempre <strong>de</strong>lante el ejemplo <strong>de</strong> su señor : y era el<br />

palacio <strong>de</strong> este santo prelado i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> los palacios eclesiásticos<br />

; porque su vida era ejemplar <strong>de</strong> las vidas <strong>de</strong> los<br />

prelados <strong>de</strong> la Iglesia,<br />

Halló santo Tomás en su diócesis , gran disolución do<br />

costumbres, así en los eclesiásticos, como en los seculares,<br />

por haberse administrado aquel arzobispado mucho tiempo<br />

por vicarios y visitadores, sin asistencia <strong>de</strong>l propio pastor.<br />

Visitó lodas las iglesias <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Valencia, y<br />

<strong>de</strong>spués las <strong>de</strong> su diócesis, predicando en todos los pueblos<br />

por pequeños que fuesen. Remedió en esta visita muchos<br />

pecados públicos: quitó muchos abusos y atajó graves<br />

daños, y lodos ios pueblos parecían haberse mudado<br />

en otros, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la visita <strong>de</strong> su prelado. Por mostrarse<br />

mas padre que juez, y obligar con la benignidad á la<br />

enmienda, concedió perdón general, así á eclesiásticos<br />

comoá seglares, <strong>de</strong> todo cuanto hasta enlonces habían <strong>de</strong>linquido<br />

y merecía castigo <strong>de</strong> su mano, rogándoles con<br />

muchas lágrimas que enmendasen sus vidas, y no le obligasen<br />

con dolor <strong>de</strong> su corazón á usar <strong>de</strong>l rigor, con que<br />

le seria forzoso castigar á los que no se aprovechasen <strong>de</strong> su<br />

benignidad. Muchos se enmendaron, y muchos se quedaron<br />

en sus vicios, pudiendo mas la coslumbre envejecida,<br />

que la razón y benignidad <strong>de</strong>l santo prelado. Mas como él<br />

había vislo con sus ojos el miserable estado <strong>de</strong> su dióce-

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