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DIA 3.<br />
SANTA SEIUPIA , VÍRGEN \ MÁRTIU.—Era tanta la ira<br />
con que fueron los cristianos perseguidos, y tanto el furor<br />
<strong>de</strong> los tormentos que en tiempo <strong>de</strong>l emperador Adriano se<br />
inventaron , que á los mas valerosos capitanes podían ha-<br />
Cer temblar y volver la espalda al rigor, si no se armaran<br />
con el escudo inexpugnable <strong>de</strong> la fé, por quien pa<strong>de</strong>cían.<br />
En este tiempo, pues, y en esta persecución se bailaba la<br />
gloriosa santa Serapia , noble ciudadana antioquena, en<br />
casa y compañía <strong>de</strong> una nobilísima señora romana llamada<br />
Sabina. Era Serapia cristiana y Sabina gentil, pero la<br />
dulzura <strong>de</strong> la conversación <strong>de</strong> Serapia era tal, que por<br />
ella se convirtió Sabina á nuestra santa fé , y fué mártir<br />
gloriosísima, dando por Cristo la vida al mismo dia que<br />
su maestra Serapia. El presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> Roma era Berilo: llegó<br />
á su noíicia como Serapia cristiana estaba en casa <strong>de</strong><br />
Sabina: y aunque para otro cualquiera <strong>de</strong>lito quelmbiese<br />
cometido, le seria sagrado casa tan noble y principal; el<br />
<strong>de</strong>lito <strong>de</strong> ser cristiana (que para aquellos tiranos lo era y<br />
el mayor) no tenia seguridad, ni sagrado alguno; porque<br />
aunque fuera en el palacio <strong>de</strong>l mismo emperador, podían<br />
pren<strong>de</strong>rlos: y así Berilo envió una gran chusma <strong>de</strong> ministros<br />
suyos, para que sin mirar el respeto <strong>de</strong>bido ala casa<br />
<strong>de</strong> Sabina, tanto por sil gran nobleza, cuanta por haber<br />
sido mujer <strong>de</strong> Valenlino, uno <strong>de</strong> los primeros príncipes <strong>de</strong><br />
Roma, le trajesen presa á Serapia. Prendiéronla los crueles<br />
ministros, pero la gloriosa santa Sabina no se pudo<br />
contener, sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> seguir á su querida maestra; y así<br />
llegaron á un tiempo al tribunal <strong>de</strong> Berilo la maestra y la<br />
discípula , aquella presa délos tiranos, y esta, <strong>de</strong>l divino<br />
amor. Viendo Berilo á Sabina que acompañaba á Serapia;<br />
aunque bárbaro íiero, tuvo tanto respeto á Sabina no juzgando<br />
fuese cristiana , que al punto dió libertad á Serapia<br />
y permiso para que Sabina se la volviese á llevar á su casa,<br />
como lo hizo.<br />
Vueltas las dos sanias á su casa, la gloriosa virgen Serapia,<br />
encendida en el amof <strong>de</strong> su esposo Jesucristo, y<br />
<strong>de</strong>seosa <strong>de</strong> pa<strong>de</strong>cer por él, quería volverse con los soldados<br />
que las habian acompañado, y viendo se lo estorbaba<br />
Sabina su discípula , la habló <strong>de</strong> esta manera: Señora y<br />
madre <strong>de</strong> mi vida, permilc que me vaya con estos minisnistros:<br />
no me quites la preciosa ó inestimable corona <strong>de</strong>l<br />
marlirio, que si no fuera el <strong>de</strong>bido honor y respeto que el<br />
prosi<strong>de</strong>nle le ha lenido, adornaria ya mis sienes. Tú haz<br />
oración y conüa en nuestro Señor Jesucristo, que te será<br />
esposo, padre y maestro, suplicando aquello que mi<br />
corla capacidad no ha alcanzado á enseñarle. Yo creo y<br />
tengo gran confianza en mi divino esposo Jesús , que aunque<br />
soy indigna y pecadora, me ha <strong>de</strong> recibir por su esclava<br />
; pues como lal me quisiera sacriflear por medio <strong>de</strong>l<br />
martirio, confesando su santo nombre y <strong>de</strong>fendiendo su<br />
fé divina. En estas amorosas súplicas, y en continua oración<br />
permaneció Serapia tres días continuos, al íin délos<br />
cuales, volviéndose el presi<strong>de</strong>nte á acordar <strong>de</strong> Serapia,<br />
arrepentido <strong>de</strong> haberla perdonado, mandó prevenir su<br />
tribunal cerca <strong>de</strong>l puente <strong>de</strong> Tiber sobre el arco <strong>de</strong> Albino,<br />
lugar <strong>de</strong>dicado para hacer justicia: y puesto en él, or<strong>de</strong>nó<br />
que sin aten<strong>de</strong>r el respeto <strong>de</strong>bido á Sabina , le trajesen<br />
allí presa á Serapia. lliciéronlo así; pero santa Sabina no<br />
pudo <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> ssgw, como el acero al ¡man , á su amada<br />
LA LEYENDA DÉ OKO.<br />
m 3.<br />
maestra Serapia, por Vér si podría librarla y sacarla do<br />
los manos <strong>de</strong> los tiranos. Pero viendo que no podía, vuelta<br />
al presi<strong>de</strong>nte con un furor piadosamente católico, sin reparar<br />
enser<strong>de</strong>scubierla porcrisliana , le dijo: Can n bieso<br />
impío y cruel tirano, advierte bien y repara que si haces<br />
la menor injuria á la santa virgen <strong>de</strong> Dios y señora mía<br />
Serapia, ha <strong>de</strong> ser para mayor daño tuyo; porque te advierto<br />
, si no lo sabes, que Crislo Dios nuestro, que á todo<br />
está presente, tiene la espada <strong>de</strong> la divina justicia en la<br />
mano , para castigar á tí y á túsemeles emperadores con<br />
penas sempiternas, por lasínjurias y tiranas sinrazones do<br />
que usáis con los que sirven á Dios vivo, ejecutando en ellos<br />
vuestra infame zaña y rigor, con inauditos tormentos. Con<br />
esto llorando tiernamente, se fué á su casa, sin que el dolor<br />
la diese lugar á pronunciar mas palabras. Pero <strong>de</strong>jémosla<br />
en su casa y envuelta en tiernas lágrimas á<br />
generosa y piadosa Sabina; que su vida y martirio tiene<br />
su lugar y dia propio, y prosigamos nuestra historia.<br />
Al punto, pues, que se partió Sabina, vuelto Berilo á "a<br />
virgen Serapia, la dijo- Sacrifica á losdio&esinmortales,<br />
á imitación <strong>de</strong> nuestros augustos emperadores. Serapia<br />
respondió: Yo temo y adoro á Dios omnipclentc que hi/.o<br />
el cielo y la tierra y cuanto hay en ellos: esos que tú me<br />
mandasadorar, no son dioses sino <strong>de</strong>monios; y á mí, que<br />
soy cristiana, no me es lícito adorar sino á Jesucristo. Entonces<br />
dijo el presi<strong>de</strong>nte: Pues llega y sacrifica átu Cristo.<br />
Yo (dijo la santa virgen) cada dia le ofrezco sacrificios, y<br />
le adoro y hago oración dia y noche. El presi<strong>de</strong>nte como<br />
haciendo burla, dijo: ¿Dón<strong>de</strong> está el templo <strong>de</strong> Cristo, y<br />
qué sacrificio es el que le ofreces? Serapia respondió: Este<br />
es el sacrificio mas acepto y agradable á mi Dios, que<br />
pura y limpia'virgen y casta le ofrezca mi corazón, sin<br />
mas cuidados que el <strong>de</strong> solicitar que otros se le rindan y<br />
adoren. ¿Este es (dijo riéndose Berilo) el templo y sacrificio<br />
<strong>de</strong> tu Cristo? Respondió Serapia: No hay cosa mejor<br />
en el mundo que conocer al verda<strong>de</strong>ro Dios, y viviendo<br />
casta y piadosamente servirle. Berilo dijo: Según eso, tú<br />
eres el templo <strong>de</strong> tu Cristo, como dices. Serapia respondió:<br />
Si confiada en su ausilio y misericordia me conservare casta<br />
y pura, le digo <strong>de</strong> verdad que soy templo <strong>de</strong> Dios vivo;<br />
porque dice la sagrada Escritura: «Vosotros sois templo <strong>de</strong><br />
Dios vivo y el Espíritu Santo habila en vosotros.» Luego<br />
si fueres violada (dijo el presi<strong>de</strong>nte), perdiendo la virginidad,<br />
<strong>de</strong>jarás <strong>de</strong> ser templo <strong>de</strong> tu Dios. Serapia respondió:<br />
Si alguno violare el templo <strong>de</strong> Dios le <strong>de</strong>struirá. Berilo,<br />
que no entendía estas sentencias, la mandó entregar á dos<br />
mancebos egipcios con or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> que la encerrasen con<br />
ellos toda la noche siguiente, para que á su salvo la violasen<br />
y gozasen.<br />
<strong>Los</strong> <strong>de</strong>shonestos y lascivos mancebos, que no <strong>de</strong>seaban<br />
otra cosa, la llevaron á un oscuro aposento, y allí encerrados<br />
los tres , se puso en oración la bendita virgen, dicíendo<br />
así á su esposo JesüB: A tí te invoco, Señor mío Jesucristo:<br />
pues, como Esposo á quien tengo <strong>de</strong>dicada mi<br />
pureza y virginidad, te loca guardarla, pues eres verda<strong>de</strong>ro<br />
custodio mió y mi conservador: á (í te invoco,<br />
Señor mío Jesucristo, que eres verda<strong>de</strong>ra luz y alegría<br />
sempiterna : tú que cerradas las puertas visitaste<br />
y con loriaste á tus sanios apóstoles, cuando estabin<br />
en la tenebrosa cárcel; ruégote, Señor, humil<strong>de</strong>mente<br />
me asistas y tengas piedad <strong>de</strong> mí, tu esclava Serapia , y<br />
me libres <strong>de</strong>l impuro y lascivo <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> estos dos manee-