Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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gravos injurias. Después que el mozo obedeció ó hizo lo
que !e habia mandado, le pregunto el viejo si aquella estatua
se habia quejado ó enojado y mostrado algún sentimiento
do io que habia hecho contra ella ; y como respondiese
el mozj que la estatua siempre habia estado como
estatua y muda, sin hacer resistencia á lo que él habia
hecho, ni responder palabra á lo que habia dicho contra
ella, le dijo el viejo: Pues esta es la vida del religioso y
lo que tú has de hacer si quieres estar conmigo. Para que
el Sefior fuese glorificado y mas honrados sus santos edificó
allí uu templo, y enriquecióle de muchas reliquias; y
oslando allí ocupada en tan santas obras, Piniano, su marido,
que vivia como monge entre los monges, acabado el
curso de esla vida mortal, se fué á gozar de la inmortal y
sempiterna, y Melania, como si comenzara entonces á servir
al Señor (pareciéndole que no era nada lo que habia
hecho haslu allí) se dio por espacio de cualro años á mayores
trabajos y ayunos. Deseó hacer un monasterio de
hombres; y no teniendo ya con qué, por haber gastado todas
sus grandes riquezas en los pobres. Dios nuestro Señor
por mano de un hombre riquísimo le dió todo lo que
era menester para aquel edificio y para sustentar á los religiosos
que entraron en él.
Tenia Melania un tio, hermano de su padre, ó como
otros dicen, hermano de su madre, que se llamaba Volusiano,
el cual era cabailero principalisimo y prefecto de
liorna, y bien enseñado en la elocuencia y en la filosofía;
pero era gentil y dado al estudio déla arle mágica, y aficionado
á los autores que la enseñan. Después Melania volvió
do Constantinopia á su recogimiento, y quiso la empeíiiz
bailarse en la dedicación del templo que para él monasterio
Melania habia edificado, y visitar á las vírgenes
que con ella estaban, honrándolo y reverenciándola en
todo como á madre espiritual. Mas la santa mujer entendiendo
por la luz del cielo que se llegaba el fin dichoso de
su peregrinación, y que el Señor la llamaba para darle la
corona, que tan bien tenia merecida^ quiso antes despedirse
de todos aquellos santos lugares, y visitarlos de
nuevo uno á uno, con entrañable devoción y lágrimas. Y
venido el dia bienaventurado y glorioso del Nacimiento
del Sefior, se entró en la espelunca del santo Pesebre, y
dijo á su prima que no celebraría mas aquella Pascua con
ellas: y juntando todas aquellas doncellas, les declaró que
ella se parliria de ellas, por sor esta la voluntad del Señor,
y las rogó que so consolasen y conformasen con su
santa voluntad, y so amasen mucho y viviesen como quien
vive en los ojos de Dios, que penetra los corazones. Después
hizo una larga y dulcísima oración al Señor, suplicándole
humildemente que la recibiese en su seno. Estando'orando
y vertiendo muchas lágrimasle dió ia
enfermedad que la acabó y despidió del cuerpo aquella
beatísima alma, que tan bien le habia sabido domar y
vencer.
Fué su muerte el postrero dia de enero, según el P. fray
Lorenzo Surio., y según ci Martirologio romano, el postrero
LA LEYEN DA DEOÍIO. DU 31.
de diciembre, y en este dia los griegos la celebran. Concurrieron
á su entierro el obispo y los monges, y clero y
ciudadanos de Jerusalen y de toda aquella comarca, y habiendo
cantado toda la noche himnos y salmos, según la
costumbre de la iglesia católica, la enterraron con grande
solemnidad y llanto de innumerables personas, á quienes
la santa habia socorrido y ayudado. Hizo Dios por ella
muchos milagros; echó al demonio de una moza que tenia
los dientes tan cerrados que no podía hablar ni comer, y
estaba para morir por falta de sustento. A otra mujer que
tenía la criatura muerta en el vientre, poniendo sobre ella
el cinto que traía, la dió vida, echando la criatura muerta
y quedando la madre con vida.
De santa Melania escribieron Metafraste, y Paladio en su
Historia Lausiaca. Hace mención de ella san Gerónimo en
la epístola 19, y san Agustín de Piniano, su marido, y en
la epístola Vlí y 22^ y 227, y el cardenal Baronio en sus
anotaciones del Martirologio, á 31 de diciembre, y en
el iv y v tomo de sus Anales.
* ¿AS SANTAS DONATA, PAULINA, UÚSTICA, NOIUNANDA,
SEUOTIXA, IIILUUA Y COMPAÑERAS, MÁUTIIIES.—Sufrieron el
martirio por la fé de Jesucristo, y sus sagrados restos so
conservan en la ciudad de Koma, en la vía llamada Salaria,
en el cementerio de Priscila.
SAN SABINIANO, OBISPO Y MÁRTIR, Y SAN POTEXCIANO, MÁR­
TIR.—El sumo pontífice envió al primero á predicar el
Evangelio á los senonas, y ganó con su predicación la
palma de los mártires.
SANTA COLUMBA Ó COLOMA, VÍRGEN Y MÁRTIR.—Durante la
persecución del emperador Aureliano fué atormentada con
el fuego, y como saliese ¡lesa, la degollaron. El breviario
nuevo de París fija su muerte en el año de 2:; 8 ó en el
de 213. La fecha última la reduce á cuando hizo su viajo
á las Galias el emperador Aureiiano, y ganó una señalada
victoria en Chalón^ Aquella mártir padeció en Sens. Sus
reliquias se conservaron en la abadía benedictina hasta quo
fueron dispersadas por los hugonotes , junlamenle con las
de otros santos que allí se guardaban, como observa
Baillet. San Oven en su Yida de san Eloy hace mención
de una capilla en París con el nombre de esta
santa.
SAN IIERMETO , EXORCISTA , SAN BARHACIANO , PRESBÍTERO V
CONFESOR, Y SAN ZÓTJCO, PRESBÍTERO.—De todos ellos haco
mención el Martirologio romano en este dia. El segundo es
muy venerado en Ravena. El tercero, romano de nacimiento,
pasóá Constantinopia, donde se dedicó á recoger
y educar huérfanos.
Los SANTOS ESTEBAN, PONGIANO, ATALO, FABIANO, CORNE-
LIO, SEXTO, FLORO, QUINCIANO, MINERVLNO Y SIMPLICIANO,
MÁRTIRES.—Sufrieron martirio por profesar la religión de
Cristo, en la Sicilia.
LA CONMEMORACÍON DE MUCUÍSIMOS SANTOS Y SANTAS, MÁR­
TIRES, CONFESORES Y VÍRGENES.—En el Martirologio romano
van así comprendidos todos los demás santos y santas á
quienes especialmente no se ha nombrado.
pto DEL TOMO TERCUUU.