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Dli 31.<br />
mados con las leyes do los tiranos pasados, y encarnizados<br />
en la sangre <strong>de</strong> los cristianos todavía los piTseguian;<br />
no estaba <strong>de</strong> todo punto sosegada la república romana, ni<br />
se habia mitigado <strong>de</strong> raiz la persecución i h cuya causa san<br />
Silvestre, temiendo ser preso y maltratado, y juzgando que<br />
era mas servicio <strong>de</strong> Dios guardarse para otro mejor tiempo,<br />
se salió <strong>de</strong> Roma secretamente y se retiró al monle<br />
Soracte, que está como siete leguas <strong>de</strong> Roma. Allí estuvo<br />
escondido en una cueva algunos dias, y por esto hoy se<br />
llama aquel monte el monte <strong>de</strong> San Silvestre. Estando allí<br />
encubierto el santo pontífice, nuestro Señor, que quoria<br />
dar paz á su Iglesia, envió una eníermedad al emperador<br />
Constantino <strong>de</strong> una lepra incurable, llamada elefancia, la<br />
cual tuvo también su hija Constancia, y <strong>de</strong> olla sanó por<br />
intercesión <strong>de</strong> santa Inés, virgen y mártir {como lo dijimos<br />
en snvida): parque los gran<strong>de</strong>s príncipes, emperadores y<br />
monarcas <strong>de</strong>l mundo, como son hombres mortales, también<br />
están sujetos como los <strong>de</strong>más á todas las miserias <strong>de</strong><br />
nuestra mortalidad y corrupción: y así dice Plinio que<br />
en Egipto solia ser familiar esta enfermeJad, y que algunas<br />
veces daba á los reyes, aunque en dafio <strong>de</strong> todo el<br />
pueblo^ porque para sanar se bañaban en un baño <strong>de</strong><br />
sangrejliumana. Esto mismo aconsejaron al emperador<br />
Constantino los sacerdotes gentiles, teniendo mas cuenta<br />
con la salud <strong>de</strong> un hombre que con la calamidad do laníos<br />
inocentes, que con sus muertes se la habían <strong>de</strong> dar. Eslaba<br />
el emperador <strong>de</strong>terminado á lavarse con la sangre <strong>de</strong> tres<br />
mil niños, los cuales habia mandado buscar <strong>de</strong> muchas<br />
parles para hacer aquel cruel sacrilicio: y habiéndoseles<br />
traído y estando á punto los carniceros que los habian <strong>de</strong><br />
matar, y las madres tristes y llorosas, mesándose, é hiriendo<br />
sus pechos, é hinchendo los cielos <strong>de</strong> aíai idos y<br />
clamores; compa<strong>de</strong>ciéndose el piadoso emperador <strong>de</strong> la<br />
inocente edad <strong>de</strong> los hijos, y <strong>de</strong> la ternura y sentímicTito<br />
do las madres, no quiso salud tan costosa: y así resolvió<br />
<strong>de</strong> quedarse enfermo ó buscar otras medicinas para sanai<strong>de</strong><br />
la lepra, y maridó restituir los hijos á sus madres, y repartirles<br />
buena cantidad <strong>de</strong> moneda, y enviarlas á sus<br />
casas con contento y alegría.<br />
Aquella misma noche aparecieron á Constantino san<br />
Pedro y san Pablo-, y habiéndole agra<strong>de</strong>cido h misericordia<br />
que habia usado con las madres y con los niños, le<br />
dijeron que enviase al monle Soracte por el pontífice <strong>de</strong><br />
los cristianos, que se llamaba Silvestre: que él le enseñaria<br />
otro baño, con que sanaría iiM'jor <strong>de</strong> la lepra <strong>de</strong>l cuerpo<br />
y <strong>de</strong> la <strong>de</strong>l alma, que nó el que los sacerdotes <strong>de</strong> los ídolos<br />
le habian aconsejado.<br />
Envió luego el emperador por san Silvestre, el cual vino<br />
pensando que le buscaban para martirizare; mas cuafldo<br />
oyó a! emperador el sueño y revelación que había tenido,<br />
y los varones divinos que le habían aparecido, entendiendo<br />
por las señas que el emperador le daba, que eran san Pedro<br />
y san Pablo, le mostró las imágenes <strong>de</strong> ellos que él tenia;<br />
y el empcradiír se confirmó en que eran los mismos;<br />
porque <strong>de</strong>cian muy bien los retratos con las personas que<br />
él habia visto.<br />
De aquí comenzó san Silvestre á predicar á Jesucristo<br />
y á enseñar al emperador los misterios <strong>de</strong> nuestra santa<br />
fe, y á <strong>de</strong>clararle que sin ella no hay salud eterna, y que<br />
aquellos dos que le habian aparecido eran apóstoles <strong>de</strong>l<br />
Señor, fundadores <strong>de</strong> la Iglesia romana y predicadores <strong>de</strong><br />
su Evangelio, y que él se los habia enviado <strong>de</strong>l cielo para<br />
DICIEMBRE. 599<br />
darle entera salud en el cuerpo y en el alma, y abrirle el<br />
camino <strong>de</strong> la vida: la cual alcanzaría <strong>de</strong>sechando el culto<br />
<strong>de</strong> sus falsos dioses y abrazando la religión cristiana, y lavándose<br />
con el agua <strong>de</strong>l santo bautismo. Todo lo hizo el<br />
piadoso emperador, y <strong>de</strong>jando la púrpura y la dia<strong>de</strong>ma<br />
imperial, se vistió <strong>de</strong> saco y <strong>de</strong> ceniza, y ayunó é hizo<br />
penitencia <strong>de</strong> sus pecados; y el santo pontífice le instruyó<br />
en los misterios <strong>de</strong> nuestra santa fé, y <strong>de</strong>spués le<br />
bautizó.<br />
Sobre aquel lugar don<strong>de</strong> le bautizaba, <strong>de</strong> repente sobrevino<br />
una luz clarísima y mas resplan<strong>de</strong>ciente que el sol,<br />
y él salió <strong>de</strong> la pila <strong>de</strong>l bautismo con la carne blanca, sana<br />
y pura como <strong>de</strong> un niño, <strong>de</strong>jando el agua llena <strong>de</strong> aquella<br />
lepra á manera <strong>de</strong> escamas <strong>de</strong> peces. Con esta salud tan<br />
súbita, entera y milagrosa, quedó el emperador Constanlino<br />
muy confirmado en las cosas <strong>de</strong> nuestra sania fé, y<br />
<strong>de</strong>seoso <strong>de</strong> amplificarla por todo su imperio, y muy aficionado,<br />
<strong>de</strong>voto y obediente al santo ponlifice Silvestre, por<br />
cuyo medio el Señor le habia hecho lan señalado beneficio.<br />
Creció mas esta <strong>de</strong>voción <strong>de</strong>spués que san Silvestre, en<br />
presencia <strong>de</strong>l mismo emperador y <strong>de</strong> innumerable gente,-<br />
tuvo una disputa muy reñida y solemne con algunos sacerdotes<br />
y escribas <strong>de</strong> los judíos que blasfemaban <strong>de</strong> Cristo<br />
y reprendían al emperador, porque habia lomado la religión<br />
<strong>de</strong> un hombre á quien sus progenitores habian crucificado;<br />
pero el santo pontífice los convenció é hizo callar<br />
con razones y testimonios <strong>de</strong> la sagrada Escritura y con<br />
milagros, <strong>de</strong> manera que no osaron mas alzar la cabeza ni<br />
chistar; y Conslanfino conoció mas la verdad y santidad<br />
<strong>de</strong> la religión cristiana, y comenzó á favorecerla con igual<br />
magnificencia y piedad.<br />
Mandó <strong>de</strong>rribar los templos <strong>de</strong> los gentiles: edificó en<br />
Roma y en otras partes muchos y suntuosos templos al<br />
Dios verda<strong>de</strong>ro: enriqueciólos <strong>de</strong> riquísimos vasos <strong>de</strong> oro<br />
y plata, <strong>de</strong> cálices, cruces, patenas, incensarios, vinajeras,<br />
lámparas, can<strong>de</strong>leros <strong>de</strong> gran precio, y <strong>de</strong> artificio costosísimo<br />
y <strong>de</strong> inestimable valor; dotóles <strong>de</strong> rentas y posesiones<br />
riquísimas para la fábrica y suslento <strong>de</strong> los ministros,<br />
y <strong>de</strong> olores y zahumerios para incensar los altares en<br />
cada un año; y no contento con todo esto, <strong>de</strong>jó la ciudad <strong>de</strong><br />
Roma á san Silvestre, y pasó la silla <strong>de</strong>l imperio á la <strong>de</strong><br />
Bizancio, que <strong>de</strong> su nombre se llamó Gonstanlinopla y nueva<br />
Roma; lanta fué la piedad <strong>de</strong> esle gran<strong>de</strong> emperador.<br />
Y puesto caso que algunos lo pongan en duda; lo que aquí<br />
queda referido es lo cierto y comprobado con muchos antiguos<br />
y graves autores.<br />
Mas estando la iglesia católica en gran quietud y floreciendo<br />
nuestra sania religión, y propagándose en muchas<br />
pai tes por la santidad y vigilancia <strong>de</strong> nuestro pontífice Silvestre,<br />
y por la liberalidad y <strong>de</strong>voción <strong>de</strong>l emperador<br />
Constantino, el <strong>de</strong>monio por otra parte la lurbó, enviando<br />
<strong>de</strong>l inlicrnoiin gran<strong>de</strong> y perverso ministro suyo, llamado<br />
Arrio, para que sembrase la zizafia entre el buen trigo, y<br />
con nuevos y <strong>de</strong>svariados errores y herejías la inficionase.<br />
Era Arrio presbítero <strong>de</strong> Alejandría <strong>de</strong> Egipto, hombre ambicioso,<br />
altivo y vano, el cual, pretendiendo ser obispo <strong>de</strong><br />
aijuella ciudad, y viendo que no habia podido salir con su<br />
intento, comenzó á ensenar nueva doctrina y blasfemar<br />
contra Cristo nuestro Re<strong>de</strong>ntor, diciendo que no era consubstancial<br />
é igual en lodo con el Padre, y á engañar la<br />
gente, y hacer discípulos que le tenían por maestro, y lo<br />
seguían con grave daño y escándalo <strong>de</strong> la Iglesia católica.