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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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Dli 31.<br />

mados con las leyes do los tiranos pasados, y encarnizados<br />

en la sangre <strong>de</strong> los cristianos todavía los piTseguian;<br />

no estaba <strong>de</strong> todo punto sosegada la república romana, ni<br />

se habia mitigado <strong>de</strong> raiz la persecución i h cuya causa san<br />

Silvestre, temiendo ser preso y maltratado, y juzgando que<br />

era mas servicio <strong>de</strong> Dios guardarse para otro mejor tiempo,<br />

se salió <strong>de</strong> Roma secretamente y se retiró al monle<br />

Soracte, que está como siete leguas <strong>de</strong> Roma. Allí estuvo<br />

escondido en una cueva algunos dias, y por esto hoy se<br />

llama aquel monte el monte <strong>de</strong> San Silvestre. Estando allí<br />

encubierto el santo pontífice, nuestro Señor, que quoria<br />

dar paz á su Iglesia, envió una eníermedad al emperador<br />

Constantino <strong>de</strong> una lepra incurable, llamada elefancia, la<br />

cual tuvo también su hija Constancia, y <strong>de</strong> olla sanó por<br />

intercesión <strong>de</strong> santa Inés, virgen y mártir {como lo dijimos<br />

en snvida): parque los gran<strong>de</strong>s príncipes, emperadores y<br />

monarcas <strong>de</strong>l mundo, como son hombres mortales, también<br />

están sujetos como los <strong>de</strong>más á todas las miserias <strong>de</strong><br />

nuestra mortalidad y corrupción: y así dice Plinio que<br />

en Egipto solia ser familiar esta enfermeJad, y que algunas<br />

veces daba á los reyes, aunque en dafio <strong>de</strong> todo el<br />

pueblo^ porque para sanar se bañaban en un baño <strong>de</strong><br />

sangrejliumana. Esto mismo aconsejaron al emperador<br />

Constantino los sacerdotes gentiles, teniendo mas cuenta<br />

con la salud <strong>de</strong> un hombre que con la calamidad do laníos<br />

inocentes, que con sus muertes se la habían <strong>de</strong> dar. Eslaba<br />

el emperador <strong>de</strong>terminado á lavarse con la sangre <strong>de</strong> tres<br />

mil niños, los cuales habia mandado buscar <strong>de</strong> muchas<br />

parles para hacer aquel cruel sacrilicio: y habiéndoseles<br />

traído y estando á punto los carniceros que los habian <strong>de</strong><br />

matar, y las madres tristes y llorosas, mesándose, é hiriendo<br />

sus pechos, é hinchendo los cielos <strong>de</strong> aíai idos y<br />

clamores; compa<strong>de</strong>ciéndose el piadoso emperador <strong>de</strong> la<br />

inocente edad <strong>de</strong> los hijos, y <strong>de</strong> la ternura y sentímicTito<br />

do las madres, no quiso salud tan costosa: y así resolvió<br />

<strong>de</strong> quedarse enfermo ó buscar otras medicinas para sanai<strong>de</strong><br />

la lepra, y maridó restituir los hijos á sus madres, y repartirles<br />

buena cantidad <strong>de</strong> moneda, y enviarlas á sus<br />

casas con contento y alegría.<br />

Aquella misma noche aparecieron á Constantino san<br />

Pedro y san Pablo-, y habiéndole agra<strong>de</strong>cido h misericordia<br />

que habia usado con las madres y con los niños, le<br />

dijeron que enviase al monle Soracte por el pontífice <strong>de</strong><br />

los cristianos, que se llamaba Silvestre: que él le enseñaria<br />

otro baño, con que sanaría iiM'jor <strong>de</strong> la lepra <strong>de</strong>l cuerpo<br />

y <strong>de</strong> la <strong>de</strong>l alma, que nó el que los sacerdotes <strong>de</strong> los ídolos<br />

le habian aconsejado.<br />

Envió luego el emperador por san Silvestre, el cual vino<br />

pensando que le buscaban para martirizare; mas cuafldo<br />

oyó a! emperador el sueño y revelación que había tenido,<br />

y los varones divinos que le habían aparecido, entendiendo<br />

por las señas que el emperador le daba, que eran san Pedro<br />

y san Pablo, le mostró las imágenes <strong>de</strong> ellos que él tenia;<br />

y el empcradiír se confirmó en que eran los mismos;<br />

porque <strong>de</strong>cian muy bien los retratos con las personas que<br />

él habia visto.<br />

De aquí comenzó san Silvestre á predicar á Jesucristo<br />

y á enseñar al emperador los misterios <strong>de</strong> nuestra santa<br />

fe, y á <strong>de</strong>clararle que sin ella no hay salud eterna, y que<br />

aquellos dos que le habian aparecido eran apóstoles <strong>de</strong>l<br />

Señor, fundadores <strong>de</strong> la Iglesia romana y predicadores <strong>de</strong><br />

su Evangelio, y que él se los habia enviado <strong>de</strong>l cielo para<br />

DICIEMBRE. 599<br />

darle entera salud en el cuerpo y en el alma, y abrirle el<br />

camino <strong>de</strong> la vida: la cual alcanzaría <strong>de</strong>sechando el culto<br />

<strong>de</strong> sus falsos dioses y abrazando la religión cristiana, y lavándose<br />

con el agua <strong>de</strong>l santo bautismo. Todo lo hizo el<br />

piadoso emperador, y <strong>de</strong>jando la púrpura y la dia<strong>de</strong>ma<br />

imperial, se vistió <strong>de</strong> saco y <strong>de</strong> ceniza, y ayunó é hizo<br />

penitencia <strong>de</strong> sus pecados; y el santo pontífice le instruyó<br />

en los misterios <strong>de</strong> nuestra santa fé, y <strong>de</strong>spués le<br />

bautizó.<br />

Sobre aquel lugar don<strong>de</strong> le bautizaba, <strong>de</strong> repente sobrevino<br />

una luz clarísima y mas resplan<strong>de</strong>ciente que el sol,<br />

y él salió <strong>de</strong> la pila <strong>de</strong>l bautismo con la carne blanca, sana<br />

y pura como <strong>de</strong> un niño, <strong>de</strong>jando el agua llena <strong>de</strong> aquella<br />

lepra á manera <strong>de</strong> escamas <strong>de</strong> peces. Con esta salud tan<br />

súbita, entera y milagrosa, quedó el emperador Constanlino<br />

muy confirmado en las cosas <strong>de</strong> nuestra sania fé, y<br />

<strong>de</strong>seoso <strong>de</strong> amplificarla por todo su imperio, y muy aficionado,<br />

<strong>de</strong>voto y obediente al santo ponlifice Silvestre, por<br />

cuyo medio el Señor le habia hecho lan señalado beneficio.<br />

Creció mas esta <strong>de</strong>voción <strong>de</strong>spués que san Silvestre, en<br />

presencia <strong>de</strong>l mismo emperador y <strong>de</strong> innumerable gente,-<br />

tuvo una disputa muy reñida y solemne con algunos sacerdotes<br />

y escribas <strong>de</strong> los judíos que blasfemaban <strong>de</strong> Cristo<br />

y reprendían al emperador, porque habia lomado la religión<br />

<strong>de</strong> un hombre á quien sus progenitores habian crucificado;<br />

pero el santo pontífice los convenció é hizo callar<br />

con razones y testimonios <strong>de</strong> la sagrada Escritura y con<br />

milagros, <strong>de</strong> manera que no osaron mas alzar la cabeza ni<br />

chistar; y Conslanfino conoció mas la verdad y santidad<br />

<strong>de</strong> la religión cristiana, y comenzó á favorecerla con igual<br />

magnificencia y piedad.<br />

Mandó <strong>de</strong>rribar los templos <strong>de</strong> los gentiles: edificó en<br />

Roma y en otras partes muchos y suntuosos templos al<br />

Dios verda<strong>de</strong>ro: enriqueciólos <strong>de</strong> riquísimos vasos <strong>de</strong> oro<br />

y plata, <strong>de</strong> cálices, cruces, patenas, incensarios, vinajeras,<br />

lámparas, can<strong>de</strong>leros <strong>de</strong> gran precio, y <strong>de</strong> artificio costosísimo<br />

y <strong>de</strong> inestimable valor; dotóles <strong>de</strong> rentas y posesiones<br />

riquísimas para la fábrica y suslento <strong>de</strong> los ministros,<br />

y <strong>de</strong> olores y zahumerios para incensar los altares en<br />

cada un año; y no contento con todo esto, <strong>de</strong>jó la ciudad <strong>de</strong><br />

Roma á san Silvestre, y pasó la silla <strong>de</strong>l imperio á la <strong>de</strong><br />

Bizancio, que <strong>de</strong> su nombre se llamó Gonstanlinopla y nueva<br />

Roma; lanta fué la piedad <strong>de</strong> esle gran<strong>de</strong> emperador.<br />

Y puesto caso que algunos lo pongan en duda; lo que aquí<br />

queda referido es lo cierto y comprobado con muchos antiguos<br />

y graves autores.<br />

Mas estando la iglesia católica en gran quietud y floreciendo<br />

nuestra sania religión, y propagándose en muchas<br />

pai tes por la santidad y vigilancia <strong>de</strong> nuestro pontífice Silvestre,<br />

y por la liberalidad y <strong>de</strong>voción <strong>de</strong>l emperador<br />

Constantino, el <strong>de</strong>monio por otra parte la lurbó, enviando<br />

<strong>de</strong>l inlicrnoiin gran<strong>de</strong> y perverso ministro suyo, llamado<br />

Arrio, para que sembrase la zizafia entre el buen trigo, y<br />

con nuevos y <strong>de</strong>svariados errores y herejías la inficionase.<br />

Era Arrio presbítero <strong>de</strong> Alejandría <strong>de</strong> Egipto, hombre ambicioso,<br />

altivo y vano, el cual, pretendiendo ser obispo <strong>de</strong><br />

aijuella ciudad, y viendo que no habia podido salir con su<br />

intento, comenzó á ensenar nueva doctrina y blasfemar<br />

contra Cristo nuestro Re<strong>de</strong>ntor, diciendo que no era consubstancial<br />

é igual en lodo con el Padre, y á engañar la<br />

gente, y hacer discípulos que le tenían por maestro, y lo<br />

seguían con grave daño y escándalo <strong>de</strong> la Iglesia católica.

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