Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

DIA 28.
esla vida lomporal Ies fué principio de la bienaventurada
y eterna, l'urccia que no estaban maduros para la muerte;
pero felicísimainente murieron para alcanzar la vida: apenas
habían gustado la presente, y luego pasaron la futura:
apenas habian llegado a los pañales y cunas de la ni-
Oez, cuando recibieron la corona : son arrebatados de los
brazos de las madres para ser colocados en el seno de los
ángeles.» Hasta aquí es de san Aguslin: y san Juan Crisóslomo
dice: «Aquella edad de los niños se levantaá alabar
á Dios que no tiene pecados, para que el que es digno
de alabanza sea dignamente loado, y el Inocente predicado
con el teslimoniode los inocent,es. Ellos reciben de Cristo,
y vuelven á Cristo lo que de él recibieron: toman y dan,
y en el mismo tiempo el que dió recibe, y el que recibió
da; torna Cristo á tomarlo que habia dado,cuando nócon
voces, sino con la sangre fué alabado de los niños. ¡O gloria
bienaventurada de los que morían; pues merecieron
ser mártires por Cristo! En un mismo tiempo comenzaron
á vivir y morir: entraron en el mundo y salieron de él:
recibieron el aire fresco de esta vida y pasaron á la inmortal:
siendo niños, fueron fuertes, y sin coronarse vencedores.»
Estas son palabras de san Juan Crisóstomo,
y de la misma manera hablan los otros santos doctores.
Para los padres asimismo fué de grande honra y provecho
este sacrificio, que se hizo de sus hijos; porque ¿qué
honra pudieron alcanzar en el mundo si vivieran, que se
pueda comparar con ser padres de mártires? Y juntamente
con la honra les fué de grande utilidad; porque con la
pena y dolor que tuvieron en la muerte de sus hijos, pudieron
pagar las culpas que habian cometido contra Dios,
y por ventura algunas de ellas eran por causa de los mismos
hijos, y con las muchas lágrimas que derramaron, especialmente
las madres lavaron las manchas de los pecados
pasados, y acrecentaron sus merecimientos delante
de Dios, sin cuya voluntad sabían que el rey Herodes no
tenia poder para quitar la vida á sus hijos. Pues para (oda
la iglesia católica ¿de cuánta gloria es tener entre innumerables
niát iircsquela cercan y hermosean con su sangre,
un escuadrón de niños, que antes de tener miembros para
la batalla, vencieron la muerte, el demonio y e! infierno;
y con su muerte nos enseñaron que no hay edad inhábil
para Dios, y que los padres deben tener gran cuenta de
consagrarle los hijos desde que nacen, pues son suyos, y
cuando se los quita, le vuelven lo que él les dió? También
es de creer que las almas de los padres que estaban en el
limbo recibieron nuevo consuelo, cuando las de estos benditos
niños les dieron nuevas del nacimiento del Salvador;
y por la muerte de ellos entendieron, que ya se comenzaba
á propagar (aunque con sangre) el reino de Cristo. Pero
¿qué diré del rey Uerodes y del castigo severfsimo que
Dios le dió aun en esta vida, por las otras maldades suyas;
pero mucho mas por la crueldad detestable que con tantos
niflos inocentes usó? Porque demásde no haber salido con
su intento ni podido haber á las manos á Cristo, y consumídose
de rabia y dolor por ello; y después que vertió
tanta y tan pura sangre, no se puede fácilmente creer el
abismo de calamidades en que (por justo juicio de Dios)
cayó, y las ondas, tempestades y miserias que en su misma
persona y casa padeció. Pensó esla furia infernal estorbar
el consejo de Dios, y engañado de su ambición lomó
las armas contra Cristo, creyendo que le venia á quitar el
reino y que le podría acabar; «Mas, ó rey impío y bárbamCIEMBBK.
591
ro (dice san Agustín); ¿qué te aprovecha tu crueldad y fe-~
rocidad?Bien puedes tú hacer mártires; pero no podrás
hallar á Cristo. ¿Piensas que el Salvador te ha de quitar
el reino? No es así; porque no ha venido Cristo para quitar
á nadie la gloria que tiene, sino para darle la suya; nó
para quitar el reino de la tierra, sino para dar el reino del
cielo á lodos los que creyeren en él y le amaren.» Estoes
de san Aguslin. Castigó el Señor una maldad tan atroz ó
inhumana, dando al rey una enfermedad tan grave, ó por
mejor decir, una multitud de tantas y tan graves enfermedades,
que lodo su cuerpo era un retablo de dolores;
porque (como dice Josefo) abrasábale interiormenle «n
fuego lento; padecía una hambre canina é insaciable; tenia
las entrañas llenas de llagas y de dolores cólicos, los
piés hinchados, las partes naturales llenas de gusanos, los
nervios contrahechos, la respiración dificultosa, y de todo
su cuerpo salia un olor tan malo que no se podía sufrir:
y vino á tan grande aborrecimiento de sí mismo, que pidió
un cuchillo con intento de matarse; y hnbiéralo hecho
si un nielo suyo no se lo hubiera estorbado. Cinco días
ánles que muriese, hizo malar á su hijo Antipairo que tenía
preso: y entendiendo que los judíos se habían de holgar
con su muerte, mandó llamar y venir so graves penas
á todos los hombres nobles dg su reino: y después quo
vinieron los hizo encerrar en un cierto lugar, para que en
espirando él sus soldados los matasen á todos, y celebrar
sus exequias con la muerte de ellos y con el llanto de todo
el reino: y mandó á Salomé, su hermana, que en todo
caso lo hiciese ejecutar; porque con esto él iría consolado
de esta vida, la cual acabó como se puede pensar de
quien tenia tal corazón y tales entrañas, y con gran regocijo
de todo su reino, por verse libre de tan espantoso tirano,
y especialmente de todos aquellos nobles y caballeros
que estaban como reses en el matadero, aguardando
el cuchillo; porque en muriendo el rey Ies dieron la vida
y los sobaron.
Pnes si cotejamos el fin que tuvo Herodes con la muerte
de estos bienaventurados niños, y las miserias del uno con
la felicidad de los otros; ¿quién no escogerá el morir por
Cristo ánles que reinar con Herodes? Temia el desventurado
que un niño le había de quitar el reino, y mató á lautos
niños por no perderle; y perdió el reino, la salud y la vida
y alma, que penará en los infiernos, mientras que Dios
fuere Dios: y todos sus hijos, nietos y descendientes so
acabaron dentro de cien años, y no quedó memoria de él ni
de ellos, sino para aborrecerlos como tiranos y crueles
enemigos de todo el linaje humano. Por otra parle, nuestros
niños benditos están delanle del trono de Dios, alabándole,
y son reverenciados de toda la Iglesia católica
por todo el mundo, y sus sagrados huesos y preciosas reliquias
adoradas y veneradas de los reyes y príncipes do
la tierra | su nombre dulce, la memoria amable, y la misericordia
que el Señor usó con ellos suavísima y de perpetua
recordación. Fué su martirio, imperando Octaviano
Augusto, á los 28 de diciembre, comenzando ei segundo
año de Cristo, según la mas probable opinión. Escribieron
de los santos inocentes varias homilías y sermones, san
Agustín, Hilario Arelatense, Pedro Crisólogo, Beda, san
Bernardo y otros autores, y de ellos todos los Martirologios
hacen mención.
* SAN EUTIQOIO r SAN DOMICUNO MÁamr-s.—De estos
santos el primero era presbítero y el segundo diácono. Vi-