Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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LA LEYIÍND v m OIÍO.
menle, coiue advirtió Oi ígeiies. Y en nuestro caso hay conveniente
razón : porqtie cuantío invocamos el nombre de
Jesús, no solo invocanios con este, nombre á nuestro Padre,
mas también á nuestro Juez: con que su justicia suelo
detener á su misericordia, para que ó no nos oiga, ó dilate
el despachar nuestra petición ; mas cuando nombramos
á María, solo invocamos nuestra Müdre, y á la Madre
de misericordia, en quien no hay título que embarace el
interceder por nosotros con su Hijo: y si inlercede María,
¿cómo la negará su Hijo lo que pidiere? ó ¿cómo ha de
embarazar su justicia á su misericordia ; pues atiende cantes
á los méritos de la Madre que inlercede, que á los deméritos
dei siervo que suplica ? Por eso prueba un doctor,
que el nombre de María obra algunos efectos ex opere opéralo,
solo con invocarle cualquiera que le invoque por voluntad
é institución divina, al modo que dan algunos
doctores esta virtud á la sefial de la cruz, á los cuales favorece
no poco san Agustín, y al moda que la tienen los
exorcismos de la Iglesia. Pero sea lo que fuere de esto; lo
cierto es, que los santos y doctores atribuyen semejantes
efectos, al nombro de María que al nombre de Jesús. San
Germán afirma, que el nombre de María destierra todo temor:
san Buenaventura, que los que invocaren á María,
no temerán en el punto de la muerte; y que no tiemblan
tanto los enemigos visibles de un copioso ejército, como
los demonios del nombre de María; y que tienen mucha
paz los que veneran este nombre : santa lírígida dice, que
el nombre de María le veneran los ángeles, le temen los
demonios, y trae salud á ¡os hombres que le invocan con
propósito de no pecar mas : el beato Alberto Magno, que
el nombre de María apaga las llamas deshonestas, é infunde
castidad : san Anselmo, que el nombre de María es
seguridad de los que se hallan en algún peligro : san Antonio
de Padua, que el nombre de María Irae alegría á les
triflcs, parque es júbilo en el corazón, miél en la boca y
música en eloido. Mas, ¿para qué es menester amontonar
testimonios, y gastar muchas palabras en lo que se puede
decir en pocas? A los que invocan con fó y devoción
cJ nombre de María, favorece Diosen todas sus necesidades
, socorre en iodos los peligros, consuela en todas las
aflicciones; y no hay ninguno tan miserable que no hallo
consuelo, alivio y socorro en este dulcísimo y poderosísimo
nombre.
Con todo esto, no se excusa apuntar uno ú otro de los
Innumerables milagros que ha obrado Dios para honrar y
ensalzar el nombre de su Madre,sacados de graves y diligentes
autores, Y aunque, si bien se considera, lodos los
milagros que Dios hace por la iiilercesion de María , qae
son continuos , grandes y estupendos en todas las partes
del mundo, y cen lodo género de personas, sirven para
ensalzar y magnificar el nombre de María; con todo eso
ba obrado muchos y muy grandes milagros, particularmente
por la invocación ó devoción de. este dulcísimo nombre.
San Alberto, carmelita, como refiere Surio en sn
vida , hizo mochos milagros con la invocación del santísimo
nombre de María. San Eustaquio cisierciense, era
devotísimo del nombre de María, y siempre que pasaba
por delante de alguna imágen de la Virgen, la saludaba,
diciendo: Ave María. Murió, y después de muerto, le hallaron
en la lengua , escritas con letras de oro, estas palabras
: Ave María. El beato Guillermo, monge también
-'V.erci'en.^e, repelía muchas veces estas dos palabras:
DÍA Uti
Ave María, que solamente había podido aprender en toda
su vida, por ser muy rudo; y agradó á Dios lanto esta
devoción, qué después de enterrado salió de su boca una
azucena, en cuyas hojas estaban escritas cen letras de oro
oslas palabras: Ave María. Lo mismo cuenta Angelo Guiano
en sus Anales del beato Francisco Senense de la órden do
los Servitas. Un soldado que por haber sido devoto de la
Virgen y babor dejado su devoción , no pudo pronunciar
en dos años el nombre de María ; dando limosna á cinco
pobres en reverencia de las cinco letras dei nombre de
María, al dar la última limosna al quinto pobre desaló Dios
su lengua y pudo pronunciar entonces y después toda su
vida el dulcf-iimo nombre de María. Mas no es maravilla
que haya hecho Dios estos y otros milagros , librando de
enfermedades, peligros de muerte, tentaciones, y de los
demonios á los hombres que invocan con devoción el
nombre de María ; pues ha sucedido no una vez sola, que
algunas avecillas de estas que aprenden á hablar, viéndose
presas del gavilán, con pronunciar el nombre do
María á que las habian acostumbrado; ellas quedaren libres,
y el gavilán cayó de reponte muerto. Aflado solamente
un caso, que cuenta Viucencio Uelovaccnse, en su
Espejo historial, porque ensena juntamenle una devoción
a! dulcísimo nombre de María. Dice, pues , este autor,
que había un monge llamado Josio, devotísimo del nombre
de María, en cuya reverencia rezaba cada día después de
maitines, cinco salmos que empiezan con las cinco letras
del nombre deMaiía , y son estos: 1. Magniftcat: 2. Ad
Duminum, cutn íribularer: Itclribue servo tuo: 4. In
comerlendo: 5. Ád le levavi oculos meos. Murió de repente
aunque no desprevenido, y yendo el abad con los mongos
á verle á su celda, hallaron su roslro hermoso, como de
un ángel que gozaba ya de la vista clara de Dios, y vic^-'
ron que do los ojos le salían dos bellísimas rosas, otras
dos de los oídos, y la quinta de la boca. En las hojas de
esta rosa estaba escrito el nombre de María; y en las hojas
do las cinco rosas los principios de los cinco salmos del
nombre de María. Esluvo el sanio cuerpo por enterrar siete
dhis, concurriendo mucha gente á ver tan gran maravilla
, con que Dios testificaba cuán agradable le había
sido aquella devoción al nombre de su Madre.
Por esto nuestra principal devoción después del nombre
de Jesús, ha de ser con el nombre de María; y sí pedimos
al Padre en nombre de su Hijo, para alcanzar loque
deseamos; pidamos al Hijo en nombre de su Madre, para
conseguirlo que pedimos. Dijo Cristo, que todo cuauto
pidiésemos al Padre en su nombre, nos lo concedería;
así podemos creer que no nos negará nada el Hijo, que le
pidiéremos en nombre de su Madre. San Gerardo , obispo
y mártir, y otros muchos devotos de la Virgen, no negaban
nada que les pidiesen en nombre de María. Pues ¿quién
creerá que no hará el Hijo á su Madre la honra que le
hacen los siervos ? Invoquemos en todas nuestras necesidades
y aflicciones el nombre de Jesús : porque es un
nombre sobre todo nombre, y no hay otro nombre debajo
del cielo, en que haya salud, sino este nombre: pero después
del nombre de Jesús invoquemos el nombre de María;
porque después del nombre de Jesús es nombre sobre
lodo nombre , y por medio de e»le nombre quiere Dios
coocodernos la salud qnc nos viene del nombre de Jesús.
Por eso el dukfeiiposan Bernardo después de haber dicho
que el nombre de María se interpreta estrella del mar,