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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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586 LA LEYENDA DE ORO. DIA 27.<br />

el cristiano, y tornó al judio con mucho senlirnionto, y<br />

contóle lo que le pasaba. El judío, que sabia lo que le habla<br />

dado, y que lomado aquel tósigo liumauamenle no podía<br />

vivir, y hecho prueba <strong>de</strong> ello en un perro, que en tomándolo<br />

luego allí murió; preguntóle al cristiano cómo le<br />

habia tomado, y lo que hizo cuando le tomó: y como el<br />

cristiano respondiese que hacia la señal <strong>de</strong> la cruz (como<br />

lo suelen hacer los cristianos), y luego bebia el veneno; el<br />

judió entendió que la cruz era tan po<strong>de</strong>rosa que quitaba la<br />

fuerza al veneno, prra que no pudiese matar: y alumbrado<br />

y movido <strong>de</strong> Dios, vino al glor ioso apóstol san Juan, y<br />

se echó á sus pies, diciéndole que quena ser cristiano, y<br />

el motivo que habia tenido para serlo. El apóstol le acogió<br />

con gran dulzura, y le instruyó en la fé y le bautizó: y sabiendo<br />

la necesidad que el otro pobre cristiano pa<strong>de</strong>cía, y<br />

cuán angustiado estaba, y cuán cercado por todas parles<br />

<strong>de</strong> tristezas y congojas, blanda y amorosamenle le consoló,<br />

y le mandó que tomase <strong>de</strong>l campo un manojo <strong>de</strong> yerbas,<br />

y que se las trajese. E! hombre las trajo, y e! apóstol<br />

hizo oración y lascftal <strong>de</strong>lacruz, y les echó su bendición,<br />

y luego se convirtieron en oro finísimo. Mandóle el santo<br />

que con aquel oro pagase sus <strong>de</strong>udas, y con el resto se<br />

sustentase, y que hiciese gracias á Dios por haberle librado<br />

<strong>de</strong> la muerte por virtud <strong>de</strong> ta santa cruz, y que <strong>de</strong><br />

allí a<strong>de</strong>lante tuviese mas confianza en el Señor, mostrándose<br />

en todo Padre benignísimo. Pero mucho mas mostró<br />

su caridad en otro hecho que se refiere <strong>de</strong> esta manera.<br />

Iba el santo apóstol <strong>de</strong> Efcso á otras ciuda<strong>de</strong>s, para asenlar<br />

en ellas los cimientos <strong>de</strong> nuestra santa religión. Fué<br />

una vezá una ciudad para darle obispo, y <strong>de</strong>spués encomendó<br />

al mismo obispo en nombre <strong>de</strong> Jesucristo á un mozo<br />

que allí vió, <strong>de</strong> vivo ingenio y lindo aspecto, para que<br />

le criase y le hiciese digno ministro <strong>de</strong>l Señor. El obispo<br />

recibió al mozo en su casa, y comenzó á ensefiarle el camino<br />

<strong>de</strong> la vida, y tratarle como <strong>de</strong>pósito recibido <strong>de</strong>l santo<br />

apóstol.<br />

Al principio teníale la rienda: <strong>de</strong>spués la aflojó y<br />

dló mas libertad: con la cual y con las malas compañías<br />

comenzó él mozo, como caballo <strong>de</strong>sbocado y sin<br />

freno, á no sufrir que nadie le fnése á la mano. Dióse á<br />

banquetes, y poco á poco á los otros vicios que <strong>de</strong>l regalo<br />

se siguen, y finalmente cayó en un abismo lan profundo<br />

<strong>de</strong> malda<strong>de</strong>s, que se hizo capitán <strong>de</strong> salteadores <strong>de</strong> caminos.<br />

Pasadoalgnn lioropo, volvió san Juan á aquella ciudad<br />

don<strong>de</strong> habia entregado el mozo al obispo: preguntóle por<br />

6!; y el obispo con muchas lágrimas y sollozos (como<br />

avergonzado y corrido) le dijo cuán perdido estaba, y el<br />

ejercicio en que andaba, y los medios que él habia tomado<br />

para curarle. Cuando san Juan oyó esto, no se pue<strong>de</strong><br />

fácilmente creer el dolor que tuvo, rasgando su vestidura<br />

y diciendo á gritos: Ituena guarda, por cierto, <strong>de</strong>jé yo en<br />

tí <strong>de</strong>l alma <strong>de</strong> mi hermano. Luego sin <strong>de</strong>tenerse subió en<br />

caballo con una guia, y se fué al monte don<strong>de</strong> estaba el<br />

mozo con su compañía <strong>de</strong> ladrones. Vióleel mozo: conocióle:<br />

echó á huir; y el santo viejo corrió tras él, y agran<strong>de</strong>s<br />

voces <strong>de</strong>cia: ¿Por qué huyes, hijo, á tu padre, mozo al<br />

viejo, y armado al <strong>de</strong>sarmado? Yo daré cuenta por tí á<br />

Ci isto, y moriré <strong>de</strong> buena gana por lí, como el Señormuriópor<br />

nosotros, y daré mi alma por la tuya. Enlernecióse-con<br />

estas pal^brns tan amorosas el corazón duro <strong>de</strong><br />

acpiel hijo perdido: paró: bajó <strong>de</strong>l caballo: echóse á los<br />

pies <strong>de</strong>l santo padre, <strong>de</strong>spavorido y temblando, y escondiendo<br />

la mano <strong>de</strong>recha con que habia <strong>de</strong>rramado lanía<br />

sangre. El santo, vertiendo muchas lágrimas, se postró á<br />

los piés <strong>de</strong>l mozo, y le besó la misma mano, que él <strong>de</strong><br />

vergüenza encubría, prometiéndole <strong>de</strong> alcanzarle <strong>de</strong>l Señor<br />

perdón <strong>de</strong>sús pecados. Llevóle á la iglesia: mandóle<br />

ayunar muchos días y perseverar en oración; y el mismo<br />

santo ayunó con él y oró por él, y le impetró tan copiosa<br />

gracia <strong>de</strong> Dios, que viéndole ya <strong>de</strong>l todo enmendado y<br />

perfecto, le encomendó una Iglesia, para que la gobernase:<br />

dando con este hecho lan ilustre ejemplo á los prelados,<br />

<strong>de</strong>l cuidado y zelo que <strong>de</strong>ben tener <strong>de</strong> las almas do<br />

sus subditos; y enseñándonos que la verda<strong>de</strong>ra penitencia<br />

restituye al hombre la gracia que por el pecado habia perdido.<br />

Mas ¿qué maravilla es que tuviese y mostrase lan entrañable<br />

amorá este mozo pecador el que tanto amaba á<br />

Jesucristo, y tan bien sabia lo que aquella alma le habia<br />

costado, y al pie <strong>de</strong> la cruz habia visto la sangre que por<br />

el'a habia <strong>de</strong>rramado? ¿El que estaba tan abrasado <strong>de</strong>l<br />

fuego divino y <strong>de</strong> la caridad <strong>de</strong> sus prójimos, que no tenia<br />

otra palabra en la boca, ni pedia á sus discípulos, sino<br />

que se amasen unos á otros? Porque (como dice san Gerónimo)<br />

estando ya este amorosísimo apóstol tan viejo<br />

que le llevaban en brazos á la iglesia y apenas podía hablar,<br />

no <strong>de</strong>cia otra palabra á los fieles, cuando se juntaban<br />

en la iglesia, sino: Filioli, diligite allerulrum: üijos,<br />

amaos unos á otros. Y como sus discípulos, como cansados,<br />

le preguntasen: ¿Por qué siempre les repella las mismas<br />

palabras, y les <strong>de</strong>cia, que se amasen unos á otros?<br />

El sanio respondió: Porque es precepto <strong>de</strong>l Señor; y si so<br />

hace, él solo basta. Pero con ser tan dulce para todos san<br />

Juan, con solo los herejes era severo, como se ve por lo<br />

que <strong>de</strong> él escribe Eusebio, dando por autor á san Policarpo:<br />

el cual <strong>de</strong>cia, que un dia el Señor inspiró á san Juan<br />

que fuese al baño: llegado á él, supo que estaba <strong>de</strong>ntro<br />

Corinlo, hereje; y volviéndose á los que iban con él. Ies<br />

dijo: Yámonos dj aquí, y no entremos en el baño en<br />

que se lava Cerinlo , enemigo <strong>de</strong> la verdad, para que no<br />

caiga el baño sobre nosotros y nos coja <strong>de</strong>bajo: dándonos<br />

en esto ejemplo <strong>de</strong> cuán aborrecible es á Dios el hereje, y<br />

con cuánto cuidadoy presteza nosotros <strong>de</strong>bemos huir <strong>de</strong> él.<br />

l'inalmente, siendo ya el sagrado apóstol muy viejo y cargado<br />

<strong>de</strong> años, <strong>de</strong> trabajos y merecimientos, y no minos<br />

<strong>de</strong> encendidos <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> verá su dulcísimo Maestro en el<br />

cielo, tuvo revelación <strong>de</strong> que le quería cumplir sus <strong>de</strong>seos<br />

y lleviirleá gozar <strong>de</strong> sí: y un dia habiendo amonestado á<br />

sus discípulos, y dícholes lo que en aquella hora les convenia,<br />

salió con ellos á un monte don<strong>de</strong> solia hacer oración,<br />

y mandó cavar en él y hacer un hoyo capaz <strong>de</strong> su<br />

cuerpo; y armándosecon la señal <strong>de</strong> cruz, y diciendo: Señor<br />

mió Jesucristo, sed conmigo; y á los que allí estaban<br />

présenles: La paz sea con vosotros, hermanos: echó su<br />

manto en el hoyo, y <strong>de</strong>spués entró en él. Allí cercado <strong>de</strong><br />

una resplan<strong>de</strong>ciente luz dió su espírilu al Señor, llorando<br />

todos sus discípulos, y <strong>de</strong>shaciéndose en lágrimas, por ver<br />

que perdían tal padre, tal maestro y pastor, y que se les<br />

ponia aquel sol que alumbraba al mundo.<br />

La muerle <strong>de</strong> san Juan escriben casi todos los santos y<br />

doctores antiguos, como Tertuliano, Eusebio Cesariense,<br />

que cita á san Ireneo, san Ambrosio, san Gerónimo, san<br />

Crisóslomo, san Agustín, san Isidoro, Gregorio Turonense,<br />

Nicéforo Calixto, Metafrasle; y fuera <strong>de</strong> estos tantos y tan

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