Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 25. tido de viejo y usado en el mundo? Tid finalmeníe hnhia do venir, cuales nos deseaba liacer; y tal habia de sor la manera do su vida cual era su dodrina; porque si de o¡i a manera viniera, fuera conlrario A sí, y con las obras desluciera lo que con la doctrina predicaba. Cierto que si así no viniera, no se mostrara sabiduría eterna del Padre; porque no viniera de la manera que couvenia: que es ct.scfiarnos por su doctrina y muclio mas por su ejemplo el camino de la verdadera santidad y felicidad, y el desengano de los hombres miserables del siglo que tatito esliinauias cosas frágiles y perecederas de él, y están tan abrazados y aferrados con las riquezas, delicias y honras vanas, que tienen por rosas ¡as espinas y la hiél por miel, y la amargura por dulzura, y el trabajo por descanso, y la flaqueza por consuelo y regalo. Así que, si el Señor venia á ser el caudillo, el capilan, la guie y eiemp!o de todos los sanios, y el espejo y dechado de todas la virtudes (de donde ellos hablan de sacar las suyas), no habia de venir de otra manera sino de la que vino, para planlar en los corazones de los hombros el menosprecio de lodo lo criado, y el aprecio y eslima y perfecto an.or del Criador: y así, hablando el gran padre san Agustin de esta medicina, dice: «¡Ó medicina que lodas las cosas remedia, que recoge lodas las cosas derramadas, que repara todas las flacas y enfermas, que corla lodas las supei fluas, y corrige todas las depravadas!)) Y san Dernardo dice {»ernmw de Nalivilate): «¿Vara (pié hemos ó qué neccsulad hubo, que el Señor de la majestad se abatiese y se humillase, y se abreviase, sino para que vosolros hagáis lo que él hizo? Ya clama con el( ejemplo lo que después ha de predicar con la palabra: para que se halle sor verdadero el que dijo, que Jesús comenzó á hacer y á ensenar. Por tanto yo os ruego afectuosamente, hermanos, que no os dejéis pasar un ejemplo tan admirable sin fi nio, sino que os conforméis con él y os renovéis en el espírilu de vuestra mente. Porque ¿qué cosa hay mas fea y mas aborrecible, y mas digna de castigo, que ver á Dios del cielo niño, y quererse engrandecer sobre la tierra? Intolerable desvergüenza es, que donde se humilló su Majestad, el gusano se hinche y desvanezca.» Uasla aquí son palabras do san Bernardo. ¿Qué soberbia se puede sanar, si con esta humildad del Hijo de Dios no so sana? ¿Qué avaricia se puede curar, si con la pobreza del establo no so cura? ¿Quién será tan ingrato y desconocido, que viendo al Criador de los cielos, al Señor de los ángeles, á la gloria de los bienavenlurados en osle hábito y figura Un humilde, padeciendo desde su nacimiento tantas maneras de ti abajos, no se esfuerce á imitar algo de lo que ve en él? Pudo tanto este ejemplo del Señor y la dodrina, que (como dijimos) desde el pesebre, coma de una cátedra divina, nos enseñó, que innumerables mongos y discípulos suyos por imitarle hicieron divorcio de todas las cosas del mundo y de ricos se hicieron pobres, y de poderosos y estimados, abatidos .y humildes, y se abrazaron con la abnegación de sí mismos y con la proa de Cristo; de manera que lodos sus gustos y deleites eran afligirse y marlirizai se por su amor, hallando en las penas regalo, en la morliíkacion contento, y en la muerte vida, Y osla es la primera cosa, que en el sacrosanto nacimiento del Yerbo eterno debemos considerar. DIGÍEJiBRE. 5/ La segunda cosa es, ponderar lo que el evangelista san Lucís nos dice del sagrado parlo de la Yírgen, y hs drfimslancias que concurrieron en el nacimiento de su preciosí-imo Hijo. Mas áníes que desenvolvamos esta dulcísima historia, y representemosñ los fieles este espectáculo qae admiróá los ángeles, á los hombres, al cíelo y á la tierrra; bien es que presupongamos que no nació el Salvador sujeto á lugar ni á tiempo, como nacen lodas Ins otras criaturas; porque (como dijimos con san Bernardo) la criatura que eslá en el vientre de la mach e no puede salir á luz y entrar en esta vida cuando quiere y donde (¡uiere: mas el Salvador del mundo , como Señor de los tiempos y de todo lo criado, pudo escoger el tiempo y el lugar on que habia de nacer y trazar las cosas de manera que lodos le sirviesen y fuesen inslrumenlo de su divina providencia: la cual es suave y fuerte ; y por una parte da cabo á lodo lo que quiere , tan infaliblemente que ninguna cosa se lo puede estorbar; y por otra lo dispone y ordena con tan adaiirable suavidad, que algunas veces parece que las cosas ellas mismas se hacen,como si la divina providencia no las menease y anduviese en ellas: y osla consideración es muy eficaz y de gran fuerza para aquietar y consolar algunas almas afligidas y zelosas de la gloria del Señor, cuando ven en el mundo algunos acaecimientos tan extraños y tan exorbitantes, como si Dios no tuviese la mano en ellos y estuviesen fuera de la jurisdicción de su providencia , que (como dijimos) es fue:le y suave; y por medio de ella el Señor como sapieulísimo pilólo, lleva, el gobernalle y guia el navio ai puerto, cuando quiere y como quiere, por mas que los vientos sean furiosos y los mares allerados : porque cerno dice el profeta Isaías: Cotisilhm meum slnhit, et omnis voluntas mea fiel: lo que yo delerminarc soiá fu me y eslable, y lodo lo que yo quisiere so hará. Volviendo , pues, á nueslro propósito, esla providencia divina escogió el tiempo y el lugar en que el unigénito Hijo de Dios y de Maií i halda de nacer, y ordenó que el emperador de Roma y lodas Jas criaturas sirviesen al nacimiento de su IV y y Sefior, y que tes!ifi;vasen que era Dios el que nacía: porque primeramente cuanto al tiempo quiso nacer después de laníos siglos y millares de años (pie habían pasado desde el pecado de nuestro primer padre; para que mejor se conociese la enfermedad y so enlendiese la necesidad que el linaje humano tenia do PCmedio, y que las fuerzas de la naturaleza no se le podían dar; y deseasen y pidiesen á Dios osle médico cele^ial, y remediador de lodos nuestros males, y como lan deseado de lodas las gentes, fuese mejor recibido y abrazado. Escogió asimismo el tiempo de paz, como iey pacífico y medianero entre Dios y el hombre: y para esto ordenó que el emperador Oclaviano Augusto, habiendo vencido y sujetado á- lodos sus enemigos, gozase de gran paz y quietud. Y porque venia como maestro del cielo á enseñarnos la espereza y mortificación de la caí ne, como habofao» dicho, escogió para nacer el mes de diciembre, tiempo áspero, desabrida y frió, y muy conlrario ála ternura del niño y á la delicadeza de la madre. Por la misma causa, y para mostrarse Hijo verdadero de David [k quien se habia hecho la promesa que de su linaje nacerla el Mesías), escogió á Celen, aldea pequeña cerca de Jerusalen, para darnos en todo ejemplo de humildad y menosprecio de la vanidad de los hijos de Adán, que tanto se precian de haber nacido en lugares ílusires y de gran nombre. Y para que se cumpliese cu lodo el consejo de

573 LA LEYEN DA DE ORO. DÍA !25. Dios, y con la novedad y extrañeza de las cosas qne sucedían esluviese el inundo admirado y asombrado y con grande expectación, y todas las criaturas sirviesen al nacimiento de su Criador; en aquel mismo tiempo ó poco antes que naciese sucedieron raros prodigios y cosas maravillosas que so pueden ver en los autores de las Historias eclesiásticas y profanas, y nosotros apuntamos algunas de ellas, auténticas y verdaderas, en la vida que escribimos de Cristo nuestro Redentor : porque otras hay recibidas por tales , que no lo son. Y porque la sacratísima Virgen y su esposo san José moraban en Nazaret: para que se cumpliese lo que Dios había determinado y eí profeta Miqueas profetizado, que babia de nacer el Mesías y capitán del pueblo de Israel en el pequeño y humilde de Belén; dispuso eí St'ñor las cesas de manera, que el emperador Octaviano, con la paz que tenia en su imperio, mandó publicar un edicto en que ordenaba que lodos sus subditos se encabezasen, cada uno en la ciudad donde estaba la cabeza de su familia y de donde él tenia su origen y descendencia: porque'de esta suerte pretendía eí emperador, ó saber la gente de guerra que tenia en todo su imperio y las fuerzas qne de él pedia sacar cuando fuese menester; ó lo qne es mas probable, quería acrecentar sus rentas echando algún pecho y nuevo tributo sobre cada cabeza de sus vasallos. Con esta ocasión que sirvió suavemente á lo que el Señor había determinado, partió la santísima Yírgen de la ciudad de Nazaret para Belén, estando preñada y para parir,con su espeso san José; porqno descendía de la casa y familia deí rey David, que nació en Belén, donde estaba eí solar y cepa do toda su familia: y no solamoate los hombres habkin de presentarse y empadronarse, sino también las mujeres á lo que algunos graves ;;ulores dicen, y parece que el sagrado Evangelio lo signilita. Ilabia de Nazaret á Belén cuatro jornadas: el camino era áspero y el tiempo riguroso y frío: ios caminantes pobres y mal proveídos; y la Virgen sacratísima de pocos años y preñada de nueve meses, y con tantas y tan grandes incomodidades, como se pueden pensar: pero ninguna cosa ni impedimento fué parte para que no obedeciere al mandato del profano emperador; porque como tenia en sus entrañas aquel Señor que venia con su obediencia á remediar al mundo perdido por falla de ella , él mismo la movía y alentaba , para que ella hiciese, antes de su nacimiento, lo qne él había do hacer en toda la vida : y con su ejemplo enseñase á dar á César lo que es del César y á Dios lo que es de Dios. Muchos creen y nó sin gran fundamento, que lodo aquel largo camino anduvo la Virgen á pié: porque su pobreza era grande y su preñez no se lo estorbaba, ni el Hijo que tenia ^n sa sagrado vientre le era carga, sino alivio, ni le quitaba las fuerzas, ánlcs se las daba para cualquiera trabajo óé camino. Verdad es que el evangelista no lo dice el haber ido á pié, y que el haber ido en algún jumento (como comunmente ía pintan) no repugna á su pobreza; y algunos autores son de esta opinión. Llegaron á Belén los divinos caminantes muy faltos de regalos, pero muy llenos de la dulzura y consuelo del cielo que llevaban consigo. Hallaron el pueblo, que era pequeño, lleno de gente que de todas partes venian á encabezarse: todas las posadas estaban ocupadas,, y por mucho que le buscaron no hallaron albergue ni mesón: poi que.como los veían pobres, todos Ies daban de mano, sin haber quién los acogiese ni se compadeciese; y asi fueron forzados á retirarse á un establo que oslaba pegado al arrabal y cerca de Belén , !a cual estaba edificada en una costanera de nn collado, y al fin de él, hacia ía parte de Oriente, había una cueva donde comunmente ios pobres peregrinos y pastores se acogían en tiempo de necesidad. En este palacio entró la Reina de los ángeles ; este pobre y vil legar, y propio de bestias, escogió para nacer el Criador del universo, y el qne por su inmensidad no puede ser comprendido del cielo ni déla tierra. Estando aquí,dico el evangelista que llegó aquella hora de ía coal pendía la salud deí mundo , el reparo deí cíelo, la victoria del demonio, eí triunfo de la muerte y del pecado: llegó aquella dichosa y bienaventurada hora en que la Virgen había de parir á su unigénito Hijo; ahora sea porque la misma noche que llegaron ( como algunos contemplan), se cumplió: ahora, porque habiendo llegado algún día antes, estando en aquella cueva y establo [como parece que lo significa san Lucas), el término del sagrado parto se cumplió. Entendió la sacratísima y purísima Virgen que se acercaba ía hora en que Dios quería manifestar al mundo sus riquezas y tesoros; y encendida de un amoroso y dulcísimo afecto de ver á su benditísimo Hijo, se puso en una altísima contemptacion de aquel inefable misterio. Después de haber estado un rato absorta y trasportada en Dios , dice santa Brígida en sus revelaciones; que la Virgen se descalzó sus zapatos, y se quitó el manto blanco con que se cubría , y el velo de la cabeza, y que quedando en cuerpo y en cabello , sacó des pañales de lana y lino , que traía aparejados para envolver al Niño, viles y pobres, pero aseados y limpios. Después hincada de rodillas, volviéndose hácia la parte de Oriente, levantadas las manos y ojos al cielo, llena de una divina dulzura , comenzó á suplicar al Señor que saliese á la luz la luz del mundo, con estas y otras semejantes paiabras: 0 I'adro eterno , que os habéis dignado darme por hijo á vuestro unigénito Dijo, y encerrar en mis entrañas vues- Iro tesoro, y en esta vil concha do mi cuerpo la perla inestimable de vuestra figura y sustancia ; yo os suplico humildemente que descubráis al mundo esta vuestra perfectísima imagen para que por ella os conozcan. Salgado su criatura el Criador de todas las cosas, ía fuente caudalosa de un rio pequeño, la raíz do su rama, de su pámpano la vid verdadera, el sol de la estrella y la esposa de su tálamo. Vea eí mundo á su Hacedor, el ángel á su Rey, y á su cabeza coronada con la diadema de nuestra humildad , eí pecador á su Redentor, el justo á su Justificador, el atribulado á su Consolador, el gentil á su Alumbrador y el justo á su Gloriticador; y yo, vuestra humilde sierva y esclava, á mi unigénito Hijo. Era la media noche mucho mas clara que el medio día, cuando todas las cosas se reparan del trabajo y gozan del silencio y quietud : y acabada la oración de la Virgen sacratísima , comenzaron los cielos á (tolilar miel y dulzura ; y ella sin dolor, sin pesadumbre, sirt corrupción y mengua de su pureza virginal, vió delante de sí, salido desús entrañas, mas limpio y mas resplandeciente que el mismo sol, al bien y remedio del mundo, liiitando de frío, y que ya con sus lágrimas comenzaba á hacer oficio de Redentor. No so puede con palabras explicar, ni con enlcndimíento humano comprender oí gozo que la purísima Virgen luvo en aquel punto , y la admiración y csiupor que le causó-

DIA 25.<br />

tido <strong>de</strong> viejo y usado en el mundo? Tid finalmeníe hnhia<br />

do venir, cuales nos <strong>de</strong>seaba liacer; y tal habia <strong>de</strong> sor la<br />

manera do su vida cual era su dodrina; porque si <strong>de</strong> o¡i a<br />

manera viniera, fuera conlrario A sí, y con las obras <strong>de</strong>sluciera<br />

lo que con la doctrina predicaba. Cierto que si así<br />

no viniera, no se mostrara sabiduría eterna <strong>de</strong>l Padre; porque<br />

no viniera <strong>de</strong> la manera que couvenia: que es ct.scfiarnos<br />

por su doctrina y muclio mas por su ejemplo el<br />

camino <strong>de</strong> la verda<strong>de</strong>ra santidad y felicidad, y el <strong>de</strong>sengano<br />

<strong>de</strong> los hombres miserables <strong>de</strong>l siglo que tatito esliinauias<br />

cosas frágiles y perece<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> él, y están tan<br />

abrazados y aferrados con las riquezas, <strong>de</strong>licias y honras<br />

vanas, que tienen por rosas ¡as espinas y la hiél por miel,<br />

y la amargura por dulzura, y el trabajo por <strong>de</strong>scanso, y<br />

la flaqueza por consuelo y regalo. Así que, si el Señor venia<br />

á ser el caudillo, el capilan, la guie y eiemp!o <strong>de</strong> todos<br />

los sanios, y el espejo y <strong>de</strong>chado <strong>de</strong> todas la virtu<strong>de</strong>s<br />

(<strong>de</strong> don<strong>de</strong> ellos hablan <strong>de</strong> sacar las suyas), no habia <strong>de</strong><br />

venir <strong>de</strong> otra manera sino <strong>de</strong> la que vino, para planlar en<br />

los corazones <strong>de</strong> los hombros el menosprecio <strong>de</strong> lodo lo<br />

criado, y el aprecio y eslima y perfecto an.or <strong>de</strong>l Criador:<br />

y así, hablando el gran padre san Agustin <strong>de</strong> esta medicina,<br />

dice: «¡Ó medicina que lodas las cosas remedia,<br />

que recoge lodas las cosas <strong>de</strong>rramadas, que repara todas<br />

las flacas y enfermas, que corla lodas las supei fluas, y<br />

corrige todas las <strong>de</strong>pravadas!)) Y san Dernardo dice {»ernmw<br />

<strong>de</strong> Nalivilate): «¿Vara (pié hemos ó qué neccsulad<br />

hubo, que el Señor <strong>de</strong> la majestad se abatiese y se humillase,<br />

y se abreviase, sino para que vosolros hagáis lo<br />

que él hizo? Ya clama con el( ejemplo lo que <strong>de</strong>spués ha<br />

<strong>de</strong> predicar con la palabra: para que se halle sor verda<strong>de</strong>ro<br />

el que dijo, que Jesús comenzó á hacer y á ensenar.<br />

Por tanto yo os ruego afectuosamente, hermanos, que no<br />

os <strong>de</strong>jéis pasar un ejemplo tan admirable sin fi nio, sino<br />

que os conforméis con él y os renovéis en el espírilu <strong>de</strong><br />

vuestra mente. Porque ¿qué cosa hay mas fea y mas aborrecible,<br />

y mas digna <strong>de</strong> castigo, que ver á Dios <strong>de</strong>l cielo<br />

niño, y quererse engran<strong>de</strong>cer sobre la tierra? Intolerable<br />

<strong>de</strong>svergüenza es, que don<strong>de</strong> se humilló su Majestad, el<br />

gusano se hinche y <strong>de</strong>svanezca.» Uasla aquí son palabras<br />

do san Bernardo. ¿Qué soberbia se pue<strong>de</strong> sanar, si con<br />

esta humildad <strong>de</strong>l Hijo <strong>de</strong> Dios no so sana? ¿Qué avaricia<br />

se pue<strong>de</strong> curar, si con la pobreza <strong>de</strong>l establo no so cura?<br />

¿Quién será tan ingrato y <strong>de</strong>sconocido, que viendo al Criador<br />

<strong>de</strong> los cielos, al Señor <strong>de</strong> los ángeles, á la gloria <strong>de</strong><br />

los bienavenlurados en osle hábito y figura Un humil<strong>de</strong>,<br />

pa<strong>de</strong>ciendo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su nacimiento tantas maneras <strong>de</strong> ti abajos,<br />

no se esfuerce á imitar algo <strong>de</strong> lo que ve en él? Pudo<br />

tanto este ejemplo <strong>de</strong>l Señor y la dodrina, que (como dijimos)<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el pesebre, coma <strong>de</strong> una cátedra divina, nos<br />

enseñó, que innumerables mongos y discípulos suyos por<br />

imitarle hicieron divorcio <strong>de</strong> todas las cosas <strong>de</strong>l mundo<br />

y <strong>de</strong> ricos se hicieron pobres, y <strong>de</strong> po<strong>de</strong>rosos y estimados,<br />

abatidos .y humil<strong>de</strong>s, y se abrazaron con la abnegación<br />

<strong>de</strong> sí mismos y con la proa <strong>de</strong> Cristo; <strong>de</strong> manera que<br />

lodos sus gustos y <strong>de</strong>leites eran afligirse y marlirizai se<br />

por su amor, hallando en las penas regalo, en la morliíkacion<br />

contento, y en la muerte vida, Y osla es la primera<br />

cosa, que en el sacrosanto nacimiento <strong>de</strong>l Yerbo eterno <strong>de</strong>bemos<br />

consi<strong>de</strong>rar.<br />

DIGÍEJiBRE. 5/<br />

La segunda cosa es, pon<strong>de</strong>rar lo que el evangelista san<br />

Lucís nos dice <strong>de</strong>l sagrado parlo <strong>de</strong> la Yírgen, y hs drfimslancias<br />

que concurrieron en el nacimiento <strong>de</strong> su preciosí-imo<br />

Hijo. Mas áníes que <strong>de</strong>senvolvamos esta dulcísima<br />

historia, y representemosñ los fieles este espectáculo qae<br />

admiróá los ángeles, á los hombres, al cíelo y á la tierrra;<br />

bien es que presupongamos que no nació el Salvador<br />

sujeto á lugar ni á tiempo, como nacen lodas Ins otras<br />

criaturas; porque (como dijimos con san Bernardo) la<br />

criatura que eslá en el vientre <strong>de</strong> la mach e no pue<strong>de</strong> salir<br />

á luz y entrar en esta vida cuando quiere y don<strong>de</strong> (¡uiere:<br />

mas el Salvador <strong>de</strong>l mundo , como Señor <strong>de</strong> los tiempos<br />

y <strong>de</strong> todo lo criado, pudo escoger el tiempo y el lugar on<br />

que habia <strong>de</strong> nacer y trazar las cosas <strong>de</strong> manera que lodos<br />

le sirviesen y fuesen inslrumenlo <strong>de</strong> su divina provi<strong>de</strong>ncia:<br />

la cual es suave y fuerte ; y por una parte da cabo á lodo<br />

lo que quiere , tan infaliblemente que ninguna cosa se lo<br />

pue<strong>de</strong> estorbar; y por otra lo dispone y or<strong>de</strong>na con tan<br />

adaiirable suavidad, que algunas veces parece que las<br />

cosas ellas mismas se hacen,como si la divina provi<strong>de</strong>ncia<br />

no las menease y anduviese en ellas: y osla consi<strong>de</strong>ración<br />

es muy eficaz y <strong>de</strong> gran fuerza para aquietar y consolar<br />

algunas almas afligidas y zelosas <strong>de</strong> la gloria <strong>de</strong>l Señor,<br />

cuando ven en el mundo algunos acaecimientos tan extraños<br />

y tan exorbitantes, como si Dios no tuviese la mano<br />

en ellos y estuviesen fuera <strong>de</strong> la jurisdicción <strong>de</strong> su provi<strong>de</strong>ncia<br />

, que (como dijimos) es fue:le y suave; y por medio<br />

<strong>de</strong> ella el Señor como sapieulísimo pilólo, lleva, el gobernalle<br />

y guia el navio ai puerto, cuando quiere y como<br />

quiere, por mas que los vientos sean furiosos y los mares<br />

allerados : porque cerno dice el profeta Isaías: Cotisilhm<br />

meum slnhit, et omnis voluntas mea fiel: lo que yo <strong>de</strong>lerminarc<br />

soiá fu me y eslable, y lodo lo que yo quisiere so<br />

hará.<br />

Volviendo , pues, á nueslro propósito, esla provi<strong>de</strong>ncia<br />

divina escogió el tiempo y el lugar en que el unigénito<br />

Hijo <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> Maií i halda <strong>de</strong> nacer, y or<strong>de</strong>nó que el<br />

emperador <strong>de</strong> Roma y lodas Jas criaturas sirviesen al nacimiento<br />

<strong>de</strong> su IV y y Sefior, y que tes!ifi;vasen que era<br />

Dios el que nacía: porque primeramente cuanto al tiempo<br />

quiso nacer <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> laníos siglos y millares <strong>de</strong> años<br />

(pie habían pasado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el pecado <strong>de</strong> nuestro primer<br />

padre; para que mejor se conociese la enfermedad y so<br />

enlendiese la necesidad que el linaje humano tenia do PCmedio,<br />

y que las fuerzas <strong>de</strong> la naturaleza no se le podían<br />

dar; y <strong>de</strong>seasen y pidiesen á Dios osle médico cele^ial,<br />

y remediador <strong>de</strong> lodos nuestros males, y como lan <strong>de</strong>seado<br />

<strong>de</strong> lodas las gentes, fuese mejor recibido y abrazado.<br />

Escogió asimismo el tiempo <strong>de</strong> paz, como iey pacífico<br />

y medianero entre Dios y el hombre: y para esto or<strong>de</strong>nó<br />

que el emperador Oclaviano Augusto, habiendo vencido<br />

y sujetado á- lodos sus enemigos, gozase <strong>de</strong> gran paz<br />

y quietud. Y porque venia como maestro <strong>de</strong>l cielo á enseñarnos<br />

la espereza y mortificación <strong>de</strong> la caí ne, como habofao»<br />

dicho, escogió para nacer el mes <strong>de</strong> diciembre,<br />

tiempo áspero, <strong>de</strong>sabrida y frió, y muy conlrario ála ternura<br />

<strong>de</strong>l niño y á la <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za <strong>de</strong> la madre. Por la misma<br />

causa, y para mostrarse Hijo verda<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> David [k quien<br />

se habia hecho la promesa que <strong>de</strong> su linaje nacerla el<br />

Mesías), escogió á Celen, al<strong>de</strong>a pequeña cerca <strong>de</strong> Jerusalen,<br />

para darnos en todo ejemplo <strong>de</strong> humildad y menosprecio<br />

<strong>de</strong> la vanidad <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong> Adán, que tanto se<br />

precian <strong>de</strong> haber nacido en lugares ílusires y <strong>de</strong> gran<br />

nombre. Y para que se cumpliese cu lodo el consejo <strong>de</strong>

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