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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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do nuestros invictísimos príncipe?, y serás su gran<strong>de</strong> amigo.<br />

No quiero lu amistad (dijo Gregorio), ni sacrificará<br />

los <strong>de</strong>monios,sino solo á mi Dios y Señor Jesucristo. Loco<br />

estás, misero Gregorio (dijo Placeo); pues no temes tantas<br />

penas como te amenaza mi rigor. Tú eres el loco (dijo<br />

el divino Gregorio), que no conoces á tu Criador Jesucristo,<br />

y adoras á los <strong>de</strong>monios infernales.<br />

Aquí acabó <strong>de</strong> (laquear <strong>de</strong> Fiaeco la paciencia, y dijo furioso<br />

: Hola, dadle crueles golpes y azotes en las mejillas<br />

y boca ; porque blasfema <strong>de</strong> nuestros dioses. Hiciéronlo<br />

así al punto ; y el invictísimo mártir <strong>de</strong>cia con gran paciencia<br />

: Ministros <strong>de</strong> Satanás, haced lo que él os or<strong>de</strong>na.<br />

Viéndolo sufrir con tal paciencia, volvió Flacco á <strong>de</strong>cirle:<br />

Llega y sacrifica á los dioses, antes que sobre tí vengan<br />

mayores tormentos. Ya te he dicho (dijo el santo ) que no<br />

sacrificaré á los <strong>de</strong>monios; sí solo á mi Señor Jesucristo,<br />

que hizo el cielo, la tierra , el mar y cuanto en<br />

ellos se encierra. Hola (dijo Flacco), traed al punto nudosos<br />

bastones , secos y fuertes , y rompedle á palos los<br />

costados, diciendo : Asi pa<strong>de</strong>cen los rebel<strong>de</strong>s á los dioses<br />

y á los príncipes. Ejecutáronlo al punió; y el santo storioso<br />

<strong>de</strong>cia: Sabe, ó Flacco, que por los lormenlos y males que<br />

en mi cuerpo ejecutas, me ha <strong>de</strong> dar doblados bienes mi<br />

Señor Jesucristo en el cielo. Habíanle tendido boca abajo<br />

en el suelo, y ya le hablan abierto las espaldas sagradas á<br />

palos, cuando dijo furioso el juez. Volvedlo, y <strong>de</strong>shacedle<br />

el vientre á palos. Entonces Gregorio , levantando los ojos<br />

al cielo, dijo : Señor mió Jesucristo, ten <strong>de</strong> mi misericordia.<br />

Entonces Flacco y Tircano, cierto amigo que le acompañaba,<br />

tal como él, dijeron : Ten tú, ó Gregorio, misei i-<br />

cordia y piedad <strong>de</strong> ti , antes que mueras : esto te aconsejamos<br />

como amigos. Apartaos <strong>de</strong> mi , ministros <strong>de</strong> Satanás<br />

( dijo el esforzado y santísimo Gregorio); que no lio<br />

menester vuestros consejos, ni quiero vuestra amistad ni<br />

consuelo ; porque tengo presente á mi Señor Jesucristo,<br />

que me conforta, alienta y consuela en mis heridas. Esa,<br />

ó <strong>de</strong>sdichado, es la locura que no te <strong>de</strong>ja vivir, dijo Flacco.<br />

¡ Qué importa (dijo Gregorio) que quites y acabes la<br />

vida <strong>de</strong> mi cuerpo, si mi dulce y amado Dios vivifica, conforta<br />

y consuela mi alma !<br />

Hola (dijo Flacco), atadle <strong>de</strong> piés y manos : ponedlo sobre<br />

las parrillas <strong>de</strong> hierro tendido, y encen<strong>de</strong>d <strong>de</strong>bajo un<br />

gran fuego, y asadlo vivo ; á ver si da gracias á Dios en<br />

el fuego. Al instante obe<strong>de</strong>cieron aquellos infernales ministros;<br />

pero el inviclísimo mártir , viéndose en el fuego,<br />

comenzó á orar <strong>de</strong> esta suerte: Señor mió Jesucristo, Dios<br />

<strong>de</strong> Abrahan, Dios <strong>de</strong> Isaac, Dios do Jacob, Dios <strong>de</strong> nuestros<br />

padres, tú, que no <strong>de</strong>sprecias los humil<strong>de</strong>s ruegos <strong>de</strong><br />

tus siervos: tú que entraste con los tres niños en el horno<br />

do Babilonia, asísteme y favoréceme también á mí, en medio<br />

<strong>de</strong> este gran fuego que por tí pa<strong>de</strong>zco. En este punto<br />

hubo un gran terremoto ó temblor <strong>de</strong> tierra en toda la ciudad,<br />

y cayó gran parle <strong>de</strong> ella, y murieron mas <strong>de</strong> cuatrocientos<br />

cincuenta paganos, que estaban sacrificando á<br />

sus dioses: lo cual visto por Flacco, bramó como toro:<br />

rugió como león furioso ; y asombrado y lleno <strong>de</strong> furor y<br />

miedo, huyó <strong>de</strong> «pal lugar. Su amigo Tircano quedó por<br />

él y dijo : Hola, traed luego grillos y ca<strong>de</strong>nas y cargadlo<br />

<strong>de</strong> hierro : poned al instante á este encantador en la cárcel,<br />

y en el lugar mas penoso y duro, y que<strong>de</strong>n guardándole<br />

<strong>de</strong> dia y <strong>de</strong> noche los soldados <strong>de</strong> Flacco porque no<br />

se huya.<br />

LA LEYENDA DE ORO.<br />

DÍA n.<br />

Luego que estuvo en la cárcel, se le apareció el ángel<br />

<strong>de</strong>l Señor, hermoso y resplan<strong>de</strong>ciente, y le dijo : La paz<br />

sea contigo, Grogorio santísimo ; no lemas : y al insiante<br />

se rompieron los grillos y ca<strong>de</strong>nas, quedando el bendito<br />

mártir libre, sano y bueno, y la cárcel que era oscurísima,<br />

llena <strong>de</strong> una claridad celestial.'Gregorio se postró, y<br />

puesta su cara sobre la tierra , con toda humildad y rendimiento<br />

dijo : Gracias te doy infinitas , Señor mió Jesucristo,<br />

porque te dignaste <strong>de</strong> enviarme lu santo ángel, que<br />

ha consolado y confortado mi alma : yo le confieso y confesaré<br />

eternamenle lu sanio nombre ; porque tú solo eres<br />

Dios. El ángel le dijo : Siervo bueno y fiel, ven á mi gloria<br />

; que si en lo menos fuiste fiel , yo le constituiré en lo<br />

mas': entra en los gozos eternos <strong>de</strong> tu Señor : y con esto<br />

<strong>de</strong>sapareció el ángel; y Gregorio se levantó , alabando y<br />

bendiciendo á Dios. El dia siguiente , vuelto en si y perdido<br />

ya el justo temor, que jamás <strong>de</strong>biera per<strong>de</strong>r , por el<br />

cruel Flacco, hizo poner su tribunal en medio <strong>de</strong> la plaza,<br />

y traer á Gregorio , á quien le dijo así : Ea , Gregorio,<br />

tiempo es ya <strong>de</strong> que <strong>de</strong>jes lu locura y sacrifiques á los<br />

inmortales dioses. A quien Gregorio respondió animeso: Jamás<br />

sacrificaré á los <strong>de</strong>monios,n¡ incurriré en tusmahladrs;<br />

porque solo sacrifico á mi Señor Jesucristo que se ha dignado,<br />

por su infinila misericordia, <strong>de</strong> traerme aquí á ganar<br />

esla corona <strong>de</strong> justicia. Uola ( dijo Flacco ), pues este<br />

no hace caso <strong>de</strong> ruis gran<strong>de</strong>s pieda<strong>de</strong>s ; traed al(insían(e<br />

unos cardos ó garfios <strong>de</strong> acero , y herid cruelmenle con<br />

ellos sus rodillas y todo su cuerpo, y ved si con esle rigoroso<br />

tormentóse le quila la locura. La locura es solo luya<br />

(replicó Gregorio), que negando á tu Criador y Señor Jesucristo,<br />

reconoces y adoras á los <strong>de</strong>monios. Esclavo vil<br />

y señalado con la horca como los mas viles y huidos <strong>de</strong><br />

sus señores (dijo enfurecido Flacco), ¿^o adoro y sirvo á<br />

los <strong>de</strong>monios ? Si (dijo Gregorio), y ellos te tienen ciego;<br />

pues no los ves, ni conoces adorándoles. Uo.'a (dijo Maceo),<br />

alinstanlelrreJ lámparas y hachas encendidas , y abrasadle<br />

los costados Jiciéndole : No seas soberbio. Todo lo iliau<br />

ejecutando por su ór<strong>de</strong>n, como el impío juez lo mandaba:<br />

y cuando con mas furor le abrasaban los crueles verdugos<br />

con las hachas encendidas ; vuelto al Urano le dijo Gregorio<br />

sanio : Aunque abrases todo mi cuerpo y lo <strong>de</strong>spedaces<br />

á tormentos, no te canses, Flacco cruel ; porque toflg*<br />

á mi Señor Jesucristo , médico celestial y divino, que me<br />

cura, consuela , y da nuevas fuerzas y alientos nuevos,<br />

como ves ; <strong>de</strong> tal suerte, que en nada eslimo tus tormén-<br />

Ios. Llega, maldito (dijo el soberbio Flacco), y reconcilíale<br />

con los dioses, adorándolos antes que te acabe <strong>de</strong> (¡uilar<br />

la vida. Malditos son todos los que confian en los Idolos y<br />

falsos dioses , respondió el invictísimo Gregorio. Oyendo<br />

estas razones Flacco, se encendió como un fuego , y (emblando<br />

lodo <strong>de</strong> cólera , como un azogado , sin saber qué<br />

hacerse, dijo: Llámenme presto á Tircano. Aquí estoy rtspendió<br />

Tircano. Pues , lo que quiero (dijo Flacco), es que<br />

supuesto que esle hechicero y encantador ha apurado<br />

cuantos tormentos inmaginar se pue<strong>de</strong>n, y mi paciencia<br />

y eulendimienlo : que lo saquen en medio <strong>de</strong>l anlitealro<br />

y allí le corlen la cabeza sin dilación alguna.<br />

Fuesto en medio <strong>de</strong>l anfiteatro , exclamó así el valeroso<br />

campeón y guerrero fuerte é invencible: Bendito seáis, mi<br />

Dios y Señor, Rey mió , consolador mió y libertador mió,<br />

que os habéis dignado <strong>de</strong> llamarme hoy <strong>de</strong> este mundo<br />

caduco y perece<strong>de</strong>ro, á vuestro reino y elernos gozos : y

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