Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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un golpe veinte mil niái lires gloriosos, cuando oíros (iranos
como él necesitaban de mticiios golpes, muchos tormentos
y muchas máquinas para solo uno: ofreciéndose
todos veinte mil en sacrificio al Redentor de ¡as almas,
Jesús, asi como él por todos se liabia ofrecido á su eterno
Padre. Cinco días habían pasado ya y aun el fuego no
dejaba de consumir, y con su voracidad apuraba la maleria
: al fm, faltando esta, cesó la voraz llama, sin que se
sintiese algún mal olor, ni del humo, ni de tantos millares
de cuerpos muertos; antes bien lo que se senlia, era fragancia
y olerían suave, que parecía el paraíso celestial
aquel abrasado templo, como en la verdad loera. Salia de
61 un resplendortan bello y hermoso, como mil oros ; á h
manera que se ven resplandecienlos los rayos del sol,
cuando sale por los balcones de oriente.
Maximiano, pu^s, juzgando que ya habia triunfado de
loscrislianosy que podía coronarse de la victoria, sin reparar
él mismo que ántes era él vencido, y los gloriosos
mártires, los que de él y por él triunfan en la celestial Jerusaíen;
todo se dió á festejos y divcrlímienlos. Estaba
ante el teatro un simulacro de su dio^a Geres, y ántes de
dar principio á las fiestas, sacrificaba el bárbaro y cruel
emperador, y á su imilacion lodo el pueblo, á la falsa y
femenlida deidad. Un soldado valeroso, que ocultam?nte
era cristiano, llamado Zenon, lleno de divino zelo, puesto
en un lugar alto, dijo así en alias voces: férrea, ó emperador,
yerras sacrificando á las piedras y leños insensibles,
negando y usurpando estos sacrificios al verdadero
Dios que crió el cielo y la tierra: ó sino abre los ojos, le
ruego, y verás esa que llamas deidad, no es mas que una
dura pL'dra. Dirás que habla ; pero le éngafias, que sí bien
lo"adviertes y reparas, es el demonio quien habla en ella,
y te ciega á ti y á lodos los ciegos que como Ui adoran
al demonio, que no aspira á olra cosa que á la muerte y
condenación eterna de los mismos, que impíos, ciegos y
bárbaros, le dan cultos y le rinden oraciones. Abre, ó Maximiano,los
ojos de la razón: mira esos divinos cielos,' y
reconoce á su Criador; pues de las obras mismas, es fácil
venir en conocimiento del Artífice soberano, el cual no se
paga de víctimas de inmundos animales, sino de limpios
ánimas y corazones humildes y sencillos.
Rabiando estuvo el tirano emperador, y por mucho
tiempo perplejo discurriendo, nó ya en lo que debia responder
al santísimo Zenon; sino en el tormento que intentaba
darle: y asipronumpió mandando que con duras
piedras lo diesen al bendito y valeroso soldado (no ya de
Maximiano, sino es de Cristo}, lautos golpes en su sagrada
boca, que pagando lo que habia hablado, no le dejasen
dienle ni muela en toda ella. Así lo hicieron los crueles
verdugos, y después de haberle deshecho las mejillas,
derribándole á golpes de piedras todos los dientes y muelas,
deshaciéndole la lengua y los ojos, y atormentándole
ein piedad alguna mucho tiempo, sabiendoquecuanto mas
le atormentaban, tanto mas lisonjeaban á su tirano duefio:
el cual, viendo que ya estaba para espirar el guerrero
fuerte y campeón divino, le mandó sacar de la ciudad, y
corlarla cabeza; así lo ejecutaron al punto sus ministros:
con que quedó tronco aquel sacratísimo cuerpo, y su purísima
alma voló al cielo á recibir la bien ganada corona y
pahua del martirio, que padeció á los 22 de diciembre (dia
en que le celebra la iglesia) por los años del Sefior
de 202. Escribieron el martirio del bendito san Zenon, de
LA LEYENDA DE ORO.
ÉÉ
la suerte que aquí se ha referido, Melafraste, MÍ habelur
lorn. \ Aloijsn, inHislariít, ct martyriis sanctorum, Indeel
Domne, cum muhiludine sanctorum viginii mille marlyrum;
Lipomano, lom. v; Surio, tom. vn; Nicéforo Calilo, Hislor.
lib. vil, cap. 6 ; ios griegos, in Menologio; el Martirologio
romano, y Barouio en sus anotaciones y en el lomo n
de sus Anales, año 302, núm. 34 y 35.
* LA CONMEMOUACIOJÍ DE TSEINTA SANTOS MÁTUIES.—V.n
tiempo déla persecución de Diocleciano,por los años 305,
íufrieron juntos y en un mismo dia el martirio por la fé
de Jesucrislo, en la ciudad de Roma, haciendo de ellos memoria
el Martirologio romano.
SAN FLAVIANO, CONFESOR.—En tiempos de Juliano el
Apócala, cayó en desgracia por ser cristiano, y habiendo
sido desteirado, pasó en oración el resto de su vida, y
murió por los años de 259 en la paz del Señor.
Los SANTOS DEMKTRIO, HONOIIATO Y Ft.ouo, MÍUTIUES.—Eu
Ostia fueron martirizados bárbaramente, habiendo sufrido
los tormentos con una constancia admirable. Florecieron
en el siglo UI.
SAN QÜEKEMON, Ó CHEMOXIO, ó CRREMONÍO, OBISPO, T sus
COMPAÑEIIOS, TODOS MÁRTIRES.—Crcmonio era obispo de Nilópolis,
y en tiempo de la persecución de Decio, él y muchos
otros luvieron que huir á las soledades. En ellas,
unos fueron víctimas de las fieras, otros del hambre, del
cansancio ó del frío; y otros de los bárbaros y de los ladrones
que los martirizaron.
SAN ISQOIRIOX, MÁRTIR.—Su amo le mandó en cierta ciudad
de Egipto, que sacrificase á los ídolos; negóse Isqnirion,
y frenético su amo, que era magistrado, le mató.
Fué en 2o3.
SAN CIRILO Y SAN METOOIO , CONFÍISOUES.—Los dos eran
hermanos, hijos do una noble familia romana. Nacieron en
Tesalónica. Florecieren á mediados del siglo IX. Ambos
fueron unos misioneros verdaderamente apostólicos. Itutler
los menciona en este dia. Los griegos y moscovitas
en 14 de febrero honran á san Cirilo, y en i 1 de mayo á
san Metodio. El Martirologio romano los junta en O do
marzo.
DIA 23.
SAN SÍÍRVULO, POBRE Y PARAIJTICO, CONFESOR.—lln c!
cuarto libro de sus Diálogos, á los catorce capítulos, escribe
san Gregorio, papa, la vida de un pobre mendigo tullido
y toda su vida paralítico: y en la homilía iíi sobre
los Evangelios también la repite ; y nosotros, trasladando
lo que él dice, la pondremos aquí, para que los pobres so
consuelen, y los tullidos y fatigados con recias enfermedades
tengan un ejemplo raro de paciencia que imitar.
Declarando, pues, el santo pontífice aquellas palabras
de san Lucas i «Estos son los que conservan la palabra
que oyeron en bueno, y de muy buen corazón dan fruto en
paciencia,» dice así: «La buena tierra por la paciencia
da fruto; porque no valen nada los bienes que hacemos,
si con igualdad no sabemos sufrir los males de nuestros
prójimos. Cuando el hombre se aprovecha mas en la virtud
, lanío mas tiene que padecer en este mundo : porque
menguando el amor de las cosas del mundo, crece la contradicción
del mismo mundo. De aquí es, que vemos á
muchos obrar bien, y sudar debajo de la carga grave da
las tribulaciones, y el corazón que S^Í ve libre del deseo
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