Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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seíial do la cruz y con la confianza en su dulce esposo, le
suplicó que la socorriese: \ así la socorrió, librándola de
la nieda y sanando todas sus llagas, y dejándola mas hermosa
y resplandeciente (pie antes, espantando á los sayones
y verdugos que la atormentaban. Encendieron un horno
lleno de pez, piedra azufre, estopa y sarmientos; y
queriéndola echar en él dos ministros principales del procónsuJ,
vieron dos ángeles que estaban al rededor de la
virgen para amparar la, y no se atrevieron á echarla. Mandó
Prisco á otros dos (que se llamaban César y Vario), que
ejecutasen su mandato: y como ellos lo hiciesen, el fuego
los quemó, quedando la sania virgen siti lesión alguna, y
alabando al Seftor, ^aliódel horno sin haberse chamuscado
un hilo de su ropa. No se contentó el cruel tirano con
estos tormentos, ni conoció al Criador y Señor, á quien sirven
y obedecen todas las criaturas; antes empedernido y
obstinado, la mandó dar nuevos tormentos y colgarla, y
alar á sus pies y á sus sagrados miembros, piedras de
gian peso para (|ue la desmembrasen. Habiendo vencido
este tormento, hizo hacer una hoya grande á manera de
cisterna y llenarla de peces y de olías sabandijas del mar,
y echarla en ella para que allí la comiesen y consumiesen
: pero todas la reverenciaron, y no se llegaron á ella
sino para defenderla y respetarla. Y como esla vlclorta y
las demás, el procónsul las atribuyese á arle mágica, mandóla
de nuevo alórmeníar y aserrar sus miembros y freirlos
en sartenes de hierro -pie tenia aparejadas.
LA LEYENDA Dlí ORO.
Trajeron
las sierras para aserrarla, y el bierro perdió su fuerza y
DIA !()•
ció que Dios es maravilloso en sus sanios, y le alabó pollas
grantlezas que obraba en el cuerpo de sania Eufemia.
Demás de oslo, salia un olor lan suave de la caja donde
estaba su hendilo cuerpo, que ningún olor de la liorra se
podia comparar con él.
Pero no debemos pasar en silencio otro milagro mas maravilloso,
que por la intercesión de sania Eufemia obró
Dios para confirmación de nuestra santa fé. Habíase hecho
en el templo de sania Eufemia, en tiempo de san Uvm papa,
el Magno y del emperador Marciano, aquel gran concilio
calcedonense, en el cual se hallaron seiscicnlos y
Ireinla obispos, y en él fueron condenados Dioscoro y Kutiques
y sus secuaces. Pero acabado el concilio, como los
herejes son inquielos y rebeldes á Dios y á su Iglesia, tumultuaban
y bacian burla de los decretos del sanio concilio,
diciendo, que no estaban fundados en la verdad católica,
sino en la autoridad y potencia del emperador.
Para quebrantar aquel orgullo y cerrar las bocas á ios herejes
; los católicos, confiados de la misereíordia del Seílor
y del palrocinio de sania Eufemia, se concei laron con
ellos de esta manera: que los católicos escribiesen en un
papel la confesión de su fé y los herejes en otro la suya:
(pie aípiellos dos papeles se encerrasen en la caja donde
estaba el cuerpo de santa Eufemia; y que el papel de los
dos que ella aprobase esle fuese tenido por verdadero,
llízose así: alzóse la piedra que estaba sobre la sepultura,
y pusiéronse los dos papeles sobre el pecho de la gloriosa
virgen y mártir. Tornóse á cerrar el sepulcro, sellándose
SL' hizo mas blando que una cera, y el fuego se apagó, y j déla una parle y de la otra, y pusiéronse lodos en oraciuti
la santa virgen quedó entera y sin detrimenlo alguno, l suplicando á nueslroSenor que descubriese la veid.ul. Patriunfando
del fne^o, del hierro, del tirano y del demonio
que por tantos medios la perseguía. Finalmenlc Prisco la
mandó echar á cuatro leones y Ires osos. Ella, deseando
ya verse con su esposo, le pidió afectuosamente por aquelia
caridad y onmipolencia suya, con que la había dado
gracia para vencer la flaqueza de su cuerpo, el furor de
los demonios y la saña del tirano, y héchola triunfar de
Irn os tonnenlos; que recibiese su espíritu y no periniliese
que aquellas bestias la perdonasen. Oyó el Señor del
cielo ¡a oración de la santa virgen; y llegóse uñoso, y
sados tres dias, estando el emperador présenle, abrieron
el sepulcro, y hallaron el papel do lo» herejes arrojado á
los piés de la santa, y el de los católicos en su mano: hi
cual extendió sania Eufemia, y entregó la confesión calólica
al emperador y al patriarca ; y por ver un milagro
tan grande, algunos de los herejes se convirlieron, y oíros
quedaron obstinados en su perfidia. Todo esto refiereZonaras
y Glicas; y esle milagro también le refieren Melafraste
y Mceforo, aunque algo diferenlemenle. Fué el
niarlirio de sania Eufemia á los 1G de setiembre, imperando
dióla un bocado y dejóla sin locar ni comer sus carnes; y
Diocleciano, y en esle dia celebra la santa Igle­
los otros osos y cuatro leones estaban al rededor respelándola
y lamiéndola sus piés. Al liempo que espiró la
sania virgen, vino un gran terremoto y la gente despavorida
sia su fiesta. De santa Eufemia, á mas dcMelafrasle y el
P. Er. Lorenzo Surio, lodos los Martirologios haucen men-
4¿Mb in&M íífií K.'.'íK aiiun^ «mí : «wmriqtíVnKeffíjb'; rhfr.:
huyó. Con eslo los padres de santa Eufemia tuvieron Los SANTOS Lcm v GEMINIANO, MÁRTIRKS.—El mismo
lugar para lomar su sagrado cuerpo y enterrarle honoi íficamenle
allí cerca de la ciudad, llorando muchas lágrimas,
no de tristeza, sino de alegría. Hizo Dios muy grandes
milagros por esla gloriosa esposa suya, los cuales refiere
Evagrio; porque algunas veces aparecía en sueños al
obispo calcedonense, y le mandaba que se hiciese en aquel
templo alguna fiesta solemne alabando al Señor, y recibiendo
susacralisimo cuerpo, y locando con una esponja su
sagrado cuerpo, la sacaban empapada en sangre, tan copiosamenle,
que se podia repartir de ella con los otros
pueblos y ciudades, quedando las gotas de sangre enteras
y perpetuas y sin mudar forma ni color: y este milagro
hacia el Señor mas ó menos veces, según los merecimienlosdol
prelado que en aquella Iglesia presidia. El
emperador Mauricio, no creyendo este milagro dé la santa,
quiso cerlilicarse, y habiendo hecho esperiencia de él,
quedó confuso y con suímanos llenas de sangre; y cono-
dia celebra la Iglesia el martirio do sania Lucía y san
Geminiano, el cual refiere Adon en su Martirologio, de
esla manera. Fué santa Lucía matrona boneslísima, y habiendo
quedado viuda de su marido, vivió santamenlo
hasta setenta y cinco anos de su edad. Tenia uu hijo llamado
Eutropio, muy vicioso y desbaralado, y por cxlrenm
enemigo de cristianos. Entró el demonio en osle mozo, do
manera, que olvidándose de (odas las obligaciones que
tenia á su madre, le acusó delante del emperador Diocleciano
que era cristiana. Mandóla prender el emperador
y cebarla en la cárcel, donde fué consolada del Scfior.
Trajéronla olio dia al It ibumil; y hallándola conslanle en
la confesión de Jesucristo, la hizo azolar cruoliáimaimmte.
Levantóse uu lorbcllino y un temblor de tierra espantoso,
con el cual cayó el lemplo de Júpiter y se asoló, de suerle,
que no quedó piedra sobre piedra del edificio. Enojado
por eslo Diocleciauo, mandó traer una grande olla de me-