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DlCIFJIIiRE.<br />
DIA 14.<br />
ron unas palabras he respondido á otras palabras, y con<br />
unas razones <strong>de</strong>shecho otras razones; mas cuando la virtud<br />
<strong>de</strong> Dios ha hablado por su siervo, no ha podido el ingenio<br />
humano ni la razón resistir a la virtud <strong>de</strong> Dios : y<br />
con esto se convirtió y se hizo cristiano, alabando todos á<br />
nuestro Señor, que por la simple y sincera fe <strong>de</strong> Espiridion,<br />
habia convencido la orgullosa soberbia <strong>de</strong>l hinchado<br />
filósofo, y enseñádonos cuánto mas vale la humil<strong>de</strong> creencia,<br />
que la sutil dialéctica y vana sabiduría para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r<br />
la verdad.<br />
También se halló <strong>de</strong>spués este santo prelado en el concilio<br />
sardk.'cnse, y <strong>de</strong>fendió contra los mismos árdanos la<br />
fé católica como lo escribe san Atanasio en su segunda<br />
apología. Mas estando el santo ocupado en el concilio niceno,<br />
y obrando en él gran<strong>de</strong>s maravillas, murió una hija<br />
suya virgen llamada Irene, y volviendo á su casa halló<br />
á una miijer muy llorosa y afligida, porque habiendo dado<br />
á guardar una joya preciosa á su bija Irene, se le habia<br />
muerto sin habérsela restituido y <strong>de</strong>clarado dón<strong>de</strong> la <strong>de</strong>jaba.<br />
Buscó Espiridion la joya por toda la casa, y no hallándola<br />
se fué acompañado <strong>de</strong> mucha gente al sepulcro <strong>de</strong><br />
su hija , y llamándola por su nombre le dijo: Hija Irene,<br />
¿dón<strong>de</strong> pusiste aquella joya que le dió á guardar esta<br />
mujer? V la hija, como si estuviera viva, respondió: En<br />
tal parle está, y allí la hallareis, padre. Pues duerme y<br />
reposa, hija {dijo el padre), hasta que el SeDor el dia <strong>de</strong>l<br />
juicio te <strong>de</strong>spierte, y resucites con los <strong>de</strong>más. Buscó el<br />
<strong>de</strong>pósito el padre y hallóle don<strong>de</strong> su hija le habia dicho, y<br />
restituyósele á su dueño con gran<strong>de</strong> admiración y espanto<br />
<strong>de</strong> lodos los circunstantes y <strong>de</strong> los ausentes que supieron<br />
lo que Dios habia obrado por Espiridion. Sucedió en el<br />
imperio <strong>de</strong> Oriente Constancio al emperador Conslantino,<br />
su padre, y queriendo hacer guerra á los persas, cayó<br />
malo en Anlioquia <strong>de</strong> una llaga dolorosa é incurable. Visto<br />
que no tenia remedio humano volvió á Dios, y pidióle que<br />
le sanase. Apareciósele un ángel <strong>de</strong> noche y mostróle un<br />
coro <strong>de</strong> sanios obispos, y entre ellos á dos, y dijole:<br />
Aquellos dos son los que solos te pue<strong>de</strong>n curar. Constancio<br />
con el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> la salud hizo llamar muchos obispos, y<br />
entre ellos vino <strong>de</strong> Chipre Espiridion , y en viéndole, conoció<br />
que era uno y el mas principal <strong>de</strong> los dos que el ángel<br />
le habia mostrado, y el que le habia <strong>de</strong> dar salud, y<br />
así se la (lió poniendo sus manos sobre la cabeza <strong>de</strong>l emperador.<br />
Pero sucedieron tres cosas en esle hecho: la primera,<br />
que cuando llegó Espiridion al pak-cio <strong>de</strong>l emperador,<br />
como venia humil<strong>de</strong> y pobremente vestido, un criado<br />
<strong>de</strong> ta córte imperial, <strong>de</strong>scortés y atrevido, no conociéndole<br />
, le dió un bofetón en la cara mandándole que se<br />
apartase y que no entrase en palacio, y eUanto sin turbarse<br />
volvió el otro carrillo para que le diese otro bofetón,<br />
<strong>de</strong> lo cual el hombre quedó lan corrido y confuso, y mas<br />
cuando supo que era obispo y á lo que venia, que se echó<br />
á sus pies, y le habló con singular blandura y mansedumbre:<br />
la segunda, que <strong>de</strong>spués que curó el cuer po <strong>de</strong>l<br />
emperador, le dió muy buenos documentos y saludables<br />
consejos para el alma , y dijole lo que habia <strong>de</strong> hacer<br />
para con Dios , y para consigo y para con sus subditos , y<br />
que procurase aventajarse tanto en virtud á todos los <strong>de</strong>más,<br />
cuanto les excedía en la potestad y majestad <strong>de</strong>l<br />
imperio, y que esto era ser rey, y lo contrario ser tirano<br />
: la tercera fué, que queriendo el emperador darle<br />
gran<strong>de</strong>s dones y muchas riquezas, nunca le pudo per-<br />
5Í3<br />
suadir que los lomase para sí, é importunándole mucho,<br />
fmalmenfe los lomó y los repartió todos, ánfes que <strong>de</strong> allí<br />
saliese , con gran<strong>de</strong> admiración <strong>de</strong>l emperador que dijo<br />
que no se maravillaba que aquel hombre obrase cosas tan<br />
prodigiosas, pues lan altamente menospreciaba y hollaba<br />
las cosas <strong>de</strong> la tierra: y el mismo emperador repartió<br />
largas limosnas á los pobres, viudas, huérfanos y<br />
personas necesitadas , é hizo una ley en que mandaba<br />
que lodos los sacerdotes y personas eclesiásticas<br />
fuesen inmunes y exentos <strong>de</strong> cualquier tributo y<br />
carga, juzgando que era cosa indigna que los que están<br />
<strong>de</strong>dicados á Dios y obligados por su oficio á rogarle por<br />
los otros, paguen pecho y alcabala á los reyes <strong>de</strong> la tierra.<br />
Salió el santo obispo <strong>de</strong>l palacio real, y hospedóse en<br />
casa <strong>de</strong> tm buen hombre siervo <strong>de</strong> Dios: estando allí vino<br />
á él una mujer bárbara que no sabia hablar griego, y<br />
liaia en los brazos un hijo suyo muerto , al cual puso á<br />
los piés <strong>de</strong>l santo, y aunque no sabia hablar con la lengua<br />
, hablaba con las lágrimas y sollozos, y pedíale que<br />
le resucilaso. Estuvo dudoso <strong>de</strong> lo que habia <strong>de</strong> hacer,<br />
porque por una parte su humildad le <strong>de</strong>tenia , y por otra<br />
la compasión <strong>de</strong> aquella pobre mujer , y los ruegos do<br />
aquellos que estaban allí presentes, le movian á hacer<br />
oración por el difunto, y tiimbleu el no dar ocasión á los<br />
maliciosos <strong>de</strong> pensar que habiendo orado y dado salud al<br />
emperador, no hacia caso <strong>de</strong> los pobres y miserables. Esto<br />
afecto pudo masen el sanio: hi/o oración,y al momenloel<br />
hijo se levantó vivo, y fué tan excesiva la alegr ía y sobresalto<br />
<strong>de</strong> la madre cuando vió á su hijo vivo <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> sí,<br />
que do repente ella murió y perdió allí la vida , para<br />
que entendamos que no solamerrle la <strong>de</strong>masiada tristeza<br />
, sino también la <strong>de</strong>masiada alegría nos pue<strong>de</strong> quitar<br />
la vida. Volvió los ojos al cielo Espiridion , y suplicó á<br />
nueslro Señor diese vida á la aladre , pues la habia dado<br />
el hijo; y e¡ Señor se "la dió, y con esto el sanio entregó<br />
al hijo á la madre, y la madre al hijo; quedando todos<br />
pasmados y alabando el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Autor <strong>de</strong> la vida y <strong>de</strong><br />
la muerte, y conociendo y estimando los merecimientos<br />
<strong>de</strong> aquel vaion que tanto podiacon Dios. No <strong>de</strong>jó Espiridion<br />
<strong>de</strong> tener algún ganado corporal, por haberle Dios<br />
encargado el espiritual <strong>de</strong> las almas , y por ventura fué<br />
causa la pobreza <strong>de</strong> su obispado y la necesidad <strong>de</strong> los muchos<br />
pobres á quienes socorría. Vino, pues, un hombre á<br />
él para comprarle cien cabras: concertáronse en el precio,<br />
y dijole el santo que pagase y fuésc al halo, y lomase <strong>de</strong><br />
él las cabras que hubiese pagado. Pagó el hombre noventa<br />
y nueve y tomó <strong>de</strong>l halo cien cabras, pareciéndole que<br />
el santo (por ser cosa poca ) no caeria en ello, porque no<br />
contó el dinero cuando le recibió. Llevando el comprador<br />
las cien cabías , una <strong>de</strong> ellas dos y tres veces se volvió<br />
al hato, don<strong>de</strong> quedaban las <strong>de</strong>más, sin po<strong>de</strong>r el hombro<br />
ni con mafia ni con fuerza hacerla ir con las otras que habia<br />
comprado. Tomóla en los hombros, para llevarla a<br />
cuestas, y la cabra iba dando uros balidos temerosos , y<br />
con los cuernos hiriendo la cabeza <strong>de</strong>l que la llevaba con<br />
gran<strong>de</strong> admiración <strong>de</strong> los que allí estaban. Entonces el<br />
santo dijo al hombre : Mirad, hermano, que quizá esa<br />
cabra no quiere ir con vos porque no habéis pagado el<br />
precio <strong>de</strong> ella. Confundióse el hombre; confesó su pecado<br />
pagó el precio, y luego la cabra se sosegó y <strong>de</strong>jóse llevar<br />
fácilmente.<br />
A un diácono á quien habia mandado que hiciese cierta