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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DlCIFJIIiRE.<br />

DIA 14.<br />

ron unas palabras he respondido á otras palabras, y con<br />

unas razones <strong>de</strong>shecho otras razones; mas cuando la virtud<br />

<strong>de</strong> Dios ha hablado por su siervo, no ha podido el ingenio<br />

humano ni la razón resistir a la virtud <strong>de</strong> Dios : y<br />

con esto se convirtió y se hizo cristiano, alabando todos á<br />

nuestro Señor, que por la simple y sincera fe <strong>de</strong> Espiridion,<br />

habia convencido la orgullosa soberbia <strong>de</strong>l hinchado<br />

filósofo, y enseñádonos cuánto mas vale la humil<strong>de</strong> creencia,<br />

que la sutil dialéctica y vana sabiduría para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r<br />

la verdad.<br />

También se halló <strong>de</strong>spués este santo prelado en el concilio<br />

sardk.'cnse, y <strong>de</strong>fendió contra los mismos árdanos la<br />

fé católica como lo escribe san Atanasio en su segunda<br />

apología. Mas estando el santo ocupado en el concilio niceno,<br />

y obrando en él gran<strong>de</strong>s maravillas, murió una hija<br />

suya virgen llamada Irene, y volviendo á su casa halló<br />

á una miijer muy llorosa y afligida, porque habiendo dado<br />

á guardar una joya preciosa á su bija Irene, se le habia<br />

muerto sin habérsela restituido y <strong>de</strong>clarado dón<strong>de</strong> la <strong>de</strong>jaba.<br />

Buscó Espiridion la joya por toda la casa, y no hallándola<br />

se fué acompañado <strong>de</strong> mucha gente al sepulcro <strong>de</strong><br />

su hija , y llamándola por su nombre le dijo: Hija Irene,<br />

¿dón<strong>de</strong> pusiste aquella joya que le dió á guardar esta<br />

mujer? V la hija, como si estuviera viva, respondió: En<br />

tal parle está, y allí la hallareis, padre. Pues duerme y<br />

reposa, hija {dijo el padre), hasta que el SeDor el dia <strong>de</strong>l<br />

juicio te <strong>de</strong>spierte, y resucites con los <strong>de</strong>más. Buscó el<br />

<strong>de</strong>pósito el padre y hallóle don<strong>de</strong> su hija le habia dicho, y<br />

restituyósele á su dueño con gran<strong>de</strong> admiración y espanto<br />

<strong>de</strong> lodos los circunstantes y <strong>de</strong> los ausentes que supieron<br />

lo que Dios habia obrado por Espiridion. Sucedió en el<br />

imperio <strong>de</strong> Oriente Constancio al emperador Conslantino,<br />

su padre, y queriendo hacer guerra á los persas, cayó<br />

malo en Anlioquia <strong>de</strong> una llaga dolorosa é incurable. Visto<br />

que no tenia remedio humano volvió á Dios, y pidióle que<br />

le sanase. Apareciósele un ángel <strong>de</strong> noche y mostróle un<br />

coro <strong>de</strong> sanios obispos, y entre ellos á dos, y dijole:<br />

Aquellos dos son los que solos te pue<strong>de</strong>n curar. Constancio<br />

con el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> la salud hizo llamar muchos obispos, y<br />

entre ellos vino <strong>de</strong> Chipre Espiridion , y en viéndole, conoció<br />

que era uno y el mas principal <strong>de</strong> los dos que el ángel<br />

le habia mostrado, y el que le habia <strong>de</strong> dar salud, y<br />

así se la (lió poniendo sus manos sobre la cabeza <strong>de</strong>l emperador.<br />

Pero sucedieron tres cosas en esle hecho: la primera,<br />

que cuando llegó Espiridion al pak-cio <strong>de</strong>l emperador,<br />

como venia humil<strong>de</strong> y pobremente vestido, un criado<br />

<strong>de</strong> ta córte imperial, <strong>de</strong>scortés y atrevido, no conociéndole<br />

, le dió un bofetón en la cara mandándole que se<br />

apartase y que no entrase en palacio, y eUanto sin turbarse<br />

volvió el otro carrillo para que le diese otro bofetón,<br />

<strong>de</strong> lo cual el hombre quedó lan corrido y confuso, y mas<br />

cuando supo que era obispo y á lo que venia, que se echó<br />

á sus pies, y le habló con singular blandura y mansedumbre:<br />

la segunda, que <strong>de</strong>spués que curó el cuer po <strong>de</strong>l<br />

emperador, le dió muy buenos documentos y saludables<br />

consejos para el alma , y dijole lo que habia <strong>de</strong> hacer<br />

para con Dios , y para consigo y para con sus subditos , y<br />

que procurase aventajarse tanto en virtud á todos los <strong>de</strong>más,<br />

cuanto les excedía en la potestad y majestad <strong>de</strong>l<br />

imperio, y que esto era ser rey, y lo contrario ser tirano<br />

: la tercera fué, que queriendo el emperador darle<br />

gran<strong>de</strong>s dones y muchas riquezas, nunca le pudo per-<br />

5Í3<br />

suadir que los lomase para sí, é importunándole mucho,<br />

fmalmenfe los lomó y los repartió todos, ánfes que <strong>de</strong> allí<br />

saliese , con gran<strong>de</strong> admiración <strong>de</strong>l emperador que dijo<br />

que no se maravillaba que aquel hombre obrase cosas tan<br />

prodigiosas, pues lan altamente menospreciaba y hollaba<br />

las cosas <strong>de</strong> la tierra: y el mismo emperador repartió<br />

largas limosnas á los pobres, viudas, huérfanos y<br />

personas necesitadas , é hizo una ley en que mandaba<br />

que lodos los sacerdotes y personas eclesiásticas<br />

fuesen inmunes y exentos <strong>de</strong> cualquier tributo y<br />

carga, juzgando que era cosa indigna que los que están<br />

<strong>de</strong>dicados á Dios y obligados por su oficio á rogarle por<br />

los otros, paguen pecho y alcabala á los reyes <strong>de</strong> la tierra.<br />

Salió el santo obispo <strong>de</strong>l palacio real, y hospedóse en<br />

casa <strong>de</strong> tm buen hombre siervo <strong>de</strong> Dios: estando allí vino<br />

á él una mujer bárbara que no sabia hablar griego, y<br />

liaia en los brazos un hijo suyo muerto , al cual puso á<br />

los piés <strong>de</strong>l santo, y aunque no sabia hablar con la lengua<br />

, hablaba con las lágrimas y sollozos, y pedíale que<br />

le resucilaso. Estuvo dudoso <strong>de</strong> lo que habia <strong>de</strong> hacer,<br />

porque por una parte su humildad le <strong>de</strong>tenia , y por otra<br />

la compasión <strong>de</strong> aquella pobre mujer , y los ruegos do<br />

aquellos que estaban allí presentes, le movian á hacer<br />

oración por el difunto, y tiimbleu el no dar ocasión á los<br />

maliciosos <strong>de</strong> pensar que habiendo orado y dado salud al<br />

emperador, no hacia caso <strong>de</strong> los pobres y miserables. Esto<br />

afecto pudo masen el sanio: hi/o oración,y al momenloel<br />

hijo se levantó vivo, y fué tan excesiva la alegr ía y sobresalto<br />

<strong>de</strong> la madre cuando vió á su hijo vivo <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> sí,<br />

que do repente ella murió y perdió allí la vida , para<br />

que entendamos que no solamerrle la <strong>de</strong>masiada tristeza<br />

, sino también la <strong>de</strong>masiada alegría nos pue<strong>de</strong> quitar<br />

la vida. Volvió los ojos al cielo Espiridion , y suplicó á<br />

nueslro Señor diese vida á la aladre , pues la habia dado<br />

el hijo; y e¡ Señor se "la dió, y con esto el sanio entregó<br />

al hijo á la madre, y la madre al hijo; quedando todos<br />

pasmados y alabando el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Autor <strong>de</strong> la vida y <strong>de</strong><br />

la muerte, y conociendo y estimando los merecimientos<br />

<strong>de</strong> aquel vaion que tanto podiacon Dios. No <strong>de</strong>jó Espiridion<br />

<strong>de</strong> tener algún ganado corporal, por haberle Dios<br />

encargado el espiritual <strong>de</strong> las almas , y por ventura fué<br />

causa la pobreza <strong>de</strong> su obispado y la necesidad <strong>de</strong> los muchos<br />

pobres á quienes socorría. Vino, pues, un hombre á<br />

él para comprarle cien cabras: concertáronse en el precio,<br />

y dijole el santo que pagase y fuésc al halo, y lomase <strong>de</strong><br />

él las cabras que hubiese pagado. Pagó el hombre noventa<br />

y nueve y tomó <strong>de</strong>l halo cien cabras, pareciéndole que<br />

el santo (por ser cosa poca ) no caeria en ello, porque no<br />

contó el dinero cuando le recibió. Llevando el comprador<br />

las cien cabías , una <strong>de</strong> ellas dos y tres veces se volvió<br />

al hato, don<strong>de</strong> quedaban las <strong>de</strong>más, sin po<strong>de</strong>r el hombro<br />

ni con mafia ni con fuerza hacerla ir con las otras que habia<br />

comprado. Tomóla en los hombros, para llevarla a<br />

cuestas, y la cabra iba dando uros balidos temerosos , y<br />

con los cuernos hiriendo la cabeza <strong>de</strong>l que la llevaba con<br />

gran<strong>de</strong> admiración <strong>de</strong> los que allí estaban. Entonces el<br />

santo dijo al hombre : Mirad, hermano, que quizá esa<br />

cabra no quiere ir con vos porque no habéis pagado el<br />

precio <strong>de</strong> ella. Confundióse el hombre; confesó su pecado<br />

pagó el precio, y luego la cabra se sosegó y <strong>de</strong>jóse llevar<br />

fácilmente.<br />

A un diácono á quien habia mandado que hiciese cierta

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