Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

DÍA
míe
moros que sehabian apoderado de Kspaña, no le quemasen
como lo habían hecho con otros cuerpos de sanios. En
Oviedo también se entiende que estuvo algún tiempo, y en
aquella ciudad é iglesia hay algunos indicios y argumenlos
ciertos de ello. De aquí fué trasladado el sagrado cuerpo de
esta gloriosa virgen á los estados de Flandes, y fué colocado
en un monasterio de San Gisleno, que es de monges
benitos, llamado Cela, de la ciudad de Mons, en la provincia
de Uanonia : y de esta traslación hace mención el doctor
Juan Mulano en las Adiciones que escribió al Martirologio
de Usuardo. La ocasión de haberse llevado el santo
cuerpo á Flandes, no se sabe de cierto ni quién le llevó ni
en qué liempo se llevó : dícese que fué ua caballero poderoso,
que vino de aquellos estados á España, para favorecer
á los crislianos contra los moros, y que en pago de
sus buenos servicios, un rey de León le dió el cuerpo de
sania Leocadia. En aquel monasterio de San Gisleno fué el
cuerpo de esta purísima virgen honrado y reverenciado de
los pueblos de toda aquella comarca, y por su intercesión
recibieron muchos y muy grandes beneücios del Señor,
especialmente contra la pestilencia dequeánles eran muy
fatigados : hasta que la serenísima reina dofia Juana, hija
y heredera de los católicos reyes don Fernando y doña
Isabel, y madre del emperador Garlos V, de gloriosa memoria,
siendo señora de los estados de Flandes, por estar
casada con el príncipe don Felipe, el aflode 1300, á Ki de
octubre, alcanzó del abad y monges de aque! monasterio
de Cela la canilla déla pierna derecha de santa Leocadia:
ta cual como un preciosisimo tesoro dió á la santa Iglesia
de Toledo. Finalmente, con gran providencia y misericordia
del Señor, fué traído el santo cuerpo de aquel monasterio,
donde estaba, con la autoridad del sumo ponlifue
Gregorio XIII, y del católico rey don Felipe, II de este
nombre, por un padre de la Compaftta de Jesús, llamado
Miguel Hernández, y al cabo de tantos años fué restituido
á su patria y ciudad de Toledo, y colocado en la santa
Iglesia, con gran liesta, regocijo y solemnidad: poique
demás de los gastos que hizo la santa Iglesia en traer el
santo cuerpo, y tenerle muchos dias con el debido aparato
y reverencia, mientras que se aparejaban las fiestas del
recibimienlo en la casa é iglesia do Jesús del monte de Loranca
de Tajaña (que es de la religión de la Compañía de
Jesús), y por todo el camino hasta llegar á la ciudad de
Toledo; el recibimiento que en ella se le hizo fué muy solemne
y de gran concurso de genie y variedad de íieslas,
y regocijado y autorizado con la presencia del rey católico
don Felipe, y del principe asimismo don Felipe, y de
la infanta doña Isabel, sus hijos, y de la emperatriz doña
María de Austria, su hermana, que fueron a Toledo para
solemnizar mas aquella fiesta, dando en lodo raro ejemplo
de su piedad, devoción y humildad, con que el rey y el
príncipe, con otros grandes del reino, llevaron sobre sus
hombros el cuerpo de la santa virgen, teniendo por gran
gloria suya el servirla en aquel humilde y honroso oficio
Hízose este recibimiento á los 2C de abril, del año del Señor
de l.'JSI, siendo sumo pontífice Sivlo V, y rey de las
Españas el católico don Felipe, IIde este nombre, y el cardenal
don Gaspar de Quiroga, arzobispo de Toledo f y después
el mismo Sixto V mandó que se celebrase la fiesta de
esta traslación en la Iglesia y arzobispado de Toledo.
* SAN UKSTITÜTO, OBISPO V MÍRTIII.— Era est(, "sanl0
obispo de Cartago, en cuya ciudad hizo resonar su voz
predicando el Evangelio y convii tiendo muchos á la fe de
Jesucristo, por cuyo motivo alcanzó la palma del martirio.
Fué su muerte á principios del siglo cuarto, recogiendo los
crislianos su cuerpo y sepultándolo en un lugar decente,
donde obró el Señor grandes müravillas. San Aguítin hizo
un admirable sermón de este santo al pueblo, el dia en que
í-e ceL'bra su festividad.
SANTA VU.EUIA, VÍRGEN Y MÁIITIR.—Convirtióse á Jesucristo
por la predicación del obispo san Marcial. Floreció
en Limoges á mediados del siglo 111, y resplandeció en
todas las Gallas la luz de sus virtudes. Créese que murió en
su misma patria durante la persecución del emperador
Decio, llevando al cielo la doble corona de la virginidad
y del martirio.
SAN PIIÓCÜLO, OBISPO Y CONFESOR.—Fué el cuarlo obispo
de la ciudad de Verona. Cuando se encendió en Italia la
persecución excitada por el emperador Maximiano l'róculo,
que deseaba dar á su rebaño un ilustre testimonio del espíritu
que le animaba, se fué á la cárcel donde estaban
detenidos los santos mártires Ferino y Rústico, y allí confesó
con ellos el nombre de Jesucristo. A pesar de esto, no
pudo conseguir la satisfacción de sus deseos, y entonces
emprendió un viaje á Jerusalen para visitar y adorar los
lugares de nuestra redención. Sujetóse con esla ocasión á
grandes penalidades y mortificaciones, y habiendo después
vuelto á Verona, edificado á sus ovejas y obrado
muchas maravillas, murió santamente por los primeros
años del siglo IY. En su última vejez se conocían aun
en sus c u nes las señ des di los tormentos que había padecido
por la fé, diinmlc la sobredicha persecución.
SAN SIRÓ, OBISPO I CONFESOR.—El apóstol san Pedro, de
quien recibió la luz de h fé, el bautismo, y la consagración
de obispo, lo envió á Pavía, cuya Iglesia engendró en
Jesucristo. Convirtió arpiel pueblo á la verdad, ilustró con
su predicación muchas otras ciudades de Italia, y por todas
partes confirmó con milagros las doctrinas que ensenó.
Su vida fué la de un apóstol, y su muerte de un santo,
volando al seno de Dios, el año 11 ¿. Entre otros de los milagros
que de él se refieren, dícese que un dia, estando
distribuyendo al pueblo el pan eucarístico, llegóse á él utt
judio y se burló del sagrado misterio, y el santo tuvo luego
que curarle del castigo que le impuso el Señor por aquella
profanación, de la cual admirados los circunstantes, rau^.
dios abrazaron la religión.
SAN JUUAN, OBISVO Y COXFÍÍSOR.— Distinguióse principalmente
este santo en combatir Igl doelrin.-is de unos herejes
que aparecieron en el Oriente durante el siglo 11 de
la Iglesia, y que se llamaban cata/rigas. Fué obispo de la
ciudad de Apamea en Siria, y murió el ano 173, ilustre en
milagros y virtudes apostólicas.
SAN CÍPBIANO, ABAD.— Consagróse desde su juventud al
servicio de Dios, y tomó el hábito en un monasterio cuyo
abad se llamaba Saval y que vivía en él desde el liempo
de Clotario ll Después de haberse perfeccionado Cipriano
en lodos los ejercicios de la vida cenobítica, se retiró á un
desierto junto á Dordofka. Allí construyó una ermita que
dió origen á un pueblo, que en el día se llama aun el pueblo
de San Cipriano. Murió á fines del siglo VI, y el Señor,
según san Gregorio de Tours, obró muchos milagros por
su intercesión.
SANTA VULFILDA, ABADESA.— Hija de una de las principales
familias do Inglatcnvi, manifestó desde su infancia