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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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532 LA mXVD A Dfi O[10. DÍA 9.<br />

SA-N ELCAUIO, omsi'O x CONFESOR.—Fué discípulo <strong>de</strong>l<br />

apósíol san l'odio, or<strong>de</strong>nado por el mismo y enviado á<br />

predicar el Evangelio á las Gaüas y á la Germania. Ilabieudo<br />

vtiello á Roma para informar al príncipe <strong>de</strong> los<br />

apóstoles <strong>de</strong>l resultado <strong>de</strong> su misión, fué consagrado obispo<br />

por el mismo san Pedro, y enviado á Ti éveris, cuya<br />

Iglesia fundó, ilustró y extendió por medio <strong>de</strong> sus predic<br />

iciones y santas virtu<strong>de</strong>s; hasta que coronado <strong>de</strong> méritos<br />

murió en paz el año Tí.<br />

SAN SoruoMO, OBISPO V CONFESOR.—Esle glorioso obispo<br />

<strong>de</strong> la isla <strong>de</strong> Chipre es memorabieentoda la Iglesia griega<br />

por haber sido en su vidaconstantemenle el <strong>de</strong>fensor y el<br />

padre <strong>de</strong> los pupilos, do los huérfanos y viudas, y el mas<br />

<strong>de</strong>cidido protector <strong>de</strong> los pobres y <strong>de</strong>svalidos. Parece que<br />

lloreció en los siglos IV y V.<br />

SAN IIÜMÁIUCO, ABAD.—l uéun príncipe <strong>de</strong> sangre real<br />

en Aquitania, que secrió en la corle <strong>de</strong> Teodoberlo, y llegó<br />

á los primeros <strong>de</strong>slinos <strong>de</strong>l estado. Su adhesión alsoberano<br />

le acarreó persecuciones y <strong>de</strong>stierros, pero en liempo<br />

<strong>de</strong> Clolario II <strong>de</strong>jó el mundo, y habiendo vendido sus bienes,<br />

dió la mitad á los pobres y e! resto lo empleó en fundar<br />

un monasterio en la diócesis <strong>de</strong> Touly bajo la regla <strong>de</strong><br />

san Columbano. El santo fundador quiso vivir en él como<br />

un simple religioso; pero habiendo muerto el primer abad,<br />

le obligaron á encargarse <strong>de</strong>l gobierno el afio 627. Fué<br />

abad mas <strong>de</strong> veinte y seis años, y se hizo eslimar por su<br />

humildad y su apaciblccaridad. Su zolo por las auslerida<strong>de</strong>s<strong>de</strong>la<br />

penitencia alentaba á lodos los religiosos á practicar<br />

con fervor todo lo prescrito por la regla. Uomárico<br />

murió el año 6ÍJ3.<br />

SANPATAPIO, CONFESOR.—Nacióen Conslanlinopla en el<br />

siglo Y. Convencido déla vanidad <strong>de</strong>l mundo, ti aló <strong>de</strong><br />

aprovechar la vida parasanliíicarse, y serctiróá un <strong>de</strong>sierto<br />

no léjos <strong>de</strong> su patria. Entregado en él á la oración y penitencia,<br />

fué por muchos años el pasmo <strong>de</strong> cuantos iban a<br />

visitarle para admirarsus virtu<strong>de</strong>s y milagros. Por fin, coronado<br />

<strong>de</strong> méritos, <strong>de</strong>scansó tranquilo en el Sefior.<br />

DIA 9;<br />

SANTA LEOCADIA, víncEN-y WÁETIK.—La bienaventurada<br />

virgen santa Leocadia fué natural <strong>de</strong> la ciudad do Toledo,<br />

noble <strong>de</strong> linaje y gran<strong>de</strong> sierva <strong>de</strong>l Señor. Mandóla pren<strong>de</strong>r<br />

el presi<strong>de</strong>nte Daciano, que como una fiera cruel no se<br />

podia ver harto <strong>de</strong> la sangre <strong>de</strong> los cristianos, y traida á<br />

su presencia le puso <strong>de</strong>lante su nobleza y sangre, y la vileza<br />

é ignominia <strong>de</strong> la que él llamaba superstición <strong>de</strong> los<br />

cristianos, y ya con halagos, con blanduras y con espantos<br />

procuró persuadirla que <strong>de</strong>jase Jafé <strong>de</strong> Cristo, y adorase á<br />

sus dioses. No se movió la santa virgen por cosa alguna <strong>de</strong><br />

las que le dijo el presi<strong>de</strong>nte: y todo su artificio se resolvió<br />

en humo, sin po<strong>de</strong>r hacer mella en aquel pecho sagrado.<br />

Mandóle poner en una oscura y horrible cárcel, para alormentarla<br />

con ella; y si esto no bastase, matarla con crueles<br />

tormentos. Muchose regocijó santa Leocadia cuando se vió<br />

llevar á la cárcel, reconociendo que era gran merced <strong>de</strong><br />

Dios, y haciéndole gracias por ello; y viendo algunos que<br />

la seguían llorando, se volvió á ellos con alegre y sereno<br />

rostro, y les dijo: Ea, soldados <strong>de</strong> Cristo, no os enlrislczcais<br />

por mi pena, antes holgaos y dadme el parabién: pues<br />

Dios me ha hecho digna que pa<strong>de</strong>zca por la confesión <strong>de</strong><br />

su nombre. Algunos dicen que fué crudamente azotada<br />

ánles<strong>de</strong> entrar en la cárcel: y <strong>de</strong> la crueldad <strong>de</strong> Daciano<br />

se pue<strong>de</strong> creer que fué asi. En aquella dura y áspera cárcel<br />

estuvo algún liempo: y oyendo la carnicería que Daciano<br />

continuamente hacia en los crislianos, y los tormentos<br />

atrocísimos con que habla hecho morir á la gloriosa<br />

virgen santa Eulalia <strong>de</strong> Mérida ; enternecida y traspasada<br />

<strong>de</strong> doler, suplicó á nuestro Señor la llevase para sí, si así<br />

convenia, para que no viese la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> su Iglesia, y<br />

menoscabo <strong>de</strong> la fé <strong>de</strong> su santa religión. Cumplió Dios el<br />

<strong>de</strong>seo <strong>de</strong> la santa virgen, y oyó su oración: y así como estaba<br />

orando, hizo con los <strong>de</strong>dos una cruz en una dura piedra<br />

<strong>de</strong> la cárcel, y quedaron en ella las señales, y besándola<br />

con gran ternura y <strong>de</strong>voción, dió su bendita alma á<br />

Dios. El cuerpo fué hallado junto á aquella cruz, caido y<br />

reclinado en el suelo, y fué sepultado por los crislianos <strong>de</strong><br />

la manera que mejor pudieron. Fué la muerle <strong>de</strong> sania<br />

Leocadia á los 9 <strong>de</strong> diciembre por los años <strong>de</strong>l Sefior do<br />

303, imperando Diocleciano y Jíaximiano. Tiene la santa<br />

virgen Leocadia tres templos <strong>de</strong> su nombre en la ciudad<br />

<strong>de</strong> Toledo : uno don<strong>de</strong> fué su casa : otro don<strong>de</strong> estuvo presa;<br />

y otro don<strong>de</strong> fué sepultada: y por reverencia y <strong>de</strong>voción<br />

que le tuvieron algunos santos arzobispos <strong>de</strong> Toledo,<br />

se mandaron enterrar en el mismo templo (don<strong>de</strong> machos<br />

años estuvo su sagrado cuerpo); como fueron EugenioIII,<br />

Alfonso y Juliano, santísimos pontífices: y en el liempo <strong>de</strong><br />

los reyes godos se celebraron en él muchos concilios toledanos,<br />

que siempre en la Iglesia han sido en gran veneración.<br />

En oslo templo sucedió una cosa maravillosa y digna<br />

<strong>de</strong> gran<strong>de</strong> admiración. Un dia <strong>de</strong> santa Leocadia fué el rey<br />

Recesvinlo, acompañado <strong>de</strong> toda la nobleza <strong>de</strong> su córle, á<br />

celebrar la tiesta <strong>de</strong> la santa virgen : y estando en ia iglesia<br />

mucha gente eclesiástica y seglar, el bienaventurado<br />

san Il<strong>de</strong>fonso, que á ia sazón era arzobispo <strong>de</strong> Toledo, so<br />

puso en oración <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l sepulcro <strong>de</strong> sania Leocadia; y<br />

<strong>de</strong> improviso la piedra que le cubria y era tan pesada que<br />

(como dice Cixila) apenas treinta hombres la pudieran alzar,<br />

se levantó por sí misma : y la gloriosa virgen salió<br />

<strong>de</strong>l sepulcro, y mirando á san Il<strong>de</strong>fonso extendiósu mano,<br />

y locó la suya y le dijo: O Il<strong>de</strong>fonso, por tí vivo la gloria<br />

<strong>de</strong> mi SeTiora; dando á enten<strong>de</strong>r que san Il<strong>de</strong>fonso habia<br />

<strong>de</strong>fendido la limpieza y gloria <strong>de</strong> la virginidad <strong>de</strong> nuestra<br />

Señora contra los herejes, que la prelendian con su lengua<br />

sacrilega mancillar. Todos los circimslantes cayeron<br />

en el suelo pasmados, por la novedad <strong>de</strong> este prodigio:<br />

mas san Il<strong>de</strong>fonso habló á sania Leocadia y le dijo: O gloriosa<br />

virgen, y digna <strong>de</strong> reinar en el cielo con Dios; pues<br />

menospreciaste y diste la vida por su amor: dichosa fuó<br />

esta ciudad; pues naciste en ella, y la consagraste con tu<br />

muerle, y ahora la consuelas con tu presencia. Vuelve,<br />

señora, los ojos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cielo sobre ella, y con ta intercesión<br />

<strong>de</strong>fien<strong>de</strong> tus naturales, y al rey que con tanta <strong>de</strong>voción<br />

celebra tu fiesta. Oidas estas palabras comenzó<br />

santa Leocadia á retirarse y volverse á su sepultura: y san<br />

Il<strong>de</strong>fonso con un cuchillo que le dio. el rey, corló un pedazo<br />

<strong>de</strong>l velo con que venia cubierta la virgen, para que quedase<br />

memoria <strong>de</strong> tan ilustre milagro, y la ciudad <strong>de</strong> Toledo<br />

consolada con tener [como lo tiene en el sagrario <strong>de</strong> la<br />

santa Iglesia) aquel celestial tesoro.<br />

El cuerpo <strong>de</strong> santa Leocadia es'uvo muchos años en la<br />

ciudad <strong>de</strong> Toledo en su sepulcro, y en un suntuoso templo<br />

que <strong>de</strong>spués el rey Siscbulo le edificó. De allí fué llevado<br />

por los crislianos á la ciudad <strong>de</strong> Oviedo, por temor que los

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