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52 LA LKYKNDA DE ORO.<br />
DIA IG.<br />
(la. Ka liubiü t-u los sacerdotes la <strong>de</strong>bida religión y <strong>de</strong>voción,<br />
ni tm los nuniáíros la fi<strong>de</strong>lidad, ni en las obras la<br />
jnisei icordia, ni en las coslumbras el concierto conveniente.<br />
Uabia en las mujeres muchas galas, atavíos y afeites;<br />
y en los hombros gran <strong>de</strong>senvoltura y ambición, muchos<br />
juramentos falsos, odios, rencores y disensiones. Algunos<br />
obispos, <strong>de</strong>jando ol cuidado <strong>de</strong> sus ovejas, atendían mas á<br />
sus ganancial» temporales, que á socorrerá los pobres necesitados.<br />
Finalmente, habia perdido la santa Iglesia en<br />
algunas partes aquel lustre y resplandor que ántes tenia: y<br />
para restituirle, or<strong>de</strong>nó Dios que viniese i] azote <strong>de</strong> aquella<br />
gran<strong>de</strong> persecución, y tuvo revelación <strong>de</strong> ello san Cipriano,<br />
y previno al pueblo y le avisó qua se aparejase, y<br />
aplacase al Señor con oraciones, ayunos, lágrimas y fi'utos<br />
<strong>de</strong> verda<strong>de</strong>ra penitencia. Vino la persecución, y el santo<br />
prelado se escondió, no para huir <strong>de</strong> ella, sino para pa<strong>de</strong>cer<br />
mas y á mejor tiempo; porque el Espíritu Sanio le<br />
reveló y mandó que se ausenlase, para que no esparciese<br />
y ahuyuntase el rebaño <strong>de</strong> los fieles, y muerto el<br />
pastor, fuese <strong>de</strong>spedazado y tragado <strong>de</strong> los lobos, como el<br />
mismo sanio lo leslifica M una epístola que escribió á los<br />
prcsbileros <strong>de</strong> Garlugo: y lo mismo dice Poncio, su diácono.<br />
Y el clero romano tuvo por cosa muy acertada el<br />
haberse retirado en aquella sazón san Cipriano. Estando<br />
el santo apartado y escondido, los gentiles y ministros <strong>de</strong>l<br />
emperador le buscaban con extraña diligencia y cuidado:<br />
y como el mismo santo dice, muchas veces estando en el<br />
antiloatro el pueblo, entendiendo en sus fiestas y espectáculos,<br />
como infiel y ciego, daba voces y pedia que traj<br />
osen allíá Cipriano, para echarlo á los leones. Confiscáronle<br />
los bienes (como él lo dice), y pregonaron, que quien tuviese<br />
ó poseyese cosa alguna <strong>de</strong> los bienes <strong>de</strong> Cecilio Cipriano,<br />
obispo do los cristianos, lo manifestase. Y aña<strong>de</strong><br />
san Cipriano contra los cismáticos, que habían hecho otro<br />
gracia y autoridad en mandarlo, que lodos le obe<strong>de</strong>cían,<br />
aunque fuese con manifiesto peligro <strong>de</strong> sus \ idas. Pasó<br />
aquella persecución; porque el emperador Decío no vivió<br />
mas <strong>de</strong> un año y tres meses en el imperio : y sosegada la<br />
tempestad, estando ya el cielo sereno y el mar tranquilo,<br />
volvió san Cipriano á su Iglesia, y recogió las ovejas <strong>de</strong>scarriadas<br />
y amedrentadas, como buen pastor; y celebró<br />
las coronas y triunfos <strong>de</strong> los santos mártires que habían<br />
muerto en ella. Pero aunque con la muerte <strong>de</strong> Decío tuvo<br />
alguna paz la Iglesia; mas entraron los bárbaros <strong>de</strong> Numídia,<br />
é hicieron gran<strong>de</strong> estrago y llevaron muchos cautivo»;<br />
y san Cipriano mandó hacer una <strong>de</strong>manda general<br />
en su Iglesia (como se acostumbra en semejantes casos),<br />
y allegó una gran<strong>de</strong> limosna para remedio <strong>de</strong> aquella pobre<br />
gente, contribuyendo los fieles cada uno conforme 6<br />
su posibilidad, como el mismo santo lo cuenta. Sobrevino<br />
<strong>de</strong>spués una cruelísima pestilencia en África, y hubo muy<br />
gran<strong>de</strong> mortandad, en la cual resplan<strong>de</strong>ció en gran manera<br />
la caridad y comi^sion <strong>de</strong> san Cipriano. Animaba á<br />
todos: servia á los enfermos: exhortaba á los sanos á servirlos<br />
y socorrerlos ; y mostraba las entrañas <strong>de</strong> su piedad,<br />
no solo con los crislianos, sino también con los gentiles,<br />
<strong>de</strong> quienes habian sido tan cruelmente perseguidos y<br />
maltratados.<br />
No bastaron tantas y tan señaladas obras, para amansar<br />
los corazones <strong>de</strong> los gentiles, mas fieros que los tigres;<br />
porque siendo ya emperadores Valeriano y Galíeno su<br />
hijo, un procónsul llamado Aspasio Pater no, viendo la<br />
autoridad, que san Cipriano tenia en Carlago, no atreviéndose<br />
á matarle, le envió á mandar que se fuése <strong>de</strong>sterrado<br />
<strong>de</strong> la ciudad : y el santo pontífice obe<strong>de</strong>ció á esto<br />
injusto mandato, y salió <strong>de</strong> Carlago y se fué á una ciudad<br />
llamada Curubitana, don<strong>de</strong> estuvo casi un ano. Mas habiendo<br />
acabado su oficio Aspasio, y sucedido en el cargo<br />
obispo en competencia suya, estas palabras: «Para que <strong>de</strong> procónsul Galerio Máximo, se volvió san Cipriano cerca<br />
los que creen á Dios, queme hizo obispo, crean al <strong>de</strong>monio,<br />
que, confiscándome los bienes, me llama obispo. Esto<br />
digo con dolor do su perdición, y no por jactancia.» Esto<br />
es <strong>de</strong> san Cipriano.<br />
Increíble fué el fruto que el santo prelado hizo <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
aquel lugar secreto don<strong>de</strong> estaba escondido. Fué medio<br />
para que muchos hiciesen penitencia y <strong>de</strong>jasen el mundo,<br />
y que muchas doncellas consagrasen su virginidad á<br />
Dios. Predicaba la verdad á los herejes, la vanidad á<br />
<strong>de</strong> Carlago, y estuvo en unos huertos que habian sido<br />
<strong>de</strong> su patrimonio, y él los había vendido para dar el precio<br />
<strong>de</strong> ellos á los pobres, y otra vez el que los compró so<br />
los díó graciosos: y si la persecución no se lo hubiera estorbado,<br />
él los hubiera tornado á ven<strong>de</strong>r, y dado <strong>de</strong> nuevo<br />
el precio á los pobres. En estos huertos estuvo algunos<br />
días acompañado <strong>de</strong> muchos clérigos y diáconos, y otros<br />
amigos suyos. Venían <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Cartago y <strong>de</strong> otras<br />
parles, muchas gentes á tratar con él negocios <strong>de</strong> sus<br />
los cismáticos, y la paa á los hijos_ <strong>de</strong> Dios. Animaba<br />
almas; y todos le hallaban afable, amoroso y verda<strong>de</strong>ro<br />
á los mártires para que pa<strong>de</strong>ciesen valerosamen<br />
te por Cristo los tormentos con que eran atormcniados,<br />
y la misma muerte. Llamaba en lugares ocultos y<br />
apartados ya á unos, ya á otros, y predicábales como er«<br />
venido el tiempo en que se echaría <strong>de</strong> ver los que <strong>de</strong> veras<br />
eran amigos <strong>de</strong> Dios; y que no estuviesen mal con<br />
los que los perseguían, sino "que los amasen y rogasen á<br />
Dios por ellos: pues ol pagano ama á solos los amigos; y<br />
el cristiano <strong>de</strong>be amar á los amigos y enemigos. Demás<br />
<strong>de</strong> esto díó ór<strong>de</strong>n para que <strong>de</strong> noche, y á horas seguras,<br />
se diese sepultura á los cuerpos <strong>de</strong> los que habían muerto<br />
por d isto; y que se curasen y hospedasen en las casas<br />
los que quedaban con la vida, aunque llagados y heridos<br />
con los tormentos; y que se favoreciese y diese <strong>de</strong> comer<br />
y vestir á los que habían perdido las haciendas y andaban<br />
huidos. Estas y otras cosas proveyó el santo pontífice en<br />
aquella calamidad y horrible persecución; y tenia lanía<br />
padre, y consolador y remediador <strong>de</strong> sus necesida<strong>de</strong>s,<br />
^logáronle algunos <strong>de</strong> sus amigos, que se <strong>de</strong>sviase y alejase<br />
mas <strong>de</strong> la ciudad, para que al nuevo procóníul no so<br />
le antojase echarle la mano y matarle; mas el sanio no<br />
lo quiso hacer: porque había tenido revelación <strong>de</strong>l Señor,<br />
quo <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un año <strong>de</strong> su <strong>de</strong>stierro alcanzaría la corona<br />
<strong>de</strong>l martirio, cosa que sumamente <strong>de</strong>seaba. Supo el procónsul<br />
don<strong>de</strong> estaba san Cipriano y la gente que concurría<br />
á él: mandóle pren<strong>de</strong>r, y estuvo preso una noche en<br />
la casa <strong>de</strong>l mismo que le habia prendido. Vino allí mucha<br />
gente por ver á su prelado vivo, teniendo por cierto quo<br />
presto le verían muerto. Entendió san Cipriano, ántes que<br />
le prendiesen, que el procónsul enviaba sus ministros y<br />
soldados para pren<strong>de</strong>rle y llevarle á la ciudad <strong>de</strong> Clica, y<br />
allí hacer justicia <strong>de</strong> él; y apartóse <strong>de</strong>l lugar don<strong>de</strong> estaba<br />
á otro mas oculto y seguro, basta que el procónsu<br />
fuése á Carlago, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> era obispo; porque <strong>de</strong>seaba