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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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524 LA LEYENDA DE ORO.<br />

obispo <strong>de</strong> Lodi, y una vez orando con ól, vio á nuestro Señor<br />

Jesucristo que venia á visitarle con una cara blanca, y<br />

alegre le acariciaba. Llegado ya el sábado santo, y estando<br />

san Ambrosio extendidos los brazo? y puestos en cruz,<br />

haciendo oración en silencio, cerca <strong>de</strong> la noche, san Honorato,<br />

obispo do Yerceli, que estaba en lo alto <strong>de</strong> la casa,oyó<br />

una voz tres veces que <strong>de</strong>cía; Sur (je; festina; quiamodúrecessurus<br />

est: Levántate, dáte prisa; porque luego se ha <strong>de</strong><br />

partir. Bajó luego y dióle el sacratísimo cuerpo <strong>de</strong> Cristo<br />

nuestro Re<strong>de</strong>ntor: y habiéndole recibido con singular gusto<br />

y reverencia, dió su espíritu al que para tanta gloria<br />

suya le habia criado, poco ántes que amaneciese, el dia <strong>de</strong><br />

Pascua <strong>de</strong> aquel año, que fué el <strong>de</strong> 397, á los í do abril,<br />

siendo do edad <strong>de</strong> selonta y cuatro afíos, y cinco ántes<br />

que muriese san Martin, obispo <strong>de</strong> Tonts. Por don<strong>de</strong> se<br />

ve, que no pudo ser loque algunos escriben, que san<br />

Ambrosio, estando para <strong>de</strong>cir misa en el altar, se halló<br />

en el entierro do san Martin, como lo notó el car<strong>de</strong>nal<br />

Baronio.<br />

Hizo Dios nuestro Señor muchos milagros por la intercesión<br />

<strong>de</strong> esto santísimo doctor en vida y en muerte.<br />

Cuando fué á Roma, yendo á <strong>de</strong>cir misa en un oratorio <strong>de</strong><br />

una sefiora principa!, una mujer que estaba paralitica,<br />

sabiéndolo, se hizo llevar en una silla don<strong>de</strong> él estaba, y<br />

besó sus vestiduras; y poniendo el santo sacerdote sus<br />

manos sagradas sobro la enferma, Juego cobró salud y<br />

comenzó á andar. En Florencia posó en casa <strong>de</strong> un ilustre<br />

caballero, llamado Decente, que tenia un hijo por nombre<br />

Panselio, atormentado <strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio; y san Ambrosio<br />

le libró: y habiendo <strong>de</strong>spués muerto, le resucitó á instancia<br />

<strong>de</strong> la madre <strong>de</strong>l mozo, echándose como otro Eliseo<br />

sobre el cuerpo <strong>de</strong>l difunto, y le restituyó á su madre, y<br />

<strong>de</strong>spués le escrihió un libro, enseñando la forma que habia<br />

<strong>de</strong> tener, para vivir cristianamente. Después <strong>de</strong> la<br />

muerte <strong>de</strong> Teodosio, un hombre llamado Cresonio, temiendo<br />

el castigo por un <strong>de</strong>lito que habia cometido, se<br />

entró en la iglesia como en lugar <strong>de</strong> refugio, y algunos<br />

soldados <strong>de</strong> Eslilicon, por fuerza y con gran violencia le<br />

sacaron <strong>de</strong>l altar, don<strong>de</strong> estaba cercado <strong>de</strong> clérigos, y allí<br />

cerca san Ambrosio haciendo oración, y llorando el pooo<br />

respeto que se tenía á la iglesia. Fuéronse luego los soldados<br />

(que eran arríanos) muy contentos á unas fiestas<br />

y juegos llamados circenccs que hacía el emperador: soltaron<br />

unos leopardos para regocijo <strong>de</strong>l pueblo: los cuales,<br />

<strong>de</strong>jando á todos los <strong>de</strong>más, asaltaron con gran<strong>de</strong> ínipclu á<br />

Jos soldados <strong>de</strong>sacatados y violadores <strong>de</strong> la iglesia, y allí<br />

Jos <strong>de</strong>spedazaron, sin hacer mal á otra persona alguna.<br />

Visto esto, Eslilicon (por cuyo mandato se había hecho<br />

aquel sacrilegio) se reconoció, y volvió el preso á san<br />

Ambrosio, y se sujetó á su censura, ó hizo la penitencia<br />

que Je fué impuesta.<br />

Había un hombre llamado Nicecío, muy atormentado y<br />

fatigado <strong>de</strong> dolor <strong>de</strong> los piós, y á esta causa pocas veces<br />

salía en público. Fué un dia á la iglesia á recibir el sanio<br />

Sacramento <strong>de</strong>l altar <strong>de</strong> mano <strong>de</strong> san Ambrosio; el cual,<br />

sin mirar lo que hacia, Je pisó el pió <strong>de</strong> manera, que Nicecío<br />

sintió grave dolor, y dió un grito. Volvióse á él el<br />

santo prelado y díjole: Véte; que no tendrás <strong>de</strong> aquí a<strong>de</strong>lante<br />

mas dolor: y así fué, como él mismo lo testificó con<br />

muchas lágrimas, cuando murió el santo prelado. Iba una<br />

vez san Ambrosio á palacio, y cayó en el suelo un hombre:<br />

viole así caído y tendido un notario,llamado Teódulo,<br />

DIA 7.<br />

y comenzó á reírse; y el santo sacerdote, volviéndose á<br />

él, le dijo: Tú que estás en pié, mira no caigas. Al momento<br />

cayó Teódulo, y con su caída aprendió á no reírse<br />

déla ajena. Volviendo san Ambrosio <strong>de</strong> Verceli á Milán,<br />

pasó por Novara : y no queriendo <strong>de</strong>tenerse en aquella<br />

ciudad la cabalgadura en que iba, se paró y estuvo inmoble<br />

sin po<strong>de</strong>rla hacer dar un paso a<strong>de</strong>lante, sin moverse<br />

<strong>de</strong> don<strong>de</strong> estaba. Luego entendió, por revelación <strong>de</strong><br />

Dios, que <strong>de</strong>bía visitar á san Gau<strong>de</strong>ncio, que era varen <strong>de</strong><br />

gran santidad, y á la sazón estaba en Novara. Ilizolo así:<br />

luego la cabalgadura se movió, y fué á la casa <strong>de</strong> Gau<strong>de</strong>ncio,<br />

al cual profetizó que seria obispo <strong>de</strong> Novara, y<br />

con el mismo espíritu profélico Gau<strong>de</strong>ncio dijo á san Ambrosio,<br />

que él no Je consagraría, sino otro; significando<br />

que presto había <strong>de</strong> morir.<br />

El mismo dia que murió, fué visteen las partes <strong>de</strong><br />

Órlente, estar en la congregación <strong>de</strong>. algunos monges, llorar<br />

con ellos y poner sobro ellos sus manos. Otras muchas<br />

veces apareció á las personas (pie habian tenido <strong>de</strong>voción<br />

con su sania persona en vida, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> muerto<br />

le invocaban y pedían su .favor. San Cenobio, obispo <strong>de</strong><br />

Florencia, y gran<strong>de</strong> amigo <strong>de</strong> san Ambrosio (como él mismo<br />

lo refirió á t'anlinoque loescribe), muchas veces le vió<br />

orando, siendo ya muerto. Y cuando Radagasio, rey <strong>de</strong><br />

los godos, puso cerco sobre la ciudad <strong>de</strong> Florencia con un<br />

ejéicito <strong>de</strong> doscientos mil hombres, san Ambrosio apareció<br />

á los <strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro, y los favoreció y salvó la ciudad, y perecieron<br />

todos aquellos bárbaros. Otro tanto casi sucedió en<br />

Africa á Maszecel, capitán <strong>de</strong>l emperadorHonorio, haciendo<br />

guerra contra su mismo hermano Gildon, que se había<br />

reblado conlra el emperador, porque encomendándose<br />

Maszecel á san Ambrosio, que poco ántes habia muerto, lo<br />

apareció el santo y le esforzó y enseñó cómo había <strong>de</strong> vencer:<br />

<strong>de</strong> suerte que con cinco mil soldados <strong>de</strong>sbarató, según<br />

Paulo <strong>Oro</strong>sio, sesenta mil. y según Paulo Diácono,<br />

ochenta mil. Otros muchos milagros hizo el Señor por san<br />

Ambrosio, y el dia que le enterraron (que fué el sacratísimo<br />

dia <strong>de</strong> Pascua) en la basílica AmJjrosiana, con innumerable<br />

concurso <strong>de</strong> gente, no solo <strong>de</strong> cristianos, sino también<br />

<strong>de</strong> judíos y paganos; los <strong>de</strong>monios daban aullidos, y<br />

agran<strong>de</strong>s gritos <strong>de</strong>cían, quceian atormentados <strong>de</strong> san<br />

Ambrosio: y hombres y mujeres á porfía procuraban tocar<br />

y besar el santo cuerpo, ó alguna cosa suya, para alcanzar<br />

salud y otras gracias y merce<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l Señor: y muchos le<br />

vieron como sí estuviera vivo, y algunos una estrella resplan<strong>de</strong>ciente<br />

sobre su sagrado cuerpo.<br />

Tuvo en vida tan gran<strong>de</strong> autoridad este santo doctor, y<br />

fué tan famoso y tan celebrado en el mundo, que vinieron<br />

dos caballeros muy ricos y po<strong>de</strong>rosos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el reino <strong>de</strong><br />

Persia á Milán, por solo verle y hacer experiencia <strong>de</strong> su<br />

gran sabiduría: y habiendo estado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la mañana hasta<br />

las tres déla noche, proponiéndole las dudas que traían,y<br />

oyendo sus respuestas per intérprete, se partieron <strong>de</strong> él<br />

muy consolados y admirados: y para que se entendiese<br />

que no habían venido á Milán, sino para solo verle; al dia<br />

siguiente se <strong>de</strong>spidieron <strong>de</strong>l emperador, y salieron <strong>de</strong> Mi-<br />

Jan para Roma : que es cosa bien notable y digna <strong>de</strong>compararse'ó<br />

anteponerse á la reina Sabá, que vino á oír la<br />

sabiduría <strong>de</strong> Salomón, movida <strong>de</strong> su fama. Una reina <strong>de</strong><br />

los marcomanos, llamada Fritigil, habiendo oido <strong>de</strong> un<br />

cristiano Ins excelencias y maravillas <strong>de</strong> san Ambrosio, le<br />

envió sus embajadores con gran<strong>de</strong>s done?, pidiéndole que

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