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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DÍA 1G.<br />

SETIEMBIUÍ<br />

/ 1 ol<br />

tlM cuiilos se [iiu'dcn líer cu el libro <strong>de</strong> los concilios.<br />

S.w CII'UIANO, tpmp v MAÍIIIR.—La vida <strong>de</strong>l g'orioso<br />

I)oi)lilice y foiiísimo miii'tir san Cipriano escribió l'oncio,<br />

su diácono y compañero en la vida, en d <strong>de</strong>stierro y en<br />

la muerle; y <strong>de</strong> qaien, como <strong>de</strong> sanio, hace meiu-ion el<br />

Martirologio romami; y san G'oróaimo, por hab?r escrito<br />

la vida <strong>de</strong> san Cipriano, le pone en el catálogo <strong>de</strong> los escritores<br />

eclesiúslicos. V no solamente san Poncio escribió<br />

su vida; pero tundios <strong>de</strong> los dodores mas insignes <strong>de</strong> la<br />

Iglesia, como san Gregorio Nacianceuo, san Gerónimo,<br />

san Agustín y otros, alaban con gran<strong>de</strong> encarecimienlo á<br />

san Cipriano: cuya vida es <strong>de</strong> esla manera. Fué san Cipriano<br />

<strong>de</strong> nación africano, <strong>de</strong> sangre ilustre y hombre<br />

po<strong>de</strong>roso, y en su ciudad senador amplísimo, y que tuvo<br />

ia primera dignidad da aqnei or<strong>de</strong>n, y <strong>de</strong> gran<strong>de</strong> eslima<br />

entre los gentiles. Diose á los csludios <strong>de</strong> la elocuencia y<br />

<strong>de</strong> la fdosofía con gran cuidado, y salió muy eminente filósofo<br />

y orador; y ántes <strong>de</strong> bautizarse, enseñó retórica con<br />

gran loa y fama. Trabó amistad feMi un cristiano y presbítero,<br />

llamado Cecilio: el cual, meilianle su santa vida y<br />

doctrina, le persuadió que se hiciese crisliano; y Cipriano<br />

lo hizo con lan partic ular reconocimiento ilela merced que<br />

Dios le hacía, por medio <strong>de</strong> Cecilio, que lomó su nombre,<br />

y <strong>de</strong> allí a<strong>de</strong>lante se llamó Cecilio Cipriano, y siempre le<br />

reverenció como á padre <strong>de</strong> su alma y maestro <strong>de</strong> su<br />

tmeva \ illa. Admiró el mundo la conversión <strong>de</strong> san Cipriano<br />

(como din1 s;m lierúnimo), y los cristianos qm'daron<br />

muy animados y favorecidos, por haberles dado nuestro<br />

•serior un varón tan eslimado y caudillo tan valeroso;<br />

'"'oque ios gentiles hacían burla <strong>de</strong> él, como dice Laclanwol'irmiano,<br />

por haber <strong>de</strong>jado la escuela <strong>de</strong> retórica, y<br />

por escarnio le llamaban Copriano, que quiero <strong>de</strong>cir eslercolero.<br />

Luego que recibió la luz <strong>de</strong>l cielo, y por el agua<br />

<strong>de</strong>l santo bautismo fué reengendrado en Cristo, encomendó<br />

ii Cecilio preshiíero, sn loi'jer y los hijos que <strong>de</strong> ella<br />

tenia; y <strong>de</strong>jándoles lo qiiehahiau menesler para su suslenlo,<br />

repartió sus gran<strong>de</strong>s ríqnews á los pobres, y eomenzó á<br />

hacer una vida perfeelísima, y á ensenar á los fieles una<br />

doctrina tan alta y divina, que mas parecía venida <strong>de</strong>l<br />

cielo, que aprendida en la tierra; porque en baulizándoso,<br />

apareció <strong>de</strong> repente e\celcnlisimo teólogo; y aunque el<br />

mismo san Cipriano dice, que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> bautizado, no<br />

hacia caso do la elocuencia, ántes procuraba corlar <strong>de</strong> raiz<br />

ta elegancia y ornato <strong>de</strong> palabras; con todo eso ponen<br />

•'dmiraciou sus escritos á los gran<strong>de</strong>s oradores ó ingenios<br />

'^as altos. Y Lacíancío, que fué muy elocueule, alaba á<br />

•s;,n Cipriano <strong>de</strong> copia, smm'dad y ilarídad <strong>de</strong> estilo, y<br />

la fuerza y elicacía en persuadir: y san Gregorio xNaci;»:iceiio,<br />

varón lan eminente en la elocuencia, dice <strong>de</strong> sí,<br />

•«que era muy alicionado á los' escritos <strong>de</strong> san Cipriano,<br />

lJf>r su singular doctrina y clocucnwa, en la cual hacia<br />

lauta ventaja á los <strong>de</strong>más hombres, cuaula hacen los<br />

l'ombres á los anímales brutos: » y san Gerónimo dice <strong>de</strong><br />

6lj « que era como un río <strong>de</strong> elocuencia, claro, puro y caus<br />

daloso.» De don<strong>de</strong> po<strong>de</strong>mos sacar, que sí la elocuencia <strong>de</strong><br />

s;ui Cipriano era tan gran<strong>de</strong>, cuando él la cercenaba y<br />

procuraba cortar <strong>de</strong> raíz y coger las ve!a>; ¿cuánta sería,<br />

cuando ella estaba en su punto y primor, y tendidas las<br />

velas navegaba? Y aña<strong>de</strong> san Agustín, «que en algunas<br />

l'artcs, por voluntad <strong>de</strong> Dios, san Cipriano levanta el estilo.<br />

Para que se entendiese la gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong> elocuencia que ánl«e<br />

tenía; que la doctrina <strong>de</strong> Cristo le sanó <strong>de</strong> aquella re-<br />

duiulam ia. j le dió otra elocuencia nía? grave y religiosa1<br />

como la que se ve en sus escritos: la cual, aunque su<br />

<strong>de</strong>sea, cuando se leen, con dilicultad se pue<strong>de</strong> aleanz;:r.i)<br />

Fué tan excelente la vida <strong>de</strong> san Cipriano, y tan resplau<strong>de</strong>cieufes<br />

los rayos <strong>de</strong> luz, que, luego que fué bautizado,<br />

comenzó á <strong>de</strong>rramar con su celestial doctrina, que poco<br />

<strong>de</strong>spués fué or<strong>de</strong>nado <strong>de</strong> preshitero ; y siendo jnuerto el<br />

obispo <strong>de</strong> Carlago, do común consentimiento <strong>de</strong> los cristianos<br />

fué elegido por prelado y pastor <strong>de</strong> aquel rebaño<br />

<strong>de</strong>l Señor. Rehusólo el santo cuanto pudo, alegando que<br />

había en aquella ciudad oíros muchos sacerdotes mas antiguos<br />

que él (que poco ántes había <strong>de</strong>jado la idolatría),<br />

los cuales, por sus letras y sania vida, merecían mejor<br />

KpaHl dignidad ; pero cuanto él mas rehusaba, tanto era<br />

mas merecedor <strong>de</strong> ella, y el pueblo mas se encendía é insistía<br />

en que él, y no otro, había <strong>de</strong> ser su pontífice y prolado.<br />

Recogióse san Cipriano á su casa: mandó cerrar<br />

muy bíen las puertas: cercóle el pueblo por todas parles<br />

la casa; y finalmente, se hubo <strong>de</strong> rendir á la voluntad do<br />

Dios, y á la violencia <strong>de</strong> la genle. No fallaron alguaos,<br />

que por codicia y ambicien quisieron estorbar aquella<br />

elección (como fué un presbítero llamado Felicísimo, con<br />

otros cinco sus consortes ); mas estos <strong>de</strong>spués, así en Carlago,<br />

como en Roma, levantaron el cisma <strong>de</strong> Novato, y se<br />

hicieron herejes, y aun (como dice el mismo san Cipriano)<br />

en la persecución <strong>de</strong> Decio se hicieron á una con los<br />

gentiles, para perseguir á los crisliauos. Otros hubol;aiibien,<br />

que (aunque con mejor iiilencion) repugnaron á la<br />

elección <strong>de</strong> san Cipriano, por ser lan nuevo en la fe, no<br />

consi<strong>de</strong>rando la calidad y eminencia <strong>de</strong> su persona, y que<br />

Dios nuestro Señor, que le escogió, le había adornado do<br />

todas las virtu<strong>de</strong>s, que para tan alta dignidad eran me •<br />

nester, A estos, <strong>de</strong>spués que se sentó en su silla traió<br />

con tanto amor y mansedumbre, que tenia espanlados á<br />

los <strong>de</strong>más,<br />

Pero, ¿qué lengua podrá dignamente explicar la manera<br />

que esle santo pastor tuvo en apacentar, curar y<br />

<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r aquel rebaño, que el Señor le había encomendado?<br />

Era gran<strong>de</strong> su piedad con los flacos y humil<strong>de</strong>s, maravilloso<br />

el rigor y fuerza con los entonados y soberbios.<br />

Su rostro era alegremcnle grave, y gravemente alegre,<br />

con una mezcla y temperamento lan raro, que no sabían<br />

los que le trataban, si le habían <strong>de</strong> amar, ó temer nías;<br />

porque <strong>de</strong> lo uno y <strong>de</strong> lo otro era merecedor. Su traje y<br />

vestido, ni era curioso, ni <strong>de</strong>l lodo vil y <strong>de</strong>spreciado; poi ­<br />

que la <strong>de</strong>masía no <strong>de</strong>cía bien con su persona, ni !a falta<br />

con el oficio. Con los pobres era misericordioso, repartiendo<br />

con ellos largas limosnas, que los ricos y gente <strong>de</strong>vota<br />

con liberal mano le ofrecían. Finalmente, á lodos era padre<br />

dulcísimo, pastor vigilantisimo, maestro venido <strong>de</strong>l<br />

cielo, y forma, <strong>de</strong>chado y mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> sanios prelados. Levantóse<br />

en aquel liempo una brava tempestad contra la<br />

Iglesia, siendo Decio emperador, que aui¡qae fué breve<br />

su imperio, y Dios reveló á san Cipriano, que lo seria, fue<br />

muy cruel y atroz contra nuestra sania religión ; porque<br />

(como el mismo san Cipriano dice) quiso nuestro Señor<br />

probar su familia, y levantar la fé <strong>de</strong> los fieles, que estaba<br />

caída y como dormida: porque con la paz, que on tiempo<br />

do los Felipes, padre é hijo, emperadores, la Iglesia había<br />

tenido, la disciplina e<strong>de</strong>siástica estaba muy <strong>de</strong>bilitada<br />

y fuera <strong>de</strong> sus quicios; y lodos atendían á sus Intereses,<br />

y á acrecentar con una sed y codicia insaciable FU ha<strong>de</strong>n-

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