Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 7 DICIEMBUR, 517 cabeza, y rccihir con alegría sus reprensiones , y lomarlas como medicinas de su alma. Y como los obispos le suplicasen, que él mismo eligiese al que habia de sucederá Auxencio, nunca el religioso emperador lo quiso bacer, diciendo qne aquel negocio era mayor que sus fuerzas; y que ellos, como varones que eslaban llenos de la divina gracia, y alumbrados con su luz , lo podrían mejor hacer: mostrando en esto Valentiniano su piedad y el respeto que tenia á los ministros de Dios, y que sabia distinguir loque es propio del emperador y príncipe temporal, de lo que pertenece d los sacerdotes y es propio de la Iglesia. Tratóse luego de elegir prelado, y juntóse en la iglesia el pueblo de Milán, altercando los católicos y los herejes arríanos , y pretendiendo sacar cada una de las partes obispo de su religión. Vino á la iglesia Ambrosio como gobernador de aquella provincia , para sosegar el pueblo, y exhortar á la paz y quietud. En comenzando á hablar, salió de repente una voz de un niño que decia: Chispo Ambrosio. Oida esta voz, luego por divina inspiración con grande conformidad se unieron los corazones que estaban discordes de los católicos y de los arríanos, y convinieron en que Ambrosio fuese obispo. Quedó asombrado san Ambrosio, y procuró divertir ai pueblo, y huir aquella dignidad , de la cual él se tenia por indigno , y tomó medios extraordinarios para mostrar que de veras lo era, é inclinar al pueblo á que desistiese de aquella voluntad. I'ara esto, en saliendo de la iglesia, hizo poner su Iribunal, contra lo que hasta allí habia usado : comenzó á mostrarse severo y cruel, mandando atormentar algunos hombres fatinerosos , y tratando las causas de ellos, mas como juez riguroso que como obispo piadoso, l'ero como el pueblo no se moviese con estos espantos y rigores, antes siempre diese mas voces, y con mayor instancia le pidiese por obispo , hizo llamar el varón castísimo y ho- Dcslísimo á algunas mujeres lascivas á su casa, para que viéndolas la gcnlex le tuviesen por deshoneslo é indigno de tan sublime y puro ministerio. Mas como todos le conocían, y enlendian que aquel era un artificio, y una como representación para escaparse; tanto mas se encendían en el deseo de tenerle por obispo, cuanto él mas procuraba de no serlo, y clamaban que aquel pecado fuese sobre sus almas. Como vió san Ambrosio qne no le aprovechaban sus arles, huyó de Milán hacia Pavía : y habiendo caminado toda la noche y creyendo que llegaba á Pavía , por divina voluntad se halló á las puertas de Milán ; y entendiendo que era negocio de Dios , se rindió y entregó á la voluntad del pueblo, diciendo que haria loquo querían. Pusiéronle guardas , para que no huyese otra vez, y suplicaron al emperador Valentiniano, que conlii mase aquella elección I porque por las leyes no podían los magistrados ni ministros imperiales dejar sus oficios, y hacerse clérigos , sin licencia de los emperadores. El emperador se holgó mucho de que el que él habia puesto por gobernador temporal de aquellas provincias, fuese tal que mereciese ser obispo, y de rnuy buena gana confirmó la elección de san Ambrosio : el cual mientras que venía la respuesta de Valentiniano, engañando á líis guardas, se escapó otra vez, y se escondió en una casa de campo de un amigo suyo y caballero principal , llamado Leoncio, donde estuvo hasta que venida la respuesta del emperador, el imstno Leoncio le descubrió, por no contravenir á sus mandatos. ¿Oué persona ha habido en el mundo que lauto pretendiese ser obispo, cuanto san Ambrosio pretendió no serlo ? ¿ Qué hombre ha habido tan ambicioso, y que haya tomado tantos medios para alcanzar honra vana y mando congojoso, cuantos él tomó para huir de la dignidad que el pueblo y él mismo Dios lo ofrecían? Mas poique no se debe resistir á la divina voluntad , bajó san Ambrosio su cuello al yugo y dejóse ordenar de obispo, y porque aun no era bautizado, sino catecúmeno, fué bautizado por mano del obispo católico (que asi lo quiso él), y ordenado de todas las órdenes y consagrado obispo , con incrcible alegría y regocijo de todos. Hallóse el emperador presente á su consagración , y volviéndose á Dios, dijo : Yo os hago gracias, Señor y Salvador nuestro, porque habéis encomendado las almas al que yo habia encomendado los cuerpos, y con esto dado á entender que fué. buena la elección. No se puede fácilmente creer el gozo que en toda Italia y fuera de ella tuvieron los católicos por esta elección de san Ambrosio, esperando que por su grande zelo y valor se repararían los daños y calamidades, que por la perfidia y astucia de Auxencio, ohispo arriano, hahia recibido la Iglesia de Milán. San Basilio, obispo de Cesárea, le escribió una epístola, dándolo el parabién y alabándole sobremanera, y los otros obispos de la Iglesia oriental y occidental aprobaron y loaron aquella elección ; aunque habia sido hecha en persona , que (como dijimos) aun no esiídta baulizada ; y no se engañaron , porque luego que nuestro Ambrosio se sentó en su silla , dejó el cuidado de todas las cosas temporales á su santo hermano Sátiro, para estar mas libre y desembarazado , y darse del lodo á Dios,y atrwríH1 áTas obligacionesdesu oficio. Repartióálos pobres todo eí oro y plata que tenia, y á la Iglesia hizodonacion de sus posesiones y heredades , reservando para su hermana Marcelina el usufructo de ellas, mientras que viviese. Decia misa cada diacon gran ternura y devoción, y con mucha preparación, como se ve en las oracionesqne para esto compuso. Predicaba todos los domingos, y como buen pastor daba pasto celestial á sus ovejas : y eran sus sermones tan altos y tan llenos de espíritu, doctrina y elocuencia , que por medio de ellos se convirtió al Sefior el gran doctor y luz de la Iglesia, san Aguslin: porque el blanco á que tiraba en ellos , era herir las almas y reducirlas al Señor, no tanto con elegancia y copia de palabras , cuanto con ta fuerza de razones, oraciones y lágrimas. Ocupábase en los otros ministerios sagrados con tan grande continuación, que dice Paulino , que para solo el trabajo que tomaba con los que se habian de bautizar, cuando el sanio murió, eran menester cinco obispos. Admilia á lodos los que le veniíin á hablar , con exlraordinaria benignidad , sin tener guarda ni portero á la puerta. Oia á todos,consolaba á los aíiigidos, remedia ha á los necesitados, y era padre dulcísimo y pastor vigilantísimo de toda la ciudad. Con entender de buena gana en todos los negocios de misericordia y caridad, no quería ser casamentero , ni aconsejar á nadie que fuésc á la guerra, ni ir á comer fuera de su casa : y lo que él hacia en esto, aconsejó á san Agustín que lo hiciese. En (odas las virtudes se esmeró san Ambrosio, y fué dechado de los santos prelados y espejo de santidad, y tuvo menos que hacer en esto después que fué obispo , porque toda su vida había sido (como dijimos) muy honeslo y muy moderado.

518 LA LEYEXDA DE ORO. DIA 7.. Ayunaba muyániMiudo y casi no comia ningnn dia á la mafiana , sino eran los sábados y domingos, y las fiestas solemnes de algunos mártires, y siendo para lodos bnmanísimo y suavísimo, para sí solo era rígido y severo. Fué tan Immildc , que con tenerle todos por un oráculo de sabiduría, y varón elocucnlísimo, él daba á censurar á otros las obras que escribía, y se sujetaba á su juicio , y cuando le avisaban de alguna falla, bacia gracias por ello, y lo tenia por singular beneficio ; y así dice en una epístola, escribiendo á Sabino , obispo de I'lacencia : «Cada uno se engaña en sus escritos, y leyéndolos, mucbas cosas se lo pasan por alto : y como los bijos aunque sean feos, agradan á sus padres; así los escritos mal compuestos, deleitan á sus autores : » y en otra epístola para el mismo, que es la octava : «Yo (dice) tengo por beneficio, cuando alguno que lee mis escritos, me dice lo que no le agrada ; poique aun en las cosas que sé , puedo engañarme: otras no se advierten, otras á algunos no suenan tan bien como pretende su autor.« nías porque en las cosas eclesiásticas y divinas todavía era nuevo, le envió nuestro Sefior á Simpliciano , varón perfecto y de conocida santidad y doctrina , el cual por orden de san Dámaso , papa en aquella sazón, vino á Mitán, y tomando amistad con san Ambrosio, le informó de los usos loaldes, y ritos sagrados de la Iglesia romana , para que por su mano se plantasen en Milán, y se edificasen monasterios de personas religiosas , que anbelasen á ia perfección, como las habia eu Umita, y así se hizo uno en los arrabadad, ó seíiabian pegado de ellaá los cristianos: porque en el primer dia del año solian los genliles hacer grandes excesos en sus comidas y bebidas, y ritos sacrilegos, y para arrancar esta mala costumbre, se insliluyó en la Igifsia, que los fieles ayunasen aquel dia, y se celebrase la liesla de la Circuncisión. También quitó los convites que se solian hacer en la Iglesia en las festividades de los mas ilustres mártires : porque aunque al principio se habían introducido para ejercitarla caridad y dar do comer á los pobres; mas después poco á poco el buen uso se babia pervertido, y parecían ya mas fiestas de genliles, que refección de cristianos. Pero en ninguna cosa puso mas cuidado que en procurar que el clero resplandeciese en toda virtud, especialmente en la honestidad y liberalidad con los pobres; y que cuanto los clérigos católicos estaban mas apartados de los arríanos en la doctrina, tanto mas lo estuviesen en las costumbres, entendiendo lo que importaba para el bien de toda la república, que los ministros de Üios vayan delante y muevan á los demás con su ejemplo. Por esto, cuando moría algún santo sacerdote, lloraba amarguísimamonle y daba dos causas de su llanto: la una, el haber muerto antes que no él; y la otra, el detrimento que recibía la Iglesia, por ser raros los varones santos y dignos de tan alto grado. A esta causa se desvetaba mucho en buscar personas de excelente virtud y ciencia, para que fuesen obispos: y con este zolo procuró después do la muerte de san Filastrio, obispo de llressa, que le sucediese san Gaodencio, auiH|iK! con gran repugnancia suya; y á san Vigilio, obislesde Milán, y de él hace (con gran loa) mención san j po de Trenlo (que después fué mártir), le instruyó san Agustín : y siempre tuvo san Ambrosio á san Simpliciano por su padre y maestro espiritual. Fué tan misericordioso y tan liberal para con los pobres, que por remediarlos y rescatar á los cautivos, vendía los vasos ricos y sagrados de la Iglesia, lo cual alabó mucho é imitó después san Agustín : y el mismo san Ambrosio decía , que la Iglesia tenia oro , nó para guardarlo , sino para dislrihuirlo y gastarlo en las necesidades de los pobres. En sus sermo-* nes y pláticas siempre que se le ofrecía ocasión exhortaba á las doncellas que conservasen su virginal pureza y la consagrasen á Jesucristo, y le tomasen por esposo. Predicaba Ambrosio en lo que babia de hacer para ser digno ministro de Dios, y le escribió una epístola, dándole la forma d» santo y verdadero prelado, teniendo en todo ardiente zelo de la gloria del Señor, y del bien no solamente de su Iglesia, sino también de las otras. Después que san Aml rosio hubo gobernado su Iglesia algunos años, tuvo necesidad de ir á Roma. En el camino se dice, que le acaeció un caso muy raro y extraño. Llegó á un mesón de un hombre rico, y abastado de todos los bienes que el vulgo ignorante llama bienes de fortuna. Preguulóle el santo cómo le iha, y los hijos y bienes que muchas veces de esto , y bacia poco fruto en Mi­ tenia, Y él con grande alegría le comenzó á contar sus lán, mas la virtud de sus palabras salía fuera de aquella prosperidades; porque tenia mucha salud y muchas riquezas, ciudad , y el olor y fragancia de tan celestial doctrina con curso de felicidad tan rara, que nunca había atraia muchas almas puras y doncellas caslísimas, que venían á Milán de Placencia, de Bolonia y de la misma África, para dedicarse al Señor, y así dice ei mismo santo: «Dirá alguno: Tú cada dia nos predicas las alabanzas de las vfr. genes. ,-.Oüé haré que cada (lia las predico y ninguna co¿a aprovecho? Mas nó por mi culpa. Aquí vienen muchas vírgenes para tomar el velo; y tratando yo esta materia en este lugar, muevo á los que están fuera de él; si así ha de ser, mejor será que la tratemos en otra parte, para que os persuadamos á vosotros. Los que no me oyen siguen mi doctrina, y los que me oyen no la siguen.» Esto es de saaAmbrosio. Compadecíase mucho de los pecadores, y dábales de buena gana la mano, para que hiciesen experimentado en cosa alguna adversidad, dolor ni amargura. Luego que oyó esto el santo prelado, acordándose de aquellas palabras que, hablando de los pecadores, dijo Job : Pasan sus diascon contento, y en un punto descienden al infierno: movido de Dios se levantó, y dijo ásus compañeros: Vámonos presto de aquí, porque la ira do Dios viene sobre esta casa; para que no nos tome en ella. Salió á priesa, y á poco espacio que habia andado, se abrió la tierra y traga la casa y á lodos los que estaban en ella; y eu aquel lugar se hizo una laguna, que quedó después para memoria de un caso tan raro y tan notable, y que tamhieu nos enseña que la felicidad del malo os azo!e de Dios no conocido; y cuán poco hay que fiar en la prospecados, penitencia ; y cuando alguno venia á confesar sus peridad de los que al mundo ciego parecen bienaven­ se enternecia sobremanera y derramaba tantas lágrimas, turados. que ablandaba los corazones de losquese confeturados. Volvió de Roma san Ambrosio á Milán, y Uivo grandes sab ui con él, ó lo descubrían su conciencia, por mas duros contiendas y graves dificultades con los arríanos, que todavía eran muchos: aunque al principio, con el favor del y empedernidos que fuesen. Procuró desarraigar algunos abusos y supersticiones que habían quedado de la gcnliliemperador Justiniano (que era católico príncipe, y luvu

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Ayunaba muyániMiudo y casi no comia ningnn dia á la<br />

mafiana , sino eran los sábados y domingos, y las fiestas<br />

solemnes <strong>de</strong> algunos mártires, y siendo para lodos bnmanísimo<br />

y suavísimo, para sí solo era rígido y severo. Fué<br />

tan Immildc , que con tenerle todos por un oráculo <strong>de</strong><br />

sabiduría, y varón elocucnlísimo, él daba á censurar á<br />

otros las obras que escribía, y se sujetaba á su juicio , y<br />

cuando le avisaban <strong>de</strong> alguna falla, bacia gracias por ello,<br />

y lo tenia por singular beneficio ; y así dice en una epístola,<br />

escribiendo á Sabino , obispo <strong>de</strong> I'lacencia : «Cada<br />

uno se engaña en sus escritos, y leyéndolos, mucbas cosas<br />

se lo pasan por alto : y como los bijos aunque sean<br />

feos, agradan á sus padres; así los escritos mal compuestos,<br />

<strong>de</strong>leitan á sus autores : » y en otra epístola para<br />

el mismo, que es la octava : «Yo (dice) tengo por beneficio,<br />

cuando alguno que lee mis escritos, me dice lo que<br />

no le agrada ; poique aun en las cosas que sé , puedo<br />

engañarme: otras no se advierten, otras á algunos no<br />

suenan tan bien como preten<strong>de</strong> su autor.« nías porque en<br />

las cosas eclesiásticas y divinas todavía era nuevo, le envió<br />

nuestro Sefior á Simpliciano , varón perfecto y <strong>de</strong> conocida<br />

santidad y doctrina , el cual por or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> san Dámaso<br />

, papa en aquella sazón, vino á Mitán, y tomando<br />

amistad con san Ambrosio, le informó <strong>de</strong> los usos loal<strong>de</strong>s,<br />

y ritos sagrados <strong>de</strong> la Iglesia romana , para que por su<br />

mano se plantasen en Milán, y se edificasen monasterios<br />

<strong>de</strong> personas religiosas , que anbelasen á ia perfección,<br />

como las habia eu Umita, y así se hizo uno en los arrabadad,<br />

ó seíiabian pegado <strong>de</strong> ellaá los cristianos: porque en<br />

el primer dia <strong>de</strong>l año solian los genliles hacer gran<strong>de</strong>s excesos<br />

en sus comidas y bebidas, y ritos sacrilegos, y para<br />

arrancar esta mala costumbre, se insliluyó en la Igifsia,<br />

que los fieles ayunasen aquel dia, y se celebrase la liesla<br />

<strong>de</strong> la Circuncisión. También quitó los convites que se solian<br />

hacer en la Iglesia en las festivida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los mas ilustres<br />

mártires : porque aunque al principio se habían introducido<br />

para ejercitarla caridad y dar do comer á los pobres;<br />

mas <strong>de</strong>spués poco á poco el buen uso se babia pervertido,<br />

y parecían ya mas fiestas <strong>de</strong> genliles, que refección <strong>de</strong><br />

cristianos. Pero en ninguna cosa puso mas cuidado que en<br />

procurar que el clero resplan<strong>de</strong>ciese en toda virtud, especialmente<br />

en la honestidad y liberalidad con los pobres; y<br />

que cuanto los clérigos católicos estaban mas apartados <strong>de</strong><br />

los arríanos en la doctrina, tanto mas lo estuviesen en las<br />

costumbres, entendiendo lo que importaba para el bien <strong>de</strong><br />

toda la república, que los ministros <strong>de</strong> Üios vayan <strong>de</strong>lante<br />

y muevan á los <strong>de</strong>más con su ejemplo. Por esto, cuando<br />

moría algún santo sacerdote, lloraba amarguísimamonle y<br />

daba dos causas <strong>de</strong> su llanto: la una, el haber muerto antes<br />

que no él; y la otra, el <strong>de</strong>trimento que recibía la Iglesia,<br />

por ser raros los varones santos y dignos <strong>de</strong> tan alto<br />

grado. A esta causa se <strong>de</strong>svetaba mucho en buscar personas<br />

<strong>de</strong> excelente virtud y ciencia, para que fuesen obispos:<br />

y con este zolo procuró <strong>de</strong>spués do la muerte <strong>de</strong> san Filastrio,<br />

obispo <strong>de</strong> llressa, que le sucediese san Gao<strong>de</strong>ncio,<br />

auiH|iK! con gran repugnancia suya; y á san Vigilio, obisles<strong>de</strong><br />

Milán, y <strong>de</strong> él hace (con gran loa) mención san j po <strong>de</strong> Trenlo (que <strong>de</strong>spués fué mártir), le instruyó san<br />

Agustín : y siempre tuvo san Ambrosio á san Simpliciano<br />

por su padre y maestro espiritual. Fué tan misericordioso<br />

y tan liberal para con los pobres, que por remediarlos y<br />

rescatar á los cautivos, vendía los vasos ricos y sagrados<br />

<strong>de</strong> la Iglesia, lo cual alabó mucho é imitó <strong>de</strong>spués san<br />

Agustín : y el mismo san Ambrosio <strong>de</strong>cía , que la Iglesia<br />

tenia oro , nó para guardarlo , sino para dislrihuirlo y<br />

gastarlo en las necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los pobres. En sus sermo-*<br />

nes y pláticas siempre que se le ofrecía ocasión exhortaba<br />

á las doncellas que conservasen su virginal pureza y la<br />

consagrasen á Jesucristo, y le tomasen por esposo. Predicaba<br />

Ambrosio en lo que babia <strong>de</strong> hacer para ser digno ministro<br />

<strong>de</strong> Dios, y le escribió una epístola, dándole la forma d»<br />

santo y verda<strong>de</strong>ro prelado, teniendo en todo ardiente zelo<br />

<strong>de</strong> la gloria <strong>de</strong>l Señor, y <strong>de</strong>l bien no solamente <strong>de</strong> su Iglesia,<br />

sino también <strong>de</strong> las otras.<br />

Después que san Aml rosio hubo gobernado su Iglesia<br />

algunos años, tuvo necesidad <strong>de</strong> ir á Roma. En el camino<br />

se dice, que le acaeció un caso muy raro y extraño. Llegó<br />

á un mesón <strong>de</strong> un hombre rico, y abastado <strong>de</strong> todos los<br />

bienes que el vulgo ignorante llama bienes <strong>de</strong> fortuna.<br />

Preguulóle el santo cómo le iha, y los hijos y bienes que<br />

muchas veces <strong>de</strong> esto , y bacia poco fruto en Mi­<br />

tenia, Y él con gran<strong>de</strong> alegría le comenzó á contar sus<br />

lán, mas la virtud <strong>de</strong> sus palabras salía fuera <strong>de</strong> aquella prosperida<strong>de</strong>s; porque tenia mucha salud y muchas riquezas,<br />

ciudad , y el olor y fragancia <strong>de</strong> tan celestial doctrina<br />

con curso <strong>de</strong> felicidad tan rara, que nunca había<br />

atraia muchas almas puras y doncellas caslísimas, que venían<br />

á Milán <strong>de</strong> Placencia, <strong>de</strong> Bolonia y <strong>de</strong> la misma África,<br />

para <strong>de</strong>dicarse al Señor, y así dice ei mismo santo: «Dirá<br />

alguno: Tú cada dia nos predicas las alabanzas <strong>de</strong> las vfr.<br />

genes. ,-.Oüé haré que cada (lia las predico y ninguna<br />

co¿a aprovecho? Mas nó por mi culpa. Aquí vienen muchas<br />

vírgenes para tomar el velo; y tratando yo esta materia<br />

en este lugar, muevo á los que están fuera <strong>de</strong> él; si<br />

así ha <strong>de</strong> ser, mejor será que la tratemos en otra parte,<br />

para que os persuadamos á vosotros. <strong>Los</strong> que no me oyen<br />

siguen mi doctrina, y los que me oyen no la siguen.»<br />

Esto es <strong>de</strong> saaAmbrosio. Compa<strong>de</strong>cíase mucho <strong>de</strong> los pecadores,<br />

y dábales <strong>de</strong> buena gana la mano, para que hiciesen<br />

experimentado en cosa alguna adversidad, dolor ni amargura.<br />

Luego que oyó esto el santo prelado, acordándose<br />

<strong>de</strong> aquellas palabras que, hablando <strong>de</strong> los pecadores, dijo<br />

Job : Pasan sus diascon contento, y en un punto <strong>de</strong>scien<strong>de</strong>n<br />

al infierno: movido <strong>de</strong> Dios se levantó, y dijo ásus<br />

compañeros: Vámonos presto <strong>de</strong> aquí, porque la ira do<br />

Dios viene sobre esta casa; para que no nos tome en ella.<br />

Salió á priesa, y á poco espacio que habia andado, se abrió<br />

la tierra y traga la casa y á lodos los que estaban en ella;<br />

y eu aquel lugar se hizo una laguna, que quedó <strong>de</strong>spués<br />

para memoria <strong>de</strong> un caso tan raro y tan notable, y que<br />

tamhieu nos enseña que la felicidad <strong>de</strong>l malo os azo!e <strong>de</strong><br />

Dios no conocido; y cuán poco hay que fiar en la prospecados,<br />

penitencia ; y cuando alguno venia á confesar sus peridad<br />

<strong>de</strong> los que al mundo ciego parecen bienaven­<br />

se enternecia sobremanera y <strong>de</strong>rramaba tantas lágrimas,<br />

turados.<br />

que ablandaba los corazones <strong>de</strong> losquese confeturados.<br />

Volvió <strong>de</strong> Roma san Ambrosio á Milán, y Uivo gran<strong>de</strong>s<br />

sab ui con él, ó lo <strong>de</strong>scubrían su conciencia, por mas duros<br />

contiendas y graves dificulta<strong>de</strong>s con los arríanos, que todavía<br />

eran muchos: aunque al principio, con el favor <strong>de</strong>l<br />

y empe<strong>de</strong>rnidos que fuesen. Procuró <strong>de</strong>sarraigar algunos<br />

abusos y supersticiones que habían quedado <strong>de</strong> la gcnliliemperador<br />

Justiniano (que era católico príncipe, y luvu

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