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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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Hízose á la vola: en<strong>de</strong>rezó la proa don<strong>de</strong> Oíos le mandaba:<br />

llegó á Mira con próspero vienlo, vendió su trigo rnny<br />

l)ien; y quedó contento con el precio, y el pueblo mucho<br />

mas con el trigo, y por la manera con .que Dios<br />

le lial)ia remediado por los merecimientos <strong>de</strong> su santo<br />

prelado.<br />

Envió el emperador Constantino á tres tribunos ó maestres<br />

<strong>de</strong> campo, llamados Nepociano, Ursoy Herpilion, con<br />

gente <strong>de</strong> guerra á sosegar un alboroto que sehabia levantado<br />

en Frigia. Llegaron estos capitanes á nn pueblo <strong>de</strong> la<br />

ciudad <strong>de</strong> Mira, y saliendo los soldados á (¡erra, comenzaron<br />

(como suelen) á <strong>de</strong>struirla y á maltratarla, y robar á<br />

los moradores, los cuales lomaban las armas para di-fen<strong>de</strong>rse<br />

y resistir á los soldados. Súpolo san Nicolás, y acudió<br />

luego con gran presteza para atajar los daños que podían<br />

suce<strong>de</strong>r si llegaban á las manos; y bastó su presencia<br />

para que los unos y los otros <strong>de</strong>jasen las armas y se sosegasen<br />

y rindiesen á su voluntad. Convidó el sanio á los<br />

tres maestros <strong>de</strong> campo y llevólos á su casa , y regalóles<br />

con gran<strong>de</strong> humildad ; y ántes que se partiesen le vinieron<br />

á <strong>de</strong>cir que e! prefecto <strong>de</strong> la ciudad llamado Euslaquio<br />

había con<strong>de</strong>nado á mitcrle á tres ciudadanos honrados,<br />

que no tenian culpa, por mucho dinero que algunos enemigos<br />

<strong>de</strong> ellos lehabian dado.y que (oda la ciudad estaba<br />

muy triste y llorosa por ver aquella crueldad é injusticia<br />

que contra ellos se usaba. Luego levantó el santo, rogando<br />

á los (res maeslres <strong>de</strong> campo que le acompañasen, y<br />

entendiendo que ya eslahan en el lugar <strong>de</strong>l suplicio, y ñ<br />

punto <strong>de</strong> ejecutarse la sentencia, con gran priesa se fué<br />

al lugar, y halló á los tres cristianos ya puestos <strong>de</strong> rodillas,<br />

con los ojos vendados, las manos atadas, y el verdugo<br />

con la espada levantada para dogolbu ios, y una<br />

gran muchedumbre <strong>de</strong> pueblo ai re<strong>de</strong>dor, llorando y lamentando<br />

aquel triste espectóculo. Llegó <strong>de</strong> improviso san<br />

Nicolás, y con sola su visla <strong>de</strong>tuvo y espantó al verdugo:<br />

quitóle la espada <strong>de</strong> la mano, mandó levantar á los inocentes<br />

y dióles la vida sin que ninguno osase resistirle ni<br />

<strong>de</strong>cirle palabra i tanta era su autoridad y la reverencia<br />

que todos le tenian : ántes el prefecto, sabiendo lo que pasaba,<br />

temiendo el lormento <strong>de</strong> su conciencia y el castigo<br />

<strong>de</strong>l emperador Constantino si viniese á su noticia, se echó<br />

á los pies <strong>de</strong> san Nicolás, suplicándole que le perdonase y<br />

que no diese parle al emperador, prometiendo enmienda.<br />

Apenas pudo alcanzar que el santo le perdonase aquella<br />

injusticia tan pública y tan escandalosa pareciéndole digna<br />

<strong>de</strong> grave y público castigo. A lodo esto estuvieron presentes<br />

los tres maestres <strong>de</strong> campo admirados <strong>de</strong> lo que habían<br />

visto, y lomada la bendición <strong>de</strong> san Nicolás, se partieron<br />

: y siguiendo su navegación llegaron á Frigia, y<br />

compusieron las cosas con gran valor y pru<strong>de</strong>ncia, como<br />

el emperador les habia mandado: <strong>de</strong>l cual, volviendo á<br />

Constantinopla fueron muy bien recibidos y acariciados y<br />

honrados, como personas que tan bien lo merecian. Mas<br />

como la envidia es enemiga <strong>de</strong> la virtud, algunos (a quienes<br />

pesaba que estos maestres <strong>de</strong> campo fuesen tan eslimados<br />

y honrados <strong>de</strong>l emperador) los acusaron <strong>de</strong>lante<br />

<strong>de</strong> él como á <strong>de</strong>sleales, inquietos, y personas que maquinaban<br />

y urdían alguna traición contra su imperio. Y<br />

como los príncipes son celosos y sospechosos en cualquier<br />

cosa que toca á la conservación <strong>de</strong> su estado; el emperador<br />

los mandó pren<strong>de</strong>r por consejo <strong>de</strong> Ablavio, su gran<br />

privado y prefecto <strong>de</strong>l pretorio, que era codiciosísimo, y le<br />

LA LEYENDA DE ORO.<br />

DÍA G<br />

habían untado tas manos para que quita.'c la vida á los<br />

que tan bien habían servido: y pudo tanto con la privanza<br />

y po<strong>de</strong>r que tenia, que hizo dar la sentiencia <strong>de</strong> muerte<br />

contra ellos. Cuando los tres maeslres <strong>de</strong> campo la supieron,<br />

no tuvieron olro remedio sino encomendarse con muchas<br />

lágrimas y sollozos á san Nicolás, aunque estaba ausente<br />

y tan lejos, acordándose como habla librado en su<br />

presencia aquellos tres ciudadanos con<strong>de</strong>nados ámuerle<strong>de</strong><br />

las manos <strong>de</strong>l verdugo. Oyólos Dios <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cielo, y san<br />

Nicolás <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lalierra, don<strong>de</strong> estaba; y aquella noche estando<br />

durmiendo á buen reposo el emperador Constantino<br />

y Ablavio, les aparecó a cada uno por sí san Nicolás, diciéndolesquién<br />

era, y reprendiéndoles severamente déla<br />

injusta sentencia que habian dado contra aquellos tres<br />

maestres <strong>de</strong> campo que estaban sin culpa, y que Dios le<br />

enviaba para que vengase tan gran maldad; y que así lo<br />

haría si no <strong>de</strong>shacían luego lo que habían heGtio, Fué do<br />

tanto peso lo que el santo dijo y la severidad con que les<br />

habló, que luego en amaneciendo, Constanlíno mandó llamar<br />

á Ablavio y le contó la visión que habia tenido: y sabiendo<br />

que Ablavio habia tenido la misma, mandó soltar<br />

á los soldados y los or<strong>de</strong>nó que fuesen á Mira á san Nicolás,<br />

y que le hiciesen gracias por haberles librado <strong>de</strong> la<br />

muerte, y que en su nombre le saludasen y ofreciesen el<br />

libro <strong>de</strong> los Evangelios, escrito con letras <strong>de</strong> oro, y encua<strong>de</strong>rnado<br />

y cubierto ricamente, y un incensario do excelente<br />

labor, adornado <strong>de</strong> piedras preciosas, y dos can<strong>de</strong>leros<br />

<strong>de</strong> oro para servicio <strong>de</strong>l altar, y perpetua memoria<br />

<strong>de</strong> la <strong>de</strong>voción que el emperador con él tenia: el cual<br />

por ocasión <strong>de</strong> este milagro escribió á Ablavio, é hizo una<br />

ley, en que manda que se guar<strong>de</strong>n yobe<strong>de</strong>zcan los juicios<br />

y sentencias <strong>de</strong> los obispos, y dice en ella oslas palabras;<br />

«Establecemos que las sentencias <strong>de</strong> los obispos, <strong>de</strong> cualquiera<br />

manera que sean pronunciadas, se guar<strong>de</strong>n siempre<br />

entera ó invioiablemenle; y se tenga por sanio y venerable<br />

lodo lo que fuere <strong>de</strong>terminado por sentencia <strong>de</strong> los<br />

obispos.» Divulgóse este milagro, y creció la fama y reverencia<br />

<strong>de</strong>l santo por el mundo, y todos los afligidos y que<br />

se hallaban en algún gran peligro y necesidad, le invocaban<br />

y hallaban remedio, como aconteció á unos marineros<br />

en una tempestad tan horrible y temerosa, que se tuvieron<br />

todos por muertos, y no sabiendo ya masque hacer,<br />

suplicaron á Dios que los librase por la intercesión <strong>de</strong>l<br />

sanio pontífice Nicolás,y él les apareció luego y dijo: Déme<br />

aquí para ayudaros, y confiad en Dios cuyo ministro<br />

soy: y lomando á vista <strong>de</strong> todos el gobernalle, sacó la<br />

nave á salvamento, y sosegó el mar con espanto y estupor<br />

<strong>de</strong> los que allí estaban: los cuales fueron á la ciudad <strong>de</strong><br />

Mira para hacer gracias al sanio prelado por aquel beneficio<br />

que <strong>de</strong> él habian recibido; y hallándole en el coro cantando<br />

los divinos oficios, se echaron á sus piés y le contaron<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> los que estaban presentes lodo lo que por<br />

ellos había pasado; <strong>de</strong> lo cual el santo (por su gran<strong>de</strong> hu ­<br />

mildad) quedó corrido y confuso y lesdijo: Dad la gloría,<br />

hijos, á Dios; que yo hombre soy, pecador y siervo inútil<br />

: y llamándoles á parle les <strong>de</strong>claró que aquel trabajóles<br />

habia venido porsus pecados, y les <strong>de</strong>scubrió algunas culpas<br />

secretas que lenían para que se enmendasen <strong>de</strong><br />

ellas : porque entre los otros dones <strong>de</strong> Dios que tenia,<br />

fue uno muy señalado el ver la conciencia <strong>de</strong> los que<br />

con él trataban y todo lo que tenian en el corazón, y<br />

una suavísima cticacía , para persuadirles lodo lo que

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