Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

Í)IA 1.
fobrenomhro de TanmnUifgo, Ululo que le ha conservado
el Martirologio romano. No se sabe de qué ciudad fué obispo
: el cardenal Baronio dice en sus anotaciones que murió
el afio T31, en paz, en Polibolo de Asia.
SAN GERARDO, OBISPO Y CONFESOR.—Fué obispo bracarense,
ilustre por su piedad, por la caridad ferviente que
le animaba, y por una humildad sincera que le hacia tener
en menos las vanidades de la tierra, y suspirar constantemente
por las felicidades de la otra vida.
DIA 6.
SAN NICOLÁS, omspo Y CONFHSOR.—El bienavenluradosan
Nicolás, ornamento de la Iglesia católica, y dechado de
santos prelados, nació en Talara, ciudad de la provincia de
Licia, de padres ilustres, ricos, cristianos y muy dados al
servicio de Dios. Estuvieron algunos anos casados sin tener
hijos (aunque no eran estériles, y dióles el Sefior por
premio de sus ranchas lágrimas, limosnas y oraciones á
Nicolás, por heredero único y solo de sus virtudes y bienes.
En naciendo Nicolás, dió muestras de haber sido escogido
de Dios, y al mismo tiempo que comenzó á vivir,
comenzó tamhien á reverenciarle, y tan presto como supo
qué era comer, supo qué cosa era ayunar: porque tomaitdo
todos los oíros dias muchas veces el pecho, los miércoles
y viernes no le tomaba sino una vez al dia, y á la
tarde, sin poder acabar con el nifío que hiciese otra cosa
to:lo el tiempo que mamó. Siendo de mas edad, dió muestras
de su habilidad y virtud, en la cual iba creciendo con
los años. Pusiéronle sus padres al esluclio, y con su delicado
y alto ingenio, y con la diligencia que ponia, en breve
tiempo supo mucho, y alcanzó las ciencias que esludiaba.
Apartábase de los de su edad, que se desmandaban en
vicios y liviandades, y juntábase con los virtuosos y honestos:
huia, como de pestilencia, no sularaenie las pláticas
y conversaciones de mujeres, sino también su vista,
como peligrosa y dañosa para la juventud: domaba su carne
con vigilias, ayunos y cilicios, para librarse de la liranía
de la concupiscencia, que con pensamientos y deseos
torpes y carnales hace guerra á lodos, y mas á los mozos
de poca edad ; frecuentaba mucho los templos y casas de
oración, deseando él ser templo vivo del Espíritu santo:
parecía viejo en el sexo, discreción y mesara, y en las
costumbres grave y compuesto, por lo cual era de lodos
amado y respetado. Tuvo san Nicolás un lio, hermano de
su madre, que fué obispo, y se llamaba Nicolás como él,
varón doclo y santo, y de loables costumbres: el cual
persuadió á los padr es de san Nicolás, que diesen su hijo á
Dios, y le hiciesen clén'so : y como ellos eran piadosos,
fácilmente vinieron en ello; y el mismo san Nicolás se holgó,
y el obispo su tio le ordenó de sacerdote. Al tiempo que
le ordenaba, dijo á los que estaban presentes: Un nuevo
sol, hermanos, veo nacer, que ha de causar grande consuelo
y descanso en el mundo. ¡ O dichoso el rebaño que le
tuviere por pastor! Porque volverá á él las ovejas descarriadas,
y será consuelo de los desconsolados, salud de los
enfermos, y descanso de los trabajados. Como él lo dijo,
así se cumplió en Nicolás; el cual luego que se vió puesto
en la dignidad sacerdotal, aumentó la severidad y aspereza
de la vida, imitando á los árboles y plantas, que
cuanto mas levantadas sus ramas en alto, tanto mas hondas
raices echan en la tierra. Procuró ser mas sobrio y
DICIEMBRK.
templado, mas continente, mas humilde, mas riguroso
con su cuerpo, haciéndole cruda guerra, nó para matarle,
sino para sujetarle al espíritu. Dormía, comía y bebia ménos,
y comunmente su bebida era agua : vestía pobre, aunque
limpiamente : frecuentaba mas la iglesia: dábase
mas á la oración : no leia sino libros sagrados, ó de cosa
santa y provechosa : en su rostro mostró raas modestia : cu
sus pláticas mas gravedad; y de esta manera, aunque en
carne mortal, parecía vivir vida inmortal. Sucedió en la
provincia de Licia, y en todo el Oriente una gravísima
pestilencia de que murieron muchos, y entre otros en
tres días los padres de san Nicolás. Quedóle toda su hacienda:
y él como si no fuera heredero y sefior de ella,
sino mayordomo y dispensador, determinó repartirla á ¡os
pobres y hacer grandes limosnas, y comprar con ellas el
cielo. Entre las muchas limosnas que hizo, fué una muy
ilustre, digna de perpetua recordación, para remedio de
tres hermanas doncellas nobles, y que por su mucha pobreza
estaban en peligro de vender su castidad ; porque,
en la misma ciudad de Patara hubo un hombre bien nacido
y rico, que tenia tres hijas doncellas de extremada belleza,
y de edad para casar: el cual (como las cosas humanas
son instables y caducas) por varios infortunios habia
caído de SH prosperidad en tan gran pobreza y abatimiento,
que no solamente no podía casar á sus hijas, pero
m aun sustentarse á sí y á ellas. Y como los hombres comunmente
pierden el respeto á Dios, y no conocen de dónde
les viene el daño; este pobre, para huir la afrenta y
vergüenza del mundo, tomó un consejo pernicioso para su
casa, queriendo ántes verla mancillada con pecado, que
necesitada con mengua y deshonra. Tratá con sus hijas,
que ganasen torpemente con sus cuerpos su comida: como
sí Dios no pudiera susleutarle sin ofensa suya, ó no fuera
mejor morir mil veces de hambre, que ofenderle. Las miserables
doncellas y tristes hijas, cuando supieron la determinación
de su padre, tuvieron las angustias y afanes
que se puede pensar, considerando el extremo de miseria
á que habían venido, y que por un pedazo de pan habían
do perder su castidad, su honra y sus almas. No se le encubrió
á san Nicolás este trabajo en que aquella casa estaba
: parecióle que ninguna limosna podía ser mas acepta á
Dios, que la que se empleaba en remediar los cuerpos de
aquellas nobles doncellas, y librar sus almas de pecado.
Determinó remediar aquella necesidad; pero de manera
que no se entendiese quién la remediaba ; porque como tan
humilde, huía la gloría vana que suele perseguir aun á los
que huyen de ella. Tomó la cantidad que le pareció de
oro, y envióla en un lienzo, y salió con ella de noche de
su casa, y fuóse á la de aquel pobre hidalgo : vio á la claridad
déla luna una ventana entreabierta del aposento en
que dorniia ; echó por allí el oro , y volvióse secretamente
y con presteza á su casa. Cuando despertó el hidalgo, vió
aquella bendición de Dios: quedó espantado, temiendo que
no fui'se embusle del demonio , ó enredo de algún enemigo:
al cabo, visto que era oro, quitadas otras sospechas y
temores, con grandes lágrimas dió gracias á Dios por ello,.
Mejor (dice), Señor, lo habéis hecho vos conmigo, que yo
lo queria hacer con vos. Yo trataba de ofenderos; y vos
rae habéis hecho niisericordia, y tan grande, que rae habéis
obligado á perder ántes rail veces la vida que ofendoros.
Pésame del mal propósito que he tenido vljumildo-^
mente os pido perdón.
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