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DÍA 5.<br />
penitencia muclioa años, salió éé la soledad para beneficio<br />
do muchos y fundó nn monasterio, don<strong>de</strong> vivían bajo <strong>de</strong><br />
su gobierno ciento cincuenta monges, á los cuales proveia<br />
Dios maravillosamenle<strong>de</strong> lodo lo necesario, por medio <strong>de</strong><br />
muchas personas piadosas, que les hacían largas limosnas<br />
admirados <strong>de</strong> su gran santidad y virtud, y aun milagrosamente<br />
les proveyó el Señor <strong>de</strong> una fuente <strong>de</strong> agua muy<br />
copiosa, qnenicrecia en invierno ni en verano, y daha<br />
agua abumlanlcmenteá lodos los que lahabian meneslor.<br />
Después en el discurso <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> san Sabas (que fué<br />
muy larga y mas divina que humana, y llena <strong>de</strong> prodigios<br />
divinos) el Señor le favoreció en gran manera socorriéndole<br />
en las necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> siete monasterios que fundó,<br />
y haciéndole padre <strong>de</strong> innumerables monges, admirable<br />
en toda aquella tierra, espantoso á los <strong>de</strong>monios, y á los<br />
leones ferocísimos y á otras bestias üe ras, venerable: solos<br />
los hombres malos y perversos le aborrecian y perseguían,<br />
porque era contrario en su vida y en su doctrina á<br />
las viciosas costumbres y dañadas opiniones <strong>de</strong> ellos, porque<br />
para mejor ejercicio y pureza <strong>de</strong> su virtud, permitió<br />
el Señor que algunos <strong>de</strong> sus mismos discípulos le mallralascny<br />
persiguiesen, y él con humildad, caridad, paciencia<br />
y mansedumbre los venció y <strong>de</strong>jó la misma casa que<br />
babían edificado, y se fué á vivirá otros lugares incómodos<br />
y ásperos, para tener paz con los que bulan <strong>de</strong> la paz,<br />
y enseñarnos con su ejemplo, cuánto mas vale el pa<strong>de</strong>cer,<br />
que el hacer por Cristo, y que lo fino <strong>de</strong> la virtud consiste<br />
en sufrir muchos trabajos y molestias, por baeer bien<br />
<strong>de</strong> los mismos á quienes el bien se hace, y que al fin Dios<br />
le da corona al que sabe pelear y v encer. <strong>Los</strong> que por menudo<br />
quisieren saber los milagros <strong>de</strong> este santísimo abad,<br />
queso» muchísimos y grandísimos, véanlos en su vida.<br />
Uno solo referiré aquí, que le sucedió con un león. Entró<br />
una vez el santo á hacer oración en una cueva, don<strong>de</strong> liabilaba<br />
un león <strong>de</strong> extraña gran<strong>de</strong>za. Después <strong>de</strong> haber<br />
orado se puso á reposar un poco: á la media noche entró<br />
el león en su cueva, y hallando el huésped no le osó tocar:<br />
pero asiéndole blandamente <strong>de</strong>l vestido, le tiraba como<br />
quien le queria sacar fuera <strong>de</strong> su cueva. Ño se turbó<br />
el santo por ver <strong>de</strong> improviso aquella bestia tan feroz, antes<br />
comenzó á rezar muy <strong>de</strong>spacio y con mucha <strong>de</strong>voción<br />
sus maitines: y el jeon se salió fuera aguardando que los<br />
acabase, y <strong>de</strong>spués tornó á entrar y asirle <strong>de</strong> la falda como<br />
diciéndole que se fuése <strong>de</strong> su casa; pero el santo sin<br />
turbarse le dijo: Mira, león, si quieres, estemos aquí juntos,<br />
porque la cueva es capaz para los dos: y sino, mas<br />
justo es que tú te vayas y me <strong>de</strong>jes libre; porque yo no<br />
solamente soy criatura <strong>de</strong> Dios, como tú, sino criado ásu<br />
semejanza é imagen. Oídas estas palabras, como si tuviera<br />
entendimiento, se salió el león <strong>de</strong> la cueva <strong>de</strong>jándola<br />
paraiiabilacion <strong>de</strong>l sanio abad. Habiéndose, pues, ejercitado<br />
en los monasterios y en la soledad, y siendo respetado<br />
en el mundo y tenido por un varón venido <strong>de</strong>l cielo se<br />
ofreció un negocio muy grave, que le sacó <strong>de</strong> su quietud<br />
y le obligó á ir á Constantinopla para aplacar al emperador<br />
Anastasio que era hereje, y perseguía á los católicos y<br />
echaba <strong>de</strong> sus sillas á los santos obispos. Enviaron una<br />
embajada al emperador, <strong>de</strong> muchos monges, cuya cabeza<br />
era Sabas (que á la sazón era <strong>de</strong> setenta y ires años> v el<br />
amor <strong>de</strong> Dios y el celo <strong>de</strong> la religión pudo masconéípara<br />
tomar aquel trabajo, que sus muchos años y el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong><br />
su quietud para rehusar. Llegaron al palacio <strong>de</strong>l empera-<br />
TOMO IH.<br />
DICIEMBRE.<br />
505<br />
dorios embajadores, y todos fueron admitidos sino san Sabas<br />
que era el principal; porque como iha con vestido <strong>de</strong><br />
cilicio y vil, no le <strong>de</strong>jaron entrar y le trataron como á<br />
hombre <strong>de</strong>spreciable. <strong>Los</strong> <strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro echaron ménos al santo,<br />
luciéronle buscar, halláronle rezando salmos fuera <strong>de</strong>l<br />
palacio imperial: llamáronle y lleváronle al emperador,<br />
don<strong>de</strong> los otros embajadores, sus compañeros, estaban<br />
aguardándole. Al entrar en la sala, vió el emperador que<br />
iba <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> san Sabas un ángel resplan<strong>de</strong>ciente, y admiróse<br />
y entendió que era varen <strong>de</strong> Dios, y como á tal le<br />
honró, levantándose <strong>de</strong> su silla y haciéndolo reverencia.<br />
Mandó sentar á los embajadores y preguntóles lo que querían:<br />
y cada uno <strong>de</strong> ellos, olvidado <strong>de</strong>l negocio público á<br />
que venia, comenzó á tratar <strong>de</strong> sus negocios particulares<br />
con el emperador y á proponerle sus peticiones y <strong>de</strong>mandas:<br />
solo san Sabas callaba, y siendo la boca <strong>de</strong> todos<br />
no <strong>de</strong>cía palabra. Pregunlúle el emperador si él queria<br />
algo: y él le dijo la causa porque habia venido, y le aplacó,<br />
y por entonces le <strong>de</strong>tuvo; porque vió que era varón<br />
santo y <strong>de</strong>sinteresado y sin codicia <strong>de</strong> cosa alguna déla tierra.<br />
Olía cosa le sucedió otra vez con el emperador.<br />
Habia habido aquellos años gran<strong>de</strong> hambre y pestilencia,<br />
y con estar los pueblos <strong>de</strong>struidos, los cargaban con nuevos<br />
tributos y vejaciones, <strong>de</strong> manera, que la pobre gente<br />
andaba alligida y se consumía é iba andando sin remedio.<br />
Compa<strong>de</strong>cióse el sanio abad <strong>de</strong> las calamida<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />
la gente miserable; fuése al emperador y suplicóle que<br />
mandase quitar aquel tríbulo con que estaba oprimida, y<br />
el emperador se inclinó á hacerlo por respeto <strong>de</strong>l sanio que<br />
se lo suplicaba: pero un ministro suyo, llamado Marino,<br />
que era po<strong>de</strong>roso y tenia gran mano con el emperador,<br />
le persuadió que no lo hiciese (que nunca falta en las córtes<br />
<strong>de</strong> los príncipes un mal consejero que los <strong>de</strong>struya):<br />
avisó á fllarino el santo, que se reportase y arrepintiese;<br />
porque <strong>de</strong> olí a manera pagarla su culpa con grave pena:<br />
él no se enmendó y la pagó; porque estando Marino muy<br />
contento y <strong>de</strong>scuidado, se levantó en la ciudad un alboroto,<br />
y el pueblo entró en su casa y la saqueó y quemó, y<br />
faltó poco que el mismo Marino no muriese á sus manos:<br />
pero Dios le guardó porque reconoció su culpa y le pidió<br />
perdón, entendiendo cuan gran<strong>de</strong> era la santidad <strong>de</strong> Sabas<br />
que le habia profetizado tanto antes el castigo que habia<br />
<strong>de</strong> venir sobre él. Volvióse el santo abad, acabada osla<br />
jornada, con feliz suceso á su recogimiento; pero habiendo<br />
muerto el emperador Anastasio quemado <strong>de</strong> un rayo por<br />
justo juicio <strong>de</strong> Dios (<strong>de</strong> lo cual tuvo revelación san Sabas),<br />
habiendo sucedido en el imperio Justino, que era príncipe<br />
católico, salió otra vez <strong>de</strong> su monasterio, siendo <strong>de</strong> edad<br />
<strong>de</strong> ochenta años, con gran<strong>de</strong> vigor, esfuerzo y alegría para<br />
ser pregonero por su misma persona, y predicador do<br />
un edicto que el mismo emperador mandó publicar en favor<br />
<strong>de</strong> la fécatólica y <strong>de</strong> la paz <strong>de</strong> la santa Iglesia; porque<br />
todos los trabajos qu^tomaba por Cristo el santo viejo<br />
Sabas, le eran mas sabrosos que el <strong>de</strong>scanso y quietud.<br />
No fué esta la postrera vez que <strong>de</strong>jó su recogimiento<br />
por el bien <strong>de</strong> los otros; mas la tercera vez, siendo ya <strong>de</strong><br />
noventa y un años, y Justiniano emperador, fué á Constantinopla,<br />
para suplicarle que reprimiese á los samaritanos,<br />
que infestaban y perseguían á los cristianos <strong>de</strong> Palestina<br />
, y <strong>de</strong>struían los templos y quemaban las reliquias,<br />
y mataban á los obispos, y por medio <strong>de</strong> nn<br />
con<strong>de</strong> llamado Arscnio, hombre malvado y perverso,<br />
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