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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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KA 3.<br />

lias suplicaba al Sefior, que no se las quitase, sino para<br />

liarle otras mayores. Y una vez que el Seílorle mostró las<br />

cruces y tormentos por don<strong>de</strong> habia <strong>de</strong> pasar, no se espantó<br />

ni <strong>de</strong>smayó (como dijimos); ánles con gran<strong>de</strong> esfuerzo<br />

y espíritu clamó: Mas, mas, mas, Señor; pareciendole<br />

pocos aquellos trabajos que Dios le representaba, para los<br />

que ól <strong>de</strong>seaba pa<strong>de</strong>cer. No quiero hab!ar <strong>de</strong> aquella ansia<br />

insaciable con que <strong>de</strong>seó y procuró que todo el mundo<br />

conociese y amase y sirviese á este Sefior, porque las<br />

vueltas que dió en la India, <strong>de</strong> provincia en provincia, <strong>de</strong><br />

reino en reino, <strong>de</strong> unas naciones en otras, hasta llegar á<br />

lo último <strong>de</strong> Oriente, y á tierras no conocidas con tantas incomodida<strong>de</strong>s,<br />

nos <strong>de</strong>claran este amor. Pasaba algunas veces<br />

dos y tres dias sin comer, oyendo confesiones, sirviendo<br />

á los enfermos, pacificando y haciendo amigos á<br />

los discor<strong>de</strong>s, y atendiendo á las otras obras <strong>de</strong>caridad, olvidándose<br />

<strong>de</strong> si, y sustentándose como con pas'.o <strong>de</strong>l cielo,<br />

<strong>de</strong>l divino consuelo y viviendo <strong>de</strong> Dios. Y no solamente se<br />

<strong>de</strong>svelaba en procurar que los pueblos, ciuda<strong>de</strong>s y reinos<br />

enteros conociesen al Sefior; pero <strong>de</strong> cualquier alma particular<br />

tenia gran cuidado <strong>de</strong> ganarla para Dios, y mas <strong>de</strong><br />

las almas <strong>de</strong> los mayores y mas públicos pecadores. Cuando<br />

estuvo en la isla <strong>de</strong> Teníate, quiló las amigas á los soldados<br />

que alli estaban, y solo quedaron dos, á quienes<br />

cuando partió, no habia podido persuadir que las <strong>de</strong>jasen;<br />

mas ido á la isla <strong>de</strong> Amboino, escribió á un amigo suyo<br />

qu-e ha!jia quedado en Ternate, que avisase á aquellos dos<br />

do su parle, que saliesen <strong>de</strong> aquel cieno y atolla<strong>de</strong>ro en<br />

qüe estaban, y que, le avisasen cuamlo habia <strong>de</strong> ser; porque<br />

lui'go seria con ellos para ayudarlos, y que enlrelanto<br />

no cesarla <strong>de</strong> pedir á Dios que los tuviese <strong>de</strong> su mano, y<br />

no les castigase.<br />

Kn la ciudad <strong>de</strong> Malaca hubo un judio vicioso y obstinado,<br />

aunque docto, que bftCta escarnio y mofa <strong>de</strong> san<br />

Francisco cuando predicaba. No se enojó ni alteró el sanio<br />

padre; antes con blandura y buena gracia se le bizoamijíi),<br />

y <strong>de</strong> judio pertinaz y rebel<strong>de</strong>. Dios le convirtió, é hizo cristiano<br />

üel y piadoso. Navegando una vez al puerto <strong>de</strong> Canavor,<br />

exhertó á uno que ilia en la nao, gran pecador,<br />

que se confesase: y viendo que el hombre no admitia sus<br />

saludables consejos, disimuló y le <strong>de</strong>jó por entonces. Después<br />

saltaron en tierra, y poco á poco le llevó consigo paseando<br />

hasta un monte apartado, y estando los dos solos,<br />

el santo <strong>de</strong> repenlc se <strong>de</strong>snudó, y puesto <strong>de</strong> rodillas <strong>de</strong>lante<br />

<strong>de</strong> él, se comenzó á discipliuar con una disciplina <strong>de</strong><br />

abrojos, tan fuerlemenfe, que el pobre hombre quedó atónito<br />

; y mas oyendo <strong>de</strong>cir, (pie tomaba aquel castigo para<br />

aplacar á Dios y <strong>de</strong>tener el azote que quería <strong>de</strong>scargar<br />

sobre él. Salpicaba la sangre que salia <strong>de</strong> las espaldas <strong>de</strong>l<br />

inocente al pecador: el cual-espantado yeonfundido <strong>de</strong>tun<br />

raro ejemplo <strong>de</strong> caridad, se echó á sus pies, y se confesó<br />

y enmendó la vida, que era lo que el santo padre <strong>de</strong>seaba.<br />

Enviando el virey don Juan <strong>de</strong> Castro á su hijo don Alvaro<br />

<strong>de</strong> Castro á cierta jornada, supo san Francisco que un<br />

soldado muy valiente y <strong>de</strong>sgarrado, y que vivía como si<br />

no hubiera mas que esta vida, iba en aquella armada; y<br />

sin tener necesidad se embarcó en la misma fusta en que<br />

iba el soldado (pensando lodos que le habia rogado el virey,<br />

que por amparo <strong>de</strong> su hijo y toda l:i annad.-i fuese en<br />

ella): allí con su afabilidad y blandura trabó plátiVa con el,<br />

y se te hizo amigo, y poco á poco le ganó <strong>de</strong> manery, que<br />

saltando en tierra le confesó genoralmenle: y dándole una<br />

DICIEMBRE,<br />

pequeña penitencia (admirándose el penitente <strong>de</strong> ella, por<br />

sersusculpas tantas y tan abominables), elsanlo ledijo que<br />

por lo <strong>de</strong>más él satisfaria por él á Dios : y entrando en un<br />

bosque allí cerca, tomó luego por principio <strong>de</strong> paga una<br />

recia disciplina; y el hombre quedó espanlado y como<br />

fuera <strong>de</strong> sí, y mas cuando entendió que el siervo <strong>de</strong> Dios<br />

no se habia embarcado en aquella fusta sino para remediar<br />

su alma, y que se volvía para Goa, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> liabia<br />

salido para solo este efecto, y le quedó tan agra<strong>de</strong>cido y<br />

tanobligadoá Dios nuestro Seilor, que con su gracia volvióla<br />

hoja, y vivió <strong>de</strong> allí a<strong>de</strong>lante cristianamente guardando<br />

los consejos que el santo varón le habia dado. Deestos<br />

ejemplos podríamos contar muchos, que por ser semejantes<br />

y <strong>de</strong>l mismo jaez, <strong>de</strong>jamos por brevedad.<br />

Con ser san Francisco Javier tan zeloso y fervoroso en<br />

procurar la salud <strong>de</strong> las almas, no era severo, ¡mportuno y<br />

molesto, sino blando, fácil y amoroso, lomando tantas figuras<br />

y tan diferentes modos para ganar á los que trataba,<br />

cuantas eran sus condiciones y calida<strong>de</strong>s. Con los soldados<br />

pr.recia soldado, con los marineros marinero, con los<br />

religiosos santo, y con los pecadores alguna vez parecía<br />

pecador, haciéndose todo á todos, para ganarlos á todos<br />

para el Señor; porque aquel gran<strong>de</strong> y encendido amor<br />

que le tenia, le enseñaba lo que habia <strong>de</strong> hacer: y como<br />

un hierro en la fragua se viste <strong>de</strong> las calida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l fuego,<br />

asi él se vestía <strong>de</strong> las propieda<strong>de</strong>s y participación <strong>de</strong> Dids*<br />

No se pue<strong>de</strong> fácilmente creer las arles que usaba para<br />

sacar <strong>de</strong>l pecado á los que estaban cautivos y aprisíonailos<br />

<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la tiranía <strong>de</strong> Satanás. Sabiendo que alguno<br />

estaba enlazado en algún amor <strong>de</strong>shonesto, no le iba luego.á<br />

la mano; mas con un santo artificio se le entraba por<br />

las puertas, y se le hacia amigo y familiar: <strong>de</strong>spués él<br />

mismo se convidaba á comer con él; y habiéndole ya ganado<br />

para sí, le ganaba para Dios: porque cuando veía que<br />

aquella alma estaba bien dispuesta, embestía con ella, y<br />

con sus amonestaciones le quitaba las malas compañías y<br />

ocasiones <strong>de</strong> pecar; y si no podía ai ranear los pecados lodos<br />

«le un golpe, usaba <strong>de</strong> tal suavidad y <strong>de</strong>streza, que<br />

ablandando el corazón poco á poco, <strong>de</strong> uno en uno los quitaba<br />

lodos; y <strong>de</strong> esta manera, con admirable afabilidad y<br />

pru<strong>de</strong>ncia quiló á un hombre siete uinjeres una á una, con<br />

las cuales, y gran<strong>de</strong> escándalo <strong>de</strong>l pueblo, vivía <strong>de</strong>shonestamente.<br />

Aconteció una vez <strong>de</strong> oslas, pedir que le diesen<br />

<strong>de</strong> comer ;<strong>de</strong> limosna] á un hombre que <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su<br />

casa tenia para su servicio algunas mujeres con nombre <strong>de</strong><br />

criadas, pero amigas. No pudo negar el hombre por respelo<br />

<strong>de</strong> la persona <strong>de</strong> san Francisco l el cual, con ver servir<br />

á las mujeres á la mesa no se extrañó, ni las torció el<br />

rostro, ni dijo palabra al huésped, ¡uiblaudo mas eG; azúlenle<br />

al corazón con su silencio, y con su sania y suave<br />

conveisMcieo, que si le hablara mucho; y pudo tanto con<br />

aqueil;i Iwbla muda, (pie espanlado el hombre <strong>de</strong> ella, se<br />

compungió y vino á luiscar al santo, y se confesó y puso<br />

en sus manos, echando <strong>de</strong> su casa las ocasiones que tenia<br />

<strong>de</strong> pecar.<br />

Todo eslo enseñaba al santo varen (como dijimos) el<br />

amor <strong>de</strong>l Señor, que es gran maestro, y juulauíenle le<br />

dalia gracia para juntar con esta facilidad y blandura una<br />

gravedad y compostura religiosa, tan rara, que nopenlia<br />

un punto <strong>de</strong> su autoridad, ni déla opinión que<strong>de</strong> su santidad<br />

teniau todos, por verle tan familiar con los pecadores<br />

que prclendia ganar; porque era alegmnenle gra-

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