Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 3. . MI rara virtud , siogular doctrina y extremada prudencia: mandó luego proveer á los padres muy abuiulanlemente de lodo loque hubiesen menester; mas ellos aguardando la órden de su santo padre y maestro Ignacio , no quisieron aceptar la liberalidad de! rey, y se fueron al hospital de Todos los Santos, para vivir como pobres entre los pobres, y curar á los enfermos, y con esta humildad y pobreza echar los cimientos del alto edificio que Dios queria levantar en la Compañía en aquel reino . en el cual derramaron nuestros padres tan buen olor de sí con su santidad de vida y ejemplo, que los comenzaron á reverencialcomo á hombres venidos del cielo , y á llamarlos púbiiearaentc los" apóstoles ; y de ellos ha quedado hasta hoy este apellido en sus hijos y sucesores. Quiso el rey detener en su reino á los padres, por el gran fruto que en pocos meses habían hecho entre la gente noble, caballeros y fidalgos de su córle; pero por parecer de tmeslro sanio padre Ignacio, tuvo por bien que el padre maestro Simeón quedase en Portugal, y san Francisco se partiese para las Indias, como lo hizo á los 1 de abril del año de lüil; embarcándose en la nao del gobernador Martin de Souza, y llevando en su compañía al padre Pabló Camerale, italiano, y á otro hermano portugués, que se decia Francisco de Mansilla; mas antes de embarcarse, mandó llamar el rey don Juan á san Francisco, y le entregó un breve del sumo pontífice, en que le hacia nuncio y legado apostólico en las parles de las Indias, con grandes poderes y amplía jurisdicción: y hablando con el santo padre, y mostrándole la gran conüanza que de ól lenia, le encomendó muy particular y encarecidamente lodas las Indias, en lo que loca á la conversión de los infieles y á la confirmación en la fé de los nuevamente convertidos, y á las costumbres de los porlugueses, y á las fortalezas y presidios de aquel estado, y lodo lo demás que locaba al servicio de Dios y al suyo: porque dijo que no deseaba tanto que su imperio so extendiese cuanto la religión cristiana; ánles tendría por grande interés y ganancia suya, todos los gastos que hiciese en ayudar á las almas. San Francisco con pocas palabras, humildes y graves, hizo gracias al rey de lan señaladas mercedes, ofreciéndolo su íidelidad y servicio en todo lo que lo mandaba, lo cual esperaba cumplir ayudado de Dios. Pero habiendo mandado el rey á los oficiales de hacienda, y especialmente á don Antonio de Tayde conde de Castañeda, que proveyesen á san Francisco y á sus compañeros muy cumplidamente de matalotaje, y de lodo lo necesario para aquella lan larga y trabajosa navegación; importunándole mucho que lo lomase, nunca quiso aceptar sino unos pocos de libros que habia menester para la conversión de los gentiles, y en la India no los pudiera hallar. Siempre respondió que él era pobre y había hecbo voto de pobreza, y que la quería guardar, y confiando que el Señor le proveería como á pobre, de lodo lo que hubiese menester para poderle servir. Importunóle el conde, que á lo ménos lomase un criado que le sirviese en aquella navegación, como convenia á la autoridad de su persona ; pues era nuncio y legado apostólico, y no parecía bien que él mismo se llegase al fogón, ni lavase por sus manos su ropa sucia; mas él respondió, que mientras que nuestro Señor le guardase sus piés y sus manos, no lenia necesidad de criado, y que pensaba que por verle á el servir y llegarse al fogón, y lavar la ropa, no perdería TOMO líí. DICIEMBRE. 481 punto de su autoridad religiosa, con que no le viesen hacer pecado, ni cosa en ofensa del Sefior. Luego que la nave capitana se hizo á la vela, comenzó san Francisco á tender las velas de sus fervorosos deseos, y á mostrar el favorable viento del Espíritu santo que lo llevaba; porque como varón de Dios dió lan grande ejemplo de su santidad,celo, caridad y prudencia, que fue la salud y remedio de todos los que iban en la nave. Hizo cuanto pudo el gobernador Martin Alfonso de Souza para que comiese á su mesa, oque á lo ménos lomase la ración que se daba á los otros pasajeros de la nave. De comer con él se excusó: la ración acepló para darla á algunos neccsilados; y sin tocarla él, pedía limosna para su comida en la nao, leniéndose por deudor igualmente de los que ménos sabían. Tuvo mano para que en ella se viviese cristianamente, se quitasen los juegos y juramentos, y que no hubiese riñas, odios y murmuraciones: apaciguaba las liregas, componía las diferencias, sosegaba las pasiones, predicaba y enseñaba lodos los dias la doclrina crísliana álos mozos y esclavos y gente ruda: reprendía las cosas mal bechas con lauta autoridad que ninguno lo ivsisiió, y con tanta blandura y amor que ningunos? sintió de él, y muchos se enmendaron. Kn el servicio, cura y remedio espiritual de los enfermos venció en este tiempo á sí mismo; porque las enfermedades fueron muchas y muy contagiosas, y crecían, cayendo unos y muriendo oíros; andando todos asían brados con el temor de caer, y el santo lomó sobre sí las necesidades, trabajos y miserias de lodos, como si sus fuerzas fueran iguales á su candad. Ninguno murió sin tenerle á su cabecera! ninguno le llamó que no le hallase cabe sí: confesábalos, animábalos con palabras suaves y santas, dábales de comer por sus manos, y muchas veces él mismo lo aderezaba y traía del fogón, bacía las camas, aplicábales los remedios, y finalmente hacia oficio de un caritativo y diligente enfermero, ycuanloélmas se humillaba, tanto mas lodos le respetaban, grandes y pequeños, de modo que aquí ganó el apellido de Padre santo, con el cual después le llamaron en toda la India. Llegaron á Mozambique al fin deb mes de agosto, donde se entretuvieron y pasaron todo el invierno basta el abril siguiente. Allí estuvo sirviendo á los enfermos de la armada en el hospital del Rey; y por la conlinuacion de sus grandes trabajos cayó enfermo de una fiebre maligna, con gran peligro de la vida, y queriéndole algunos hombres nobles y ricos llevar á sus casas para airarle, müiéá lo consintió, deseando morir en la pobreza en que había vivido, pobre entre los pobres, enfermo entre los otros enfermos^ estando como eslaba, se levantaba para confesar á los que estaban peligrosos y ayudar á los que morían: y fué tanta su caridad, que estando un mozo grumete tendido en el suelo, desamparado do lodos, y frenético y fuera de sí sin esperanza humana de poderse confesar; el santo temiendo la condenación de aquella alma, y deseando su salvación y pidiéndola con muchas lágrimas al Señor, se levantó y le tomó y puso cu la cama, y entrando en ella, súbilamente volvió el enfermo en si y se confesó con él, y lo administró los sacramentos do la comunión y extremaunción, y el mismo día acabó con grandes señales do su salvación.. De Monzambiquesc embarcó á los 1 o de marzo para Goa no estando aun bien convalecido; llegaron á Melinde, 61

482 LA LEYENDA M ORO donde se consoló ¡nc reiblemenle por luiber hallado una grande y hermosa cruz de inárino!, dorada y enarbolada en aquella tierra de moros: de donde llegaron á Zocotora, quecs una isla en la cosía de Africa, cuyos naluralcssc tonian por crislianos; mas realmente no lo eran sino de solo el nombre; finalmente, á los 6 de mayo del afio I ;>í2 entraron por la barra de Goa, babiendo trece meses que habian salido de Lisboa. Pero, ¿quién podrá explicar en pocas palabras aquel miserable estado en que el glorioso san Francisco bailó aquella ciudad, y como en breve tiempo la mudó y mejoró, y los medios que tomó para hacer en los corazones de los moradores de olla una mudanza tan notable? Porque la ciudad de Goa era en aquel tiempo una sentina de vicios, y una como feria general de todas las naciones, portugueses, moros y gentiles, y otras de reinos muy diferentes y distantes, que vivían sin Dios y sin ley ; y en pocos meses que allí estuvo el santo padre, la dejó tan bien cultivada que parecía un paraíso de deleites. Ante todas cosas fue á visitar al obispo, que á la sazón era don Juan de Alburquerque, y con mucha humildad y modestia le declaró quién era, á qué venia, y quién le enviaba, y le dió el breve del papa, en que le hacia su nuncio apostólico en todas las Indias, diciéndole que no usaría de él ni de ios poderes que traía, sino cuando su señoría se lo mandase, echándose á sus píes y pidiéndole la bendición ¡ y el obispo, admirado de la humildad del sanio varón, y conociendo que era varón de Dios, le reverenció y volvió su breve, y le rogó que usase do él á su voluntad, y le quedó tan aficionado y rendido, que de allí adelante los dos eran como una alma y un corazón. Después vistió á ios pobres del hospüal y comenzó á servirlos: allí su cama era á los piés del enfermo que estaba en mayor peligro, para administrarlos santos sacramentos á los que tenían necesidad : á los pobres de San Lázaro daba por sí mismo la santísima comunión: recogía muchas limosnas, parte que él pedia por las puertas y parte que le ofi ocian: y repartíalas por las cárceles y hospitales para ejercitar la misericordia, no solamente con las almas, sino también con los cuerpos de los afligidos. Mas pareciendo á nuestro san Francisco, que para convertir á los gentiles á nuestra santa íé, era necesario reformar primero las vidas de los cristianos, y quitar de la república los escándalos y tropiezos que con su mala vida ponían á los infieles, determinó predicar todos los domingos y fiestas por la mañana á los portugueses; y así lo hacia en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, y después de comer, á todos los cristianos de la tierra; y demás de esto, se ejercitaba en cnsefiar álos niños y gente ruda la doctrina cristiana: lo cual hizo con singular ejemplo de humildad, devoción y caridad; porque siendo nuncio apostólico, y enviado del sumo pontífice con grandes poderes á la India, andaba con una campanilla por toda la ciudad, y en las calles y plazas alzaba la voz y decía: Fíeles cristianos, amigos de'íJesucrislo, enviad vuestros hijos é hijas, esclavos y esclavas á la santa doctrina por amor de Dios. A este pregón del cielo, nunca oido en aquella tierra, fué grande el número de toda suerte de gente que corría á oírle y recibía sus palabras como palabras de Dios; y el santo varón se acomodaba tanto á la capacidad de los oyentes, que para que mejor lo entendiesen hablaba el portugués como la gente de aquella tierra, trocado y como DIA 3. negro que aprende á hablar; y en su lengua aquel lenguaje parecía lenguaje del cíelo, y edificaba y compungi.i, y espantaba álosque leoian; porque se les represéntala el apóstol san Pablo, que con los griegos se hacia griego, hebreo con los hebreos y todo con lodos. Por este medio de la doctrina ci islíana fué increíble el fruto que hizo san Francisco en Goa, y de allí se derivó en las otras provincias de India; porque los padres de la compañía, que después le siguieron, por aviso y ejemplo del misino santo lomaron esté santo ejercicio con tanto fervor, que los cantares mas ordinarios de los niños en las escuelas, de los caminantes en los caminos, de los que navegaban en el mar, y de los que Irahajaban en sus casas y en el campo, eran las oraciones de la doctrina. Erres!as santas ocupaciones gastó san Francisco cinco meses en un incansable fervor y conlínuacion, con la cual favorecido y alentado de la gracia del Señor acabó lo que en muchos años parecía imposible poderse acabar; porque la gente que se venía á confesar con él fué tanta, que no podía dar recaudo á la décima parle que le seguía. Comulgábanse muchos á menudo, y las vidas de los que frecuentaban los sacramentos eran muy diferentes de lo que antes solían ser. No había odios ni discordias, ni usuras: restituíase lo mal ganado, visitábanse Ips hospitales y repartíanse muchas y gruesas limosnas: apartáronse muchos porlugueses de la mala amistad de sus esclavas, á las cuales daban libertad y á muchas casaban: finalmente toda la ciudad de Goa se trocó y mejoró de tal manera, que no conociera su faz, ni dijera que era ella el que ántes en tan feo y tan miserable estado la había visto. Mas el glorioso san Francisco, aunque estaba con el cuerpo en Goa, no dejaba de pensar en la conversión de loda la India, y con la sed insaciable que tenía de ayudar á salvar las almas de toda aquellagenlilidad, trataba amenudocon Dios y consigo mismo délo que había de hacer para alumbrarlas y sacarlas del cautiverio del falso Satanás. Fntendió que en el cabo de Comorin , quo por otro nombre llamaban la Pesquería (porque se pescan en ella las perlasl, había muy gran número da cristianos desamparados de toda doctrina y con solo nombre de cristianos, los cuales se habían bautizado mas por ser ayudados y defendidos de los portugueses contra los moros que los tenían oprimidos, que no por celo y deseo de su salvación; y por ser la lierra estéril y muy sujeta á las injurias del cielo, no habían tenido en muchos años sacerdotes y maestros que los enseñasen: y juzgando que aquella necesidad era extrema ó casi extrema, y que no lo era la que la ciudad de Goa tenia de su presencia, pidió licencia al obispo y al virey, y se partió para la Pesquería, llevando consigo al hermano Francisco de Mansilla, en el mes de octubre del año 15i2, y con el favor de nuestro Señor llegó i-I ¡r.ep- de noviembre con increíbles fatigas, hambres, sed, desnudez y pobreza. Anduvo por toda aquella tierra (que es de cincuenta leguas en largo), y visitó treinta villas y aldeas que tiene, siempre á pié, y muchas veces descalzo, con tan gran fervor y júbilo de su santo corazón, que lodo lo que trabajaba y hacíale parecía poco; y á la medida de su trabajo fué el fruto que el Sffipr, que le llévala y le movía, obró por él; porque bautizó por sus manos mas de cuarenta mil personas, y buho dia que bautizó lodo un lugar, quedando tan cansado, que

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MI rara virtud , siogular doctrina y extremada pru<strong>de</strong>ncia:<br />

mandó luego proveer á los padres muy abuiulanlemente<br />

<strong>de</strong> lodo loque hubiesen menester; mas ellos aguardando<br />

la ór<strong>de</strong>n <strong>de</strong> su santo padre y maestro Ignacio , no quisieron<br />

aceptar la liberalidad <strong>de</strong>! rey, y se fueron al hospital<br />

<strong>de</strong> Todos los Santos, para vivir como pobres entre los pobres,<br />

y curar á los enfermos, y con esta humildad y pobreza<br />

echar los cimientos <strong>de</strong>l alto edificio que Dios queria<br />

levantar en la Compañía en aquel reino . en el cual <strong>de</strong>rramaron<br />

nuestros padres tan buen olor <strong>de</strong> sí con su santidad<br />

<strong>de</strong> vida y ejemplo, que los comenzaron á reverencialcomo<br />

á hombres venidos <strong>de</strong>l cielo , y á llamarlos púbiiearaentc<br />

los" apóstoles ; y <strong>de</strong> ellos ha quedado hasta hoy este<br />

apellido en sus hijos y sucesores.<br />

Quiso el rey <strong>de</strong>tener en su reino á los padres, por el<br />

gran fruto que en pocos meses habían hecho entre la gente<br />

noble, caballeros y fidalgos <strong>de</strong> su córle; pero por parecer<br />

<strong>de</strong> tmeslro sanio padre Ignacio, tuvo por bien que<br />

el padre maestro Simeón quedase en Portugal, y san<br />

Francisco se partiese para las Indias, como lo hizo á<br />

los 1 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong>l año <strong>de</strong> lüil; embarcándose en la<br />

nao <strong>de</strong>l gobernador Martin <strong>de</strong> Souza, y llevando en su<br />

compañía al padre Pabló Camerale, italiano, y á otro<br />

hermano portugués, que se <strong>de</strong>cia Francisco <strong>de</strong> Mansilla;<br />

mas antes <strong>de</strong> embarcarse, mandó llamar el rey don Juan á<br />

san Francisco, y le entregó un breve <strong>de</strong>l sumo pontífice, en<br />

que le hacia nuncio y legado apostólico en las parles <strong>de</strong><br />

las Indias, con gran<strong>de</strong>s po<strong>de</strong>res y amplía jurisdicción: y<br />

hablando con el santo padre, y mostrándole la gran conüanza<br />

que <strong>de</strong> ól lenia, le encomendó muy particular y encarecidamente<br />

lodas las Indias, en lo que loca á la conversión<br />

<strong>de</strong> los infieles y á la confirmación en la fé <strong>de</strong> los nuevamente<br />

convertidos, y á las costumbres <strong>de</strong> los porlugueses,<br />

y á las fortalezas y presidios <strong>de</strong> aquel estado, y<br />

lodo lo <strong>de</strong>más que locaba al servicio <strong>de</strong> Dios y al suyo:<br />

porque dijo que no <strong>de</strong>seaba tanto que su imperio so extendiese<br />

cuanto la religión cristiana; ánles tendría por gran<strong>de</strong><br />

interés y ganancia suya, todos los gastos que hiciese<br />

en ayudar á las almas. San Francisco con pocas palabras,<br />

humil<strong>de</strong>s y graves, hizo gracias al rey <strong>de</strong> lan señaladas<br />

merce<strong>de</strong>s, ofreciéndolo su íi<strong>de</strong>lidad y servicio en todo lo<br />

que lo mandaba, lo cual esperaba cumplir ayudado <strong>de</strong> Dios.<br />

Pero habiendo mandado el rey á los oficiales <strong>de</strong> hacienda,<br />

y especialmente á don Antonio <strong>de</strong> Tay<strong>de</strong> con<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />

Castañeda, que proveyesen á san Francisco y á sus compañeros<br />

muy cumplidamente <strong>de</strong> matalotaje, y <strong>de</strong> lodo lo<br />

necesario para aquella lan larga y trabajosa navegación;<br />

importunándole mucho que lo lomase, nunca quiso aceptar<br />

sino unos pocos <strong>de</strong> libros que habia menester para la<br />

conversión <strong>de</strong> los gentiles, y en la India no los pudiera hallar.<br />

Siempre respondió que él era pobre y había hecbo<br />

voto <strong>de</strong> pobreza, y que la quería guardar, y confiando que<br />

el Señor le proveería como á pobre, <strong>de</strong> lodo lo que hubiese<br />

menester para po<strong>de</strong>rle servir. Importunóle el con<strong>de</strong>,<br />

que á lo ménos lomase un criado que le sirviese en aquella<br />

navegación, como convenia á la autoridad <strong>de</strong> su persona<br />

; pues era nuncio y legado apostólico, y no parecía<br />

bien que él mismo se llegase al fogón, ni lavase por sus<br />

manos su ropa sucia; mas él respondió, que mientras<br />

que nuestro Señor le guardase sus piés y sus manos, no<br />

lenia necesidad <strong>de</strong> criado, y que pensaba que por verle á<br />

el servir y llegarse al fogón, y lavar la ropa, no per<strong>de</strong>ría<br />

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punto <strong>de</strong> su autoridad religiosa, con que no le viesen hacer<br />

pecado, ni cosa en ofensa <strong>de</strong>l Sefior.<br />

Luego que la nave capitana se hizo á la vela, comenzó<br />

san Francisco á ten<strong>de</strong>r las velas <strong>de</strong> sus fervorosos <strong>de</strong>seos,<br />

y á mostrar el favorable viento <strong>de</strong>l Espíritu santo que lo<br />

llevaba; porque como varón <strong>de</strong> Dios dió lan gran<strong>de</strong><br />

ejemplo <strong>de</strong> su santidad,celo, caridad y pru<strong>de</strong>ncia, que fue<br />

la salud y remedio <strong>de</strong> todos los que iban en la nave.<br />

Hizo cuanto pudo el gobernador Martin Alfonso <strong>de</strong> Souza<br />

para que comiese á su mesa, oque á lo ménos lomase<br />

la ración que se daba á los otros pasajeros <strong>de</strong> la nave. De<br />

comer con él se excusó: la ración acepló para darla á algunos<br />

neccsilados; y sin tocarla él, pedía limosna para su<br />

comida en la nao, leniéndose por <strong>de</strong>udor igualmente <strong>de</strong><br />

los que ménos sabían. Tuvo mano para que en ella se viviese<br />

cristianamente, se quitasen los juegos y juramentos,<br />

y que no hubiese riñas, odios y murmuraciones: apaciguaba<br />

las liregas, componía las diferencias, sosegaba las<br />

pasiones, predicaba y enseñaba lodos los dias la doclrina<br />

crísliana álos mozos y esclavos y gente ruda: reprendía<br />

las cosas mal bechas con lauta autoridad que ninguno lo<br />

ivsisiió, y con tanta blandura y amor que ningunos? sintió<br />

<strong>de</strong> él, y muchos se enmendaron.<br />

Kn el servicio, cura y remedio espiritual <strong>de</strong> los enfermos<br />

venció en este tiempo á sí mismo; porque las enfermeda<strong>de</strong>s<br />

fueron muchas y muy contagiosas, y crecían,<br />

cayendo unos y muriendo oíros; andando todos asían<br />

brados con el temor <strong>de</strong> caer, y el santo lomó sobre sí las<br />

necesida<strong>de</strong>s, trabajos y miserias <strong>de</strong> lodos, como si sus<br />

fuerzas fueran iguales á su candad. Ninguno murió sin<br />

tenerle á su cabecera! ninguno le llamó que no le hallase<br />

cabe sí: confesábalos, animábalos con palabras suaves y<br />

santas, dábales <strong>de</strong> comer por sus manos, y muchas veces<br />

él mismo lo a<strong>de</strong>rezaba y traía <strong>de</strong>l fogón, bacía las camas,<br />

aplicábales los remedios, y finalmente hacia oficio <strong>de</strong> un<br />

caritativo y diligente enfermero, ycuanloélmas se humillaba,<br />

tanto mas lodos le respetaban, gran<strong>de</strong>s y pequeños,<br />

<strong>de</strong> modo que aquí ganó el apellido <strong>de</strong> Padre santo, con el<br />

cual <strong>de</strong>spués le llamaron en toda la India.<br />

Llegaron á Mozambique al fin <strong>de</strong>b mes <strong>de</strong> agosto, don<strong>de</strong><br />

se entretuvieron y pasaron todo el invierno basta el abril<br />

siguiente. Allí estuvo sirviendo á los enfermos <strong>de</strong> la armada<br />

en el hospital <strong>de</strong>l Rey; y por la conlinuacion <strong>de</strong> sus<br />

gran<strong>de</strong>s trabajos cayó enfermo <strong>de</strong> una fiebre maligna, con<br />

gran peligro <strong>de</strong> la vida, y queriéndole algunos hombres<br />

nobles y ricos llevar á sus casas para airarle, müiéá lo<br />

consintió, <strong>de</strong>seando morir en la pobreza en que había vivido,<br />

pobre entre los pobres, enfermo entre los otros enfermos^<br />

estando como eslaba, se levantaba para confesar á<br />

los que estaban peligrosos y ayudar á los que morían: y fué<br />

tanta su caridad, que estando un mozo grumete tendido<br />

en el suelo, <strong>de</strong>samparado do lodos, y frenético y fuera<br />

<strong>de</strong> sí sin esperanza humana <strong>de</strong> po<strong>de</strong>rse confesar; el santo<br />

temiendo la con<strong>de</strong>nación <strong>de</strong> aquella alma, y <strong>de</strong>seando su<br />

salvación y pidiéndola con muchas lágrimas al Señor, se<br />

levantó y le tomó y puso cu la cama, y entrando en ella,<br />

súbilamente volvió el enfermo en si y se confesó con él,<br />

y lo administró los sacramentos do la comunión y extremaunción,<br />

y el mismo día acabó con gran<strong>de</strong>s señales do<br />

su salvación..<br />

De Monzambiquesc embarcó á los 1 o <strong>de</strong> marzo para Goa<br />

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