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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DÍA m*<br />

ciudiid lodos á porfía ncndicron á ella , para librar á su<br />

sanio pastor y poner la vida (si fuese menester) en su<br />

<strong>de</strong>fensa. En osle tie.m|io el malvado Arrio, entendiendo que<br />

san Pedro seria inarlitizado, procuró que algunos sacerdotes<br />

fnésen á él, y le suplicasen que le perdonase y le<br />

admitiese á la comunión d;) la Iglesia, pensando que<br />

por esle camino ganai ia las volunta<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l clero y <strong>de</strong>l<br />

pueblo, y que muerto san Pedro le harian á él obispo.<br />

Fueron con osla eaihajada dos sacerdotes,llamados Aquilas<br />

y Alejandro: entraron en la cárcel don<strong>de</strong> estaba san<br />

Pedro, y propusiéronle á loque venían, rogándole que se<br />

reconciliase con Arrio y le absolviese; pues él se sujetaba<br />

á su parecer y corrección. El sanio ponlílice, dando un<br />

gran suspiro, le respondió estas palabras: No me tengáis,<br />

liermanos míos, por inhumano y riguroso, porque yo me<br />

conozco por bombre, y sujeto á miserias y pecados; pero<br />

crce.l á mis palabras: Arrio es astuto y engañador encubierto,<br />

y su maldad cxcí<strong>de</strong> á todas las malda<strong>de</strong>s; yeso<br />

no lo digo ds mió, ni <strong>de</strong> mi cabeza. Mando que no sea admitido<br />

á la Iglesia; porque esta noche, haciendo yo mis<br />

acostumbradas oraciones al Señor, se puso <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> mí<br />

un niño como <strong>de</strong> doce años, <strong>de</strong> inmensa claridad, cubierto<br />

con una ropa <strong>de</strong> lienzo, rasgado <strong>de</strong> alto á bajo, y con las<br />

manos tomaba las partes <strong>de</strong> aquella veslidura y las aplicaba<br />

á sus carnes, como quien quería cubrir su <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z.<br />

Ouedé atónito con esta visión, y estuve un ralo como mudo<br />

y sin sentido. Después que volví en mí, alce la voz y dije:<br />

-Señor, ¿quién es el que ha rasgado vuestra vestidura? Y<br />

él me respondió: Arrio me la ha rasgado; eslá sobre aviso<br />

y mira que no le admitas á la comunión <strong>de</strong> los líeles, porque<br />

mañana vendrán á rogarte por él: pero lú no !e<br />

.'iblatidos, ni le <strong>de</strong>jes vencer; antes or<strong>de</strong>na á Aquilas y<br />

Alejandro, tus presbíteros (los cuales te han <strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r<br />

en el obispüdo uno Iras otro), que en niiigmiü manera lo<br />

ndinitan; y lú presto acabarás tu curso y serás coronado<br />

<strong>de</strong> martirio. Todo esto refirió san Pedro ú los sacerdolcs<br />

que le vinieron á rogar que perdonase á Arrio, mandándo-<br />

Jes en nombre <strong>de</strong> Dios, que ellos cuando fuesen obispos no le<br />

perdonasen, ni admitiesen á la participación <strong>de</strong> los sacramentos;<br />

porque era un infernal ministro <strong>de</strong> Satanás, que<br />

habia <strong>de</strong> rasgar la vestidura <strong>de</strong> Cristo (que es la santa<br />

Iglesia) con las herejías que en ella habia <strong>de</strong> sembrar:<br />

porque aunque ú la sazón no las habia sembrado, sino,<br />

como cismático, seguido las partes <strong>de</strong> Melecio; pero el<br />

Señor, que sabia lo que hnbia <strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r, y el estrago<br />

que aquel bombre pestilencial habia <strong>de</strong> hacer y la obstinación<br />

en que habia <strong>de</strong> perseverar, quiso tanto ánles avisar<br />

al santo ponlílice Pedro, pata que él estuviese advertido<br />

y advirtiese á sus dos inmediatos sucesores <strong>de</strong> lo que<br />

habían <strong>de</strong> hacer con él, para que la Iglesia católica no recibiese<br />

tan graves daños <strong>de</strong> su maldad, como recibiera<br />

si no estuviera avisada y advertida. De manera, que aquella<br />

visión que tuvo san Pedro <strong>de</strong> la vestidura que Arrio había<br />

rasgado á Jesucristo, no fué porque ya lo hubiese hecho,<br />

como algunos dicen (que esto <strong>de</strong>spués sucedió siendo<br />

obispo Alejandro); sino porque andando el tiempo, lo habia<br />

<strong>de</strong> hacer: ni fué <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> lo pasado, sino profecía<br />

<strong>de</strong> lo porvenir. Todo lo que Dios reveló á san Pedro v<br />

el refirió á sus dos presbíteros, sucedió <strong>de</strong> la misma manera<br />

que él lo dijo; porque Arrio rasgó la ve.siidu &<br />

Cristo, partiendo y dividiendo la Iglesia; y Aquilas y Alejandro<br />

fueron obispos do Alejandría: y Alejandro, como á<br />

mwmmE.<br />

I<br />

A T<br />

hereje, le aparló y echó <strong>de</strong> la Iglesia; y san Pedro <strong>de</strong>ntro<br />

<strong>de</strong> pocos días, <strong>de</strong>spués que tuvo la revelación, murió constantemente<br />

<strong>de</strong>gollado por el Señor, <strong>de</strong> la manera que<br />

aquí diré. El tribuno que tenia á cargo la ejecución déla<br />

sentencia <strong>de</strong> muerte dada contra el sanio pastor, como vió<br />

(pie la ciudad estaba puesta en armas y mucha gente al<br />

re<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la cárcel para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rle; temiendo algún alboroto,<br />

<strong>de</strong>terminó aguardar la noche, para que volviéndose<br />

á reposar á sus casas, él pudiera segura y quietamente<br />

hacer lo que le habian mandado; mas no sucedió como<br />

pensaba: porque el pueblo amaba tanto al santo prelado,<br />

que no se quiso partir <strong>de</strong> don<strong>de</strong> estaba. Entendió esto san<br />

Pedro: y con el <strong>de</strong>seo tan encendido que tenia <strong>de</strong> morir<br />

por Cristo, y por el temor que por su causa no viniesen á<br />

[ásmanoslos ciudadanos y los soldados, avisó secretamente<br />

al tribuno, <strong>de</strong> lo que <strong>de</strong>bia hacer para ejecutar la<br />

sentencia sin ruido; y por la forma que el mismo santo<br />

le dio, secretamente le sacaron <strong>de</strong> la cárcel y le llevaron<br />

al mismo lugar, don<strong>de</strong> san Marcos evangelista, fundador<br />

y primer obispo <strong>de</strong> la Iglesia <strong>de</strong> Alejandría habia sido martirizado.<br />

Allí hizo oración, y se encomendó muy <strong>de</strong> veras<br />

á san Marcos, tomándole por intercesor para <strong>de</strong>rramar su<br />

sangre con fortaleza por el Señor, y para que la Iglesia <strong>de</strong><br />

Alejandría fuese amparada, y la Iglesia católica restituida<br />

ásu antigua paz y unión. Al mismo punto que el santo hacia<br />

esta oración, una santa virgen oyó una voz <strong>de</strong>l cíelo<br />

que <strong>de</strong>cía: Pedro, principio <strong>de</strong> los apóstoles; y Pedro, fin<br />

délos obispos y mártires <strong>de</strong> Alejandría , y asi fué; porque<br />

san Pedr o fué el postrer obispo (pie allí murió en la persecución<br />

<strong>de</strong> los genliles. Mas acabada su oración, con gran<strong>de</strong><br />

constancia y alegría ofreció su cuello al cuchillo: y fué<br />

gran<strong>de</strong> el respeto y reverencia que los soldados le Uivienm,<br />

que sulameule se halló entre ellos un hombre feroz<br />

y atrevido, el cual por precio <strong>de</strong> cinco ducados le corló la<br />

cabeza, á los ití <strong>de</strong> noviembre, al alba <strong>de</strong>l día, habiendo<br />

sido doce años obispo, tres teniendo paz la iglesia, y nueve<br />

afligida en la persecución <strong>de</strong> Diocleciano. Fué cosa maravillosa,<br />

que corlada la cabeza y caída en el suelo, su<br />

santo cuerpo quedó <strong>de</strong> rodillas como estaba, yerto, firme y<br />

sin caerse; y así le hallaron los cristianos; los cuales con<br />

muchas lágrimas y sollozos le lomaron, y vestido con las<br />

vestiduras sacerdotales, <strong>de</strong> la misma manera que si fuera<br />

vivo, le sentaron primero en la silla <strong>de</strong> san Marcos, y <strong>de</strong>spués<br />

con palmas, en señal <strong>de</strong> la victoria, y cirios encendidos<br />

en las manos y olores suavísimos cantando himnos,<br />

le llevaron en hombros á un cementerio que el mismo sanio<br />

habia edificado. Allí con gran pompa y honra le enterraron;<br />

y nuestro Señor obró en aquel lugar gran<strong>de</strong>s milagros,<br />

é hizo muchos beneficios á los que se le encomendaban.<br />

Una cosa particular se cuenta <strong>de</strong> este glorioso<br />

pontífice y mártir <strong>de</strong>l Señor, que cuando estaba en los<br />

divinos oficios en su Iglesia, no se quería sentar en la silla<br />

obispal, sino en una pequeña que esl.iba <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> ella;<br />

porque se juzgaba por indigno <strong>de</strong> sentarse don<strong>de</strong> tantos<br />

santos, sus pre<strong>de</strong>cesores, se habian sentado, y le parecía<br />

que salía <strong>de</strong> aquella silla un resplandor tan gran<strong>de</strong>, que le.<br />

ponía espanto : y por esto el pueblo le puso muerto en la<br />

silla <strong>de</strong> san Marcos en la cual él, siendo vivo, por su humildad<br />

no se había querido sentar. Fué el martirio <strong>de</strong> san<br />

Pedro Alejandrino el año 3J0, imperando en Oriente Maximino.<br />

Hacen mención <strong>de</strong> este santo el concilio efesino y<br />

la séptima sínodo general; san Gregorio Nacianceno; Ni-

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