Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-
DIA 2 NOVIEMBRE. U9 pedia. Venerado y querido do lodos, llegó á una edad muy avanzada, y acató el curso de sus días el año iÜO. DÍA ts; SANTA CATALINA, VÍIIGEN Y MÁRTIR.—la iluslrisima virgen y mártir santa Catalina nació en Alejandría de Egipto, desangre real, y füé dotada de todas las gracias que en una mujer se pueden desear. Era hermosa por todo extremo, y juntamenle honestísima: era avisada y de alto entendimienlo, y muy enseñada en todas las letras de filosofía y humanas, que en aquel tit;mpo florecían en !a ciudad de Alejandría. El obispo Equilmo dice, que ánles que se bautizase, tuvo un sueño y revelación, en que se le apareció la sagada Virgen María nuestra Señora con su precioso Hijo, niño de extremada belleza, en los brazos, y que la madre le ofrecía á su hijo; y el bendito niño la desecliaba y se extrañaba de ella, diciendo que en sus ojos no era hermosa aquella doncella, porque no era bautizada. Despertó Catalina, y entendiendo lo que le faltaba, y que no era digna de ver el lienuoso rostro de Jesucristo, se hizo cristiana y se bautizó. Tornóle á aparecer Cristo de la manera que primero; y regalándola y haciéndola grandes favores éa presencia de su sacralísima Madre y de muchos ángeles y santos del cielo, se desposó con ella y la dió el anillo, como á verdadero esposo suyo. Despertó de su sueño la gloriosa virgen, y halló un anillo en su dedo. Todo esto refiere esle autor: y así algunos suelen pintar á santa Catalina con Cristo en los brazos de su madre, que le pone el anillo en el dedo y la toma por esposa, líl resto de la vida y martirio de esta esclarecida virgen se ha de lomar de Simeón Mctafrastc, que la escribió copiosamente, y la refiere Lipomano y el P Fr. Lorenzo Surio de esta manera. Imperando en Ol iente Maximino, hombre tan fiero y bárbaro, que no tenia sino el nombre de bombre, y estando en Alejandría, mandó publicar un edicto en esta forma: «El emperador Maximino, á lodos los que están debajo de nuestro imperio^ salud. Habiendo nosotros recibido grandes beneficios de la benignidad de los dioses, juzgamos, que en reconocimienlo de su gran liberalidad debemos ofrecerles sacrificios: y por tanto os exbortamos y mandamos, que vengáis á nuestra presencia para que mostréis con las obras el amor y reverencia que tenéis á nuestros grandes dioses: avisándoos que el que no obedeciere á este nuestro mandato y siguiere! otra religión contraria á la nuestra, demás de perder la gracia de los dioses inmortales, caerá en nuestra indignación y lo pagará con la vida. Publicado esle edicto, toda la ciudad de Alejandría se llenó de gente, que de diversas partes concurrían á ofrecer sacrificios, y todos los altares y templos estaban bañados en sangre de los animales que se mataban y sacrificaban á los demonios, de lo cual el emperador estaba muy ufano y contento. Supo esto santa Catalina: y movida del amor de su dulce esposo Jesucristo, determinó por sí misma hablar al emperador, y reprenderle de aquel desatino, con que engañaba aquella gente ciega, y ]a llevaba tras sí al infierno. Acompañada, pues de^nutchos criados, fué al templo, donde á la sazón estaba el emperador, y con su licencia entró en él, y le avisó que le quería hablar. Todos quedaron admirados de ver el rostro de sania Catalina, mas angélico que humano, arom- TOMO m, - pañada de (an peregrina honestidad y rara modestia: llegóse á Maximino; y con grande liberfiid le dijo la ceguedad en que estaba, por ofrecer sacrificios á ídolos y semejanzas de hombres, sujetas á pecados y vicios, y en llevar tras sí á todo aquel pueblo ignorante, á quien él, como cabeza y príncipe, estaba obligado á desengañar y poner en buen camino : que lo que le convenia era conocer al verdadero Dios que le había criado y dado el imperio, el cual, con ser Dios inmoríal, se hizo hombre por nosotros, y por su voluntad murió en una cruz para librarnos de la muerte merecida por nuestros pecados. Turbóse el emperador oyendo las razones de santa Catalina y estuvo algún ralo sin poder responder ; y al fin la dijo que le dejase acabar su sacrificio, porque después ¡a responderia. Mandóla llevará su palacio, y acabada la solemnidad se fué á ver con ella; y teniéndola en su presencia la dijo: Dínosahora, ¿quien eres y qué palabras fueron las que hoy hablaste? Respondió la santa doncella: líien conocido es mi linaje en esta ciudad: llamóme Catalina, he gastado mi vida en esludios de retórica y filosofía; pero de fe que me precio mas es de ser cristiana y lener por esposo á Jesucristo, verdadero Dios y verdadero bombre. De aquí comenzó á darle razón de sí y de su fé con (an singular sabiduría, elocuencia y gracia, que el emperador abobado la estaba mirando, admirado de ver su incomparable hermosura y oír la fuerza y peso de sus razones, á las cuales él no supo responder; y entendiendo que para convencer á Catalina era menester mas ciencia que la suya, mandó llamar de todas las partes de su imperio á los varones mas sabios y elocuentes que en ellas habia, para que disputando con la sania doncella la convenciesen; y entretanto la mandó poner en guarda dentro de su palacio. Vinieron cincuenta hombres muy sabios, grandes filósofos y oradores, por mandado de Maximino, para entrar en disputa con la sania virgen: y puesto caso que cuando supieron la causa de su llamamiento y venida, quedaron corridos por parccerles que no convenia á su reputación el hacer tanto caso de una mujer, que por gran, de enlendimienloqueluviese, por mucho que supiese, en fin lenia entendimiento y ciencia de mujer; y se lo dieron á entender al emperador; mas después que disputaron y fueron convencidos de santa Catalina, sin saber qué responder, quedaron mucho mas afrentados y corridos, y entendieron que la ciencia humana no puede resistir á la sabiduría divina, ni el enlendimicnlo del hombre al espíritu de Dios. Juntáronse los cincuenta filósofos en un lugar, y concurrió toda la ciudad á un espectáculo tan nuevo y maravilloso, en que cincuenta- hombres tenidos por la flor de todas las universidades y como unos oráculos de sabiduría, habían de disputar con una doncella de diez y ocho años en materia de letras y de religión, y en presencia del mismo emperador. Mas un ángel del Señor apareció á la santa virgen y la dijo que no temiese; porque Dios ledaria sabiduría del cíelo, á mas de la que ella habia alcanzado con su buen estudio y diligencia, y que tendría victoria de los cincuenta filósofos y les persuadiría lo que quisiese; y á ellos y á otros muchos converliiia al conocimiento de Dios porelcualmoririan, y ella después seria coronadademar- (irio. Muy alentada quedó la santa doncella con este regalo y favor del Señor: entró en la pieza donde estaba (oda aquella compañía: y uno de los filósofos, el de mas nombre y que era tenido por mas letrado que todos, con algún 57
450 LA LKYKMU DE OUO desden y niofíi, lorciendo el rostro la dijo: ¿KITS tú la que injurias con palabras atrevidas y iiljrcs á nuestros dioses? Yo soy (dijo Catalina), aunque nó con palabras atrevidas y libres como tú dices, sino con razones ciertas y verdaderas. Comenzó luego el filósofo á proponer sus argumentos en favor de sus dioses, fundados en los magníficos títulos y renombres qnc los poetas les atribuyen, á querer probar que Cristo no era Dios; porque habla sido crucificado, y ninguno de sus poetas ni filósofos le tenia por tal ni hacia mención de él en sus escritos: pero la sapientísima virgen deshizo todos los argumentos del filósofo, probando por buena filosofía y por razón natural que no puede haber mas que un Dios, artífice y autor soberano de todo lo criado; y aunque, los dioses que ellos adoraban no lo podian ser por haber sido hombres viciosos y abominables, y de quienes sus mismos poetas muchas veces dicen grandes maldades; y que puesto caso que los poetas, como vanos, no hablan de Cristo; pero que las Sibilas, que ellos mismos reverenciaban como á mujeres alumbradas con el espíritu del cielo, habian hablado altisimamenle de él, y mucho antes que acaeciese, habian escrito, que habia de ser preso por envidia y muerto de su mismo pueblo, y que habia de resucitar.y subirá loscielos, y juzgar los vivos y los muertos, citando los lugares de cada una de las Sibilas con tanta claridad y eminencia, que el filósofo, ántcs orgulloso é hinchado, quedó confuso y persuadido de todo lo que la santa virgen le dciia; porque ella hablaba con tanta majestad y con tan rara elocuencia, gracia, mesura y fervor de espíritu, que se echaba bien de ver, quo aquel era negocio de Dios y que la sabiduría de santa Catalina no era humana sino divina, á la cual no se puede resistir. Quedó atónito el emperador: y como vióquecl filósofo (laqueaba, mandó á los otros filósofos que le ayudasen y saliesen en campo con la santa virgen ; pero ellos no lo quisieron hacer así porque aquel filósofo era el mas famoso y eminente cnlrc lodos, como porque las razones de la santa los habian convencido y rendido de tal manera , que no lenian que replicar: y asi iodos á una voz respondieron al emperador, que en aijucl filósofo y companero suyo ¡que era el mas sabio) lodos habian sido vencidos, y lodos con él confesaban que aquella doiicellíi decia verdad; y que ellos hasta aquel punto habian estado ciegos en adorar por dioses á los que no lo eran, y que solo habia un Dios, que era Jesucristo, á quien Catalina confesaba y adoraba, y lodos con ella confesaban y adoraban. No se puede fácilmente creer el furor y rabia que de oir oslo Maximino recibió, y como de suyo era arrebatado y furioso, luego mandó que se encendiese una grande hoguera, y que en ella todos los cincuenta filósofos fuesen quemados. Encendióse la hoguera, y luego que ellos la vieron, se echaron á los pies de la sania virgen, rogándola con lágrimas, que suplicase a Dios que les perdonase los pecados que contra él, como ciegos, habian cometido; porque ya alumbrados con su luz estaban prontos para recibir el bautismo y morir por él. La gloriosa santa «e regocijó en Dios cuanto pensar se puede, por ver que la verdad triunfaba de la mentira, y la crisliana sabiduría déla vana filosofía, y el verdadero y solo Dios, do la chusma de los falsos dioses; y que aquellos hombres que ántcs tenia» nombre de sabios, y ahora lo eran de veras, se juntaban á Cristo (que os la eterna Sabiduría del Padre), y como buenos soldados no dudaban DIA 25. de entrar en batalla y dar la vida por él: y así con un rostro amoroso y blando los consoló y animó, diciendo quo tuviesen por cierto que Dios los perdonaba; pues por su amor tenia mas cuenta con el Rey del cielo, que con el de la tierra, y que el fuego les servicia de bautismo y purificaria sus almas, para que limpias y puras fuesen luego presentadas ante el divino acatamiento, en donde recibirán el precio de aquel suplicio y la corona inmortal de tan gloriosa victoria. Con estas palabras quedaron ellos confortados: y haciendo muchas veces sobre si la serta 1 de la cruz, y nombrando á Jesucristo, fueron puestos entro las llamas y dieron sus almas á Dios. Después algunos cristianos secretamente fueron á recoger sus santas reliquias, y hallaron los cuerpos tan enteros y sin lesión que ni un cabello les falló. Con esle milagro mostró Dios cuán acepto le habia sido el sacrificio que estos sabios le hicieron de sí mismos, y muchos gentiles se convirtieron á la fé, por la cual ellos habian dado sus vidas. Pues ¿quién no ve en este hecho la sabiduría, poder y grandeza de nuestro Dios? ¿Y cómo por una mujer Haca humilló á los soberbios, confundió á los emperadores, derribóla altivez del mundo, alumbró á los ciegos, é hizo que los que antes persegnian la verdad, fuesen perseguidos y muriesen por ella con alegría y contenió? Muy congojado y rabioso quedó Maximino con esto suceso, y con gran deseo do atraer á su voluntad á santa Catalina, y por bien ó por mal hacerla sacrilicar á sus dioses. Parecióle primero llevarlo por blandura, y ver si con caricias y ofrecimientos podra ablandar el constante pecho déla virgen. Hízola grandes promesas, habló con amor fingido de padre, y usó todo el arliíicio que supo para persuadirla lo que pretendia: mas como lodo esto no hiciese mella en el corazón de la bienaventurada virgen, porque estaba llagado del amor do su dulce Esposo, convirtió las dulzuras y halagos en espantos y amenazas, diciéndola que la mandarla dar cruelísimos tormentos, á lo cual santa Catalina respondió: Haz lo quo quisieres; que tus tormentos por crueles que sean, se acabarán, y el premio de ellos durará para siempre; y espero en Dios, que mucha gente de lu casa y palacio se ha de salvar por medio mió. Esto dijo la santa, y Dios se lo otorgó. Con esto el emperador, desconfiado que sus ártes y mañas no le habian de valer, la mandó desnudar y azotar con nervios crudos de bueyes. Desnudaron á la purísima doncella, que para ella fué grandísimo tormento, y los crueles verdugos comenzaron á descargar golpes en aquel cuerpo tierno y delicado, y dos horas estuvieron hiriendo sus carnes mas blancas que el alabastro, dejándolas matizadas con su sangre, y causando en los presentes tanta lástima que derramaban muchas lágrimas. La virgen estaba con tanto esfuerzo como si su cuerpo fuera de piedra; aunque los arroyos de sangre que de él sallan mostraban que era de carne. Después de este tormento la pusieron en una cárcel oscura, con muchas guardas y órden que no se le diese cosa alguna de comer, pero cu doce dias quo allí esíuvo, el Señor la proveyó, enviándola ángeles quola visitasen, curasen y regalasen, y una paloma que la traia cada dia lo que habia de menesler para su sustento. Allí á la cárcel vínola emperatriz á visitar á santa Catalina, admirada délo que oia decir de su extremada belleza, sabiduría, fortaleza y constancia en los tormentos. Vino de noche, acompafiada de un capitán del emperador, llamado Porfirio, y de otros soldados: entró en la cárcel la empe-
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<strong>de</strong>s<strong>de</strong>n y niofíi, lorciendo el rostro la dijo: ¿KITS tú la que<br />
injurias con palabras atrevidas y iiljrcs á nuestros dioses?<br />
Yo soy (dijo Catalina), aunque nó con palabras atrevidas<br />
y libres como tú dices, sino con razones ciertas y verda<strong>de</strong>ras.<br />
Comenzó luego el filósofo á proponer sus argumentos<br />
en favor <strong>de</strong> sus dioses, fundados en los magníficos<br />
títulos y renombres qnc los poetas les atribuyen, á<br />
querer probar que Cristo no era Dios; porque habla sido<br />
crucificado, y ninguno <strong>de</strong> sus poetas ni filósofos le tenia<br />
por tal ni hacia mención <strong>de</strong> él en sus escritos: pero la sapientísima<br />
virgen <strong>de</strong>shizo todos los argumentos <strong>de</strong>l filósofo,<br />
probando por buena filosofía y por razón natural que<br />
no pue<strong>de</strong> haber mas que un Dios, artífice y autor soberano<br />
<strong>de</strong> todo lo criado; y aunque, los dioses que ellos adoraban<br />
no lo podian ser por haber sido hombres viciosos y<br />
abominables, y <strong>de</strong> quienes sus mismos poetas muchas veces<br />
dicen gran<strong>de</strong>s malda<strong>de</strong>s; y que puesto caso que los<br />
poetas, como vanos, no hablan <strong>de</strong> Cristo; pero que las Sibilas,<br />
que ellos mismos reverenciaban como á mujeres<br />
alumbradas con el espíritu <strong>de</strong>l cielo, habian hablado altisimamenle<br />
<strong>de</strong> él, y mucho antes que acaeciese, habian<br />
escrito, que habia <strong>de</strong> ser preso por envidia y muerto <strong>de</strong> su<br />
mismo pueblo, y que habia <strong>de</strong> resucitar.y subirá loscielos,<br />
y juzgar los vivos y los muertos, citando los lugares <strong>de</strong><br />
cada una <strong>de</strong> las Sibilas con tanta claridad y eminencia,<br />
que el filósofo, ántcs orgulloso é hinchado, quedó confuso<br />
y persuadido <strong>de</strong> todo lo que la santa virgen le dciia; porque<br />
ella hablaba con tanta majestad y con tan rara elocuencia,<br />
gracia, mesura y fervor <strong>de</strong> espíritu, que se echaba<br />
bien <strong>de</strong> ver, quo aquel era negocio <strong>de</strong> Dios y que la sabiduría<br />
<strong>de</strong> santa Catalina no era humana sino divina, á la<br />
cual no se pue<strong>de</strong> resistir. Quedó atónito el emperador: y<br />
como vióquecl filósofo (laqueaba, mandó á los otros filósofos<br />
que le ayudasen y saliesen en campo con la santa<br />
virgen ; pero ellos no lo quisieron hacer así porque aquel<br />
filósofo era el mas famoso y eminente cnlrc lodos, como<br />
porque las razones <strong>de</strong> la santa los habian convencido y<br />
rendido <strong>de</strong> tal manera , que no lenian que replicar: y asi<br />
iodos á una voz respondieron al emperador, que en aijucl<br />
filósofo y companero suyo ¡que era el mas sabio) lodos<br />
habian sido vencidos, y lodos con él confesaban que<br />
aquella doiicellíi <strong>de</strong>cia verdad; y que ellos hasta aquel<br />
punto habian estado ciegos en adorar por dioses á los que<br />
no lo eran, y que solo habia un Dios, que era Jesucristo,<br />
á quien Catalina confesaba y adoraba, y lodos con ella<br />
confesaban y adoraban. No se pue<strong>de</strong> fácilmente creer el<br />
furor y rabia que <strong>de</strong> oir oslo Maximino recibió, y como<br />
<strong>de</strong> suyo era arrebatado y furioso, luego mandó que se encendiese<br />
una gran<strong>de</strong> hoguera, y que en ella todos los cincuenta<br />
filósofos fuesen quemados. Encendióse la hoguera,<br />
y luego que ellos la vieron, se echaron á los pies <strong>de</strong> la<br />
sania virgen, rogándola con lágrimas, que suplicase a Dios<br />
que les perdonase los pecados que contra él, como ciegos,<br />
habian cometido; porque ya alumbrados con su luz estaban<br />
prontos para recibir el bautismo y morir por él. La<br />
gloriosa santa «e regocijó en Dios cuanto pensar se pue<strong>de</strong>,<br />
por ver que la verdad triunfaba <strong>de</strong> la mentira, y la crisliana<br />
sabiduría déla vana filosofía, y el verda<strong>de</strong>ro y solo<br />
Dios, do la chusma <strong>de</strong> los falsos dioses; y que aquellos<br />
hombres que ántcs tenia» nombre <strong>de</strong> sabios, y ahora lo<br />
eran <strong>de</strong> veras, se juntaban á Cristo (que os la eterna Sabiduría<br />
<strong>de</strong>l Padre), y como buenos soldados no dudaban<br />
DIA 25.<br />
<strong>de</strong> entrar en batalla y dar la vida por él: y así con un<br />
rostro amoroso y blando los consoló y animó, diciendo quo<br />
tuviesen por cierto que Dios los perdonaba; pues por su<br />
amor tenia mas cuenta con el Rey <strong>de</strong>l cielo, que con el<br />
<strong>de</strong> la tierra, y que el fuego les servicia <strong>de</strong> bautismo y purificaria<br />
sus almas, para que limpias y puras fuesen luego<br />
presentadas ante el divino acatamiento, en don<strong>de</strong> recibirán<br />
el precio <strong>de</strong> aquel suplicio y la corona inmortal<br />
<strong>de</strong> tan gloriosa victoria. Con estas palabras quedaron ellos<br />
confortados: y haciendo muchas veces sobre si la serta 1<br />
<strong>de</strong> la cruz, y nombrando á Jesucristo, fueron puestos entro<br />
las llamas y dieron sus almas á Dios. Después algunos cristianos<br />
secretamente fueron á recoger sus santas reliquias,<br />
y hallaron los cuerpos tan enteros y sin lesión que ni un<br />
cabello les falló. Con esle milagro mostró Dios cuán acepto<br />
le habia sido el sacrificio que estos sabios le hicieron<br />
<strong>de</strong> sí mismos, y muchos gentiles se convirtieron á la fé,<br />
por la cual ellos habian dado sus vidas. Pues ¿quién no<br />
ve en este hecho la sabiduría, po<strong>de</strong>r y gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong> nuestro<br />
Dios? ¿Y cómo por una mujer Haca humilló á los soberbios,<br />
confundió á los emperadores, <strong>de</strong>rribóla altivez<br />
<strong>de</strong>l mundo, alumbró á los ciegos, é hizo que los que antes<br />
persegnian la verdad, fuesen perseguidos y muriesen por<br />
ella con alegría y contenió? Muy congojado y rabioso quedó<br />
Maximino con esto suceso, y con gran <strong>de</strong>seo do atraer á<br />
su voluntad á santa Catalina, y por bien ó por mal hacerla<br />
sacrilicar á sus dioses. Parecióle primero llevarlo por<br />
blandura, y ver si con caricias y ofrecimientos podra ablandar<br />
el constante pecho déla virgen. Hízola gran<strong>de</strong>s promesas,<br />
habló con amor fingido <strong>de</strong> padre, y usó todo el<br />
arliíicio que supo para persuadirla lo que pretendia: mas<br />
como lodo esto no hiciese mella en el corazón <strong>de</strong> la bienaventurada<br />
virgen, porque estaba llagado <strong>de</strong>l amor do su<br />
dulce Esposo, convirtió las dulzuras y halagos en espantos<br />
y amenazas, diciéndola que la mandarla dar cruelísimos<br />
tormentos, á lo cual santa Catalina respondió: Haz lo quo<br />
quisieres; que tus tormentos por crueles que sean, se acabarán,<br />
y el premio <strong>de</strong> ellos durará para siempre; y espero<br />
en Dios, que mucha gente <strong>de</strong> lu casa y palacio se ha <strong>de</strong><br />
salvar por medio mió. Esto dijo la santa, y Dios se lo otorgó.<br />
Con esto el emperador, <strong>de</strong>sconfiado que sus ártes y<br />
mañas no le habian <strong>de</strong> valer, la mandó <strong>de</strong>snudar y azotar<br />
con nervios crudos <strong>de</strong> bueyes. Desnudaron á la purísima<br />
doncella, que para ella fué grandísimo tormento, y los<br />
crueles verdugos comenzaron á <strong>de</strong>scargar golpes en aquel<br />
cuerpo tierno y <strong>de</strong>licado, y dos horas estuvieron hiriendo<br />
sus carnes mas blancas que el alabastro, <strong>de</strong>jándolas matizadas<br />
con su sangre, y causando en los presentes tanta<br />
lástima que <strong>de</strong>rramaban muchas lágrimas. La virgen estaba<br />
con tanto esfuerzo como si su cuerpo fuera <strong>de</strong> piedra;<br />
aunque los arroyos <strong>de</strong> sangre que <strong>de</strong> él sallan mostraban<br />
que era <strong>de</strong> carne. Después <strong>de</strong> este tormento la pusieron en<br />
una cárcel oscura, con muchas guardas y ór<strong>de</strong>n que no se<br />
le diese cosa alguna <strong>de</strong> comer, pero cu doce dias quo allí<br />
esíuvo, el Señor la proveyó, enviándola ángeles quola visitasen,<br />
curasen y regalasen, y una paloma que la traia<br />
cada dia lo que habia <strong>de</strong> menesler para su sustento. Allí<br />
á la cárcel vínola emperatriz á visitar á santa Catalina,<br />
admirada délo que oia <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> su extremada belleza, sabiduría,<br />
fortaleza y constancia en los tormentos. Vino <strong>de</strong><br />
noche, acompafiada <strong>de</strong> un capitán <strong>de</strong>l emperador, llamado<br />
Porfirio, y <strong>de</strong> otros soldados: entró en la cárcel la empe-