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442 LA LEYENDA DE ORO<br />
que no cabe on csfa breve relación: basta sabor, que con<br />
«ícreiblo constancia 6 invicla paciencia pudo <strong>de</strong>cir lo que<br />
<strong>de</strong>cia el santo Job : «¿Tengo yo por ventura fortaleza <strong>de</strong><br />
piedra, ó mi carne es <strong>de</strong> bronce?» Viéndole pelear tan<br />
esforzadamente su Majestad, varias veces le consoló, y la<br />
Virgen santísima por tres veces le visitó y llenó el alma <strong>de</strong><br />
luces y celestiales consuelos. Con ellos compuso en esta<br />
ocasión aquellas divinas y profundas canciones que empiezan:<br />
«¿ En dón<strong>de</strong> le escondiste?» que <strong>de</strong>spués explicó<br />
alt-ísimamentc, y andan impresas en sus libros. Salió Analmente<br />
<strong>de</strong> esta pelea y tribulación, para alumbrar y enriquecer<br />
su religión con prelacias, doctrinas y ejemplos <strong>de</strong><br />
su santa vida, así como el antiguo José salió <strong>de</strong> la cisterna.,<br />
para reinar y favorecer á Egipto. Pero tan saboreado salió<br />
<strong>de</strong>l pa<strong>de</strong>cer y <strong>de</strong> las penas, que oyendo poco <strong>de</strong>spués canlar<br />
esta copla:<br />
•«Quien no sabe <strong>de</strong> penas<br />
en este triste valle do dolores,<br />
no sabe <strong>de</strong> buenas,<br />
ni ba gustado <strong>de</strong> amores;<br />
^pucs penas es el traje <strong>de</strong> amadores: »<br />
se quedó arrobado por una larga bora. El arrobarse entre<br />
consuelos, revelaciones y otras comunicaciones suaves <strong>de</strong>l<br />
cielo, es ordinario; pepo arrobarse al sonido <strong>de</strong> las penas,<br />
Ae las amarguras y <strong>de</strong>l pa<strong>de</strong>cer, cosa es bien rara y <strong>de</strong> espii<br />
itu muy <strong>de</strong>scarnado y sólido.<br />
Después-<strong>de</strong> esto fué á gobernar el convento <strong>de</strong>l Calvario,<br />
que resplan<strong>de</strong>cia en observancia, toda virtud7 rigor<br />
tic vida; mas como era tan alta la suya, todo lo levantó <strong>de</strong><br />
punto. La of ación-, silencio y penitencia que entabló con su<br />
ejemplo y su exhortación, <strong>de</strong>jaron muy atrás ins que<br />
basla entonces hablan practicado , aunque eran muy<br />
gran<strong>de</strong>s. Estaba este convento pobre y en <strong>de</strong>sierto: y aunque<br />
se pa<strong>de</strong>cían muchas necesida<strong>de</strong>s, aquí acudia el Se-<br />
Jiorcon maravillas, por la oración y conGanza <strong>de</strong> su siervo.<br />
Faltando una vez el pan, mandó se buscase algún mendrugo<br />
y se pusiese á la mesa; y bajando la comunidad, como<br />
.solía, al refectorio, les hizo una plática tan espiritual en<br />
alabftdcé <strong>de</strong> la pobreza, que sin comer bocado se levantaron<br />
<strong>de</strong> la mesa satisfechos; pero apenas se recogían á las<br />
celdas, cuando llamando á la portería, halló el oíicial á<br />
un hombre, que con ana carta que traia le dió una carga<br />
<strong>de</strong> mantenimientos. Avisado el santo prelado que estaba<br />
en oración, y abriendo la carta, se puso á llorar. Preguntado<br />
por qué lloraba; respondió: Lloro, hermano, porque<br />
nos tenga el Seílor por tan flacos, que aun un día no<br />
nos fia el que pa<strong>de</strong>zcamos abstinencia. En Iznatorafe se entró<br />
el <strong>de</strong>monio en el cuerpo <strong>de</strong> mi hombre miserable que<br />
lo atormentaba mucho, y no le podían echar con los exorcismos<br />
<strong>de</strong> la Iglsia: llamado el santo padre, luego que le<br />
vió él paciente, empezó á dar gran<strong>de</strong>s voces, y <strong>de</strong>cir: Ya<br />
tenemos otro Basilio en la tierra, que nos persigue. Asi<br />
fué; porque, sin que le valiese su gran<strong>de</strong> resistencia , la<br />
eficacia <strong>de</strong> los conjuros <strong>de</strong>l santo le echó presto fuera <strong>de</strong><br />
aquella pobre criatura.<br />
Aun no estuvo siete meses en el Calvario, cuando hubo<br />
<strong>de</strong> ir á fundar el colegio <strong>de</strong> Baeza, cuya fundación ya antes<br />
había profetizado. Tan conocida fué aquí su santidad y<br />
sabiduría, que los mayores doctores <strong>de</strong> las escuelas en los<br />
pulpitos y cátedras lo ponían por ejemplo á sus oyentes.<br />
LIA 24.<br />
Por este tiempo le comunicaba Dios tan altas luces <strong>de</strong>l misterio<br />
<strong>de</strong> la santísima Trinidad, que dijo una vez á las religiosas<br />
<strong>de</strong> Granada: De tal manera comunica Dios á este<br />
pecador el misterio <strong>de</strong> la santisima Trinidad, que si sn<br />
Majestad no esforzara mi flaqueza con particular socorro<br />
<strong>de</strong>l ciclo, fuera imposible vivir. Mandóle su Majestad un<br />
día dijese misa <strong>de</strong> la santísima Trinidad, para consuelo <strong>de</strong><br />
una religiosa; y al tiempo <strong>de</strong> consagrar se le aparecierou<br />
las tres divinas personas en una nube trasparente, y tale»<br />
dones le comunicaron, que refiriéndolos <strong>de</strong>spués á la religiosa,<br />
la dijo: ¡ O hija, cómo la agra<strong>de</strong>zco baya sido ocasión<br />
<strong>de</strong> que me mandase el Sefior <strong>de</strong>cir misa <strong>de</strong> la santísima<br />
Trinidad ! ¡ O qué gloria y qué bienes gozaremos con<br />
su vista! Y encendiéndose como un serafín, por media hora<br />
quedó arrobado y <strong>de</strong>spidiendo clarísimos resplandores.<br />
Aunque el Sefior le levantaba á tan altas comunicaciones<br />
<strong>de</strong> la divinidad, no se olvidaba el santo padre <strong>de</strong> la<br />
sacratísima humanidad <strong>de</strong> Cristo, sabiendo que ella es<br />
el camino para ir al Padre, y la puerta para entrar á Dios;<br />
antes bien la llevaba siempre <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> los ojo?, procurando<br />
no solo celebrar con singular <strong>de</strong>voción todos sus misterios,<br />
sino copiar y trasladar en su propio cuerpo los dolores<br />
y martirios <strong>de</strong> su santisima pasión y cruz: y así<br />
celebraba el nacimiento con extrañas <strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong> regocijo,<br />
y la semana santa, no solo con extraordinarias<br />
moiiilicaciones y penitencias, sino con el corazón traspasado<br />
<strong>de</strong> dolor, que se le conocía bien en el exterior aspecto<br />
lastimado y compasivo. Don<strong>de</strong> mas dulcemente se engolfaba,<br />
hasta per<strong>de</strong>r la tierra <strong>de</strong> vista, era en el santísimo<br />
Sacramento y en los misterios <strong>de</strong> la misa. Una vez,<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber consumido el sanguis, se quedó con el cáliz<br />
en la mano, y estuvo portan largo espacio elevado, que<br />
una santa mujer que oía la misa esclamó: Llamen á los<br />
ángeles que acaben esfa misa; porque solos ellos pue<strong>de</strong>n<br />
proseguirla con tanta <strong>de</strong>voción : que este santo no está<br />
para ello. Muchas veces fué visto diciendo misa, que <strong>de</strong>l<br />
sagrario salían rayos <strong>de</strong> luz , que terminándose á su<br />
rostro, se lo bañaban <strong>de</strong> divinos resplandores: otras le<br />
sallan <strong>de</strong> su rostro tan vivos, que <strong>de</strong>slumhraban á los que<br />
los veían. Viólos una vez un estudiante que le ayudaba á<br />
la misa, y no solo le quitó la vista <strong>de</strong> los ojos (como él mismo<br />
afirmaba), sino que le penetró <strong>de</strong> manera el corazón,<br />
que luego se entró religioso dominico con nombre <strong>de</strong> fray<br />
Domingo <strong>de</strong> Sotomayor. En otras ocasiones le vieron resplan<strong>de</strong>cer<br />
el rostro entre la tinieblas <strong>de</strong> la noche. Estas luces<br />
exteriores, índice eran <strong>de</strong> las interiores que por la<br />
abundancia rebosaban á fuera para edificación <strong>de</strong> los prójimos.<br />
Con tanta luz <strong>de</strong>l cielo, penetraba los interiores, y<br />
registraba los pensamientos <strong>de</strong> los otros, y las cosas distantes<br />
no se le escondían. Una mujer, llamada María <strong>de</strong> la<br />
Paz, como le vió pequeño <strong>de</strong> estatura y <strong>de</strong> tan poca ostentación,<br />
pensó <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sí que no <strong>de</strong>bía ser hombre <strong>de</strong> letras.<br />
Fuese con esto á confesar con el santo padre, el cual<br />
la dijo luego : Hija, letrado soy, aunque pecador. Respondió<br />
ella: ¿Por qué lo dice, padre? Y el santo la dijo: Porque<br />
lo habéis menester. A otra hija <strong>de</strong> confesión <strong>de</strong>l santo,<br />
que ora muy sierva <strong>de</strong> Dios, la perseguía tanlo el <strong>de</strong>monio,<br />
que cuando venia á la iglesia <strong>de</strong>l convento, en medio <strong>de</strong> la<br />
calle y al umbral, la daba tantos golpes, que la <strong>de</strong>jaba<br />
como muerta. Des<strong>de</strong> sn celda lo <strong>de</strong>scubría el santo confesor<br />
con luz <strong>de</strong>l cielo; y acudiendo antes que nadie le pudiese<br />
avisar la socorria, y ahuyentaba los <strong>de</strong>monios. De