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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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438 LA LEYENDA DE ORO<br />

ditó el Settoi con yMravilfaM I t'l sogundo se llamó Tais,<br />

que en su temprana edad su lo llovó nueslro Señor: el tercero<br />

Juan, <strong>de</strong> (juien aijuí hablaremos, que nació (á lo que<br />

se. presume) á los 2 i <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> J<br />

Toda su niñez fué pronóstico <strong>de</strong> la admirable vida y gloriosos<br />

asuntos para que leleuia <strong>de</strong>stinado el cielo; porque<br />

la mansedumbre, la quietud, el silencio y la <strong>de</strong>voción no<br />

fueron en ól <strong>de</strong> niño, sino <strong>de</strong> religioso y <strong>de</strong> santo. Cooperaba<br />

la buena madre, que habiendo enviudado presto,<br />

criaba sus hijos con toda virtud, y con especialidad les<br />

imponía en la <strong>de</strong>voción <strong>de</strong> nueslra Señora. Tanto se le entrañó<br />

al niño Juan, quo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego obligó á la santísima<br />

Virgen á favorecerle, pues <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los cuatro á los cinco<br />

años empezó á experimentar los favores <strong>de</strong> lal Madre. Jugando<br />

un dia con sus iguales á la orilla <strong>de</strong> una balsa profunda<br />

y cenagosa, arrojando unas varillas al agua, cayó<br />

en ella y se Imndió á lo profundo: y aunque Ires veces<br />

volvió á salir, la última se <strong>de</strong>sapareció por gran<strong>de</strong> rato-<br />

Huyeron asustados los otros niños, y él volvió á la lengua<br />

<strong>de</strong>l agua muy sosegado y alegre. Vió entonces á la orilla<br />

á la tintísima Virgen, que le ofreció la mano para quo saliese<br />

á fuera. Rehusó el niño darle la suya, por verla llena<br />

<strong>de</strong> cieno para no manchar tanta belleza : duró algún rato<br />

la recíproca y <strong>de</strong>vola porfía, hasta que pasando un labrador<br />

(que sin duda fué el ángel <strong>de</strong> su guarda), le alargó<br />

la aguijada y le sacó á tierra cotuo á otro Moisés, para<br />

que fuese maestro y legislador en los <strong>de</strong>siertos <strong>de</strong>l Carmelo.<br />

Este fué el primer favor que recibió <strong>de</strong> María santísima;<br />

pero causó tanta envidia al <strong>de</strong>monio, que barruntando<br />

<strong>de</strong> aquí mayores cosas en aquel niño, quiso acabarlo<br />

<strong>de</strong> una vez. Siendo ya <strong>de</strong> siete años, le salió á un camino<br />

en íigura <strong>de</strong> un menstruo horrible, abierta su infernal y<br />

espantosa boca para ll agarlo. No se asustó Juan, sino que<br />

con valor y reposo muy superior á sus años le hizo la sefial<br />

<strong>de</strong> la cruz: retiróse al momento el enemigo, y <strong>de</strong>sapareció<br />

guardando para mejor tiempo mayores batallas; y<br />

Juan tomó también la cruz por <strong>de</strong>fensa para los combates<br />

futuros.<br />

Creciendo mas en las virtu<strong>de</strong>s, que en los años, le acomodó<br />

su madre en un seminario <strong>de</strong> niños, para que aprendiese<br />

las primeras letras. Aprendiólas con facilidad, y señalándose<br />

entre los <strong>de</strong>más en la virtud y buenas inclinaciones,<br />

como el sol entre las estrellas, era el ¡man y la<br />

admiración do todos. Quien mas se prendó <strong>de</strong> tanta virtud<br />

fué don Alonso Alvarez<strong>de</strong> Toledo, administrador <strong>de</strong> un insigne<br />

hospital que había en aquella villa <strong>de</strong> Medina <strong>de</strong>l<br />

Campo: y teniendo ya doce años Juan, se lo pidióá su<br />

madre para que asistiese en el hospital, ofreciendo darle<br />

alimentos, estudios y capellanía. Presto conoció don Alonso<br />

la buena elección que había hecho, con el cumplido <strong>de</strong>sempeño<br />

y raro ejemplo que daba <strong>de</strong> sí Juan <strong>de</strong> Yepes. Creció<br />

todo con el caso siguiente. Había en el patío <strong>de</strong>l hospital un<br />

pozo profundo: y como el santo mozo era nuevo en la<br />

casa, y andaba tan encogido <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sí, cayó en él, sin<br />

que le pudiesen valer. Las voces fheron ígnales ni espanto<br />

<strong>de</strong> los que lo vieron, y presto se convocó la vecindad. Uegándosc<br />

algunos i la boca <strong>de</strong>l poio, vieron é san Juan<br />

sentado sobro las aguas: alargáronle una soga; y asido<br />

<strong>de</strong> ella salió muy alegre. Preguntáronle, cómo no se había<br />

ahogado, y tan sin turbación estaba sobre las aguas. Kospondió<br />

con humildad muy sincera, que una hermosísima<br />

señora, al tiempo <strong>de</strong> caer lo recibió en su manto, y hasta<br />

DIA 2Í'<br />

entonces lo había sostenido sobre el «gua, para que tío se<br />

hundiese á lo profundo; y que así á la sanlísima Virgen<br />

<strong>de</strong>bía él la merced y todas alabanzas.<br />

Reconocido á este nuevo favor <strong>de</strong> la Virgen, crecía por<br />

in-Umlos en su <strong>de</strong>voción: rezaba su oficio menor <strong>de</strong> rodillas:<br />

gastaba en su presencia largas horas; y sabiendo<br />

(pie servia á la Madre y al Hijo en sus pobres, se <strong>de</strong>dicó<br />

con nuevo fervor á servirlos, y hacíalo con extraña caridad,<br />

siendo para todos <strong>de</strong> gran<strong>de</strong> consuelo y alivio. Para<br />

po<strong>de</strong>r cumplir con esto y con los estudios, se quitaba mucho<br />

<strong>de</strong>l sueño, gastando gran parle <strong>de</strong> la noche, ya en<br />

oración, ya en asistir á los que veia <strong>de</strong> peligro. Para que<br />

el cuerpo estuviese mas ágil en el servicio <strong>de</strong>l alma, hizo<br />

su cama <strong>de</strong> unos sarmientos <strong>de</strong>siguales: su comida era<br />

parca: el vestido honesto : la mortificación continua, asf<br />

en el cuerpo, castigándole con cilicios, disciplinas y ayunos,<br />

como en los sentidos, que traía .siempre reprimidos.<br />

Con tan buena disposición le alumbraba el Señor copiosamente:<br />

porque le quería para farol <strong>de</strong> su Iglesia: corrió<br />

con facilidad la gramática, retórica y filosofía, en (pie salió<br />

muy consumado. Ya entraba por este tiempo en los veinte<br />

años, en que dándole el administrador mas tiempo para<br />

sus estudios y ejercicios, él frecuentaba mas el <strong>de</strong> la oración,<br />

en la cual pedia continuamente al Señor que le encaminase<br />

en su servicio y diese el estado <strong>de</strong> vida, cu que<br />

le [ludiese servir y serle mas agradable. Estando un dia<br />

encendido en esta oración, oyó una voz que le dijo: « Servirme<br />

basen una religión, cuya perfección antigua.ayudarás<br />

á levantar.» No entendió por enloncos lo quo el Sefior<br />

pretendía en estas palabras; pero <strong>de</strong>positólas en su corazón,<br />

humil<strong>de</strong> y resignado á su sanlísima voluntad.<br />

No pasó mucho tiempo, que llegaron á fundar convenio<br />

en aquella villa los padres carmelitas <strong>de</strong> la Observancia:<br />

y sabiendo él que aquella religión se fundó <strong>de</strong>bajo el patrocinio<br />

déla sacratísima Virgen, se le renovaron los ecos<br />

déla voz; y entendiendo ser aquella profesión para don<strong>de</strong><br />

Dios le llamaba, trató <strong>de</strong> vestir su hábito, üiéronsolo gustosos<br />

los religiosos, sabiendo cuán religioso era ya en las<br />

virtu<strong>de</strong>s. Recibióle, siendo ya <strong>de</strong> edad <strong>de</strong> veinte y un años,<br />

y <strong>de</strong>jando el apellido <strong>de</strong> Yepes, se llamó Fr. Juan ih San<br />

Matías. Estando en el noviciado, corrió tan veloz, que su<br />

humildad, su obediencia, su puntualidad en el coro y oración,<br />

servían mas á la admiración que á la imitación. Profesó<br />

al siguiente año, y poco <strong>de</strong>spués pasó al colegio que<br />

la religión tiene en Salamanca, don<strong>de</strong> estudió la teología<br />

con suma aprobación, juntando siempre la oración y espíritu<br />

con las letras. Aunque en lo público profesó la regla mitigada<br />

por el papa Eugenio, en lo secreto guardaba la primitiva<br />

dada por san Alberto, patriarca <strong>de</strong> Jerusalon, en<br />

cuanto los superiores se lo permitían. No comía carne, y<br />

continuaba los siete meses <strong>de</strong> ayuno: guardaba gran<strong>de</strong><br />

recogimiento en la celda, sumo retiro <strong>de</strong> seglares y perpetua<br />

asistencia en el coro ; y cuando rezaba el oficio divino<br />

A solas, siempre era <strong>de</strong> rodillas. Diéronle una celda<br />

estrecha y oscura : abrió un pequeño agujero en el tejado<br />

para recibir un rayo do luz con que po<strong>de</strong>r repasar sus<br />

lecciones: pero gozaba <strong>de</strong> una venlaniila con sn vidriera<br />

que salía al santísimo Sacramento, quo era lodo sn consuelo<br />

y celestial luz <strong>de</strong> su alma. Esta breve clausura, <strong>de</strong>snuda<br />

do toda alhaja y curiosidad, era su celda : su cama<br />

dos tablas <strong>de</strong>siguales, sin lienzo, sin colchón y un lena<br />

por cabecera : los hábitos exteriores eran muy pobres, y

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