Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 20. apriesa la nuovít planta, que después ha extendido sus ramas por lodo el inundo, y llevado por fruto innumerables hijos insignes en santidad y sabiduría : y muchos que con el derramamiento de su sangre han conílrmado el olicio de redentores que profesan. Apenas habían pasado cuatro meses, cuando deseando san Juan cumplir el ñu de su instituto, habiendo junlado las limosnas que pud'o, trató de hacer la primera redención en el reino de Marruecos. Habló al sumo ponfiüce; y él se alegró mucho; y habiendo señalado san Juan para esta redención á Fr. Juan Anglico y Fr. (¡uillermo Escoto, dos de sus primeros compañeros, que se le hablan allegado en París, les dióuna carta para el Miramamolin, de la cual pondré aquí un pedazo, por ser grande alabanza de su inslilulo. La carta dice así: Inocencio papa Uf. Al ilustre Miramamolin, rey deMarmecos, y á sus vasallos, que deseamos lleguen al conocimiento de la verdad y perseveren en ella. Entre las obras de misericordia, que Jesucristo Señor nuestro encomendó en el Evangelio á sus líeles, no tiene el menor la redención de los cautivos. De aquí es que á las personas que se ocupan en tan santos ejercicios las debemos honrar con gracias y favores apostólicos. Algunos varones de cuyo número son los que llevan esta carta, inllamados del divino Espíritu, invenlaron poco há regla y órden, por cuyos estatutos la tercera parle de las rentas que ahora tienen, ó en adelante adquieran, deben gastaren la redención de, los can! i vos, ele. Dada en el Lalerano, á 8 de mariW, en el año segundo de mies tro pontificado.» Fueron bien recibidos del rey de ¡Vlarruecos los redentores, y rescataron ciento ochenta y seis cautivos cristianos íiel cimliveria de los moros con el dinero que llevaban, y con sus san!as p;il;d>: as y buen ejemplo que dieron, rescalaron algunos moros de) canliverio del demonio. Contaron á san Juan lo mucho que padecian los crislíanos en poder de los bárbaros, y cuánto peligraba su fé entre tanta crueldad é infidelidad; y el santo, deseoso de remediar tan grave necesidad, juntó las limosnas que pudo, y pasó áTúnez llevando por compañeroá Fr. Anglico: y habiendo rescatado ciento y veinlc cauiivos y pagado el precio en que se concertó con los moros ; estos como infieles le prendieron y azotaron cruelmente, diciendo que les habia engañado en el precio. Estaba muy gozoso el sanio aJ recibir los azotes; porque hacia con propiedad el oficio de redentor padeciendo por sus redimidos: solo estaba cuidadoso no le quitasen los hárbaros los cautivos; y así en acabando de azotarle se hincó de rodillas, y lomando en las manos una imágon do nuestra Señora que traía siempre consigo, suplicó á la sanlisíma Virgen que le socorriese en aquella necesidad , porque aquellos cautivos crislíanos no volviesen á poder de los moros. No se hizo sorda la Rí-ina de los ángelesá las voces de su siervo; antes se apareció allí luego en forma de una hermosísima doncella yledióásan Juan una cantidad de oro, con (pie pudo comentar la codicia de aquellos bárbaros. No cesó con esto la infidelidad de los moros ni las maravillas de. Oíos; porque oslando en Víserla para embarcarse con sus cautivos para Uoma, vinieron los moros como leones bramando contra el santo, porque había detenido á muchos para que no dejasen la fé, y rompieron las velas del navio, para .pie ó no pudiese navegar, ó se anegase en las aguas. Afligieropse los cautivos y marineros pero san iuan tomó'su NOVIEMBRE. 4i

420 LA LEYENDA DE OUO. DIA 20. pado, y suplicó á su santidad que le dejase morir en aquella pobreza y humildad que habiacomenzado, y no le pusiese grillos con la dignidad, para no emplearse en la redención de los cautivos, que era e! fin para que Dios le habia llamado. No quiso obligarle ni afligirle el papa; antes le dió licencia para partirse á España como lo deseaba, para fundar en ella conventos de su orden y redimii'cautivos; porque se ofrecía allí buena ocasión, por estar gran parte de Kspaña ocupada de los moros. En Espafia fué muy bien recibido de don Alonso VIH, rey de Castilla, y de don redro H, rey de Aragón, y de don Sancho el Fuerte, rey de Navarra; y con el favor de estos reyes, fundó los conventos de la Puente déla Reina, Burgos, Toledo, Segovia, Lérida y otros, en ¡os cuales sus hijos, fuera de salir á con!¡niias redenciones, hospedaban los peregrinos, no contentándose con una obra de caridad, sino que ejercitaban muchas. En Lérida hay tradición que se hospedaron en aqnel convento los dos santísimos patriarcas santo Domingo y son Francisco cuando estuvieron en España. Estando san Juan de Mata en la fundación de Burgos, profetizó al santo rey don Fernando, que entonces era niño y se hallaba en aquella ciudad con el rey de León su padre, que habia de tener muchas felicidades en Castilla y habia de recibir grandes favores de Dios. En Francia fundó también muchos monasterios, y predicó contra ¡os albigenscs, por mandado del sumo pontífice Inocencio ; y aun afirma Macedo, que tuvo cargo de inquisidor, para reprimir y castigar estos herejes. Dió cuenta al sumo pontífice de los conventos que habia fundado en España de su religión, y el sumo ponlííice le confirmó todas las donaciones hechas en ella, que fueron muchas, por una bula que trae Gil González. Pasó después ú Roma, y ocupáb ise allí con gran solicilud en enseñar, predicar y visitar enfermos y encarcelados,consolando á los afligidos, remediando á los necesitados, y procurando ayudar á sus prójimos con todas las obras de caridad espirituales. Predicando un dia en la iglesia de su convento, vió entre ¡a mucha gente que habia concurrido á o rle, á un hombre que hacia muchos gestos y visajes á todo cuanto decia. Acabado el sermón, hizo que le trajesen á aquel pobre hombre: y aunque le decían que era sordo y mudo, el sanio conoció con luz del cielo, que no era enfermedad del cuerpo la que padecía, sino que el demonio se habia apoderado de él y le fingía sordo y mudo: conjuróle y mandóle hablar; y el demonio respondió á lo que el santo ¡e preguntaba: y últimamente, invocando á la santísima Trinidad, aplicando cá la boca del endemoniado la cruz que traia en^I escapulario, le libró del demonio, y en adelante pudo aquel hombre oir y hablar sin ninguna dificultad. Disponía por este tiempo Inocencio III celebrar el concilio lateranense, y Felipe Augusto, rey de Francia, nombró á san Juan de Mala, con aprobación de su santidad, para que asistiese como teólogo suyo al concilio general ; pero Dios le llevó antes para sí, á recibir el premio de sus gloriosos trabajos con que habia servido á su gloria, á la Iglesia y á toda la república cristiana. ] como si fuera el de su noviciado, dobló sus penitencias y oraciones, y se previno para recibir al Señor cuando llamase á su puerta. En llegando el mes d;í diciembre, (pie era el de su muerte, adoleció de una ardiente calentura, y cuando se acercó su partida, recibió los sacramentos con mucha devoción ; y tres dias áníes de su muerte, mandó abrir su sepultura é hizo que le llevasen cerca de ella en una esterilla, y que le trajesen allí las armas de su milicia, que eran los cilicios, disciplinas, cadenas de hierro y los otros instrumentos con que había afligido su cuerpo, y con grande atención se pusoá contemplar en la sepultura abierta la puertade la eternidad, y en los instrumentos de la penitencia las armas de la milicia crisliana con que se vence el hombre á sí mismo. Lloraban sus hijos, y él los consolaba, diciendo, que su muerte no era materia de llanto, sino de alegría, porque no los dejaba, sino que ¡ha delante, adonde presto le habían de seguir: nimoria, sino que trocaba la vida temporal por la eterna, en donde les seria mas padre que en la tierra. Exhortólos á todas las virtudes, especialmente á la caridad con los pobres y cautivos: cebóles su bendición, pidiendo á Dios que la confirmase desde el cielo; y luego tomando un crucifijo en las manos, dijo con grande afecto aquellas palabras: In maniAS tuas, Domine, commendo spirilum meum. Parecía que ya espiraba, y que el alma desamparaba el cuerpo; pero recobrándose un poco aplicando los labios al costado de Cristo, esperó hasta que se cantó el cántico Bcnediclus; y al llegar á aquellas palabras: Per viscera misericordia} Dei nosíri, bajó del cielo una bizque cercó su rostro; y entre estos resplandores de gloria, dió el alma ásu Criador á 17 de diciembre de Quedó el cuerpo como si estuviera vivo, y estuvo cuatro dias sin sepultar, con grande concurso y veneración do lodo el pueblo romano, prelados y cardíMiales, y del mismo sumo pontífice Inocencio, que sintió mucho la muerte de san Juan, por haber perdido la Iglesia una desús mas firmes columnas. En este tiempo hizo Dios por honrar á su siervo algunos milagros; porque cuatro ciegos cobraron vista, llegando con los ojos á las manos del santo, y una' mujer manca recibió entera salud. Al cuarto dia fué sepultado con la solemnidad que á tan santo patriarca se debía; asistió á su entierro el sumo pontífice con los cardenales, y le mandó colocar en un suntuoso sepulcro elevado de la tierra, del cual manó por muchos anos aceite de maravillosa fragancia, que era medicina de muchas enfermedades. Mandó el sumo pontífice Inocencio III poner en el sepulcro de san Juan el epitafio que, traducido en romance, del que hoy se lee en la Iglesia del convento romano de Santo Tomás de Formis, y le trae Mimcedo, que escribió en Roma, dice así: En el año de ¡a Encarnación de 111)7 , y en el primero del pontificado del señor papa Inocencio III, a los I u de las calendas de enero, fué instituido por revelación divina el órden de ja Santísima Trinidad y de los cautivos por Fr. Juan, debajo de propia regla, que le fué concedida por la sede apostólica; y el mismo Fr. Juan fué sepultado en este lugar el año del Señor de 1203, el dia 21 de diciembre. Deseaba el sanio salir de este destierro y entraren ¡a patria celesüal: pedia eslo continuamente á Dios en sus oraciones; y envióle el Señor un ángel, que le dijo como sus oraciones habían sido oídas, y que después de un año seria su partida. Consolóse el siervo de Dios con saber el término, aunque se le hizo largo el plazo ; y aquel año, Maravillosa fué la vida de este santísimo patriarca, prodigiosas sus virtudes, raras sus excelencias, muchos sus milagros; antes cada virtud suya es im milagro, la penitencia con (pie afligió su cuerpo en la niñez, en la juvenlud, en la edad de varón y en toda la vida : la virginidad que conservó desde la cuna hasta el sepulcro: la humildad

DIA 20.<br />

apriesa la nuovít planta, que <strong>de</strong>spués ha extendido sus ramas<br />

por lodo el inundo, y llevado por fruto innumerables<br />

hijos insignes en santidad y sabiduría : y muchos que con<br />

el <strong>de</strong>rramamiento <strong>de</strong> su sangre han conílrmado el olicio<br />

<strong>de</strong> re<strong>de</strong>ntores que profesan.<br />

Apenas habían pasado cuatro meses, cuando <strong>de</strong>seando<br />

san Juan cumplir el ñu <strong>de</strong> su instituto, habiendo junlado<br />

las limosnas que pud'o, trató <strong>de</strong> hacer la primera re<strong>de</strong>nción<br />

en el reino <strong>de</strong> Marruecos. Habló al sumo ponfiüce; y<br />

él se alegró mucho; y habiendo señalado san Juan para<br />

esta re<strong>de</strong>nción á Fr. Juan Anglico y Fr. (¡uillermo Escoto,<br />

dos <strong>de</strong> sus primeros compañeros, que se le hablan<br />

allegado en París, les dióuna carta para el Miramamolin,<br />

<strong>de</strong> la cual pondré aquí un pedazo, por ser gran<strong>de</strong> alabanza<br />

<strong>de</strong> su inslilulo. La carta dice así:<br />

Inocencio papa Uf. Al ilustre Miramamolin, rey <strong>de</strong>Marmecos,<br />

y á sus vasallos, que <strong>de</strong>seamos lleguen al conocimiento<br />

<strong>de</strong> la verdad y perseveren en ella. Entre las<br />

obras <strong>de</strong> misericordia, que Jesucristo Señor nuestro encomendó<br />

en el Evangelio á sus líeles, no tiene el menor la<br />

re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong> los cautivos. De aquí es que á las personas<br />

que se ocupan en tan santos ejercicios las <strong>de</strong>bemos honrar<br />

con gracias y favores apostólicos. Algunos varones <strong>de</strong> cuyo<br />

número son los que llevan esta carta, inllamados <strong>de</strong>l<br />

divino Espíritu, invenlaron poco há regla y ór<strong>de</strong>n, por cuyos<br />

estatutos la tercera parle <strong>de</strong> las rentas que ahora tienen,<br />

ó en a<strong>de</strong>lante adquieran, <strong>de</strong>ben gastaren la re<strong>de</strong>nción<br />

<strong>de</strong>, los can! i vos, ele. Dada en el Lalerano, á 8 <strong>de</strong> mariW,<br />

en el año segundo <strong>de</strong> mies tro pontificado.»<br />

Fueron bien recibidos <strong>de</strong>l rey <strong>de</strong> ¡Vlarruecos los re<strong>de</strong>ntores,<br />

y rescataron ciento ochenta y seis cautivos cristianos<br />

íiel cimliveria <strong>de</strong> los moros con el dinero que llevaban, y<br />

con sus san!as p;il;d>: as y buen ejemplo que dieron, rescalaron<br />

algunos moros <strong>de</strong>) canliverio <strong>de</strong>l <strong>de</strong>monio. Contaron<br />

á san Juan lo mucho que pa<strong>de</strong>cian los crislíanos en<br />

po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> los bárbaros, y cuánto peligraba su fé entre tanta<br />

crueldad é infi<strong>de</strong>lidad; y el santo, <strong>de</strong>seoso <strong>de</strong> remediar<br />

tan grave necesidad, juntó las limosnas que pudo, y pasó<br />

áTúnez llevando por compañeroá Fr. Anglico: y habiendo<br />

rescatado ciento y veinlc cauiivos y pagado el precio<br />

en que se concertó con los moros ; estos como infieles le<br />

prendieron y azotaron cruelmente, diciendo que les habia<br />

engañado en el precio. Estaba muy gozoso el sanio aJ recibir<br />

los azotes; porque hacia con propiedad el oficio <strong>de</strong><br />

re<strong>de</strong>ntor pa<strong>de</strong>ciendo por sus redimidos: solo estaba cuidadoso<br />

no le quitasen los hárbaros los cautivos; y así en<br />

acabando <strong>de</strong> azotarle se hincó <strong>de</strong> rodillas, y lomando en<br />

las manos una imágon do nuestra Señora que traía siempre<br />

consigo, suplicó á la sanlisíma Virgen que le socorriese<br />

en aquella necesidad , porque aquellos cautivos crislíanos<br />

no volviesen á po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> los moros. No se hizo sorda<br />

la Rí-ina <strong>de</strong> los ángelesá las voces <strong>de</strong> su siervo; antes se<br />

apareció allí luego en forma <strong>de</strong> una hermosísima doncella<br />

yledióásan Juan una cantidad <strong>de</strong> oro, con (pie pudo<br />

comentar la codicia <strong>de</strong> aquellos bárbaros. No cesó con esto<br />

la infi<strong>de</strong>lidad <strong>de</strong> los moros ni las maravillas <strong>de</strong>. Oíos; porque<br />

oslando en Víserla para embarcarse con sus cautivos<br />

para Uoma, vinieron los moros como leones bramando<br />

contra el santo, porque había <strong>de</strong>tenido á muchos para que<br />

no <strong>de</strong>jasen la fé, y rompieron las velas <strong>de</strong>l navio, para .pie<br />

ó no pudiese navegar, ó se anegase en las aguas. Afligieropse<br />

los cautivos y marineros pero san iuan tomó'su<br />

NOVIEMBRE.<br />

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