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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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418 LA LEfflíü A M ORO. DÍA 20.<br />

y envió su ángel, que Ies prometió feliz suceso <strong>de</strong> su jornada,<br />

y que serian bien <strong>de</strong>spachados <strong>de</strong>l sumo pontílice.<br />

El mismo sumo ponlítice, que era Inocencio III, tuvo aviso<br />

<strong>de</strong>l cielo, tántcs que llegasen los santos anacoretas, <strong>de</strong> que<br />

venian, que los recibiese paternalmente y les concediese<br />

o que le pidiesen. Llegaron los dos á Roma: <strong>de</strong>clararon á<br />

Inocencio sus intentos y los sucesos maravillosos con que<br />

olScfior los había llamado: diéronle las cartas <strong>de</strong>l obispo<br />

<strong>de</strong> París y abad <strong>de</strong> San Yictor, y luego conoció el sumo<br />

pontífice en sus aspectos, mo<strong>de</strong>stia y palabras, que conformaba<br />

su vida con la obra que Dios quería hacer por<br />

ellos. Despidiólos con señales <strong>de</strong> mucho amor, dándoles<br />

buenas esperanzas <strong>de</strong> ver cumplidos presto sus <strong>de</strong>seos, y<br />

mandóles que ol tiempo que estuviesen en Roma, se hospedasen<br />

en su palacio, l'or proce<strong>de</strong>r con mas madurez<br />

consultó el sumo pontílice este negocio con los car<strong>de</strong>nales:<br />

y leyendo las cartas <strong>de</strong>l obispo y abad, y consi<strong>de</strong>rando la<br />

vida <strong>de</strong> Juan y Félix, y las señales con que Dios habia <strong>de</strong>clarado<br />

su voluntad, dijo que le parecía venir este negocio<br />

guiado <strong>de</strong>l Espíritu Santo; y los car<strong>de</strong>nales respondieron:<br />

Á Domino faclum est islud, et eslmirabile in oculis nos iris:<br />

Esta es obra <strong>de</strong> Dios, y es admirable en nuestros ojos. Con<br />

todo eso, para asegurar mas el acierto en cosa do tanta<br />

importancia, mandó el sumo ponlítice ayunar tres días en<br />

Roma, y ofrecer muchas oraciones y sacriücios, para implorar<br />

la iuz <strong>de</strong>l Seflor. El mismo sumo pontífice celebró<br />

públícamenle á este fin en la iglesia <strong>de</strong> San Juan <strong>de</strong> Letran,<br />

dia <strong>de</strong> la octava <strong>de</strong> la virgen y mártir santa Inés; y<br />

al levantar la hostia, vio un ángel vestido <strong>de</strong> blanco, con<br />

la cruz carmesí y celeste, cruzados los brazos sobre dos<br />

cautivos, uno moro y otro cristiano. Quedó suspenso por<br />

nn ralo con la admiración: y acordándose <strong>de</strong> la visión<br />

que le había contado san Juan haber tenido en París, la<br />

cual era en lodo seraejanic á esta, entendió que era la voluntad<br />

<strong>de</strong> Dios que aprobase aquel inslilulo para redimir<br />

los cautivos. Acabada la misa, llamó á los dos anacoretas,<br />

y les <strong>de</strong>claró la visión que habia tenido, y como Dios se<br />

mostraba el autor <strong>de</strong> aquel nuevo or<strong>de</strong>n. Mandó hacer dos<br />

hábitos blancos, y poner en ellos la cruz <strong>de</strong> dos colores<br />

semejante á la que traía el ángel; y el día <strong>de</strong> la Purificación<br />

<strong>de</strong> nuestra Señora, á 2 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1 "i 97, vistió el hábito<br />

á los sanios patriarcas, <strong>de</strong>clarándoles que el color<br />

blanco <strong>de</strong>l hábito representaba al Padre, el celeste <strong>de</strong> la<br />

cruz al Hijo, y el rojo al Espíritu Santo, que el nombre <strong>de</strong><br />

su or<strong>de</strong>n había <strong>de</strong> ser <strong>de</strong> la Santísima Trinidad; y el instituto<br />

redimir los cautivos cristianos; y añadió con oráculo<br />

<strong>de</strong> sumo pontífice: Bic est ordo approbatus, non a sanciis<br />

fabricalus, sed a solo summ Deo: Este es elór<strong>de</strong>n aprobado,<br />

nó fabricado <strong>de</strong> hombres sino <strong>de</strong>l sumo Dios solo.<br />

Mandó á los santos que volviesen á París ; y escribió al<br />

obispo y abad <strong>de</strong> San Víctor, que mirando con atención<br />

las cosas pertenecientes ala nueva ór<strong>de</strong>n, dispusiesen la<br />

regla que habían <strong>de</strong> guardar según su inslilulo perpetuamente,<br />

para que él la aprobase con su autoridad.<br />

Volvieron los sanios á París; dieron las cartas <strong>de</strong>l sumo<br />

pontífice al obispo y abad; y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mucha consi<strong>de</strong>ración<br />

formaron la regla, atendiendo principalmente al parecer<br />

<strong>de</strong> aquellos que eran padres y fundadores <strong>de</strong> la<br />

nueva ór<strong>de</strong>n, juzgando como era cierto, que á los que Dios<br />

había escogido para instrumentos <strong>de</strong> esta obra, y primeras<br />

piedras <strong>de</strong> este edificio, los alumbraría é inspiraría lo<br />

»)aífonvenion!e y mas conforme á su voluntad. Partieron<br />

<strong>de</strong> París con la regla y con algunos sujetos que en aquella<br />

universidad se les habían juntado, y fueron al territorio<br />

Mel<strong>de</strong>nse á visitar su antigua morada. Entraron en sus<br />

cuevas: visitaron muchas veces la fuente don<strong>de</strong> habían<br />

visto al ciervo con la cruz; y <strong>de</strong>seando hacer el primer<br />

convento <strong>de</strong> su religión don<strong>de</strong> habian recibido el espíritu<br />

<strong>de</strong> ella, fueron á hablar al obispo mel<strong>de</strong>nse, y le pidieron<br />

licencia para edificar aílí una iglesia; y alcanzada, empezaron<br />

la obra, ayudados <strong>de</strong> muchos que venian atraídos<br />

<strong>de</strong> la fama <strong>de</strong> su santidad. Cercaron la iglesia <strong>de</strong> casillas,<br />

ó chozas fabricadas <strong>de</strong> troncos <strong>de</strong> árboles, ramas y piedras,<br />

para hospedar á los que venian á visitarlos y á los<br />

que se allegaban á ellos, <strong>de</strong>scosos <strong>de</strong> imitar su vida y seguir<br />

sus ejemplos ; llamóse este lugar Ciervo-Frígido, por<br />

el ciervo que buscaba en la fuente i cfrigcrio <strong>de</strong> su sed.<br />

Habiendo dado este rudo principio y como bosquejo al<br />

convento do Ciervo-Frígido, que <strong>de</strong>spués ha sido muy insigne,<br />

quedándose en él san Félix para gobernarle, se<br />

partió san Juan á Roma con la regla, para pedir la aprobación<br />

<strong>de</strong> ella al sumo pontífice. Como creciese el número<br />

<strong>de</strong> los compañeros <strong>de</strong> san Félix y no cupiese en aquel estrecho<br />

convento, trató <strong>de</strong> hacer otro mas capaz, para el<br />

cual le dió el con<strong>de</strong> Gualterio Cíislillomensc, capitán <strong>de</strong> la<br />

guarda <strong>de</strong> Felipe Augusto, una rica heredad, y con sus<br />

riquezas ayudó al nuevo edificio. Dicen algunos que fué<br />

esto recompensa do nn gran beneficio que habia recibido<br />

el con<strong>de</strong> <strong>de</strong> los santos Juan y Félix; porque habiendo ido<br />

el con<strong>de</strong> los años antes á la conquista <strong>de</strong> la Tierra Santa,<br />

fué preso y cautivado <strong>de</strong> los turcos. Viéndose cautivo y<br />

muy afligido, se acordó <strong>de</strong> los dos anücoretas san Juan y<br />

san Félí\, que sabia hacían vida solitaria en la montaña<br />

Dro<strong>de</strong>lia; y encomendándose á sus merecimientos, sin<br />

enten<strong>de</strong>r el modo, se halló en Francia, en nn pueblo suyo<br />

vecino á la montaña Rrodciia, y agra<strong>de</strong>cido á tan gran<br />

beneficio, y habiendo experimentado cuán penosa es la<br />

cautividad <strong>de</strong> los moros, dió <strong>de</strong> buena gana su heredad<br />

para los que se empleaban en redimir cautivos. Después<br />

la con<strong>de</strong>sa <strong>de</strong> Borgoña Matil<strong>de</strong>, y María Panateria y Roberto<br />

<strong>de</strong> Planells hicieron muchas y ricas donaciones á<br />

este monasterio y á la Re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong> los cautivos, las cuales<br />

confirmó Inocencio III, por bula dada el año 1198, á 16<br />

<strong>de</strong> mayo, como consta <strong>de</strong> la misma bula, que se halla<br />

en el libro primero <strong>de</strong> las Epístolas <strong>de</strong>cretales <strong>de</strong> dicho<br />

pontífice.<br />

Llegó á Roma san Juan al principio <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong>l<br />

año <strong>de</strong> 1198; y habiendo visto y examinado la regla el<br />

sumo pontífice, la aprobó y confirmó á 17 <strong>de</strong> diciembre<br />

<strong>de</strong>l mismo año <strong>de</strong> 1198, añadiendo algunas cosas, á petición<br />

<strong>de</strong> san Juan <strong>de</strong> Mala, como parece por la bula que<br />

Irae Gil González, Maccdo, Tamayo y otros autores, y se<br />

halla en el libro primero <strong>de</strong> las Decretales <strong>de</strong> Inocencio,<br />

y en el tomo primero <strong>de</strong>l Bularlo Romano, constitución<br />

primera <strong>de</strong> dicho papa. Insliluyó también á san Juan <strong>de</strong><br />

Mata ministro general <strong>de</strong> toda la or<strong>de</strong>n, y quiso que fundase<br />

nn convento en Roma, para lo cual le dió rentas y<br />

señaló sitio en el monte Celio, y dió una iglesia <strong>de</strong>dicada<br />

á san Miguel y á santo Tomás <strong>de</strong> Ferrais, llamada así por<br />

estar cerca délos acueductos, que se llaman así en lengua<br />

italiana. Con los compañeros que se habian allegado ya y<br />

se allegaban cada dia á los santos patriarcas, <strong>de</strong> los cuales<br />

algunos eran doctores parisienses, y muy estimados<br />

por sus letras en aquella universidad, iba creciendo muy

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