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Tomo Tres Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 20. NOVIEMBRE 44"<br />

qae dispongas y endorecos mi vida: aorehuses oiis«flar al<br />

(jiie <strong>de</strong>sea apren<strong>de</strong>r, ni <strong>de</strong>spidas al que le onvia Dios. Gomo<br />

una blanda cera, ó como un poco <strong>de</strong> barro estoy en<br />

tus manos: fórmame <strong>de</strong> nuevo 6 inspira en mí nuevo espíritu<br />

<strong>de</strong> vida para que viva en a<strong>de</strong>lante vida espiiilual,<br />

como conviene al que ha renunciado al mundo. Respondió<br />

san Félix: O Juan, no vienes á ser discípulo, sino<br />

maestro: bien lo muestran tus palabras; pues con ellas me<br />

enseñas las virtu<strong>de</strong>s que en tantos añOvS no he aprendido.<br />

Tu humildad me confun<strong>de</strong> y tus alabanzasniccausan empacho;<br />

porque no soy el que imaginas ni que dices. No se<br />

mi<strong>de</strong> la perfección por los años sino por las virtu<strong>de</strong>s: antiguo<br />

soy en la soledad, pero novicio en la virtud: cubierto<br />

estoy <strong>de</strong> canas, pero lleno <strong>de</strong> <strong>de</strong>fectos: mas experiencias<br />

tengo <strong>de</strong> tibiezas que <strong>de</strong> fervores, A enseñarme le trae<br />

Dios á esla soledad, á confundir á un viejo con un mozo, á<br />

que enseñe un mancebo á un anciano. ¡Ojalá yo empiece<br />

ahora siquiera con tu ejemplo á servir á Dios! No eres tan<br />

nuevo en el <strong>de</strong>sierto como dices; que ya sé la vida que<br />

en él has hecho. Una cosa te puedo <strong>de</strong>cir como anciano y<br />

la he aprendido con los años: que no por haber salido <strong>de</strong>l<br />

mundo te tengas por seguro <strong>de</strong> los lazos <strong>de</strong>l mundo; porque<br />

el enemigo sigue á los que huyen <strong>de</strong>l mundo y va al<br />

<strong>de</strong>sierto con los que se salen <strong>de</strong>! siglo: está con nosotros<br />

en osla soledad, aunque no le veamos; y cuando no pue<strong>de</strong><br />

vencernos con los vicios, procura <strong>de</strong>rribarnos con las<br />

vii lu<strong>de</strong>s tentándonos <strong>de</strong> vanagloria. Mira en cuán gran peligro<br />

andamos; pues no solo hemos <strong>de</strong> recelarnos <strong>de</strong> l;is<br />

culpas, mas también <strong>de</strong> las buenas obras. Mas cuando<br />

ese enemigo nos faltara, á lo menos no po<strong>de</strong>mos huir <strong>de</strong><br />

nosotros mismos, y en nosotros tenemos el mayor enemigo;<br />

porque la carne se rebela contra el espíritu, y nuestra<br />

vida, como dice Job, es una continua guerra, en que,<br />

si no peleamos varonilmente, fácilmente seremos vencidos.<br />

Al fin los dos santos anacoretas se quedaron juntos, y<br />

vivieron tres años con gran<strong>de</strong> conformidad, enfervorizándose<br />

uno á otro, como si entonces empezaran el camino <strong>de</strong><br />

la perfección, ejercitándose en continua oración y penitencia<br />

y en todo género <strong>de</strong> virtu<strong>de</strong>s. Acudían muchos á ellos,<br />

traídos <strong>de</strong>l suave olor <strong>de</strong> su santidad: unos á pedir consejo<br />

en sus dudas, oíros á pedir remedio en sus aflicciones<br />

, otros á buscar salud para sí ó para sus lujos, y lodos<br />

volvían consolados. Estando un dia los dos santos conversando<br />

junto á una fuente <strong>de</strong> las cosas <strong>de</strong>l cielo, vieren venir<br />

á un ciervo blanco, que habian visto muchas veces en<br />

aquella fuente; pero ahora Ies causó admiración, porque<br />

traia sobre la frenle una cruz <strong>de</strong> dos colores, carmesí y celeste.<br />

Admiróse mas san Félix, no entendiendo lo que significaba<br />

esta maravillosa visión, y puso mas cuidadoso y<br />

pensativo á san Juan ; porque entendía lo que el Señor le<br />

(pieria dar á euien<strong>de</strong>r, y 1c parecía que le acusaba <strong>de</strong> tardo<br />

en cumplir su voluntad: y entonces <strong>de</strong>scubrió á san Félix<br />

lo que hasta entonces lo había ocultado, y le <strong>de</strong>claró la<br />

\ision que habia lenído en París cuando dijo su primera<br />

misa, y como el ángel Iraia en el vestido la misma cruz<br />

que el siervo traía en la frente, y que Dios le había enseñado<br />

con aquella visión, que quería fundase una nueva<br />

ór<strong>de</strong>n para redimir cautivos, l'ues ¿qué aguardas (ie dijo<br />

san Félix)? ¿Cómo eres remiso en cumplir la voluntad <strong>de</strong>l<br />

Señor? ¿Cómo <strong>de</strong>jas que los cautivos giman (auto temed<br />

<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> las ca<strong>de</strong>nas y espere tan dilatados plazos su l¡-<br />

TOMO III.<br />

berlad? Bien claramente leba <strong>de</strong>clarado el Señor su gusto:<br />

esto no necesita <strong>de</strong> consulta sino <strong>de</strong> ejecución. No rehuses<br />

lomar la cruz y correr con ella; pues Dios le ha enviado<br />

un ciervo con una cruz para enseñ arle la lijereza<br />

con que <strong>de</strong>bes correr llevándola cruz <strong>de</strong> Cristo. No antepongas<br />

tu propia quietud y consuelo al bien <strong>de</strong> tus prójimos;<br />

que á Dios se le ha <strong>de</strong> obe<strong>de</strong>cer en lo que él quiere,<br />

nó en lo que nosotros queremos. Si en el <strong>de</strong>sierto estás<br />

por tu voluntad, aquí tienes el mundo que <strong>de</strong>jaste; y si<br />

en el mundo estás por voluntad <strong>de</strong> Dios, allá tendrás el <strong>de</strong>sierto<br />

que apeteciste. San Juan movido con estas palabras<br />

<strong>de</strong>seaba cumplir la voluntad <strong>de</strong>l Señor que lan claramente<br />

conocía; pero <strong>de</strong>seaba que le acompañase san Félix, y<br />

procuraba persuadírselo con buenas razones: mas san Félix<br />

por su humildad se excusaba, diciendo que él no era<br />

llamado <strong>de</strong> Dios para aquella empresa; y era soberbia y<br />

temeridad entrarse en obra lan gran<strong>de</strong> sin vocación, y tomar<br />

lan gran<strong>de</strong> cruz sin tener fuerzas para llevarla. San<br />

Juan replicaba que Dios le llamaba también á él: y sino<br />

(<strong>de</strong>cía) ¿para qué me trajo Dios á este <strong>de</strong>sierto? ¿para que<br />

me llamó á tu compañía ? ¿ para qué ha venido á los dos<br />

el ciervo con la cruz, sino para que llevemos esta cruz entre<br />

los dos? Eso significan los dos colores <strong>de</strong> la cruz: que<br />

la cruz se ha <strong>de</strong> llevar entre dos. No nos ha juntado<br />

Dios para que nos apartemos: si te quedas en el <strong>de</strong>sierto,<br />

yo me quedaré contigo: si salgo <strong>de</strong> él, has <strong>de</strong> salir conmigo:<br />

sí es culpa salir, has <strong>de</strong> ser reo <strong>de</strong> ella : si es mérito,<br />

has <strong>de</strong> ser participante; para que reas que me aconsejas,<br />

sabiendo que te aconsejas á tí mismo; pues ó no ho<br />

<strong>de</strong> seguir tu consejo,ó has <strong>de</strong> lomar mi ejemplo. Pareció á<br />

los dos santos encomendarlo á Dios para enten<strong>de</strong>r en este<br />

punió su voluntad: hicieron larga y fervorosa oración<br />

aquella noche, y se les apareció un ángel en sueños, y les<br />

dijo que saliesen <strong>de</strong> aquella soledad y fuésen á Roma, y<br />

<strong>de</strong>clarasen al sumo pontífice lo que babían visto y entendido,<br />

y <strong>de</strong>jasen lo <strong>de</strong>más á la provi<strong>de</strong>ncia divina. Confirieron<br />

entre si <strong>de</strong>spiertos lo que. habían entendido dormidos;<br />

y bailaron ser lo mismo la revelación que se repitió las<br />

dos noches siguienles: con que asegurados <strong>de</strong> la voluntad<br />

<strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong>jaron con sentimiento y lágrimas el <strong>de</strong>sierto, y<br />

se partieron adon<strong>de</strong> el Señor los llamaba. De esla manera<br />

juntó Dios á estos dos santos patriarcas, como á Moisés y<br />

Aaron, para que sacasen al pueblo crisliano <strong>de</strong> la cautividad<br />

<strong>de</strong> los sarracenos, como sacó anliguamente por medio<br />

<strong>de</strong> aquellos dos hermanos y siervos suyos al pueblo <strong>de</strong><br />

Israel <strong>de</strong>l cautiverio <strong>de</strong> los egipcios; y juntó en el <strong>de</strong>sierto<br />

á la columna <strong>de</strong> luz, que (como dijimos) era san Juan,<br />

por la claridad <strong>de</strong> su sabiduría, la columna <strong>de</strong> nube que<br />

era san Félix, por la altura <strong>de</strong> su conlemplacion con que<br />

se remontaba al cielo, para que fuesen guia <strong>de</strong>l pueblo<br />

cautivo á la tierra <strong>de</strong> la libertad y á la tierra <strong>de</strong> promisión<br />

<strong>de</strong> la bienaventuranza ; porque no llamaba Dios á estos<br />

dos santos pali larcas á rescatar solo los cuerpos <strong>de</strong>-las<br />

prisiones <strong>de</strong> los infieles, mas también á libertar las almas<br />

<strong>de</strong> las ca<strong>de</strong>nas <strong>de</strong> los pecados.<br />

Fueron á París á dar cuenta <strong>de</strong> lodo al obispo y abad<br />

<strong>de</strong> San Víctor, y á otros varones sabios y pru<strong>de</strong>ntes, que<br />

habían sido testigos <strong>de</strong> la primera visión, y con sus carias<br />

<strong>de</strong> recomendación para d] sumo pontífice se parlierou á<br />

Romas á cumplir lo que el Señor les habia mandado. En<br />

este viaje pa<strong>de</strong>cieron muchos trabajos, por ser entrado el<br />

invierno, c ir á pié y mendigando; pero Dios los regaló;<br />

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